Beberme un refresco de zarzaparrilla poniendo voz de paleto del este en un pueblo del salvaje oeste que vete a saber tú cuál es.
Puede parecer una idiotez, y lo es, pero desde pequeño siento curiosidad por esa bebida. Los domingos por la tarde ponían muchos westerns en televisión y en algunos de ellos un forastero pedía en el saloon una zarzaparrilla ante la hilaridad de los rudos vaqueros. Luego se liaban a hostias y el señoritingo de ciudad demostraba que era más bruto que ellos. O le metían una paliza de aupa. Sea como sea, pedía una zarzaparrilla. Y de chiquito una bebida con ese nombre me fascinaba. ¿Qué será? ¿A qué sabrá? ¿Es obligatoria la paliza tras beberte una botella? Pero al poco me olvidaba de la bebida atrapado en la historia de huida de los indios, abusones, duelos, transporte de ganado o la melena pelirroja de Eleanor Parker (un día de estos me pongo pesado con ella).
Sea como sea, hace poco volvía a ver El gran Lewobski y en un par de momento ese misterioso vaquero que aparece interpretado por Sam Ellitot pedía en la bolera una zarzaparrilla. Y la curiosidad volvió. Y en esos mismos días había estado hablando con mi buen e irritante amigo Jordi sobre cosas qué hacer antes de morir y pensé que beber zarzaparrilla sería una buena idea. Algo fácil para inaugurar la lista y, de momento, más accesible que viajar en el tiempo o sobrevivir a un ataque zombi y decir "os lo dije" a todos aquellos que se reían de mi ligera paranoia.
Así que de esta forma queda inaugurada la lista de cosas que quiero hacer antes de morir y que comparto con mi buen, pero estúpido amigo Jordi.
El verano del pequeño San John
Hace 3 días