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miércoles, 19 de febrero de 2025

Carilda Oliver / Me desordeno, amor, me desordeno

 






Carilda Oliver
ME DESORDRNO, AMOR, ME DESORDENO

Me desordeno, amor, me desordeno

cuando voy en tu boca, demorada;

y casi sin por qué, casi por nada,

te toco con la punta de mi seno.

 

Te toco con la punta de mi seno

y con mi soledad desamparada;

y acaso sin estar enamorada;

me desordeno, amor, me desordeno.

 

Y mi suerte de fruta respetada

arde en tu mano lúbrica y turbada

como una mal promesa de veneno;

 

y aunque quiero besarte arrodillada,

cuando voy en tu boca, demorada,

me desordeno, amor, me desordeno.



miércoles, 8 de enero de 2025

Ben Lerner / La tercera sección de un rumiante

 




La tercera sección del estómago de un rumiante se llama

salterio porque, al cortársela, se abre como las hojas de un libro. La

fruta tiene forma de estrella cuando se la corta de manera transversal,

y por eso se llama fruta estrella. Nuestro pueblo a menudo

llama a los objetos según la forma en que los destruimos.


Ben Lerner

(Topeka, Kansas, 1979.)

Poeta, novelista, ensayista y crítico literario estadounidense. Ha sido beneficiario de una beca Fulbright, finalista del Premio Nacional del Libro, beneficiario de becas de la Fundación Howard y de la Fundación Guggenheim. También ha disfrutado de las Becas MacArthur. En 2011 ganó el "Preis der Stadt Münster für internationale Poesie", convirtiéndose en el primer estadounidense en recibir dicho premio. Es profesor del College de Brooklyn, donde fue recompensado como Distinguished Professor de inglés en 2016.



viernes, 27 de diciembre de 2024

Ben Lerner / En esa época, la desnudez parcial estaba permitida


En esa época, la desnudez parcial estaba permitida,

siempre y cuando los pechos en cuestión fueran de indígenas.


Las nubes tenían facilidad de dicción,

y a la muerte le iba muy bien con las mujeres

y por las noches nuestros documentos se abrían

para emitir sus fragrantes confesiones.


En esa época, se sumergían cebollas enteras y pueblos enteros

en grasa transparente y semisólida de cerdo.

Los niños aspiraban líneas de oro en polvo,

inhalaban pegamento hecho de tachas,

fumaban mirra sepulcral y luego tiraban unos tiros

en sus escuelas.


En esa época, la policía se llevó detenidos a todos los insectos, luego a los pájaros, después a las estrellas,

y el cielo se escapó bajo la tierra.


Ben Lerner 

(Topeka, Kansas, 1979.)

Poeta, novelista, ensayista y crítico literario estadounidense. Ha sido beneficiario de una beca Fulbright, finalista del Premio Nacional del Libro, beneficiario de becas de la Fundación Howard y de la Fundación Guggenheim. También ha disfrutado de las Becas MacArthur. En 2011 ganó el "Preis der Stadt Münster für internationale Poesie", convirtiéndose en el primer estadounidense en recibir dicho premio. Es profesor del College de Brooklyn, donde fue recompensado como Distinguished Professor de inglés en 2016.


miércoles, 18 de diciembre de 2024

Donald Hall / El amo

 


Ilustración de Triunfo Arciniegas




Donald Hall
EL AMO

Donde el poeta se detiene, el poema
comienza. El poema sólo pide
que el poeta se quite de en medio.

El poema se vacía a sí mismo
para llenarse.

El poema está más cerca del poeta
cuando el poeta lamenta
que haya desaparecido para siempre.

Cuando el poeta desaparece
el poema se vuelve visible.

¿Qué puede el poema elegir
que sea mejor para el poeta?
Elegirá que el poeta
no elija por sí mismo.


THE MASTER
by Donald Hall


Where the poet stops, the poem
begins. The poem asks only
that the poet get out of the way.

