«querido mío / se llama “plumbago auriculata” / no me refiero a la flor lilácea de mi deseo / sino más bien a aquella que me encuentro paseando / en la costa de Níjar durante tu ausencia / “jazmín del cabo” / un poco más violeta que las otras / habitual vecina de esas buganvillas que ya sabes que tanto amaba / aunque ahora mi atención / la retenga el plumbago / “jazmín azul” / “malacara” / “jazmín del Cielo” / así / con mayúscula / así es como yo la bautizo cuando además te pienso / querido mío / ¿te acuerdas de cuando recité de memoria / el poema que Hughes le dedicó a Plath / y con la tripita llena de seitán y verde / tú me lloraste? / pues cuando ahora imagino el color de aquella joya / que el maltratador / rememoraba en sus versos / no veo otro azul que el violeta macilento de las plumbagináceas esparcidas / por los pasos de mis viajes / entre macetas de veraneras / y bancos de raspallones / querido mío / también he sabido por Aurora / que los héroes homéricos no comían peces / no hay banquetes de mariscos ni raspas de dorada / el único tentáculo que rozó el cuerpo de Odiseo / fue el de un pulpo contra el que peleó / agarrado a una roca / siempre cerca de la muerte él / siempre temerario mi dulce ídolo del arrecife / que prefería perder la vida boqueando entre las olas / a consumirse eternamente en una isla desierta / querido mío / ahora que te idolatro no puedo mentirte / al contrario que los héroes homéricos yo he comido jibias / y huevas de maruca / yo he cortado la carne del pulpo con un chuchillo fino / para depositarla en los dientes de mi esposo y de mi hijo / querido mío / debes saber que yo alimento a mi familia siempre con ternura / debes saber que yo a los míos los agarro entre mis brazos y los calmo con un canto / debes saber que desde que tú me faltas con insistencia / desde que tan desmedidamente me faltas / no puedo dejar de suponerte mío / o de dibujarte dentro / o de significarte vínculo / como la plumbago auriculata es familia de la clavelina de mar / con ese pétalo a veces rosa y a veces blanco / colores iguales a las joyas deliciosas que también me regalaste / al comienzo del verano: / tu lengua / tu glande / tu inteligencia / el rastro primero del hematoma / nuestra carne en la vorágine»
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01 septiembre 2020
01 marzo 2016
Enero-Febrero 2016: mis 6 lecturas preferidas.
Dos novelas que son, en realidad, un homenaje a otros dos
novelistas que me impresionan: así fueron mis lecturas —link a PlayGround va—
de Oona y Salinger, de Frédéric
Beigbeder (Anagrama) y Cada noche, cadanoche, de Lola López Mondéjar (Siruela).
En la primera, el guapo de Frédéric narra una historia de
amor espinosa que, a su parecer, configuraría el corazón oscuro y dolorido del
autor de El guardián entre el centeno.
Creo que lo más bruto de este libro son sus reflexiones sobre la vejez, y sobre
cómo el hombre —el macho, no el hombre como ser humano en general— necesita
mantener relaciones sexuales con cuerpos más jóvenes que el suyo para sentir
que sobrevive.
De relaciones sexuales entre hombres mayores y chicas
jóvenes también va la novela de López Mondéjar, basada en Lolita, y con un punto de vista bastante polémico de la gran obra
de Vladimir Nabokov. En estas páginas lo que encontramos es a la hija
imaginaria de Dolores Haze, quien decide vengarse del pedófilo que acosó y
maltrató a su madre cuando esta era una adolescente. ¿Puede un tema como la
pedofilia ser bello? Esa es una de las preguntas que nos come la cabeza cuando
leemos Cada noche, cada noche.
Plagado de referencias literarias, también, está el libro Apuntes sobre el suicidio (Alpha Decay),
un brevísimo ensayo que nos pasea por la literatura, el arte y sus suicidas,
desde David Foster Wallace hasta Edouard Levé, pasando por algunas voces
clásicas como la de Sylvia Plath o Albert Camus. Para los seguidores de esos
autores, y también para los que encuentran en el suicidio y en la enfermedad un
tema más mágico que doloroso, este libro es imprescindible.
