lunes, marzo 31, 2014

Javier Gutiérrez - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Para mí escribir siempre ha sido un acto compulsivo y emotivo, nunca tuvo una motivación racional. Es una necesidad primigenia de comunicación o de autoconocimiento, una especie de exorcismo íntimo. Que uno trate de calmar ese sentimiento de incomunicación a través de la escritura puede parecer un comportamiento extraño o no. Lo que siempre me ha maravillado es que el resultado final de esa experiencia, a menudo conmovedora, de angustia e incomunicación —lo escrito— se convierta a través de la lectura en fuente de placer para otros. Encuentro poco menos que milagroso que la gente desee leer por placer lo que me resultaría imposible no escribir con dolor.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

He escrito tres novelas. Cada una ha nacido y se ha desarrollado de una forma distinta. Las novelas son diferentes, mi situación personal también lo era. Los espacios físicos donde las escribí y las condiciones personales que atravesaba durante el proceso de creación tampoco fueron los mismos. Todo ha sido diferente cada vez. Lo único que, echando la vista atrás, me parece persistente es la música, su omnipresencia durante el periodo de escritura. Escuchar música ha sido y sigue siendo, para mí, un elemento propiciatorio. El silencio, al contrario, me resulta incómodo a la hora de escribir. Es como si la música mitigara en parte la sensación de soledad que uno experimenta ante la pantalla en blanco.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Cada una de mis novelas maneja un puñado de temas. No muchos y no siempre los mismos aunque tampoco lleguen a variar radicalmente de un libro a otro. La necesidad de encontrar una identidad y la sensación de extrañamiento o de pertenencia al grupo podrían definir mi primera novela. Esto ha ido derivando hacia los sentimientos de culpabilidad, la imposibilidad de alterar el pasado y la necesidad, por tanto, de acabar enfrentándolo. Más que saltar de una temática a otra, lo que ha ocurrido en mi caso es que los argumentos han ido evolucionando sutilmente, como un espectro continuo de color, donde un tono puro se difumina poco a poco hasta convertirse en otro color completamente distinto.
4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

El lector no tiene la culpa. Escribiendo puedes ser experimental, exhibicionista, barroco, grotesco, puedes ser cualquier cosa que desees ser y, de hecho, debes serlo. Pero nunca olvides que el lector no tiene la culpa de tus obsesiones ni de tus excentricidades. Sé obsesivo y sé excéntrico pero no mates el interés del lector. Nadie sabe por qué motivo un lector, de entre muchos libros, ha elegido el tuyo. Lo único que sabes es que lo ha abierto por la página uno. Como escritor sabes que está en tu mano que siga leyendo hasta el final. Ni te preocupes por lo que los demás deseen leer, ni escuches sus opiniones sobre lo que deberías escribir o cómo lo deberías escribir, sólo céntrate en lo que íntimamente deseas contar pero, al mismo tiempo, nunca olvides que ese texto va dirigido a un lector y que él no tiene la culpa.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Jamás he seguido un esquema previo. Jamás he sabido lo que diría la próxima frase. Jamás lo he hecho pero no lo considero ninguna ventaja. Esa falta de planificación sistemática me ha obligado a escribir las novelas dos veces: la primera para comprenderla, la segunda para cuadrarla. Muchas veces es desasosegante verse a uno mismo dar vueltas en círculos junto a tus propios personajes. Sin embargo, lo más descorazonador que puedo encontrar al abrir una novela es ver que ahí hay una línea recta y un señor siguiéndola.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Por muchos motivos tengo siempre cerca Conversación en la Catedral de Vargas Llosa. Aún la hojeo a menudo cuando me abate la desesperación y me siento incapaz de seguir escribiendo. Cuando estudiaba en la universidad me deslumbró esa mezcla de pasión, voluntad de estilo y técnica narrativa del Vargas Llosa treinteañero. Me refiero al joven escritor idealista y dolorosamente consciente de su incapacidad para cambiar el mundo, quizá el más brillante de su generación, un escritor audaz, intimista y socialmente comprometido. Curiosamente he decidido unilateralmente ignorar que ese señor del pelo cano que recoge el Nobel es la misma persona unos años después. He decidido, en definitiva, imaginar a Vargas Llosa como otro Salinger y pensar que dejó de escribir y se aisló del mundo en el año 69.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


