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martes, 16 de agosto de 2022

Un libro / James George Frazer / La rama dorada

James George Frazer

LA RAMA DORADA

El 'grand tour' de Frazer


Carlos García Gual
3 de diciembre de 2011


Esta es una reedición de la extensa obra de Sir James Frazer, en nuevo resumen y con una espléndida y actual introducción de Robert Fraser, el mejor conocedor actual de tan monumental y mítico texto (1ª edición en 1890, ampliada en 12 tomos en 1914, y con uno más en 1935). La rama dorada marcó una época en los estudios de mitología, logró un sorprendente y duradero éxito de ventas y ejerció una fascinante influencia en antropólogos y estudiosos del mundo antiguo (J. Harrison y G. Murray), escritores de vanguardia (como D. H. Lawrence, W. B. Yeats, T. S. Eliot, etcétera) y en la teoría de Freud sobre el origen de la cultura (Totem y Tabú). En el panorama intelectual fue un hito de larga resonancia por su portentosa erudición, reflexiones audaces y estilo brillante, como bien señala en su prólogo Fraser. B. Malinowski, que se convirtió a la antropología al leer a Frazer, y luego la orientaría en una línea francamente opuesta a la de su libresco maestro, reconoció su memorable grandeza: "La obra monumental de Frazer hace comprender al sabio y al amateur la amplitud de los problemas, el gran interés humano y la belleza dramática de los datos de la antropología". "La rama dorada" que menciona el título es la que alzaba en su mano Eneas en su descenso al mundo de los muertos (según Virgilio cuenta en la Eneida), tal vez un ramo de muérdago de un árbol mistérico. Esta impresionante colección de relatos mitológicos que el sabio Frazer reúne nos invita a un viaje turístico a un maravilloso más allá de raros escenarios quiméricos y encuentros mágicos. Con su magnífico conocimiento de los clásicos y una infatigable memoria convoca cultos, dioses, tabúes, misterios y fantasmagorías de todos los rincones del mundo, y los comenta con fresca agilidad e ironía y un evidente gusto por la narración bien sazonada. (Es, como Burton o Gibbon, un maestro de la prosa inglesa). Luego encaja sus datos en su esquema hermenéutico según la teoría evolucionista: magia-religión-ciencia. Pero no es esa teoría ilustrada lo fundamental; él nunca se creyó un filósofo o un gran teórico. En el fondo, Frazer está más cerca de un ilustrado del XVIII que de un progresista como H. Spencer o A. Comte. Lo mejor es el grand tour fabuloso, y sus inolvidables personajes y sus fascinantes iconos y símbolos míticos (Adonis, Osiris, el dios ahorcado, las fiestas, el dios que muere y renace, etcétera). Nuestra rama dorada, o un hilo de Ariadna, para un recorrido laberíntico inigualable. Frazer, que acabó ciego de tanto leer, fue el huésped perpetuo de su biblioteca en Cambridge. Nunca dio clases, siempre vivió de becas en aquella inmensa biblioteca, y estuvo al tanto de los progresos de los antropólogos de su tiempo por correspondencia. Junto al éxito de sus libros, también suscitó críticas y escándalo de creyentes piadosos. Su vida fue larga: nació en 1854 y murió en 1941. De formación clasicista, fue un humanista que vivió siempre entre libros y nunca frecuentó salvajes. Recuerdo su figura en una vieja foto que ofrece R. Ackerman en su excelente biografía ( J. G. Frazer, Cambridge, 1987). En ella está Sir James junto a R. Kipling, cuando en 1921 recibieron en París su doctorado honoris causa en la Sorbona. Ambos eran muy famosos en toda Europa, dos glorias literarias de la Inglaterra imperial, muy distintos, con sus togas y recortadas barbas blancas, con noble aire victoriano, pero tristes. Imagino que se veían ya como héroes melancólicos del crepúsculo, tras la Gran Guerra que trajo la agonía del bello mundo victoriano en el que ambos tenían sus raíces. ¡Qué placer explorar de nuevo esta selva mitológica en esta excelente reedición si no tenemos el tiempo para los 13 tomos de la última inglesa! (que, por otra parte, aún puede encontrarse en algunas librerías londinenses de segunda mano a buen precio).

La rama dorada. Magia y religión

James George Frazer

Edición, introducción y notas de Robert

Fraser. Traducción de Elizabeth

Campuzano, Tadeo I. Campuzano

y Óscar Figueroa. FCE. México, 2011

645 páginas. 35 euros


EL PAÍS




lunes, 15 de agosto de 2022

Casa de citas / James George Frazer / Osiris




James George Frazer
OSIRIS

… cuando Isis encontró el cadáver de su marido Osiris, ella y su hermana Neftys se sentaron junto a él y rompieron en lamentos que en épocas posteriores fueron el tipo de todas las lamentaciones egipcias por los muertos. “Vuelve a tu casa -gemían-, vuelve a tu casa, tú, que no tienes enemigos. Oh, bello joven, vuelve a tu casa para que puedas verme. Soy tu hermana, la que amabas: no te apartarás ya de mí, oh, bello muchacho. Vuelve a tu casa. No te veo y, sin embargo, mi corazón te adora y mis ojos te desean. Vuelve a la que te ama, a la que amas…”

***

Las llorosas quejas de las dos apenadas hermanas no fueron en vano; apiadado por sus lágrimas, el dios Sol, Ra, envió desde el cielo al dios cabeza de chacal, Anubis, el que, con la ayuda de Isis y Neftys, de Thot y de Horus, reunió pedazo tras pedazo del cuerpo destrozado del dios muerto, lo envolvió en vendas de lino y ejecutó todos los demás ritos que los egipcios solían cumplir con los cuerpos de los difuntos. Después, Isis abanicó la fría arcilla con sus alas, Osiris revivió y desde entonces gobernó entre los muertos como rey en el otro mundo. Allí gozaba de los títulos de Señor del Mundo Subterráneo, Señor de la Eternidad y Rey de los Muertos.

***

En la resurrección de Osiris los egipcios vieron la promesa de una vida eterna para ellos mismos más allá de la tumba. Creyeron que todos los hombres vivirían sempiternamente en el otro mundo si los amigos supervivientes ejecutaban en su cadáver lo que los dioses hicieron con el de Osiris. Por esto, las ceremonias funerales eran copias de lo ejecutado con el Dios muerto. “En cada funeral se representaba el misterio divino efectuado de antiguo sobre Osiris, cuando su hijo, sus hermanos y amigos se congregaron alrededor de sus destrozados restos y con sus conjuros y manipulaciones consiguieron convertir su cuerpo roto primeramente en momia, reanimándola y proveyéndola después de los medios para ingresar en una nueva vida individual más allá de la muerte. La momia del que fallecía era el propio Osiris; las lloronas profesionales o plañideras eran las dos hermanas Isis y Neftys; Anubis, Horus , todos los dioses de la leyenda osiriana, estaban allí reunidos ante el cadáver.”

James George Frazer
La rama dorada
FCE, México, 1993, pp. 422-423