Y de la enfermedad de la literatura, pasamos a las
enfermedades reales, o quizá a las enfermedades no reales, como es el caso de
las que narra Suzanne O’Sullivan en Todo
está en tu cabeza. Aquí la neuróloga explica algunos casos curiosísimos de
enfermedades psicosomáticas, y cómo a veces el cuerpo reacciona de manera negativa
a cosas que sólo están en nuestro recuerdo, en nuestro miedo, en nuestra manera
de ser. Todo está en tu cabeza —ah, esto es lo que también escribí enPlayGround— es un libro para los que no tienen miedo de mirarse el cerebro,
masajeárselo. Un libro para los que saben que por muy locos que parezcan, no lo
están.
Quizá un tratamiento parecido a los que recomienda Sullivan
le vendría bien al protagonista de Las flores del mal, vol 8. Este es uno de
mis mangas preferidos, no sólo por la obvia referencia a Charles Baudelaire
sino porque trata el tema del desasosiego adolescente de una manera bellísima,
a través de la oscuridad, de la poesía, y del sexo. En este volumen, el mangaka
Shuzo Oshimi nos vuelve a traer a un Kasuga enamoradizo y peligroso. Después de
un volumen 7 un poco aburrido, aquí la literatura y el peligro vuelven a latir.
Y por último, sin salir de Japón, uno de los poemarios más
especiales que he leído en lo que va de año: Poema a tres voces de Minase. Renga., de Socho, Sogi y Sohaku
(Sexto Piso), un clásico de la poesía nipona, absolutamente delicado. Un libro
que es casi un objeto o tesoro, en cuyas páginas la naturaleza, el recuerdo y
la memoria brillan —perdonad la cursilería de lo que sigue— como insectos
veraniegos.
Quienes seguís este blog sabéis que cada vez publico menos,
y que en 2016 eliminé la sección de lecturas, porque me saturaba y porque
muchas las olvidaba y otras que ponía al final las dejaba a la mitad. El
trabajo y la maternidad, y algunos proyectos literarios no me dejan respirar
mucho más, por eso he decidido que mensual o bimensualmente iré haciendo
recuento de mis lecturas preferidas, para todos los que seguís buscando en esta
página un pequeño refugio en el que descubrir cosas chulas.
(Emoji de una florecilla y emoji de un corazón)
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Sylvia Plath
15 abril 2015
No hay milagro más cruel que este.
Mírate. Llevas días sin escribir, aunque en realidad escribes mucho. El amor es un desierto, ¿dónde has leído eso? No lo sabes. Ya no te acuerdas. Mírate. Llevas días mordiéndote las uñas. (Os juro que no intento dar pena, pero no quepo aquí, ni tampoco aquí, ¿me entendéis? Ya no quepo en ningún sitio porque todo es apretadito y tengo escalofríos). Mírate. Llevas días siendo críptica y cruzando los dedos y buscando libros que hablen de ti pero ninguno lo hace. Vas a tener que inventártelo tú. Mírate y escribe. El amor es un desierto. (Os juro que lo he leído en alguna parte y pensé, qué verso más malo). Mírate. Y déjate ya de tonterías. (El glucómetro marca 58. Os juro que todo va a salir bien).
05 enero 2014
Aproximaciones a la belleza del marido (V): el regalo.
El bello marido regala bello libro a la mujer. De mujeres y de maridos están formadas sus páginas. Querido Ted. Querida mamá. Querido estudio detenidísimo de la forma del zapato al golpear la madera. Hay vacas. Hay calles sucísimas de Francia y de España. Hay un gato curioso. El libro es bellísimo. La mujer. El marido. Me he portado bien.