Un buen chico (Mondadori, 2012) es mi última novela publicada. Hace casi dos años que salió a la venta y en este tiempo he tenido multitud de oportunidades de hablar con los lectores y recibir su opinión. Una cosa que he aprendido de esta experiencia es que la ilustración de la portada (en este caso, una imagen bastante naif de un chico besando a una chica con un abrigo rojo) es más potente que el texto de la contra. Mira que dice que es una novela oscura y violenta, que trata del deseo y de la culpabilidad, que puede llegar a ser perturbadora y hasta aterradora. Mira que lo advierte en la contra, pues cada vez que alguien acaba el libro y me busca en Facebook, sus palabras siguen siendo las mismas: nunca pensé que este libro iba a convertirse en algo así. Es una buena metáfora de cómo funciona nuestro cerebro. Deseamos que las cosas se parezcan a lo que imaginamos, sobre todo si lo que imaginamos es bonito, pero la realidad no siempre es tan benevolente. Ni la ficción lo es necesariamente. 


Javier Gutiérrez (Madrid, 1974) es licenciado en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y ha trabajado como economista y editor. Es autor de las novelas Lección de vuelo (Premio Opera Prima Nuevos Narradores, 2004) y Esto no es una pipa (Premio Salvador García Aguilar, 2009). Además, ha resultado ganador del certamen de narrativa breve José Saramago 2008 y finalista del Premio Tiflos de libro de relatos 2010. Un buen chico (Literatura Mondadori, 2012) es su tercera novela.

jueves, marzo 27, 2014

Luis Quiñones Cervantes - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

En realidad nunca me he preguntado por qué escribo. Y, la verdad, es que no lo sé. Es algo que llevo haciendo desde siempre, y quizás tenga que ver con la afición por la lectura que siempre he tenido. Lectura y escritura son un billete de ida y vuelta. Y es posible que escriba por las mismas razones por las que leo: conocer, reflexionar, imaginar, disfrutar...

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

No tengo grandes manías. Esas están reservadas para los grandes escritores. Por supuesto, tampoco tengo supersticiones. Solo la costumbre de escribir por la noche y no es por ninguna razón especial. No vivo de la literatura y el trabajo, lógicamente, me ocupa mucho tiempo, por eso suelo aprovechar las madrugadas. Lo que no puedo evitar son algunos temores. Y mi miedo, siempre que escribo, no es a la página en blanco, sino a la novela terminada, a que termine en el destierro del cajón o a que, con el tiempo, deje de gustarme.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

La memoria, los recuerdos y la historia están empezando a ser constantes en mis novelas. No sé escribir sin estos elementos, sin que mis personajes intenten explicar su presente a partir de la memoria y de la reconstrucción de hechos que el recuerdo implica. Y no solo de mis novelas, también de los artículos que escribo en mi blog, en mi web y en la revista cultural que codirijo. No creo excesivamente en clichés tales como "literatura social" o "literatura histórica", aunque sin embargo estoy convencido de que la palabra escrita ha de cumplir ambas funciones, a través de la emoción que pueda suscitar en el lector.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Siempre que me pongo a escribir tengo presente que hay que escribir lo que uno quiere, lo que a uno le gusta, sin dejarse llevar por las tendencias o modas que impone el mercado editorial. De nada sirve escribir con el fin de publicar o de obtener cierto reconocimiento público, lo que es sin duda complicadísimo. Escribir para eso, por lo general, conduce al fracaso. Evidentemente, cualquier escritor quiere ver sus obras publicadas, pero hay que pensar siempre que la publicación es un medio y no un fin: un medio para que tu obra llegue a un público más numeroso, y no un mecanismo que construye la novela solo como un artefacto comercial. 

