martes, junio 23, 2009

Millenium


Fui a ver la película “Los hombres que no amaban a las mujeres”, dirigida por Niels Arden Oplev, adaptación del primer libro de la trilogía “Millenium”, del escritor sueco Stieg Larsson, que falleció de un infarto a los cincuenta años, sin llegar a ver su obra publicada. La película tiene un buen ritmo y mantiene el interés durante sus más de dos horas de duración. El ambiente frío y los paisajes agrestes acrecientan la soledad de los protagonistas, que se mueven en un entorno hostil en el que las cosas pueden no ser lo que parecen, al más puro estilo de las novelas clásicas de detectives.

Un periodista de investigación, Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist), se enfrenta a tres meses de cárcel por no poder probar las acusaciones que ha vertido en un artículo sobre un influyente magnate. Mientras espera el momento de cumplir la sentencia, recibe una propuesta de Henrik Vanger (Sven-Bertil Taube): Debe instalarse en la pequeña isla en la que reside la mayor parte de la familia Vanger, a la que sólo se puede acceder por un largo puente, y una vez allí investigar la desaparición, cuarenta años atrás, de la joven Harriet Vanger (Ewa Fröling), desaparición que tuvo lugar en un momento en el que se había reunido toda la familia. Desde entonces, alguien envía a Henrik, periódicamente, una flor seca y enmarcada como las que hacía Harriet. El viejo Henrik está convencido de que la asesinó un miembro de la familia y que dicho asesino es quien le envía esas flores para torturarlo, así que quiere ver si Mikael puede averiguar lo que ocurrió. Antes de contactar con Blomkvist, Henrik Vanger contrató a una agencia para que investigara sobre él. En dicha agencia trabaja una peculiar investigadora llamada Lisbeth Salander (Noomi Rapace), de aspecto un tanto andrógino y algo gore, con piercings y tatuajes, silenciosa y distante, que se ha metido en el ordenador del periodista y va siendo testigo de sus pesquisas hasta que, en un momento dado, decide intervenir.


Desde luego, el personaje de Lisbeth Salander resulta muy atractivo. Es sin duda una de las mejores bazas de la historia. Nos parece incomprensible en muchos momentos y eso incrementa nuestro interés. La interpretación de la actriz Noomi Rapace es muy eficaz, aunque supongo que habrá mucha gente que no la verá como la encarnación de la heroína que ellos han imaginado. Para mí, que aún no he leído ninguno de los libros, aunque debo admitir que la película ha acrecentado mi interés hacia ellos, Salander tendrá ya siempre las facciones de Rapace. He leído hace poco que el referente para muchos lectores, antes de aparecer la película, era la cantante P. J. Harvey. La versión inglesa de este libro aparece con el título “The girl with the dragon tattoo”, lo que me parece un dato elocuente sobre la importancia de dicho personaje.
Stieg Larsson, en la única entrevista que llegó a realizar, dijo: Tomé a Pippi Langstrump. Pensé: “¿Qué aspecto tendría actualmente? ¿Qué tipo de adulta sería? ¿Cómo la calificarían? ¿Una sociópata? ¿Una autista? Tiene una visión de la sociedad distinta de la de los demás. (O, visto de otro modo, no observa la sociedad del mismo modo que el resto de la gente.)”. La convertí en Lisbeth Salander, de veinticinco años, una chica que se siente como una extraterrestre entre la gente. No conoce a nadie ni tiene capacidades sociales en absoluto.


También el personaje Mikael Blomkvist, periodista de investigación, concienzudo y tenaz, que se enfrenta al caso como quien se dispone a resolver un acertijo, posee el magnetismo de los clásicos detectives, aunque con claras diferencias. En una carta a su editora, Larsson escribió: He intentado crear personajes principales que se distingan, desde el punto de vista dramático, de los arquetipos policíacos al uso. Así, Mikael Blomkvist no tiene ni úlcera de estómago, ni problemas con el alcohol, ni ansiedad. No escucha ópera ni se dedica a ningún entretenimiento raro, como construir maquetas de aviones o algo parecido.
Otro aspecto destacable es el aire de novela clásica de detectives que posee la trama, al más puro estilo Agatha Christie y que, a medida que avanza la investigación, se va convirtiendo en una historia más actual, con asesino en serie incluido. Un argumento escabroso, salpicado de datos inquietantes, como el pasado nazi de algunos miembros de la familia Vanger, que conducen la historia por un camino retorcido en el que no sabemos qué podrá aparecer detrás de cada curva.
Larsson era un gran amante del género policíaco: He leído historias de detectives toda mi vida. (…)Hice una lista de las cinco mejores novelas negras hasta entonces. Entre las que destaqué estaban Sara Paretsky, Val McDermid, Elizabeth George, Minette Walters. Casi todos los escritores de novela negra que he encontrado destacables son, por extraño que parezca, escritoras. Sé qué tipo de cosas me han sacado de mis casillas en historias de detectives. A menudo tienen que ver con una o dos personas, pero no suelen describir la sociedad que las rodea.

