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lunes, febrero 28, 2011

Mi Mujer, Ella


Suelo pasar por alto el término pret a porter. Todo lo que conlleva eso de para llevar y para la vida diaria, toda la bagatela protesta de Yves Saint Laurent e incluso aquello de "un toro y un caballo" de Picasso. No obstante, poco veo para la vida real de mis damas: en Rodarte pintan androides de pintura en tela y en Prada me ilustran tecnófobas tecnófilas maquinadores del swinging London.


No obstante, veo Bottega Veneta. Las veo. 24 horas, siete días a la semana. Prácticas por la mañana -!y maduras! llevando los niños al colegio o corriendo tras un aguacero, dulces a mediódía si hay una comida o incluso si se alarga por un té sin poner en duda nada de la vida práctica. Elegantes por la tarde, paseo del brazo del marido, tarde de tiendas de chicas o ir a la compra -qué más da-. Por la tarde noche, un cóctel y... más tarde, de fiesta y urbana, como debería ser, personificada casi en el deseo mismo de la contemporaneidad.


Sólo miren. 
¿No es bella?
Ysin delirios Tomfordianos.
Nada de publicidad, solo ella.
De veras.

domingo, marzo 01, 2009

Diosas, Bottega Veneta


En la Grecia antigua, de las divinidades, de las diosas petrificadas, de las esperanzas y la libertad, no hace frio. Donde moran las estatuas de Afrodita, los susurros del Oráculo y la sacerdotisa, el alivio de la sabiduría. Donde moran los Dioses en el monte Olimpo. No hace frio.


No hace frío porque reposa la calidez de las viejas leyendas, el brillo aúreo de las manzanas doradas del Jardín de las Hespérides; la madre tierra donde acababa el mundo; la loba. El arco iris. El aire.


No hace frío porque aún reposan los amores vividos del Dios del trueno y del rayo. Aún respiran los viejos dioses empolvados por el paso del tiempo pero vivos hasta que la impiedad gobierne el mundo.


Hasta que Atenea deje de ser victoria alada e impetuosa recién posada sobre un barco.


Hasta que Afrodita se ahoge en su baño.


Hasta que Céfiro deje de traer primaveras.


Hasta que el tiempo muera.


Quizás sólo hasta que aprendamos ésto:

"Te contaré un secreto, algo que no se enseña en tu templo: los dioses nos envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro podría ser el último, todo es más hermoso porque hay un final. Nunca serás mas hermosa de lo que eres ahora, nunca volveremos a estar aquí..." (Troya, la película).