Nils Wogram Septet. External Wind
Había en casa un extraño equilibro; uno de esos momentos en que las fuerzas del universo se alían para dar una falsa sensación de paz y felicidad. Estás bien, dicen. Estás bien hasta que...
... llaman al teléfono.
Es un número que no conozco. No suelo contestar esas llamadas. Que dejen un mensaje. Si es importante, lo harán. Si no, pues ya me enteraré. Pero ese falso equilibrio hacen que baje la guardia y contesto.
- ¿El señor Jorge Jiménez del Moral?
- Sí.
- Hola le llamo de (telefonía móvil) y queremos agradecerle su fidelidad por llevar diez años con nosotros con...
Un viaje a las Vegas, pienso, o un teléfono de esos modernos que conducen tanques y preparan un risotto excelente, o una reducción del 95% del importe de la factura, o un vale para tres horas en un spa, o entradas para el cine, un disco de los Rollings, una foto de marte recién tomada o vete a saber el qué. Total, que me emociono y empiezo a ilusionarme porque me encantan los regalos.
... con - continúa la voz - una tarjeta de crédito.
¿Una tarjeta de crédito? ¿He oído bien? ¿Una tarjeta de crédito? ¿Para qué? Para gastar dinero que no existe y luego que me quiten dinero que existe. ¿Para comprar qué? No quiero una tarjeta de crédito.
- Lo siento - dijo con tranquilidad y buen humor -. No me interesa. Muchas gracias por su propuesta.
Y me dispongo a colgar.
- Sí, una tarjeta de crédito que le reportara múltiples ventajas.
- Gracias, pero ya le digo que no me interesa.
- Ventajas que me dispongo a detallarle en este mismo momento.
- No me interesa, de verdad, no me interesa.
- Increíbles ventajas con una tarjeta de crédito que recompensa todos estos años de fidelidad.
- Mire, no tengo tarjeta de crédito. No me gustan, así que me ofrezca una es algo que no me interesa.
- ¿No tiene tarjeta de crédito? No me lo creo. ¿Y con qué paga?
- En efectivo.
- Pero no tiene la comodidad y las ventajas de la tarjeta de crédito que le estoy ofreciendo.
- Que no me interesa, de verdad, que no me interesa. Dejémoslo ya.
- Ventajas que me dispongo a detallar...
- Que no me interesa, déjalo, me obligarás a colgarte de malos modos y no quiero. Ya está, ¿de acuerdo?
- Ventajas increíbles...
¿Qué pasaba? ¿No me escuchaba? ¿Estaba teniendo conversaciones paralelas? ¿Había abierto alguna puerta y el vacío espacio temporal había mezclado dos conversaciones que se establecían sobre el mismo tema en dos universos alternativos? ¿Un virus telefónico convertía mis "no interesa" en "por favor, sí, más, insiste, véndeme esa tarjeta de crédito que me pone palote del todo y me toco, me toco, me toco, sí, nena, sí". Entiendo que es su trabajo y que tiene que hacerlo. Tiene que vender una tarjeta de crédito, pero creo que al séptimo "no me interesa" el mensaje ha quedado claro. Y sé que podría colgar o liarme a gritar y faltar, pero no quiero caer en eso. Hace su trabajo y a mí me gusta ser educado.
Pero cuesta.
Joder si cuesta.
Tras un par de intercambios más de ventajas vs. no me interesa, el discurso cambió.
- Entonces, ¿no le interesa?
- No.
- Pero las ventajas...
- No quiero tarjetas de crédito.
- Pero es que no lo entiendo. Le estoy ofreciendo un producto que es bueno para usted. Algo positivo y lo rechaza. No tiene sentido.
- Lo siento, pero no me interesa.
- ¿Seguro?
- Seguro. Y le agradecería que no insistiera más.
- Lo que me cuesta creer es que esté rechazando algo que solo reportará ventajas y hará que su vida sea más sencilla. Eso es lo que no entiendo.
- Mira, vamos a dejarlo, vale. No me interesa lo que vendes. No pasa nada.
- Bueno como quiera. No sabe lo que se pierde.
- Viviré con ello.
- Vivirá, sí, pero sin estas ventajas su vida no será tan sencilla.
- Vale. Buenas tardes.
- Que sí.
Y colgó.
