Es este un post con aire navideño, así que os dejo unos videos:
1. Donde queda claro que las Navidades sacan lo mejor de cada uno:
2. Una de esas tonterías que circulan por internet y que nos regalan una sonrisa:
3. Un recuerdo al gran Groucho Marx que encontré buscando por youtube y que me apetece brindar aquí:
4. Y un poco de música:
Con mis mejores deseos…
El siguiente post será ya en 2009, así que también os deseo un Feliz Año Nuevo.
jueves, diciembre 25, 2008
domingo, diciembre 21, 2008
Sobre blogs
Supongo que lo hace para llamar la atención, claro. O quizá por puro snobismo, que también podría ser. El caso es que el “Joven Autor”, que ya no es tan joven, resulta que escribe con su vieja máquina de escribir y le cuesta encontrar recambios. Pero se niega a pasarse al ordenador, no le gusta, vaya, porque él no entiende que un ordenador funciona sin necesidad de estar conectado a internet, así que en cuanto tiene la oportunidad (“se ve obligado”, dice él), pues aprovecha para navegar por internet. Hace unos días lo volvió a hacer, aunque él sigue afirmando que ha sido la primera vez en su vida, o casi (cómo me gusta esta puntualización).
¿Y qué le pareció? ¿Cómo le resultó la experiencia? Imagínense. Fatal. Le asombró que en la red existen datos “sobre todo lo habido y por haber, aunque demasiados no sean de fiar o estén equivocados”. Yo supongo que lo que hace el Autor es poner su nombre en un buscador y buscar los fallos. Y con esta prueba contundente, pues se hace una idea en cuestión de minutos de todo lo que ocurre en todo el ingente universo de internet, así de fácil, caray, que la gente se complica la vida con unas cosas…
Pero no obstante, lo que más le ha desagradado de todo han sido los blogs y los foros. No es la primera vez que arremete contra los blogs el Autor, pese a que no había navegado hasta ahora, al parecer. No entiende “que tantos escritores tengan un blog propio y le dediquen, por fuerza, numerosas horas de su tiempo”. Lo compara a estar sentado en un bar hablando de lo que sea, expuesto a que cualquiera coja una silla y te suelte a su vez “su rollo o—con demasiada frecuencia— sus imprecaciones”. Vamos, que no tiene nada que ver con escribir artículos en la prensa que, semana tras semana, provocan reacciones y cartas de lectores que muestran su acuerdo o desacuerdo con ellos, nada que ver.
Pero lo más preocupante son sus conclusiones. Dónde se habrá metido este pobre hombre para concluir que “hay en este mundo, o eso parece, una desproporcionada cantidad de odiadores, o llámenlos negativistas, resentidos, amargados, venados”. Jesús, qué mal lo ha pasado. Esto, constata este improvisado investigador cibernético, no ocurre tanto en los blogs en inglés, que seguramente también recorrió al completo en ese rato que estuvo él probando a ver qué era eso de la red. “En los españoles, en cambio, veo una sobreabundancia de rabiosos y cabreados, de individuos a los que todo parece una mierda, o que dedican horas y horas a estudiar la obra de un autor, por ejemplo, con el solo ánimo de ponerla a caldo, en vez de abstenerse —como sería lo lógico— de seguirla leyendo”. Sobrecogedor del todo.
Dice muy poco en favor del Autor denostar un medio que no entiende o que no quiere entender (o eso dice). Nadie le obliga, así que lo mejor que puede hacer es dejar de sacar conclusiones ofensivas y erróneas porque, de momento, el que ha demostrado ser un furibundo resentido es él, que ha insultado a propios y extraños de forma gratuita e injusta, en lugar de aplicarse lo que él mismo propone, esto es, abstenerse de seguir leyendo.
No es preciso insistir en que existen una gran cantidad de blogs en los que no se insulta a nadie y en los que se habla de distintos temas con la mayor honestidad posible y, sobre todo, con el máximo respeto. También hay sitios en los que la gente insulta amparada en el anonimato, no se puede negar esto, pero toda generalización es mala, y eso debería saberlo el Autor, cuyo nombre evito porque no tengo ningún interés en que la próxima vez que se meta en internet y se busque, llegue hasta aquí.
Por cierto, esta semana, escribe sobre fútbol, otra de sus pasiones.