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Quiero pensar que sé lo que quiero decir cuando me pongo a escribir. Intento tener un plan organizado, a los personajes diseñados y las situaciones principales bien planteadas. Suelo documentarme bastante antes de escribir y también eso requiere una mayor organización. Sin embargo, hay ocasiones en que hay que improvisar resolviendo los problemas que van surgiendo a medida que avanza la narración. Para mí, la estructura de la novela es un elemento fundamental. Romper con la linealidad narrativa implica tener casi siempre bien dieseñada la trama. Pero, como digo, quiero pensar que es así. Después, te vas dando cuenta de que se han introducido elementos con los que no contabas desde un principio, que las novelas hablan también de ti mismo y de que el texto que estás escribiendo ha adquirido vida propia.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Me resultaría complicadísimo responder a una pregunta así. Son muchos los libros y los autores que me han ido enseñando qué es la buena literatura. Soy un lector apasionado del siglo XIX, de Galdós y la literatura francesa. Me encanta la literatura hispanoameriacana del XX: Márquez, Llosa, Cortázar, Carpentier, Donoso, Borges... y por supuesto disfruto mucho con autores como Max Aub, Marsé, Paul Auster, Rafael Chirbes, a quien sigo desde hace muchos años, o Javier Marías y Muñoz Molina, por hablar también de contemporáneos españoles.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Recientemente, se ha publicado la segunda edición de mi segunda novela, Los papeles de Madrid. Como la anterior, es una novela en la que voy mezclando los géneros y los tiempos de la narración. La investigación de un asesinato en los años cuarenta va llevándose al lector hacia los primeros meses de la resistencia de la capital durante la guerra. Los personajes nos van a ir descubriendo que no son quienes dicen ser y es quien lee la novela quien va reconstruyendo toda la historia para saber qué papel desempeña cada uno de ellos.

Además, uno no deja de escribir. Acabo de terminar mi tercera novela y anda en ese proceso largo y doloroso de revisión. Y continúo con el proyecto más importante de todos: seguir aprendiendo. 


Luis Quiñones Cervantes (Madrid, 1977). Licenciado en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrd, y profesor de Lengua y Literatura desde 2002. Simpre quiso escribir: lleva un cuaderno donde anota palabras o donde reseña a trazos la ralidad desde sus vértices poéticos. Poeta ocasional, lector apasionado y novelista. Construye su Autobiografía por escribir desde 2006, mezclando el recuerdo, la opinión y la reflexión literaria. Apuesta por la ciudadanía crítica y es autor de dos novelas, El retrato de Sophie Hoffman (2008) y Los papeles de Madrid (2013). Ha escrito también artículos y poemas que han sido publicados en diversos medios. Actualmente, escribe periódicamente en La Ametralladora, revista digital colaborativa, de contenidos culturales.

lunes, marzo 24, 2014

Ramón Buenaventura - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

No soy persona que necesite explicaciones básicas. No me pregunto por qué vivo, ni para qué: vivo mientras dure, interesado plenamente en ello. No me pregunto por qué escribo (sí para qué, pero pa qué): escribo cuando puedo y quiero. Siempre he escrito o he querido escribir.
El hombre es el único animal que narra, que comparte sus experiencias y sentimientos y sensaciones poniéndolos en palabras y contándoselos a otros. Eso hago: me cuento a otros; y espero servirles de algo, contribuir al lentísimo desarrollo de la condición humana (que a veces pasa por aterradoras fases de retroceso, como la que están imponiendo ahora las bestias feroces del capitalismo asilvestrado).

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

No tengo costumbres, ni preferencias, ni supersticiones, ni manías; ni hora de escribir.
Quizá padezca lo que llamo «síndrome de monasterio»: no puedo escribir en soledad; tiene que existir el riesgo permanente de que aparezca alguien y me interrumpa.
Son un alivio, las interrupciones.

Eres
envejecer contigo y tu belleza,
añadida en el riesgo
de tanta cercanía
cotidiana.

Noblemente..

Eres cumplir el tacto
de tu piel
y seguir recibiendo noticia germinal
de la tierra y del aire y del fuego y del agua.
Eres la gruta
de nuestros genios.
Eres la orgía cíclica, la luna,
la danza ante la hoguera,
la saliva que sana, el designio chamán.

