1.- ¿Por qué escribes?
Nunca me hice esa pregunta. Realmente creo que por necesidad y desde una edad muy temprana en la que lo normal era estar dándole a la pelota en la calle. Imagino que tuvo influencia mi padre, bibliófilo, y el haber crecido entre libros. Lo malo, o lo bueno, es que ya no puedo dejar de escribir y de contar historias, que la literatura se ha convertido en una necesidad imprescindible, así es que creo que escribiré hasta que me muera porque creo que si dejo de escribir sencillamente dejo de existir. Escribo de la misma forma que respiro y no concibo mi vida sin la escritura.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Tenía algunas antes. Nocturnidad. Posiblemente porque había tranquilidad en la casa y podía concentrarme en lo que hacía. Pero ahora soy más abierto y escribo, a veces, por la mañana. Escribo realmente cuando me apetece, que es casi siempre. Escribo todos los días, en una especie de autodisciplina que me impongo. Tengo una botella de whisky a mano, siempre, pero nunca bebo porque los vasos están en otra planta de la casa y no soy Bukowski para beber a morro. ¿Manías? Nadie debe estar presente cuando escribo. Y no dejo, salvo excepciones, leer mis escritos antes de que se publiquen. Últimamente he vuelto a la pipa, así que en invierno, mientras veo caer la nieve, el calor de la cazoleta me reconforta y el humo del tabaco me seda.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
El hombre. Sí, suena pretencioso. El hombre y sus contradicciones, el dualismo dentro de nosotros mismos porque creo que no somos uno sino dos o más, y que tenemos un montón de vidas a lo largo de nuestra existencia. Así es que mi literatura es, fundamentalmente de personajes, y una vez los tienes creados y viven la novela o el relato funcionan. También me obsesiona la muerte, contra la que me rebelo constantemente, y quizá por eso escriba, también, para conseguir a través de mis libros una cierta inmortalidad, dejar mi propio rastro en la tierra. Y me siento cómodo en el género negro, al que pertenece la mayor parte de mi producción literaria, porque es una herramienta que me permite hablar de todo lo que quiera y ser crítico con lo que me rodea. El género negro es la nueva novela social y la defiendo a capa y espada contra los detractores.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
Hay que decir algo, transmitir algún tipo de mensaje al lector, sea el que sea, cuando uno se pone a escribir una historia. Las primeras páginas son determinantes para encontrar el ritmo y el tono narrativo. Y es fundamental la musicalidad del lenguaje, su armonía en el oído del lector. Los personajes son fundamentales, y hay que dibujarlos con precisión, y no sólo físicamente, que también es importante hacerlo. Los míos suelen ser muy retorcidos y negativos, es una especie de marca de la casa. Y mis historias no suelen terminar muy bien que digamos, pero así es la vida, y las novelas que me gustan son siempre dramas. No me interesa escribir sobre la gente feliz. Tiene que haber siempre un conflicto.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
No soy de los autores que predeterminan sus novelas sino que dejan que éstas fluyan y cobren vida, lo que a veces me depara sorpresas agradables como que los personajes cobran vida propia y se resisten a desaparecer, por ejemplo. Cuando uno escribe una novela tiene que estar dentro, implicarse a todos los niveles, sino no son más que una serie de páginas escritas sin ardor. Procuro escribir novelas que no dejen indiferente al lector, que lo cambien de alguna forma, que les haga reflexionar, huyendo siempre del maniqueísmo. Puedo meterme tanto en la piel de un nazi, saber cómo piensa, justificar sus acciones, como en la de un judío y sentirme víctima. Eso es importante a la hora de escribir. La implicación emocional. La empatía absoluta con los personajes, por muy opuestos que sean a uno mismo. Y esa es también una de los alicientes de ser escritor, que puedes meterte en la piel de muchos y hacer cosas que en la vida real seguramente nunca harías, que puedes trasladarte al pasado o al futuro, ser hombre o mujer, asesino o monje tibetano.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Es una pregunta difícil de contestar. Hubo unos autores iniciáticos que fueron Jack London, Robert Louis Stevenson, Joseph Conrad, Sommerseth Maugham. Conozco a todos los rusos, a los que leí cuando tenía quince años y creo que fueron una buena base literaria para mí. Me marcaron los americanos Faulkner, Cadwell, Steinbeck. Pero quizá el que más influencia tuvo en mi obra, el que más me animó a escribir, por el carácter de juego de su escritura, fue Julio Cortázar del que he leído absolutamente todo. ¿Una novela? Pues si he de citar un título que me haya impresionado me decanto por Bajo el volcán de Malcom Lowry, extraordinaria y sobrecogedora. Y también La montaña mágica de Thomas Mann, una cumbre literaria. Del género negro me quedo con Patricia Higshmith y James Cain.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Mi último libro en papel que se ha publicado es La invasión de los fotofóbicos (Atanor Ediciones, 2013), una novela de terror, género que practiqué en mis inicios junto a la novela negra. Es un libro de terror bastante autobiográfico, en el que apenas invento nada sino que recojo mis obsesiones, y lo único fantástico es su final. Lo escribí en Granada, una ciudad en la que me exilié por motivos sentimentales, y el libro es un exorcismo literario para combatir mi terror hacia unos insectos invasivos que me hicieron muy difícil la vida en la ciudad. La novela tiene mucho de kafkiana, incluso el apellido de su protagonista empieza por K, y es la historia de una obsesión que lleva a su protagonista hacia lo locura. De no haberla escrito seguramente estaría ahora loco. Así es que también escribo libros como terapia, para alejar de mí los fantasmas y no pagar facturas al psiquiatra. Al mismo tiempo he publicado en Estados Unidos el ebook La doble vida (Sub-Urbano Ediciones, 2013), novela corta de género negro en la que incido, una vez más, en el dualismo de su protagonista que esclavo de una pasión sexual se decanta peligrosamente hacia el placer sádico. Y no tardará en salir una novela histórica sobre Cristóbal Colón, una narración que habla del amor romántico, muy apartada de estas dos novelas, que se llama El secreto del náufrago y en la que el Almirante queda bastante mal parado.