Larsson estaba muy concienciado en contra de la violencia de género y la marginación de la mujer. También le preocupaban los grupos extremistas, sobre los que investigó profundamente. Se dice que era un hombre que pasaba dieciséis horas delante del ordenador. Fumaba unos tres paquetes de tabaco diarios, bebía mucho café, se alimentaba de comida basura, no hacía ejercicio, escribía por las noches y dormía apenas cuatro horas diarias.
Ante este fenómeno, uno es testigo de la campaña mediática en torno a la aparición del tercer volumen de la serie, y no puede evitar pensar que debe ser un poco raro por no participar de esa desesperada voracidad. Nunca he sentido la necesidad de hacer cola ante las puertas de una librería para adquirir un libro en el momento exacto de su puesta en circulación. Ni Harry Potter, ni las novelas de Mankell, ni este Millenium. Parece que el aspecto consumista que rodea al asunto poco tiene que ver con el asunto literario, lo cual pronto es utilizado para descalificar los libros, tildarlos de literatura de consumo, acusarlos de baja calidad estilística, etc. No estoy de acuerdo con esa asociación de ideas. Así que, pese a todo, insisto en que me han entrado ganas de leer a Larsson.

Por otra parte, todo esto me ha llevado a descubrir al interesante autor de las ilustraciones de la edición española de los libros: Gino Rubert (México, 1969).

domingo, junio 14, 2009

Feria del Libro 2009


Este año he pasado por la Feria del Libro de Madrid muy fugazmente, apenas un vistazo. Las circunstancias se aliaron en mi contra desde el principio, qué se le va a hacer.

La Feria del Libro de este año, 68º edición, ha sido dedicada a la literatura francesa, aunque no tengo noticia de que haya contado con la presencia del último premio Nóbel, J. M. LeClezio, pese a que en algunos medios se dijo que pasaría por allí, ni del autor Jonathan Littell que tanto revuelo armó con su “Las benévolas”, escrita en francés pese a que el autor es norteamericano, ni de los mediáticos Amèlie Nothomb, Michel Houellebecq, Patrick Modiano o Yasmina Reza, por nombrar algunos de los más conocidos. Ni siquiera el último premio Goncourt, el franco-afgano Atiq Rahimi, que sí estuvo hace poco en el Hay Festival de Granada, se ha dejado ver por el Retiro madrileño. Pocos autores franceses se han acercado a este evento al parecer. Sólo he escuchado los nombres de Mathias Enard, Eric-Emmanuel Schmitt y el dibujante Jean Jacques Sempé. Una lástima. Al menos por proximidad podía haber sido una Feria plagada de actividades centradas en un panorama literario tan interesante como el francés.

Cuando estuve, pocos autores tenían admiradores haciendo cola para conseguir una firma. Quizá quien más me llamó la atención fue Federico Moccia, un escritor que ha sido presentado como un fenómeno editorial en Italia. Su primera novela, “A tres metros sobre el cielo” se la autopublicó al no conseguir que ninguna editorial se interesara por ella. Firmaba su libro “Tengo ganas de ti”.

En una de las casetas estaban Ángel Zapata y Medardo Fraile, dos escritores de referencia. Firmaban toda su obra, aunque quiero destacar de nuevo las memorias de Fraile, que acaban de aparecer en Pre-Textos con el titulo “El cuento de siempre acabar”.



Estuvo Javier Cercas, con motivo de la publicación de su libro sobre el 23-F, “Anatomía de un instante”, con el que debuta en la editorial Mondadori.


También Ángela Becerra, flamante Premio Casa de América con su novela “Ella, que todo lo tuvo”.



Vicente Verdú, un autor que me interesa desde hace tiempo, desde que seguía fielmente sus breves relatos (o articuentos) en “El País Semanal”. Es sociólogo y ha escrito ensayos como “El éxito y el fracaso”, “China superstar”, “El estilo del mundo”, “El fútbol, ritos, mitos y símbolos”, “Señoras y señores”, “Días sin fumar”, “El planeta americano”, etc. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Anagrama de ensayo, el Julio Camba de periodismo, el premio Espasa, etc. También es autor de los libros de relatos “Héroes y vecinos” y “Cuentos de matrimonios”. Y no he citado, ni de lejos, toda la producción de este escritor. Su último libro publicado es “El capitalismo funeral”.



