jueves, 5 de marzo de 2015

'Sin destino' de Imre Kertész





Cierto que de novelas escritas por sobrevivientes del Holocausto hay bastantes y que todas son igual de necesarias, pero creo que no es menos cierto que algunas van mucho más allá del documento histórico y se convierten en literatura de altísimo nivel. Lo que primero sorprende de 'Sin destino' de Imre Kertész es que está narrada y protagonizada por un chico de 14 años. Su mirada es, por lo tanto, inocente, casi ingenua. Estremecedor es el momento en que él y sus compañeros llegan a Auschwitz, ven los presos, piensan que estos son criminales que han sido encarcelados por haber cometido un crimen, y ni sospechan que es el destino que a ellos les espera (si tienen la suerte de esquivar las cámaras de gas). 

También es inquietante, pero comprensible, la forma en que el narrador acepta lo que va ocurriendo, los hechos atroces, como si fuera lo más natural del mundo. “Es natural” repite, y también: “Es comprensible; en su lugar yo haría lo mismo”. El tono es desafectado, un punto distante en algunos momentos. Aún así, también hay espacio para describir la belleza y la bondad, lugar para la calma y la paz interior, e incluso el sentido del humor. 

Sí, es angustiante leer cómo el sufrimiento hace caer el protagonista en la desesperanza, hasta el punto que deja de importarle si vive o muere. Queda despojado de toda individualidad y todo deseo de seguir luchando. El instinto de supervivencia tiene un límite y él lo sobrepasa. Pero, luego, algo tan banal como el olor de la sopa que reparten, le hace revivir. En él último instante se da cuenta que no quiere morir, que quiere volver a probar sopa una vez más, y así día tras día, paso tras paso. 

Y a pesar de todo, Kertész quiere dejar claro que incluso en los campos de concentración se cuela la alegría por estar vivo. Es precioso cómo describe el momento en que los presos vuelven del trabajo y hasta que no es la hora de la cena, ya que es el momento en que todos se apresuran a hacer sus cosas, hablar con los otros y compartir lo que les ronda en la cabeza. También son de lo más bonitos y emotivos los momentos de camaradería entre los personajes y los gestos de bondad desinteresada que pueden tener unos con otros. Y es que 'Sin destino' es un libro muy duro, por supuesto, pero también es tierno y extrañamente optimista, un auténtico canto a la vida.