Entonces los nenes empezaron a pelearse, los gatos empezaron su acoso para que les ponga la cena, el ordenador se empezó a colgar y todos los libros que empezaba se caían de las manos de puro malos.
El equilibro se había roto.
Es un número que no conozco. No suelo contestar esas llamadas. Que dejen un mensaje. Si es importante, lo harán. Si no, pues ya me enteraré. Pero ese falso equilibrio hacen que baje la guardia y contesto.
- ¿El señor Jorge Jiménez del Moral?
- Sí.
- Hola le llamo de (telefonía móvil) y queremos agradecerle su fidelidad por llevar diez años con nosotros con...
Un viaje a las Vegas, pienso, o un teléfono de esos modernos que conducen tanques y preparan un risotto excelente, o una reducción del 95% del importe de la factura, o un vale para tres horas en un spa, o entradas para el cine, un disco de los Rollings, una foto de marte recién tomada o vete a saber el qué. Total, que me emociono y empiezo a ilusionarme porque me encantan los regalos.
... con - continúa la voz - una tarjeta de crédito.
¿Una tarjeta de crédito? ¿He oído bien? ¿Una tarjeta de crédito? ¿Para qué? Para gastar dinero que no existe y luego que me quiten dinero que existe. ¿Para comprar qué? No quiero una tarjeta de crédito.
- Lo siento - dijo con tranquilidad y buen humor -. No me interesa. Muchas gracias por su propuesta.
Y me dispongo a colgar.
- Sí, una tarjeta de crédito que le reportara múltiples ventajas.
- Gracias, pero ya le digo que no me interesa.
- Ventajas que me dispongo a detallarle en este mismo momento.
- No me interesa, de verdad, no me interesa.
- Increíbles ventajas con una tarjeta de crédito que recompensa todos estos años de fidelidad.
- Mire, no tengo tarjeta de crédito. No me gustan, así que me ofrezca una es algo que no me interesa.
- ¿No tiene tarjeta de crédito? No me lo creo. ¿Y con qué paga?
- En efectivo.
- Pero no tiene la comodidad y las ventajas de la tarjeta de crédito que le estoy ofreciendo.
- Que no me interesa, de verdad, que no me interesa. Dejémoslo ya.
- Ventajas que me dispongo a detallar...
- Que no me interesa, déjalo, me obligarás a colgarte de malos modos y no quiero. Ya está, ¿de acuerdo?
- Ventajas increíbles...
¿Qué pasaba? ¿No me escuchaba? ¿Estaba teniendo conversaciones paralelas? ¿Había abierto alguna puerta y el vacío espacio temporal había mezclado dos conversaciones que se establecían sobre el mismo tema en dos universos alternativos? ¿Un virus telefónico convertía mis "no interesa" en "por favor, sí, más, insiste, véndeme esa tarjeta de crédito que me pone palote del todo y me toco, me toco, me toco, sí, nena, sí". Entiendo que es su trabajo y que tiene que hacerlo. Tiene que vender una tarjeta de crédito, pero creo que al séptimo "no me interesa" el mensaje ha quedado claro. Y sé que podría colgar o liarme a gritar y faltar, pero no quiero caer en eso. Hace su trabajo y a mí me gusta ser educado.
Pero cuesta.
Joder si cuesta.
Tras un par de intercambios más de ventajas vs. no me interesa, el discurso cambió.
- Entonces, ¿no le interesa?
- No.
- Pero las ventajas...
- No quiero tarjetas de crédito.
- Pero es que no lo entiendo. Le estoy ofreciendo un producto que es bueno para usted. Algo positivo y lo rechaza. No tiene sentido.
- Lo siento, pero no me interesa.
- ¿Seguro?
- Seguro. Y le agradecería que no insistiera más.
- Lo que me cuesta creer es que esté rechazando algo que solo reportará ventajas y hará que su vida sea más sencilla. Eso es lo que no entiendo.
- Mira, vamos a dejarlo, vale. No me interesa lo que vendes. No pasa nada.
- Bueno como quiera. No sabe lo que se pierde.
- Viviré con ello.
- Vivirá, sí, pero sin estas ventajas su vida no será tan sencilla.
- Vale. Buenas tardes.
- Que sí.
Y colgó.
Entonces los nenes empezaron a pelearse, los gatos empezaron su acoso para que les ponga la cena, el ordenador se empezó a colgar y todos los libros que empezaba se caían de las manos de puro malos.
El equilibro se había roto.