‘El quinto en discordia’ es el primer libro de Robertson Davies que leo y, quizás sea porque he oído tantas alabanzas sobre él, pero la verdad es que me ha decepcionado. Reconozco que es un buen narrador; es sólo que no me interesa lo que me cuenta. No es que sus personajes sean antipáticos o simpáticos, es que me parecen sosos y no me parecen ni remotamente interesantes. Reconozco que el punto de partido es original: contar la historia no de un protagonista ni de un antagonista sino del quinto en discordia, ese personaje que casi no tiene papel pero que es quien hace avanzar la trama; pero me parece una buena idea desaprovechada.
Lo que pasa con los quintos en discordia en todos los libros es que son personajes que no están desarrollados, que son una simple herramienta en manos del autor para que la historia avance, y yo esperaba que en esta ocasión se nos contaría más de este arquetipo, pero la verdad es que me pareció un personaje totalmente plano. Gris no tiene que ser lo mismo que plano. Pero el problema es que ninguno de los personajes me pareció ni pizca de interesante. Absolutamente ninguno. Me da la sensación que Davies es uno de esos escritores que le interesa dar más importancia a la trama que a los personajes, mientras que yo soy todo lo contrario. Voy a ser justa y diré que a Davies también le interesa quedar como un erudito y yo no voy a negar que lo sea.
Pero lo que me ha irritado más de esta novela es la forma en la que son presentadas las mujeres. A ver, el amigo del narrador/quinto en discordia se casa dos veces y la primera mujer es una cabeza de chorlito con un sentimentalismo histérico y la segunda es una manipuladora ambiciosa. Encima, tenemos una loca en el desván, por más que cueste de creer. Me encabrona tanto que a estas alturas aún salga este tópico y no tratado de una forma posmoderna y auto-reflexiva, sino de una forma totalmente seria y como si fuera lo más normal.
A ver, la primera parte, que pasa en el pueblo de Deptford y que se centra en la infancia del protagonista, me gustó bastante; y ya he dicho que Davies es un buen narrador y que su prosa engancha (por más que los giros de trama sean hasta cierto punto previsibles y bastante inverosímiles), así que supongo que es por esto que no descarto en el futuro leer otra novela de Davies. Pero por el momento, me ha decepcionado mucho.
Lo que pasa con los quintos en discordia en todos los libros es que son personajes que no están desarrollados, que son una simple herramienta en manos del autor para que la historia avance, y yo esperaba que en esta ocasión se nos contaría más de este arquetipo, pero la verdad es que me pareció un personaje totalmente plano. Gris no tiene que ser lo mismo que plano. Pero el problema es que ninguno de los personajes me pareció ni pizca de interesante. Absolutamente ninguno. Me da la sensación que Davies es uno de esos escritores que le interesa dar más importancia a la trama que a los personajes, mientras que yo soy todo lo contrario. Voy a ser justa y diré que a Davies también le interesa quedar como un erudito y yo no voy a negar que lo sea.
Pero lo que me ha irritado más de esta novela es la forma en la que son presentadas las mujeres. A ver, el amigo del narrador/quinto en discordia se casa dos veces y la primera mujer es una cabeza de chorlito con un sentimentalismo histérico y la segunda es una manipuladora ambiciosa. Encima, tenemos una loca en el desván, por más que cueste de creer. Me encabrona tanto que a estas alturas aún salga este tópico y no tratado de una forma posmoderna y auto-reflexiva, sino de una forma totalmente seria y como si fuera lo más normal.
A ver, la primera parte, que pasa en el pueblo de Deptford y que se centra en la infancia del protagonista, me gustó bastante; y ya he dicho que Davies es un buen narrador y que su prosa engancha (por más que los giros de trama sean hasta cierto punto previsibles y bastante inverosímiles), así que supongo que es por esto que no descarto en el futuro leer otra novela de Davies. Pero por el momento, me ha decepcionado mucho.