sábado, 13 de junio de 2015

Volviendo al terror

Ayer me quedé de canguro en casa. A. estaba invitada a una de esas fiestas de cumpleaños que montan cada dos por tres sus amigas (y que suelen acabar degenerando en karaokes, disfraces y meadas y peleas callejeras) y me dejaron a Niña Zombi y a una amiga a dormir.
- No te molestarán.
Niño Lobo se fue con su padre.
Hice la cena a las niñas y se encerraron en su habitación a ver películas y a hablar de lo que hablen las niñas de ocho años. La única consigna que le dije a Niña Zombi fue:
- No existo.
A lo que ella contestó.
- Vale.
Me puse una pizza al horno, vi un par de capítulos de Parks & Recreations y me puse una película.

Oculus, Mike Flanagan, 2013

Un buen cuento de terror sobrenatural. Por momentos muy hermoso y con el acierto de convertir un espejo en el elemento central de terror y no en un accesorio. Dos hermanos se reúnen para enfrentarse a algo traumático que sucedió cunado eran niños. 

La película es elegante y consigue eso tan difícil de equilibrar bien los hechos del pasado y del presente, alternarlos, confundirlos y mezclarlos sin que sea caótico, el espectador no se pierda y resulte terriblemente inquietante. Aunque en su parte final tira de algún susto fácil, la película es más un ejemplo de terror sugerente, psicológico y paranoia. Inquietante.

Y este película me lleva a investigar sobre espejos y me topo en el libro que estoy leyendo ahora 


con la referencia a una película inglesa de 1945 títulada Dead of night donde un grupo de gente se reúne y se explica cuentos de miedo. Algo pasa y deja de ser una película de historias para convertirse en una unidad.


No la he visto, pero quiero remediarlo. Como todas esas películas de la Hammer, de terror italiano de la estirpe de Bava, de gótico castizo español que no he visto. Así que en esto estamos, buceando en las enormes lagunas que tengo en género fantástico y terror e intentando ponerle remedio.
Leyendo hasta altas horas de la noche ensayos sobre literatura y cine de terror, adentrándome en un género que me gusta, interesa y apasiona, pero que no entiendo muy bien el motivo nunca he tratado en profundidad. Y pensando si es normal que las niñas estén en la habitación tan calladas, sin un ruido, o que los gatos estén ambos sentados a su puerta en actitud de esfinge, vigilantes en medio de una casa oscura y silenciosa.

1 comentario:

Mara Oliver dijo...

Seguro que las pobres estuvieron viendo u oyendo tu peli a escondidas (yo lo hacía) y no estaban calladas, estaban acojonadísimas ;)
buena imagen la de Sigilo y Zarpas (AKA Aria, ahora gato de los canales ;) jisjis)
mil besos!!!