The poem empties itself
in order to fill itself up.

The poem is nearest the poet
when the poet laments
that it has vanished forever.

When the poet disappears
the poem becomes visible.

What may the poem choose,
best for the poet?
It will choose that the poet
not choose for himself.



jueves, 12 de diciembre de 2024

Donald Hall / Pateando las hojas


Donald Hall

Pateando hojas

Traducción de Alejandro Oliveros

1

Es octubre. Pateo las hojas mientras regresamos a casa
después del juego, en Ann Arbor,
un día color hollín con aires de lluvia;
pateo hojas de arce,
setenta matices de rojos y amarillos
como papel viejo y hojas de álamo, pálidas y frágiles.
Y las del olmo, estandartes de una raza condenada.
Pateo las hojas que se elevan desde mi bota
produciendo un sonido familiar,
y revolotean y recuerdo
los octubres cuando caminaba hacia el colegio,
en Connecticut,
con pantalones cortos de pana que silbaban
como las hojas. Y un domingo mientras
compraba un vaso de sidra en el quiosco
de una sucia carretera de New Hampshire.
Pateo las hojas, otoño de 1955 en Massachusetts,
seguro de que mi padre estaría muerto
cuando ellas desaparecieran.

4

Pateo las hojas, hoy, mientras regresamos a casa después del juego,
en medio de la muchedumbre con sus brillantes insignias,
tan brillantes y numerosas como las hojas. El cabello
de mi hija es del mismo color rojo amarillento
de las hojas del abedul. Ella misma es alta como un abedul,
creciendo, llegando a los quince, creciendo. Y mi hijo
de veinte, flamante como un arce, de visita
de la universidad, anda delante de nosotros, saltando,
impaciente por viajar a través de los bosques de la tierra.
Los observo desde un montón de hojas,
a un costado de esta casa de cartón piedra, en Ann Arbor,
frente a la escuela donde aprendieron a leer,
sus figuras en la distancia disminuyen mientras saludan
pero ahora sé que soy yo quien disminuye,
no ellos, mientras voy de primero
hacia los hojas, tomando el camino que ellos
seguirán dentro de los  próximos años y octubres.

7

Ahora caigo, salto y caigo, para sentir cómo se trituran
las hojas bajo mi cuerpo, y siento mi cuerpo
flotando en el océano de hojas, en la noche,
la noche que se eleva con las muerte y las hojas
que se mecen como el océano.
¡Ah, este caer delicioso en brazos de las hojas,
en el suave regazo de las hojas!
Nado en ellas, boca abajo, sin dificultad,
aspirando el olor agrio del arce, precipitándome
en largos deslizamientos hasta el fondo de octubre
donde la granja yace enroscada contra el invierno,
y la sopa despide sus olores a zanahorias y cebollas
hacia las humedecidas ventanas y cortinas,
y más allá de las ventanas veo el esbelto tronco
desnudo del arce con sus ramas; el roble
con algunas hojas de marrón otoñal
y los abetos conservando sus verdes.
Ahora salto y caigo, exultante, recuperando de la muerte,
a cuenta de la muerte, de acuerdo con los muertos,
el olor y sabor de las hojas,
y el placer, el único dilatado placer de ocupar
un lugar en la historia de las hojas.



miércoles, 11 de diciembre de 2024

Donald Hall / Poema de amor




Donald Hall
Poema de amor

Cuando me enamoro
dirijo mi caballo
hasta el establo en llamas.

Reservo un camarote
en el resplandeciente Titanic.
Fastidio al oso pardo.

Leo el Monitor
y ojeo las necrológicas
buscando mi nombre.


domingo, 8 de diciembre de 2024

Donald Hall / Cocina de verano

 



Donald Hall

Cocina de verano

En el luminoso mes de junio se ponía en el fregadero con un vaso de vino,
y escuchaba a los zorzales,
y machacaba ajos bajo la luz del crepúsculo.

