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martes, noviembre 26, 2013

Zorras, Zorros, Skin, Fur














Me gusta que a la nobleza del star system de la moda le gusten las pieles. Anna Wintour, que recibió un tartazo de PETA no hace muchos años; Carine Roitfeld y también Anna Dello Russo o Giovanna Bataglia siempre las llevan pero también Kate Moss que, por una vez, se separa de esas hordas de supermodelos aburridas como ellas solas que posan con el "mejor desnuda que con pieles" que aunque es un buen eslogan, como que no me acaba de convencer. ¿Por qué es aceptable comer filetes y llevar zapatos de cuero -o conducir coches con asientos de cuero- y no ponerte un abrigo de visón? 

Si yo también entiendo eso de que hay distintos escalones de animales y que es una locura llevar abrigos de zorro ártico pero a veces parece que los cerdos y las vacas no son de Dios. Como que son animales de segunda fila. Sus muertes importan menos. Otra cosa horrible que me parece que hacen los de PETA es eso de tirar tartas o de pintar con sprays de graffiti los abrigos de las señoras, eminentemente. Que sí, que es publicidad, es propaganda, es una maniobra de concienciación y de visibilidad pero... Y todos esos vídeos que circula por ahí. Yo me enteré de lo que era el astracán y me pareció repulsivo, asqueroso, pero la gente come sesos y lengua y caviar y huevas de caballa y no me parece que sea menos horrible o menos cruel.

Las pieles de Anna Wintour casi siempre tienen ese halo wasp y son a menudo estolas colocadas sobre abrigos de paño, con botas a la rodilla, falda a la rodilla, un jerseycito y un collarcito. En cambio, Carine Roitfeld las lleva con desdén, como si no fueran nada. Anna Dello Russo, una mujer muy sobrevalorada en mi opinión, las lleva con un montón de joyas y en colores y texturas chirriscantes. No es que no me guste, pero siempre me parece que va vestida con recortables y que ella es una mariquita pero un poco rara: con arrugas de extrema delgadez y chepa (y cara equina, para qué vamos a engañarnos). Giovanna Bataglia -antes, ahora menos- y Kate Moss me gustan en su actitud llevando pieles. Es natural pero las pieles son lujosas. Lo único que me da que pensar cuando me pongo piel es que uno se ve inmenso en esos abrigos. Pero eso me gusta. No vas en un abrigo, vas en una manta.

viernes, julio 12, 2013

50 Fiestas
































Grace Coddington cuenta en sus memorias que tiene una gran amistad con Anna Wintour. También que le organizó sus más memorables fiestas de cumpleaños, además de contar algún chascarrillo sobre la organización de las fiestas de, por ejemplo, el MET en su gala anual de la moda. Parece evidente que a Anna Wintour, una mujer de negocios, el aspecto social de su cargo, le va. Puede que por ello hace unos meses saltaran rumores sobre una posible embajada en Londres que Obama le había ofrecido... 

Sin embargo, la Wintour decidió quedarse (un poquito más) en Vogue USA, esa revista que ha configurado hasta el milímetro en estos últimos veinte años y en la que hay muchas celebrities, poco blanco y negro, poca letra, pocas páginas (salvo en septiembre), mucha publicidad (de todo tipo), muchas cartas a la directora y, generalmente, un editorial de Grace Coddington que es lo mejor del número y que cuenta una historia y trata sobre la moda. La Coddington, esa loca de los gatos pelirroja, que obtuvo relevancia gracias al documental The September Issue en el que hacía de robaplanos de la Wintour y a la que, pese a las reticencias sobre ser grabada y su amistad, discutía minuto sí, minuto también en pantalla; siempre se ha quejado de la poca moda que hay actualmente en las revistas de moda. 

Eso es algo que el dúo calavera de Vogue: André Leon Talley y Hamish Bowles, comparten con ella. Son, igualmente, hijitos de Wintour, sus protegidos... como muchos otros diseñadores: Galliano, Olivier Theyskens, De la Renta y Jason Wu entre otros y modelos: Caroline Trentini, Gisele o Karlie Kloss... porque aunque el sueño de Wintour es que su hija, Bee, heredase su trono en el mundo de la moda (o en la Biblia de la moda), la criatura no ha pasado de pavonearse (sosamente, la verdad) en las escaleras del MET del brazo de mamá una vez al año y de proclamar que prefiere el derecho (¿algo que ver con Will Gardner de The Good Wife?) y las cosas de papi a los juguetes fashion de mami. Y mami se ha tenido que buscar otros acólitos.

Uno de ellos es Hamish Bowles (en Vogue desde hace veintiún años y, actualmente, International Editor at large, gracias al pique Carine Roitfeld-Anna Wintour en Hearst-Condé Nast) que parece un poco el contrapunto de ALT: delgado, vestido de lord inglés atrapado en la mente de Sebastian en Retorno a Brideshead, coleccionista de Alta costura, especialmente Balenciaga, y con un aire un tanto lánguido y melancólico que oscila entre el dandismo entendido al estilo años veinte y la excentricidad comunista-capitalista del Camelot de los Kennedy del que es un gran estudioso (¿acaso no es esta fiesta similar al derby de Roger Sterling para celebrar su compromiso con Jane en Mad Men?). Esos pocos números que Vogue España ha sacado del suplemento -bastante malogrado dada la crisis económica pero que a mí me chiflaba- Vogue Gourmet se inauguraron con un reportaje a Hamish Bowles y con odas a su estilo de vida y su gusto.