Enlace al artículo sobre los blogs
¿Y qué le pareció? ¿Cómo le resultó la experiencia? Imagínense. Fatal. Le asombró que en la red existen datos “sobre todo lo habido y por haber, aunque demasiados no sean de fiar o estén equivocados”. Yo supongo que lo que hace el Autor es poner su nombre en un buscador y buscar los fallos. Y con esta prueba contundente, pues se hace una idea en cuestión de minutos de todo lo que ocurre en todo el ingente universo de internet, así de fácil, caray, que la gente se complica la vida con unas cosas…
Pero no obstante, lo que más le ha desagradado de todo han sido los blogs y los foros. No es la primera vez que arremete contra los blogs el Autor, pese a que no había navegado hasta ahora, al parecer. No entiende “que tantos escritores tengan un blog propio y le dediquen, por fuerza, numerosas horas de su tiempo”. Lo compara a estar sentado en un bar hablando de lo que sea, expuesto a que cualquiera coja una silla y te suelte a su vez “su rollo o—con demasiada frecuencia— sus imprecaciones”. Vamos, que no tiene nada que ver con escribir artículos en la prensa que, semana tras semana, provocan reacciones y cartas de lectores que muestran su acuerdo o desacuerdo con ellos, nada que ver.
Pero lo más preocupante son sus conclusiones. Dónde se habrá metido este pobre hombre para concluir que “hay en este mundo, o eso parece, una desproporcionada cantidad de odiadores, o llámenlos negativistas, resentidos, amargados, venados”. Jesús, qué mal lo ha pasado. Esto, constata este improvisado investigador cibernético, no ocurre tanto en los blogs en inglés, que seguramente también recorrió al completo en ese rato que estuvo él probando a ver qué era eso de la red. “En los españoles, en cambio, veo una sobreabundancia de rabiosos y cabreados, de individuos a los que todo parece una mierda, o que dedican horas y horas a estudiar la obra de un autor, por ejemplo, con el solo ánimo de ponerla a caldo, en vez de abstenerse —como sería lo lógico— de seguirla leyendo”. Sobrecogedor del todo.
Dice muy poco en favor del Autor denostar un medio que no entiende o que no quiere entender (o eso dice). Nadie le obliga, así que lo mejor que puede hacer es dejar de sacar conclusiones ofensivas y erróneas porque, de momento, el que ha demostrado ser un furibundo resentido es él, que ha insultado a propios y extraños de forma gratuita e injusta, en lugar de aplicarse lo que él mismo propone, esto es, abstenerse de seguir leyendo.
No es preciso insistir en que existen una gran cantidad de blogs en los que no se insulta a nadie y en los que se habla de distintos temas con la mayor honestidad posible y, sobre todo, con el máximo respeto. También hay sitios en los que la gente insulta amparada en el anonimato, no se puede negar esto, pero toda generalización es mala, y eso debería saberlo el Autor, cuyo nombre evito porque no tengo ningún interés en que la próxima vez que se meta en internet y se busque, llegue hasta aquí.
Por cierto, esta semana, escribe sobre fútbol, otra de sus pasiones.
Enlace al artículo sobre los blogs
sábado, diciembre 13, 2008
Naturalez infiel
Este ha sido uno de los libros revelación del año, una de las novelas más interesantes que se han publicado en los últimos meses y nos da la oportunidad de conocer a una escritora que crea adicción. Tan sólo dos libros de relatos, “La novia parapente” y “Dirección noche”, daban cuenta de su capacidad para contarnos historias que diseccionan el mundo con una mirada distante y, por eso mismo, tremendamente eficaz para crear un sentimiento de inquietud en el lector, un desasosiego que se clava en el pecho. En sus libros nada sobra, ya han sido despojados de todo lo accesorio, así que no hallaremos florituras, detalles innecesarios, nada más que los hechos escuetos, en su puro esqueleto, aunque filtrados por la mirada incisiva y curiosa, no exenta de humor e ironía, de Cristina Grande.
“Naturaleza infiel”, aunque novela, se asemeja a un libro de relatos. Relatos que están interrelacionados, que van completando una historia, que se ordenan sin respetar la linealidad temporal, más bien sujetos a las leyes de la memoria, al orden desordenado que nos lleva de un recuerdo a otro y, todos juntos, van formando la imagen familiar, la historia de dos hermanas gemelas que viven su adolescencia, sus problemas, sus amores, allá por los años ochenta. La voz narradora es de Renata, una de las hermanas, que va desgranando la historia de la familia sin concesiones, manteniendo un mismo tono ante las alegrías y ante las tragedias, sin caer en dramatismos pese a la dureza de algunas situaciones.
Cristina Grande tiene un excelente ojo para los detalles y es capaz de describirnos a un personaje de un modo indirecto, hablándonos de algo que le perteneció, de un objeto que de pronto se humaniza, como en el siguiente párrafo:
Empotrado en una pared del pasillo, junto al armario despensa —aún lleno de latas de conserva y botellas de vino— estaba el armario de los zapatos, todo negro por dentro. El estante más alto era el de mi padre. Sus pares seguían allí bien aparcados, con el morro hacia dentro. En todos ellos el tacón del zapato izquierdo estaba mucho más desgastado que el del derecho. Él decía que tenía la pierna izquierda más larga que la derecha. La verdad es que era fácil reconocer sus pisadas porque, siendo una más débil que la otra, se asemejaban al sonido cardiaco de sístole y diástole. Era como si caminara con el corazón.