23 noviembre 2013
Dos mujeres: Sylvia Plath y María Ramos
Querida María,
te escribo a propósito
del libro de Plath. Ya sabes, por lo del concurso. Como te comenté,
hablé con Diego Moreno y convenimos en que quizá desde mi blog
podríamos lanzar una especie de sorteo de ejemplares de este libro
magnífico. Le dará un empujón (aunque no le hace falta, ya veo que
está todo el día en prensa y entre las listas de más vendidos) y
además nos permitirá a nosotras charlar un rato en este espacio. Ya
que entran tantos lectores, ¿por qué no aprovecharlo? ¿Por qué no
reivindicar ese texto por el que tanto llevas luchando?
Cuando me hablaste por
primera vez de tu proyecto pensé que estabas loca. ¿Quién va a
querer reeditar a Plath hoy en día, tal y como están las cosas? O
peor: ¿quién va a querer comprarse un libro de Plath si “todas la
hemos leído”? ¿Si ya es un icono de esos que no hace falta leer
porque su historia ha superado a cualquiera de sus versos? Pero luego
me pareció que seguías estando loca. Loca de cordura y de
atrevimiento. Conoces muy bien a la autora. Conoces muy bien su
literatura. Conoces muy bien todo lo que la rodea y sólo tú podrías
volver a entregarnos su voz, así, tan antigua y a la vez tan nueva.
Y qué suerte de edición,
la de Nórdica. Soy muy fan. Ya lo sabes. Así que te felicito y te
lo agradezco por partes iguales. Me ha encantado estar cerca de ti en
esto. Entre la reedición de Cartas de cumpleaños, el pasado junio
en Lumen, y la publicación de Tres mujeres, tengo una grata
sensación de “victoria”. La poesía y las ediciones bien hechas
han ganado. Qué de puta madre.
Pero bueno, a lo que iba.
Como también te dije, me apetece mandarte algunas preguntas. Puedes
responder como quieras. O no responder. O contarme lo que te
apetezca. Mi blog es tu blog y mi casa es tu casa:
Por ejemplo, ¿en qué
momento decidiste lanzarte a recuperar este poema de Sylvia Plath y
tomarte el duro trabajo de traducirlo sin la certeza de encontrar
editor? ¿Y por qué “Tres mujeres”? ¿Qué tiene este texto que
no tengan los otros de Plath? La gente dice que la obra de esta poeta
ha sido mal traducida, y bastante maltratada no sólo en nuestro
país, sino en muchas traducciones alrededor del mundo, ¿qué opinas
en este sentido? ¿Cuáles son los libros de Plath, traducciones o
no, que recomiendas tener en la biblioteca? ¿Qué te parece la
poesía de Ted Hughes? ¿No te da la impresión de que últimamente
su figura está mucho menos castigada socialmente que antes? ¿Te
animarás a traducir más cosas de Plath, o de Hughes, o de algún
otro poeta? Por último, ¿qué más proyectos literarios tienes
entre manos, si es que se pueden contar?
Eso es todo por el
momento. Espero tu respuesta.
Un besazo para ti y para
tu niña,
Luna.
* * * * *
Mi querida Luna,
el sorteo y la entrevista
que propones significan mucho para mí y cuentan con todo mi apoyo y
toda mi emoción. Suponen abrirle la puerta a la intimidad de la que
nació el proyecto, localizando sus orígenes y cerrando debidamente
el círculo. No podría pedir más.
“Tres mujeres”, tal y
como dices, ha sido recibido con los brazos abiertos. Más de lo que
yo misma esperaba. La verdad es que esta edición, bilingüe y
hermosamente ilustrada, ha conseguido recuperar el texto de una forma
muy especial, muy viva.
¿Sabes? Me hace mucha
gracia que me llames loca. Muy loca. Yo no lo sabía, pero así era.
Una locura, empezar la casa por el tejado y buscar el suelo firme al
final.
Aunque, en realidad, la
ocurrencia de redescubrir a Sylvia Plath nunca fue del todo
descabellada. En el año del cincuenta aniversario de su muerte,
¿cómo no iba a volar esta idea en la cabeza de alguien?
