Naomi Campbell es una de las tops que menos tiempo ha ocupado mi pensamiento. Y eso que era negra, escultural y con un atractivo físico poderoso. Naomi tenía garra en la pasarela y en las fotos. Sin embargo, este editorial, fotografiado por Ellen von Umwerth, para Vogue USA en su edición de marzo de 1998, acompañada de Tony Ward y ubicado en México, me encanta y me parece un retrato perfecto de lo que siempre ha representado Vogue para mí, de lo que hecho de menos en Vogue y también de esos tiempos, de los que la propia Grace Coddington habla con nostalgia en sus memorias, en los que la moda era lo fundamental.
Ahora, la edición de Vogue USA se basa tanto en sus patrocinadores, en las estrellas de Hollywood y nuevas promesas de Anna Wintour y en meter cientos de páginas de publicidad, que la moda queda un tanto en suspenso. Hubo una época en la que los anunciantes de Vogue estaban desesperados porque sólo salían entre sus páginas cuando pagaban ellos mismos la publicidad y, ni esa ayuda al mantenimiento de la revista, les daba acceso a ser tratados como marca en sus páginas y en sus fotos. Anna Wintour acabó con eso de una forma más o menos radical, aunque sigue habiendo piques y resquemores (como el de Armani de hace no tanto en realidad), pero también hizo aparecer de la nada un tipo de revista muy distinto al anterior Vogue que Condé Nast nos tenía acostumbrados.
Es verdad que Anna Wintour no ha hecho sino seguir el ritmo de los tiempos además de crear tendencia desde su publicación y no es que yo sea especialmente dada a criticar a la Wintour porque, como dijo Hearst, si una persona lanza un periódico y no gana dinero, es que es idiota (dejo a su imaginación que decida qué somos entonces los bloggers). Sin embargo, también es verdad que la globalización y el aumento del nivel de vida y la extensión de las clases medias tras la II Guerra Mundial y, especialmente, tras la caída del muro de Berlín, e incluso, tras el atentado contra las torres gemelas de Nueva York, hacen que sea imposible pensar en un Vogue -más- elitista, -más- minoritario y/o -más- especializado que el que se hace ahora. Vogue ya no es el territorio de Diana Vreeland o incluso de Grace Mirabella porque los tiempos han cambiado, los negocios han cambiado y nosotros, los potenciales clientes de la revista, hemos cambiado.
Sin embargo, es curioso revisar números antiguos de Vogue y ver lo poco y lo mucho que, efectivamente, hemos cambiado. Este editorial podría ser actual, podría estar en el número de marzo de 2014, e incluso podría llevar prendas de pasarela. Es verdad que hay un no se qué que al ojo entrenado le lleva irremediablemente a finales de los noventa (Naomi, Tony Ward, von Unwerth, México, la ausencia de fondos blancos y de ese retoque digital tan cacareado... y la ropa, claro) pero qué maravilla, qué maravilla... Los noventa quizá fueron una época en la que la moda a pie de calle fue un tanto a la deriva pero, en las revistas, rondando el principio de siglo XXI, muchas cosas molaban. Y esta, es una.