En su cincuenta cumpleaños, la Wintour -ni corta ni perezosa con un vestido verde de Oscar de la Renta- le organizó una fiesta en Long Island, de época (años 20 gracias al Gran Gatsby (se nota que Wintour ha colaborado en la historia de amor entre Prada y la señora Luhrmann para diseñar el vestuario de Daisy en la película y el resto de piezas) -acudió el director Bar Luhrmann, de blanco, pero sin su mujer-), con un mapa del tesoro para encontrar la party, también Lauren Santodomingo (conocida por encontrar excusas para llevar pieles el 21 de junio, fecha en que se celebró el cumpleaños), Naomi o Lacroix (que, además, diseñó la vajilla de Vista Alegre que se usó en la fiesta), Oscar de la Renta, Derek Blasberg (el ex asistente de Wintour despedido por ser demasiado cariñoso y fiestero con algún diseñador... y reconvertido luego en it boy por excelencia -¿?-), Giovanna Bataglia, Bee, Grace Coddington y más gente guapa.

Reseñable, reseñable, lo que se dice reseñable... no mucho más que el voyeurismo hacia los que son ricos y famosos pero quizá, sí, un detallito ligero pero significativo. ¿Por qué nadie fue vestido años 20 a una fiesta años 20? Sí, sí... parece mentira que todos los invitados fueran de primera línea del mundo de la moda y que estuvieran allí algunos de los diseñadores, periodistas y caras de la industria más célebres y con más talento del mundo. Porque ninguno, ninguno, fue vestido como en los años 20. Fueron en un remedo, al estilo de los 20s del Gran Gatsby, de lo que se cree que la gente vestía en los 20s a nivel inconsciente colectivo: vestidos de flecos, boas de plumas, pelo bob (Wintour ahí reina) pero la verdad, que sí, que sí, es que esas prendas quedaron muy limitadas a las flappers y a un estrato social: cabarets, Berlín la nuit de la República de Weimar, antros de Nueva York y Chicago porque la gente de bien no iba vestida así. Para empezar, el largo era más bien a media pierna que en la rodilla, la colita del vestido era casi obligatoria y el aire de decadencia, droga y sexo era menos sórdido y más sofisticado. Y la versión que optaron el resto de invitadas (salvo los trajes veraniegos blancos que eran lo más 20s que se vio): traje largo, kilos de joyas y lentejuelas... bonito pero no, no. Nada que decir sobre los que fueron de sí mismos: los de la Renta, Anna Wintour... ¿Se puede ser más aburrido?... En serio, ¿por qué los ricos no saben vestirse? No clothes, no party!

miércoles, junio 30, 2010

Tacones


En los 50s se pusieron de moda los tacones de aguja que eran casi armas blancas y a Chanel casi le da un shock.


¿¿Qué??


Podía pasar que a Dior le dieran cosas y pusiera a sus mujeres liberadas una jaula de pajaros, los morros de rojo y mucho colorete demostrando el latido del corazón entre pechos puntiagudos pero que a Dior -ese normando- pero que taladrase el suelo con aquellos zapatos, encorvase espaldas, sacase el lado objeto, decorativo, de la mujer lámpara y la esposa trofeo era algo que Madame -la suiza en aquellos años- no podía tolerar.
Diseñó una colección de zapatitos planos, los bicolores, como zapato salón de tacón normal y bailaraina para desafiar todos los desaires de la moda y esos inútiles hombres que no saben diseñar. Massaro ayudó claro y relajó el cuerpo cargando el peso en la planta del pie y no en los dedos y el talón, descargando el empeine.
Luego llegó Vivier y se inventó la coma.
O el punto y aparte.
Y luego vinieron las plataformas -ja-, las cuñas -ouch-, el tacón fetichista -ay- y más esperpentos sacados de la indiosincrasia de alguien, imagino. Ahora, sumergidos en un revival de los 60s, de los taconazos, de las mujeres perfectas y demás (oui, ya saben), aparece ese modelo en Milán por la señorita Bataglia.
Lo veo masculino.
Erecto.
Quedan lejos los sesenta.
Y no hay Gabrielle.
Pero hay Prada.
"Femeninas pero no débiles"

viernes, septiembre 18, 2009

Lady In Pink


¿Será el rosa el "nuevo negro"? O, como dice Marc Jacobs -tres años después eso es ser visionario (juas)- es porque estamos cansados de Balmain.


Aunque en mi opinión, la tendencia que subyace bajo el modelo Balmain sigue y seguirá estando de moda. Chicas que son guapas y quieren estarlo. Que quieren verse favorecidas. Que hacen dieta para estar estupendas y ponerse un vestido ajustado que les marque hasta la médula ósea. Que quieren escotes para verse mejor. Que quieren ligar el sábado por la noche y que las mujeres las miren con esos ojos de "furcia!" que hacen que los dientes rechinen de envidia y los hombres las miren el culo con cara de mmmm !furcia! que hacen que uno salive en exceso. Por decirlo de alguna manera...

Porque Prada está muy bien pero, ¿4500 dólares americanos por estar más fea? Ugh.