Lo verdaderamente extraño
es que hasta ahora nadie se hubiese parado a editar “Tres mujeres”
aisladamente, liberado de las voluminosas antologías en las que
suele encontrarse (total o parcialmente) este duro y hermoso poema.
Extraño. Tan extraño
como que apenas un par de meses antes de esta simbólica fecha yo
acabara de terminar mi traducción, ajena a estos datos y movida por
intereses completamente personales.
Me gusta pensar que todo
ha salido tan bien porque así debía ser.
(La mano del ángel
Plath, ordenando el tiempo y los acontecimientos.)
*
Luna, me conoces y seguro
que no te cuesta situar el origen de mi fijación por este poema
junto al momento de mi propia maternidad.
(Veintiún años, un bebé
creciendo en mi vientre y una perfecta obsesión por encontrar libros
escritos en primera persona por mujeres que fueron jóvenes madres y
utilizaron la escritura para intentar sobrevivir.)
Y qué poca literatura,
ésta.
Qué escasa.
Como si la mayor
expresión de la sexualidad femenina acabase siendo un acto
castrante, a nivel de desarrollo personal.
(Si tienes alguna
recomendación de este tipo me encantará recibirla.)
*
Tras mucho buscar,
finalmente, hace aproximadamente dos años, sucedió. Descubrí
algunos fragmentos de “Tres mujeres” en Internet. Y fue un
auténtico flechazo.
Nacimiento y muerte, amor
y guerra, naturaleza y civilización, mitología y humanidad.
Nada quedaba fuera en
este extenso poema.
Era justo lo que buscaba,
pero las traducciones que encontré no terminaron de convencerme. Las
palabras rechinaban, se retorcían, tropezaban (¿lo notas, también
tu?). Se permitían demasiadas manipulaciones, demasiadas
adulteraciones, libertades delicadas, indebidas, pienso yo, cuando se
trata de traducir a Plath.
Sylvia Plath, que
diseccionaba durante días el sonido y significado de cada una de las
palabras que forman sus poemas. La medida de cada verso, de cada
estrofa. Todo.
Fue entonces cuando
decidí traducirlo. Por necesidad, para mí. Tranquilamente, durante
muchos meses. Me acerqué tanto como pude.
Después vino la
casualidad. Y cuando supe que en Febrero de este año se
cumplían cincuenta de su, a mi parecer, accidental suicidio, decidí
lanzarme a la locura. Buscar editorial.
(Nórdica Libros,
diciendo sí. Diego Moreno, luchando por conseguir unos
derechos de autor que parecían imposibles. Anuska y sus bellas
imágenes.)
Las cosas encajaron y en
apenas un mes el libro estaba en la calle.
*
Personalmente creo que la
importancia de este libro en la trayectoria de Plath se debe a dos
razones.
Por un lado, como sabes,
el hecho de que “Tres mujeres” fuese un poema pensado para ser
leído en la radio hizo que Plath lo escribiese, tal y como a ella le
gustaba decir, pronunciándolo “en voz alta”. Este imprevisto
ejercicio supuso un punto de inflexión en su técnica y desde
entonces aplicó el procedimiento a sus nuevos trabajos,
consiguiendo, por fin, la clave del estilo propio que tanto anhelaba.
Por otro lado, la
habilidad con la que consiguió ahondar en cada una de las tres voces
marca una cima en su capacidad creadora. La división del texto en
personajes le permitió expresar sus contradicciones, magistralmente,
cuestionándose a sí misma y al mundo entero. Desplegando toda la
mordacidad y todos los temores que la sociedad de su época le
instaba a reprimir.
(Disección de los
valores sociales a través del acto, tierno y monstruoso, de traer
vidas al mundo.)
Qué grande. Qué
brillante.
*
Si tuviese que recomendar
otro libro de Plath sería, sin duda, su “Ariel” (en la acertada
edición de Hiperión, bilingüe y bien traducida).