Yo le veía cocinar desde mi silla.
Apretaba los labios
mientras andaba con los cacharros,
y probaba la salsa con la punta de sus dedos.

«Ya está lista. Vamos», decía.
«Enciende tú la vela».
Comíamos y charlábamos, y nos íbamos a la cama,
y dormíamos. Era un milagro.



jueves, 14 de noviembre de 2024

Ana Rossetti / Por favor, cuéntame un cuento

 

Ilustración de Raquel in Dreams


Ana  Rossetti

POR FAVOR, CUÉNTAME UN CUENTO 


Si los cuentos no se cuentan

dejan de existir las hadas,

los dragones, los vampiros,

los duendes y los piratas.

Y no hay pasajes secretos

ni cuevas maravillosas

ni castillos encantados

ni una isla misteriosa.


Si los cuentos no se cuentan

se destierra la poesía

del país de nuestra infancia:

País de la Fantasía.

Por favor, cuéntame un cuento

y vuélvemelo a contar,

no vaya a ser que se pierda

a la orillita del mar.


Ana Rossetti


Ilustración de Raquel in Dreams

miércoles, 23 de octubre de 2024

Cristina Peri Rossi / Dos poemas

 

Cristina Peri Rossi




Cristina Peri Rossi
DOS POEMAS


Oración

Líbranos, Señor,
de encontrarnos,
años después,
con nuestros grandes amores.

*

La pasión

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.



domingo, 25 de agosto de 2024

Poemas como heridas / Sojo Henjo

 

Gran mata de hierba, 1503
Alberto Durero


Sojo Henjo 

(815-890)


Las malas hierbas son tan espesas 

Que apenas se ve el camino 

Que conduce a mi casa. 

Crecieron mientras esperaba 

A alguien que nunca llegó.

  




sábado, 10 de agosto de 2024

Ferreira Gullar / Una parte de mí

 


Ferreira Gullar


 Ferreira Gullar

TRADUCIRSE


Una parte de mí

es todo el mundo;

otra parte es nadie:

fondo sin fondo.

 

Una parte de mí

es multitud;

otra parte extrañeza

y soledad.

 

Una parte de mí

pesa, pondera;

otra parte

delira.

 

Una parte de mí

almuerza y cena;

otra parte

se sabe de repente.

 

Una parte de mí

es vértigo apenas:

otra parte,

lenguaje.

 

Traducir una parte

en otra parte

-que es una cuestión

de vida o muerte-

¿será arte?




martes, 6 de agosto de 2024

Michael Krüger / Pronóstico del tiempo




Michael Krüger
Pronóstico del tiempo


En algún momento la nieve
se derretirá en el deshielo
y será un torrente
que aclara los ríos oscuros
en su custodiado camino
hacia el mar. En algún momento
se alzarán las nubes
y habilitarán el escenario
para los rogantes ojos.
En algún momento
estaremos otra vez sentados al aire libre
en mesas recién barnizadas
leyendo los libros
que invernaban.
Pues, ven pronto
porque según lo que parece
en algún momento volverá
a nevar.





jueves, 25 de julio de 2024

Aurora Luque / Epitafio

 



Epitafio

Si de algún modo muero,
en las crudas heladas del olvido
o de muerte oficial,
reléeme esta nota, por favor,
y quémala conmigo.

La vida no iba en serio ni siquiera más tarde.
Y no se tarda mucho en comprender
que se trataba sólo de unos juegos
para aparcar la muerte.
Ni siquiera fue un río
pues me tocaron tiempos muy duros de sequía
aunque el mar esperaba, siempre radiante, al fondo.