Me sorprendió ver por allí a Mercedes Salisachs, con un aspecto estupendo. Esta mujer no sólo continúa escribiendo a sus más de noventa años, sino que acaba de ganar el IX Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio, con un libro titulado “Goodbye, España”, centrado en la figura de la reina Victoria Eugenia. En 2007 había publicado “Entre la sombra y la luz”.


También estaban por allí Manuel Rivas, Maruja Torres, último premio Planeta, Antonio Gala, Andrés Trapiello…


En una de las casetas anunciaban la presencia de David González, el poeta asturiano que acaba de publicar “Loser” en Bartleby editores. Pero no pude esperar a que llegara, pues quería asistir a la entrega de los Premios Tormenta que, en su tercera edición se llevó a cabo en la Casa del Libro de la calle Fuencarral, 119. Fue una velada francamente grata que finalizó con una comida en un restaurante mexicano, del que salimos tan tarde que llegué a temer que los empleados se hubieran ido de allí dejándonos encerrados.


miércoles, junio 03, 2009

De Libros

Pronto iré a la Feria del Libro de Madrid, a perderme entre las más de trescientas cincuenta casetas, a pasar un calor inhumano, a caminar durante horas, impulsado por la curiosidad, y con la excitación que me produce sumergirme entre libros, buscando y descubriendo propuestas interesantes y acercándome a autores que firmarán sus obras. Así que voy preparando una lista de títulos que me interesan.

En primer lugar, acaba de aparecer la autobiografía de Medardo Fraile, con el título “El cuento de siempre acabar”, en la editorial Pre-Textos. Un acontecimiento literario de primer orden, teniendo en cuenta que se trata de uno de los más importantes escritores de este país, miembro de la llamada generación del medio siglo junto con Aldecoa, Ferlosio, Sánchez Santos o Lauro Olmo, por citar tan sólo unos cuantos nombres cuyas obras, tanto por temática como por estilo, deberían tener mayor presencia en el panorama actual. Además, el propio Medardo Fraile estará el próximo sábado 6 de Junio, de 12:00 a 14:00 horas firmando ejemplares de su obra en la caseta que la librería Tres Rosas Amarillas tiene en la Feria (caseta nº 54).



En el mismo sitio y a la misma hora estará también Ángel Zapata, por lo que si alguien no tiene todavía alguno de sus libros de cuentos éste es el momento de lanzarse a por ellos sin titubeos.










Otro libro que tengo que conseguir son los “Cuentos reunidos”, de Sherwood Anderson, editados en Lumen. También esta edición me parece digna de bombo y platillo. Sherwood Anderson es uno de los narradores norteamericanos más influyentes, precursor de esa estirpe de cuentistas que abarca desde Hemingway a Carver, Ford o Wolff. Que yo sepa, el único libro suyo que podía encontrarse hasta ahora era “Winnesburg, Ohio”, que lo editó Alianza Editorial hace ya bastante tiempo y desconozco si ha sido objeto de alguna reedición.



También acaba de publicarse el segundo libro de cuentos de Miguel Ángel Muñoz, cuyo título es “Quédate donde estás”. Un volumen muy esperado, después del interesante debut que tuvo con “El síndrome Chéjov”, nombre con el que también bautizó su magnífico blog, referencia obligada para todos los amantes del relato.







Otro libro que despierta mi curiosidad es “El miedo”, de Gabriel Chevalier, publicado por El Acantilado. Se trata de un relato antibelicista ambientado en la Primera Guerra Mundial del que he escuchado hablar maravillas y que, al parecer, motivó que el autor fuera duramente criticado en Francia y acusado de antipatriota.




También hay que tener en cuenta que este sábado se entregan los premios Tormenta en La Casa del Libro sita en la calle Fuencarral. Los ganadores de este año han sido:


Premio Tormenta al mejor libro publicado en castellano en 2008: “Todos los cuentos”, de Cristina Fernández Cubas (editorial Tusquets).







Premio Tormenta al mejor nuevo autor en castellano: “Rosas, restos de alas”, de Pablo Gutiérrez (editorial La Fábrica).







Premio Tormenta al mejor libro traducido al castellano en 2008: “Lo infraordinario”, de Georges Perec (editorial Impedimenta).