Me invitaron a una despedida de soltera...
Como todo lo dejo para el último momento no tuve tiempo de depilarme las
piernas. Todavía era invierno y al no tener novio aún por esa fecha
¿para qué martirizarlas?
Teníamos que ir vestidas muy provocativas. Me puse unos vaqueros ajustadísimos y una camiseta con gran escote de
leopardo. Imaginad el panorama...vestida de "desesperada por pillar
novio a los 30 y tantos" y...con un sombrerito que llevaba un pene que
se balanceaba a cada movimiento. Mis tacones eran de vértigo...como las
cebaduras que me estaban haciendo.
Nos hartamos de chupitos antes
de comer. Comimos de manera desesperada para que el chupito no se nos
subiera. Seguimos bebiendo de todo. Sentí con horror que mi barriga
intentaba salirse del vaquero.
Lo que sí sé es que mi
estómago...reventó. Me estaba cagando viva. Mis compañeras de borrachera no entendían por qué mis ojos estaban desencajados. Teníamos tanto alcohol encima que de intentar ayudarme, al rozarnos, hubiéramos muerto todas de combustión espontánea. Quise ir corriendo al cuarto
de baño de chicas. Con los tacones en la mano porque no llegaba y los
ojos tan abiertos que se me secaron por una temporada. No podía quitarme
el botón del vaquero que estaba puesto a presión y con los tacones en
la mano poco podía hacer. El baño estaba, como siempre, ocupado. Entré
como pude en el de chicos. El pene de mi gorro no paraba de moverse
arriba y abajo mientras mi cabeza no paraba de sacudirse intentando
hacer fuerza para quitar el botón...y me cagué. No pude quitar el vaquero
a tiempo. Noté el horror resbalar a modo de líquido marrón y maloliente
por mis piernas. Me resbalé y tuvieron que llamar al 112.
Y
ahí estoy yo...en urgencias, oliendo a mierda, con un tobillo roto,
miles de cebaduras, las piernas llenas de pelos, un pene en la
cabeza...y un enfermero monísimo que se está cachondeando de mí en
silencio.