He creído en los mitos y he creído en el mar.
Me gustaron la Garbo y los rosales de Pestum,
amé a Gregory Peck todo un verano
y preferí Estrabón a Marco Aurelio.



miércoles, 10 de julio de 2024

Oscar Hahn / Después del incendio




OSCAR HAHN

DESPUÉS DEL INCENDIO

Tengo que recoger mis escombros
darles la forma humana que tenían
y seguir adelante

Que no haya brasas en los ojos
ni nubes de humo negro en el alma

Algunas cicatrices
por aquí y por allá son aceptables

Lo demás es echarse el dolor a la espalda
limpiarse las cenizas
y continuar andando


martes, 9 de julio de 2024

Oscar Hahn / El doliente

 





Óscar Hahn
EL DOLIENTE

Pasarán estos días como pasan
todos los días malos de la vida
Amainarán los vientos que te arrasan
Se estancará la sangre de tu herida

El alma errante volverá a su nido
Lo que ayer se perdió será encontrado
El sol será sin mancha concebido
y saldrá nuevamente en tu costado

Y dirás frente al mar: ¿Cómo he podido
anegado sin brújula y perdido
llegar a puerto con las velas rotas?

Y una voz te dirá: ¿Que no lo sabes?
El mismo viento que rompió tus naves
es el que hace volar a las gaviotas




domingo, 24 de marzo de 2024

Wislwa Szymborska / Alabanza de los sueños

Wislawa Szymborska

 

Wislawa Szymborska
ALABANZA DE LOS SUEÑOS


En mis sueños
pinto como Vermeer van Delft.
Hablo fluidamente griego
y no sólo con los vivos.
Conduzco un auto
que me obedece.
Tengo talento,
escribo poemas largos, grandiosos.
Escucho voces
no menos que los grandes santos.
Se sorprenderían
de mi virtuosismo en el piano.
Floto en el aire como se debe,
es decir, por mí misma.
Si caigo del techo
puedo aterrizar suavemente en el verde césped.
No me es difícil
respirar bajo el agua.
No me puedo quejar :
he logrado descubrir la Atlántida.

Me complace que justo antes de morir
siempre me las arreglo para despertar.

Inmediatamente tras el estallido de la guerra
me vuelvo a mi lado favorito.
Soy, mas no necesito ser,
hija de mi tiempo.

Hace unos pocos años
vi dos soles.
Y antes de ayer un pingüino,
con toda claridad.




jueves, 22 de febrero de 2024

Pablo Neruda / Oda al gato

 


 

Pablo Neruda
ODA AL GATO

Los animales fueron 
imperfectos, 
largos de cola, tristes 
de cabeza.
Poco a poco se fueron 
componiendo, 
haciéndose paisaje, 
adquiriendo lunares, gracia, vuelo. 
El gato,
sólo el gato 
apareció completo 
y orgulloso:
nació completamente terminado, 
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro, 
la serpiente quisiera tener alas, 
el perro es un león desorientado, 
el ingeniero quiere ser poeta, 
la mosca estudia para golondrina, 
el poeta trata de imitar la mosca, 
pero el gato
quiere ser sólo gato 
y todo gato es gato 
desde bigote a cola, 
desde presentimiento a rata viva, 
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad 
como él, 
no tienen 
la luna ni la flor 
tal contextura:
es una sola cosa 
como el sol o el topacio, 
y la elástica línea en su contorno 
firme y sutil es como 
la línea de la proa de una nave. 
Sus ojos amarillos 
dejaron una sola 
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño 
emperador sin orbe, 
conquistador sin patria, 
mínimo tigre de salón, nupcial 
sultán del cielo 
de las tejas eróticas, 
el viento del amor
en la intemperie 
reclamas 
cuando pasas 
y posas 
cuatro pies delicados 
en el suelo, 
oliendo, 
desconfiando
de todo lo terrestre, 
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente 
de la casa, arrogante 
vestigio de la noche, 
perezoso, gimnástico 
y ajeno, 
profundísimo gato, 
policía secreta 
de las habitaciones, 
insignia
de un 
desaparecido terciopelo, 
seguramente no hay 
enigma 
en tu manera, 
tal vez no eres misterio, 
todo el mundo te sabe y perteneces 
al habitante menos misterioso, 
tal vez todos lo creen, 
todos se creen dueños, 
propietarios, tíos 
de gatos, compañeros, 
colegas, 
discípulos o amigos 
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago, 
el mar y la ciudad incalculable, 
la botánica, 
el gineceo con sus extravíos, 
el por y el menos de la matemática, 
los embudos volcánicos del mundo, 
la cáscara irreal del cocodrilo, 
la bondad ignorada del bombero, 
el atavismo azul del sacerdote, 
pero no puedo descifrar un gato. 
Mi razón resbaló en su indiferencia, 
sus ojos tienen números de oro.





