Triunfo Arciniegas
SOBRE LA MALPARIDEZ
La gente que se esmera por dominar los secretos de su oficio me inspira respeto y admiración. Su propia existencia, a menudo solitaria y con frecuencia excéntrica, es más interesante, de hecho. Además, se trata de la más bella manera de contribuir a hacer un mundo mejor. La vida es dedicación y esfuerzo. Se hace camino al andar, como diría Serrat, y el mismo camino significa sentido. Me apenan aquellos que esperan que los otros o el Estado les remedie la situación. Lo que no hay dentro nunca se encontrará fuera. Me apenan tanto los que depositan su fe en los pinches políticos, de izquierda o derecha, la misma porquería. Me apenan sobre manera los imbéciles que se tiran una amistad o están dispuestos a hacerse matar por un político que ni siquiera sabe que existen. Los mismos que repiten lo que les dicen y creen que piensan por sí mismos. Son fáciles de reconocer: atacan en manada. Como se dicen entre ellos las mismas cosas, sin permitirse disentir, creen que tienen razón. Como ovejas, requieren del perro que les señale el sendero.
Tres preguntas que les hacen a menudo a los escritores: ¿Cuándo me regala un libro? ¿Cuándo va al colegio a charlar con mis alumnos? ¿Cuándo me graba un video para...? (y terminen la pregunta como quieran). Perdonen la obviedad: los escritores están ocupados escribiendo. Además, los escritores comen, se enferman, gastan ropa. A ningún médico le preguntan: ¿Cuándo me regale una fórmula? Y los médicos viven mucho mejor que los escritores. En realidad, tratan a los escritores como serenateros: los ponen a cantar, los emborrachan y los mandan para su casa. Y los serenateros comen, se enfermen, gastan ropa. Parezco borracho pero así es la cosa.
Hay gente que tiene una idea y pone a los demás a trabajar. Se siente bendita e iluminada esta gente. Las ideas llueven, revolotean en el aire y basta con estirar la mano para atraparlas. Lo jodido es concretarlas.
Qué cosa más cierta: uno es de quien lo engorda. Corrobora otra frase: el camino al corazón pasa por el estómago. Y se sostiene en la contraria: amor con hambre no dura. O de manera más elegante: cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale volando por la ventana.
![]() |
Kathe Kollwitz |