Un día entero en Cádiz, mereció la pena.
Una de las ciudades más bonitas que he visto, apodada la Sirena del Oceáno o La Tacita de Plata.... visitamos su callejón más estrecho "El duende" , llamado así por todas las leyendas que giran en torno a este barrio de bandoleros y contrabandistas.
Su preciosa playa de Santa María con unas vistas a la Catedral impresionantes...estaba a rebosar porque el calor era sofocante.
La Catedral...tan blanca, tan preciosa y con esas vistas a la Bahía de Cádiz...una maravilla de monumento
La Torre Tavira acariciada por el sol Gaditano.
La preciosa plaza de La Candelaria...huele a mil flores y había sombritas bien frescas donde parar y disfrutar del entorno.
Otra de las hermosas calles de Cádiz con sus detalles
Y la impresionante playa de La Caleta...que hermoso lugar, desde aquí dicen que las puestas de sol, tienen un mágico poder curativo emocionalmente.
Y al estar en Cádiz no se puede uno perder sus hermosos jardines...en todas las ciudades debería ser obligatorio por ley, tener jardines similares a estos, para que las personas puedan tener ese contacto vital tan necesario con la naturaleza. La Alameda podancaEl Jardín Genovés...en plena Bahía de Cádiz...que sensaciones tuve allí...que sensaciones...
A este grandullón, sabio y magnifico ser vivo, me abracé... sentí toda su savia...su corazón y el mio latieron al unísono...los necesito tanto...me aportan sosiego para el espíritu...¡¡son tan generosos!! Me sentí un árbol, fui él....
Y ahora entramos en El Jardín Genovés...una maravilla...muchas especies de árboles, flores, fuentes y la estatuta más típica...los niños debajo del paragüas.
Con ellos compartí el fresquito del agua a modo de lluvia...de lluvia salada de La Tacita de Plata.
Hay quienes cuando ven un árbol,
ven un árbol
Hay quienes cuando ven un árbol,
ven vida
Hay quienes cuando ven un árbol,
ven un ser
Hay quienes cuando ven un árbol,
escuchan
Hay quienes cuando ven un árbol,
comprenden
Ayer vi un árbol,
quise escuchar y comprender,
pero el árbol me abrazó y
me llevó hasta sus raíces
y de sus raíces a las raíces
de los árboles,
y de ahí
a la vibración de los minerales,
y a la canción de las aguas profundas
y después me llevó a danzar
en el latido de la tierra.
Hay quienes cuando ven un árbol,
SON el árbol.
Angela Boto