Nos narra una historia cercana, nos introduce en el núcleo familiar, en sus problemas, sus ilusiones, sus derrotas y pequeñas victorias, sus dramas, sus secretos, y así, paso a paso, nos habla también de una época, de un momento convulso en el que todo empezó a cambiar.
Cada capítulo puede ser un recuerdo o una reflexión, puede durar un instante o recorrer varios años, con una maestría estilística indiscutible. Un personaje, un suceso, un objeto… son los hilos conductores de los breves capítulos que van tejiendo la historia total, sin eludir asuntos como la muerte, el sexo, las drogas o las pequeñas miserias que toda familia intenta ocultar. Y el entorno social está ahí, en los detalles cotidianos y en las vivencias personales, como un ruido de fondo que nos llega lejano y dibuja el entorno en el que se mueven los personajes.
Libro que se lee con ansiedad y que nos muestra una de las voces narrativas más hipnóticas que podemos encontrar en las librerías. Un libro que al abrirlo y hojearlo te atrapa entre sus páginas.
sábado, diciembre 06, 2008
Un grito en la noche
La filmografía de Marc Forster resulta muy interesante: “Más extraño que la ficción”, “Descubriendo Nunca Jamás”, “Monster’s ball”, “Cometas en el cielo” o la última entrega de James Bond, “Quantum of solace”; también “Tránsito”, que me pareció fallida, y un título que encontré por casualidad en dvd: “Un grito en la noche”. Y es de ésta última de la que quiero hablar. Ya sé que debería detenerme en la entrega número 22 de James Bond, pero lo dejaremos para otro día, pues no quiero dejar pasar la oportunidad de recomendar “Un grito en la noche”, uno de los primeros títulos de Forster, rodada en el año 2000 y merecedora del gran premio del jurado en el festival de Sundance de ese mismo año.
La cinta está protagonizada por una espléndida Rhoda Mitchell y nos narra una historia aparentemente corriente que se va volviendo asfixiante, llegando a cotas propias del cine de terror, pese a que no hay elementos fantásticos aquí. La comparación la hago únicamente por el cambio de actitud que sufren las personas del entorno, amigos y vecinos que parecen transformarse de un modo extraño y repentino, como si nos hubiésemos sumergido en una pesadilla de la que no podemos despertar.
La película está filmada con una técnica que la acerca al vídeo casero, con encuadres supuestamente improvisados, movimientos de cámara bruscos y, poco a poco, gracias al predominio de las sombras, al encuadre de los planos y, sobre todo, a una música inquietante, las imágenes van adquiriendo un tono amenazador.
La historia se centra en un grupo de amigas que se encuentran unidas por la emoción que sienten ante el próximo nacimiento del primer hijo. Todo son consejos y risas, hasta que una de ellas pierde al bebé al día siguiente del parto, de un modo tanto más trágico cuanto que resulta del todo imprevisible. Este hecho, lejos de acarrearle el cariño y la comprensión de su entorno, lo que le produce es aislamiento. Sus amigas parecen evitarla, todas quieren mantenerla al margen de los felices momentos que viven.
La sociedad, inflexible y eficaz, va aislando al elemento distorsionante, de un modo sutil, falsamente amable, que puede transformarse en abiertamente hostil si las circunstancias lo requieren.
La cinta está protagonizada por una espléndida Rhoda Mitchell y nos narra una historia aparentemente corriente que se va volviendo asfixiante, llegando a cotas propias del cine de terror, pese a que no hay elementos fantásticos aquí. La comparación la hago únicamente por el cambio de actitud que sufren las personas del entorno, amigos y vecinos que parecen transformarse de un modo extraño y repentino, como si nos hubiésemos sumergido en una pesadilla de la que no podemos despertar.
La película está filmada con una técnica que la acerca al vídeo casero, con encuadres supuestamente improvisados, movimientos de cámara bruscos y, poco a poco, gracias al predominio de las sombras, al encuadre de los planos y, sobre todo, a una música inquietante, las imágenes van adquiriendo un tono amenazador.
La historia se centra en un grupo de amigas que se encuentran unidas por la emoción que sienten ante el próximo nacimiento del primer hijo. Todo son consejos y risas, hasta que una de ellas pierde al bebé al día siguiente del parto, de un modo tanto más trágico cuanto que resulta del todo imprevisible. Este hecho, lejos de acarrearle el cariño y la comprensión de su entorno, lo que le produce es aislamiento. Sus amigas parecen evitarla, todas quieren mantenerla al margen de los felices momentos que viven.
La sociedad, inflexible y eficaz, va aislando al elemento distorsionante, de un modo sutil, falsamente amable, que puede transformarse en abiertamente hostil si las circunstancias lo requieren.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)