[la pregunta a destiempo que me obtura un poema,
ahora,
sin remedio]


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3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

No creo que ningún narrador se plantee la escritura a partir de un tema (a no ser que esté buscando algo comercial, pero ese es otro tema). En todo caso, el proceso mental que ello implicaría me resulta incomprensible. Pongamos que me viene la idea de escribir una novela sobre el maltrato entre hombres y mujeres; el paso siguiente sería tramar una historia que encajara en el tema. Absurdo, para mí. Es el relato, la historia, lo que trae consigo el tema. No al revés.
Por otra parte, ponerse un tema es limitar el relato. Cuando escribo, quiero ocuparme de todo lo que me interese, cuando me interese, como me interese, según me vaya interesando. Vivir lo que escribo como si fuera vida.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Cuando escribo solo tengo presente lo que estoy haciendo, lo que sale, con la esperanza de que resulte aceptable.
Uno de los grandes problemas de la escritura es que no puede provocar reacción ajena mientras se hace. Cuando hablo con alguien puedo notar casi de inmediato, casi en «tiempo real» (como decimos ahora), el efecto de lo que transmito. En literatura tengo que completar la obra y publicarla para conocer la reacción del lector: demasiado tarde para ajustar los fallos.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

La verdad, no he llegado a escribir ninguna de las cuatro o cinco novelas que me tomé el trabajo de planificar: las tengo completas y redondas en la cabeza, pero ya no me apetece contarlas.
Tampoco puede decirse que me deje llevar por la historia, porque en el principio de mis libros terminados nunca ha habido «historia». Digamos que el relato me va sucediendo y lo voy contando.
Cada escritor practica, evidentemente, el método literario que mejor le funciona. Y, supongo, no siempre el mismo
Es posible, incluso, que la evolución de un escritor consista en ir descubriendo su mejor método para su mejor relato.
Descubrimiento que, por otra parte, puede pasarle inadvertido al propio autor: Cervantes volvió a la norma bizantina tras haber revolucionado la novela.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Antes siempre tenía la mesilla de noche cargada de libros. Ahora solo hay dos o tres encuadernados y una máquina que contiene cientos.
Diré, además, algo que puede ofender a otras personas literarias: no soy de releer; he releído muy pocos libros en mi vida; concretamente, la Ilíada, la Odisea, el Quijote, la Celestina, la Lozana… Puede que me olvide alguno, pero el total no llega a diez. Bueno, y poemas. Poemas sueltos sí que releo, claro.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Mi novela más reciente, NWTY, entró en las librerías a principios de octubre del año pasado. Toda la información que pueda interesar a alguien está en mi blog
con los enlaces correspondientes.

No tengo ningún proyecto literario en marcha.

NWTY en manos de su dedicatario principal

Ramón Buenaventura nació en la Ciudad Internacional de Tánger el 25 de junio de 1940. Su carrera literaria se inició en 1978 con la aparición de Cantata Soleá, un largo poema que empezó a escribir el 20 de noviembre de 1975. Luego ha publicado otros libros de poesía, tres novelas, una reco­pi­lación de cuentos y más de cincuenta traducciones, principalmente del inglés y del francés. Hasta su jubilación en 2009 fue profesor en la Facultad de Traducción del CES Felipe II de Aranjuez. Vive en Pozuelo de Alarcón. Ha recibido los premios Miguel Labordeta de Poesía por Eres, el Villa de Madrid por su novela El año que viene en Tánger, el Fernando Quiñones por su novela El último negro, y el Stendhal por su traducción de La sangre negra, de Louis Guilloux.

miércoles, marzo 19, 2014

Fallas 2014


 Plaza Ayuntamiento

 Plaza del Pilar

 Convento Jerusalén-Matemático Marzal

 Cuba-Literato Azorín

 Sueca-Literato Azorín

 Na Jordana

 Micer Mascó

 Almirante Cadarso-Conde Altea

 Duque de Calabria-Antiguo Reino

 Plaza de la Merced

 Plaza del Mercado

 
Noria instalada en Avda. Aragón