Los poemas de "Ariel"
fueron escritos, en su mayoría, tras separarse de Ted Hughes y
teniendo que cuidar a sus dos hijos, Frieda y Nicholas, sin apenas
ayuda. A pesar de las dificultades económicas y psicológicas que
Plath atravesó en esos momentos logró, no solo encontrar la
disciplina y el tiempo necesarios para dedicarse a la escritura, sino
también independizarse de los consejos y la supervisión de Hughes,
recuperando su libertad temática y expresiva. .
Que escribiese sus
mejores poemas en estas circunstancias es algo admirable y dice mucho
a favor de su naturaleza escritora.
*
Me preguntas por Ted y yo
sólo tengo palabras de respeto. Fue un escritor inmenso (considero
“Cuervo” su obra maestra) y las vicisitudes que tuvo con las
mujeres no deberían ser excusas para crearle detractores ni
defensores.
Que tu marido te deje por
otra, o viceversa, que un matrimonio con hijos se rompa
violentamente, son acontecimientos demasiado habituales como para
estigmatizarle por ello.
Creo que Sylvia fue
víctima de las exigencias de su época y de sí misma, más que de
Ted. Él siempre salió adelante y me resulta imposible culparle. No
lo haré.
(¿Te puedes creer que
aún no tengo “Cartas de cumpleaños”? Lo leo un poco cada vez
que lo encuentro en alguna librería, me atrae como un imán, pero
aún no he podido permitirme tenerlo conmigo. Navidad será un buen
momento para hacerme con él.)
*
Creo que por ahora no es
necesario seguir traduciendo a Sylvia. Con “Tres mujeres”, su
“Campana de cristal” y los libros de Hiperión me parece
suficiente.
En cuanto a mí en este
momento tengo un nuevo proyecto de traducción entre manos, aunque
muy verde todavía. Un texto olvidado y difícil. Un escritor inédito
del que aún no puedo decir más.
(Una vez más empiezo la
casa por el tejado. Creo que no puede ser de otro modo conmigo.)
De mi propia cosecha
tengo un par de trabajos a punto de cerrarse y un proyecto de
antología que me gustaría sacar adelante a lo largo de 2014. Todo
es cuestión de tiempo.
(Ya te contaré. Creo que
puede gustarte.)
*
Para mí también ha sido
muy muy agradable y reconfortante tenerte al otro lado en este
proceso. Contar con tu apoyo incluso desde antes de encontrar el
suelo firme de Nórdica. Sin tu ayuda en las correcciones, sin el
resto del equipo, sin cada uno de los lectores, este libro no estaría
donde está.
(¿Sabes? Con frecuencia
me pregunto qué pensaría Plath de todo esto, de mi traducción, de
esta edición. De todo.)
(Después de haber
sentido el peso de su mirada sobre mí, tantas noches… ¿qué
opinaría ella desde su incansable perfeccionismo?)
(Hoy tendría 81 años.)
*
Tengo la impresión de
haberme explayado demasiado y la certeza de haber tardado muchos días
en responder. Realmente no he sentido esta entrevista como tal y me
he permitido esperar al estado mental adecuado, escribirte desde la
calma y la amistad. Espero que todo haya quedado dentro de unos
límites tolerables.
Te doy las gracias, Luna.
(Ojalá llevemos el libro
a Barcelona y podamos brindar por él y hablar en persona.)
¡Adelante con el
concurso!
Un abrazo enorme,
M
01 noviembre 2013
«But the jewel you lost was blue» (Ted Hughes).
Pero la joya que perdiste era azul.
Ted Hughes,
en el poema "El rojo era su color",
de Cartas de cumpleaños.
Hasta llegar al blanco
No de piel a azul
Dorothea Lasky, en un poema
publicado en Vomit.
El Buddha respondió, "Este
discurso deberá ser conocido como El Vajracchedika Prajna Paramita -
El Diamante Cortador de Sabiduría Trascendental - porque la
Enseñanza es fuerte y afilada como un diamante que corta a través
de los malos enjuiciamientos y la ilusión."