lunes, 13 de noviembre de 2023

Poemas como heridas / Wisława Szymborska / El odio

 



Wisława Szymborska

El odio


Miren cuán activo está,

qué bien se conserva

en nuestro siglo el odio.

Con qué ligereza vence los grandes obstáculos.

Qué fácil le resulta saltar sobre su presa.


No es como otros sentimientos.

Es al mismo tiempo más viejo y más joven.

Él mismo crea las causas

que lo despiertan a la vida.

Duerme, pero jamás con un sueño eterno.

El insomnio no le resta fuerzas, se las da.


Con religión o sin ella,

lo importante es arrodillarse en la línea de salida.

Con patria o sin ella,

lo importante es lanzarse a la carrera.

Al principio, incluso la justicia funciona.

Después correrá solo.

El odio. El odio.

Su rostro lo deforma un gesto

de éxtasis amoroso.


Ay, esos otros sentimientos,

debiluchos y torpes.

¿Desde cuando la hermandad

puede contar con multitudes?

¿Alguna vez la compasión

llegó primera a la meta?

¿Cuántos seguidores arrastra tras de sí la duda?

El odio sí seduce, es perro viejo.


Avispado, listo, trabajador.

¿Hace falta decir cuantas canciones ha compuesto?

¿Cuántas páginas de la historia ha numerado?

¿Cuántas alfombras humanas ha desplegado,

en cuántas plazas, en cuántos estadios?


Es un maestro del contraste

entre el estruendo y el silencio,

entre la sangre roja y la blancura de la nieve.

Y ante todo, jamás le aburre

el leitmotiv del verdugo impecable

y su victima deshonrada.


Dicen que es ciego. ¿Ciego?

Tiene el ojo certero del francotirador.




miércoles, 1 de noviembre de 2023

Poemas como heridas / Louise Glück / La puerta despintada





Louise Glück
LA PUERTA DESPINTADA
Traducción de Mirta Rosenberg

Finalmente, en la edad madura,

sentí la tentación de volver a la infancia.

 

La casa era la misma, pero

la puerta era diferente.

Ya no era roja… madera sin pintar.

Los árboles eran los mismos: el roble, el haya roja.

Pero la gente - todos los habitantes del pasado -

ya no estaban: perdidos, muertos, mudados a otra parte.


Los niños de enfrente,

hombres y mujeres viejos.

El sol era el mismo, los jardines

agostados, pardos en verano.

Pero el presente estaba lleno de extraños.

 

Y en cierta forma todo era exactamente correcto,

exactamente como lo recordaba: la casa, la calle,

el próspero pueblito…


No para volver ni reclamar,

sino para legitimar

el silencio y la distancia,

la distancia del lugar, del tiempo,

la desconcertante fidelidad de la imaginación y el sueño…

 

Recuerdo mi infancia como un largo deseo de estar en

otra parte.

Ésta es la casa; esta debe de ser

la infancia de la que hablaba. 


Louise Glück
Las siete edades
Pre-Textos,Valencia, 2011



miércoles, 27 de septiembre de 2023

Poemas como heridas / Pablo Neruda / Walking around

Fotografía de André Kertész

Pablo Neruda
Biografía
WALKING AROUND
       

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.