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sábado, 31 de diciembre de 2011

'Pétalo carmesí, flor blanca' de Michel Faber





Siempre, cada principio de año, uno de mis propósitos es leer más libros gordos. Por supuesto, siempre fracaso. Este año sólo he llegado a leer diez libros de más de 350 páginas, pero de estos diez se tienen que descontar cuatro, porque son cómics y, no nos engañemos, los cómics (por buenos que sean) no cuentan como libros gordos, porque se leen mucho más rápido. Así que sólo he leído cinco novelas de más de 350 páginas y, de estas cinco, sólo dos tienen más de 500. Una de estas es ‘Las Bostonianas’ de Henry James, que tiene 527 páginas. Y luego está el libro más gordo que he leído este año. Con diferencia. ‘Pétalo carmesí, flor blanca’ de Michel Faber, que tiene la friolera de 1031 páginas, todo un récord para mí.

Soy consciente de que esto que me asusten los libros gordos da una impresión de lectora superficial, pero es que me asustan. Atribuidlo también un poco a una tendencia obsesiva-compulsiva mía que hace que mientras leo algo gordo no paro de pensar en todos los libros que no estoy leyendo en aquel preciso momento. Aún así, ‘Pétalo carmesí, flor blanca’ se lee muy bien, que dicen. Nunca tuve la tentación de abandonarlo. Para resumir, te engancha.

Antes de este año nunca había oído hablar ni de esta novela ni de Michel Faber. Pero como soy una fan de cualquier miniserie de época que hace la BBC acabé viendo a adaptación que hicieron este año, con Romota Garai, y me encantó. Tanto que me dije que tenía que leer el libro. El problema es que, aunque me ha gustado, el libro no ha estado a la altura de las expectativas. Reconozco que mis expectativas eran muy altas, pero esa sensación de que esperabas más y de que muchas de las posibilidades que tenía un punto de partida tan genial se han desaprovechado siempre te deja muy mal cuerpo.

El problema es que creo que la miniserie es mejor que el libro. Me gusta creer que no es porque la vi antes de leerla. Y os lo puedo demostrar, creo. Como he insinuado el punto de partida es inmejorable: se trata de una revisión posmoderna de la época victoriana protagonizada por dos mujeres que son las dos caras de una misma moneda, una prostituta que escribe y que desprecia los hombres y una variación del arquetipo de “la loca del desván”. El problema es que la novela, de posmoderno, sólo tiene el punto de partida. Soy la primera de aborrecer el posmodernismo que sólo pretende rizar el rizo, pero aquí sí que eché en falta más metaficción y comentario social/literario. Me esperaba que fuera como ‘Posesión’ de A.S. Byatt y acaba pareciéndose más a un best-seller histórico.

No nos engañemos, ‘Pétalo carmesí, flor blanca’ tiene una estructura y un alma de best-seller. Best-seller muy bien escrito, original y con un estilo personal, pero best-seller al fin y al cabo. Se nota que lo más importante para el autor es la trama, es decir, lo que pasa, no cómo pasa. Y cuando ya sabes la trama (porque has visto la miniserie) inevitablemente te sabe a poco. Lo disfrutas, pero te quedas con la sensación de querer más. Y ahora digo porque la miniserie me parece mejor, porque estilísticamente sabe subrayar visualmente los paralelismos y las dobles lecturas que ya hay en el libro, pero que en el libro quedan como demasiado improvisadas y sueltas. El libro fluye, ciertamente, pero fluye en una única dirección, llevado por la corriente de la trama, pero se olvida de marcar el compás, por decirlo de algún modo. La miniserie cuida mucho más el estilo.



Aún así, el libro me gustó. Lo repito, te engancha y nunca tienes intención de abandonarlo. Y además, su naturaleza le permite más extenderse en detalles históricos pero también desarrollar más a personajes secundarios como Henry Rackham (el hermano del protagonista que desea ser cura pero se siente incapaz de ello porque está torturado por ciertos deseos sexuales) y la señorita Fox (una mujer tísica que quiere rescatar a prostitutas de la mala vida y que no se preocupa nunca por “el que dirán”). Estos dos personajes son mi debilidad y la compleja relación de tensión sexual no resuelta que se establece entre ellos es una auténtica delicia. También conocemos muchas más cosas del pasado de Agnes Rackham (“la loca en el desván”). Pero el protagonista sigue siendo un insufrible egoísta, como tiene que ser. Y luego está Sugar, la prostituta que escribe, y que yo siempre digo que esta historia es la historia de amor entre dos mujeres que no se conocen.