Sutra del Diamante,
Arturo Sánchez me lo manda por
WhatsApp,
me dice que es el favorito de Gary
Snyder
We're beautiful like diamonds in the sky
Rihanna
(sí, Rihanna)
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23 octubre 2013
Estoy gritando.
we’re here/ quiet dancing in london still/ you are like a tulip when there are tulips behind you and i can’t decide what/ you’re like Crispin Best
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En casa de Sylvia Plath |
Estoy sentada con Gabby, Lucy y Johnny en una plaza silenciosa, justo al lado de una de las casas en las que Sylvia Plath vivió en Londres. Según dice la placa, lo hizo entre 1960 y 1961. No es la casa en la que se suicidó, pero el color morado de los muros y el jardín otoñal la convierten en un espacio irremediablemente suyo. Estoy sentada y suena Get Lucky en una especie de homenaje extraño, demasiado extraño: ninguno tenemos 3G en el móvil y no podemos buscar sus poemas para leer en voz alta. Así que optamos por Daft Punk, aunque nada tenga que ver. El sol se esconde, sale, se esconde, sale de nuevo. Es domingo en Camden Town y al otro lado de la calle nos esperan restaurantes, tiendas, las últimas horas de un fin de semana perfecto en la ciudad carísima.
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Johnny Bryan, Gabby Bess y Lucy K. Shaw |
El viernes 18 de octubre me levanto a las 3.15 de la mañana para llegar al bus N117 que me llevará al aeropuerto. Odio los aeropuertos, me ponen nerviosa. Los odio porque son caros y cansan. Sólo en el bus y en el desayuno ya me he gastado casi 7 euros. Mi estómago acaricia el donut que acabo de engullir, y desea no volver a pasar hambre hasta que al fin lleguemos a nuestro destino. En el avión me quedo dormida, con el cuello torcido, como si fuera de goma. Llego a Londres a las 8 de la mañana (de allí) y no podré entrar a mi habitación de hotel hasta las 3 de la tarde. Dejo la mochila. Oculto con crema mis ojeras y salgo a la calle sin rumbo alguno. Afortunadamente tengo buena orientación. Creo que el río está por allí. Creo que eso es el norte, y eso el sur, y gracias al cielo aún me queda algo de batería en el iPhone para tratar de robar algo de WiFi en las maravillosas cafeterías de la ciudad. Camino. Camino. Camino. Las calles aún están como desperezándose y a las 10 de la mañana ya me he comprado un vestido en Urban Oufitters y unos zapatos en Top Shop. Me niego a entrar a American Apparel y a otras tiendas que me vuelven loca y me llevarían a la total pobreza a tan solo unas pocas horas de haber pisado la ciudad cara. Entro a Pret à Manger y pido un bocata de aguacate. Me sorprende la cantidad de opciones vegetarianas que hay en sus menús. Bebo un zumo raro. Maldigo a los enchufes británicos. Al fin un poco de WiFi. Digo hola a Ibrah. Termino el bocata y me encamino al Big Ban. Cada vez hay más turistas y me siento incómoda. Prefería la tranquilidad de Warren St y el olor del aire vacío que azotaba al barrio a las 9 de la mañana. Camino. Camino. Camino. Una vez en Picadilly, después de haber visto plazas, monumentos y cientos de edificios que estoy acostumbrada a encontrarme en series y películas, me llega algo de WiFi y logro comunicarme con Lucy, Gabby y Johnny. Al fin y al cabo, lo más interesante de este viaje no era la ciudad cara (soy la peor turista del mundo, detesto mirar por mirar, sobre todo si no tengo con quién hacerlo), sino mi encuentro con los jóvenes poetas que venían como yo invitados al 89plus Marathon que se celebraría al día siguiente en la Serpentine Gallery de Hyde Park. ¿A qué hora nos vemos ? (Mi inglés es horrible). Pues estamos en el Tate. Qué lejos. ¿Cuándo vas al hotel? Ahora a las tres. Allí nos vemos. Sí. Allí nos vemos. Estoy nerviosa. Mi acento y mi nerviosismo me delatan. Pero quiero verles. Quiero ver a mis amigos. Todos ellos son poetas a los que he leído a través de Internet, gente de la Alt Lit. Gente que viene de Estados Unidos, Canadá o el mismo Reino Unido. Gente a la que he leído y releído. Gente como Gabby: una de mis musas. Trato de volver al hotel sin tomar el metro pero me pierdo. Son las tres. Me dan mi tarjeta. La habitación es una pijada, pero no tienen WiFi. ¿Y no se supone que venimos a un encuentro de la "generación de Internet"? ¿Qué hacen alojándonos en un hotel sin WiFi? Una ducha. Me cambio. Pago 7 euros por una hora de conexión. Me escribe Crispin Best que está en la habitación de arriba con Gabby y los demás. Respiro. Respiro. Respiro. Ensayo nerviosa un saludo que no quede muy ridículo con mi ridículo inglés. Subo. Me abre Lucy, más guapa aún que en las fotografías que desde hace un tiempo vengo viendo de ella en su tumblr. Nice to meet you. Nice to meet you. Nice to meet you. Aquí nadie da besos. Pero yo les abrazo a todos. Pronto quedaremos con Sophie Collins y Sam Riviere. Mientras tanto bebemos vino en vasos de Starbucks. Soy silenciosa. Me siento bien.
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El primer vino |
Sophie Collins (1989) poeta de Reino Unido, con orígenes holandeses. Es autora de una plaquette que edita junto a un grupo de amigos. Editora de Tender Journal, feminista, tatuada, de una piel blanquísima y fina. Está casada con Sam Riviere y son la pareja más entrañable del mundo.
Sam Riviere (1981) posiblemente el poeta joven más importante de Reino Unido, tiene un libro en Faber & Faber que estoy deseando leer y que ha cosechado grandes reseñas en el mundo anglosajón. Parece inteligente. Es inteligente. Me sorprende su timidez y me encanta ver cómo baila con Sophie en la fiesta a la que iremos más tarde.
Gabby Bess (1992) una de mis poetas jóvenes preferidas de la que ya os he hablado aquí y en algunos medios como Barcelonés. Es divertida, delgada, baila mucho y su libro Alone with other people debería estar ya traducido al español.
Lucy K. Shaw (1987) editora de Shabby Doll House y autora de poemas y relatos que aparecen en numerosas antologías. Viene de Canadá, aunque yo no lo noto en su acento. Me invita a descargarme Snapchat y cuelga fotos en Are you screaming? Me cae fenomenal. Volvemos al hotel en taxi. Abrazadas.
Johnny Bryan (1988) es profesor de inglés en París aunque viene de Seattle y prefiere Brooklyn por encima de todo. Hablamos en francés y es la única persona con la que comparto gustos musicales. También escribe. En la fiesta del sábado nos leería uno de sus poemas en el cuarto de baño.
Crispin Best (1989) lo conozco desde hace tiempo porque es uno de los mejores amigos de Ben Brooks. No me extraña, es un tío genial. Durante su lectura de poemas lee un texto largo que hace reír a todo el mundo y que recuerda más a la literatura americana que a la inglesa. Nos lleva por la ciudad como a ovejitas. Nos enseña los pubs, las fiestas, las drogas. Siempre me voy antes que él de todas partes. Me pregunto cuándo dormirá Crispin Best.
Harry Burke (1989) ahí donde lo ves, sí, con esa sudadera grande y las deportivas. Ahí donde lo ves él es quien ha organizado todo esto. Cuando los organizadores de 89plus le llamaron para preguntarle por jóvenes poetas, él dio nuestros nombres. Ahí donde lo ves, editor, crítico, poeta, tan joven. Lo conozco en el chino. Le veo llorar porque toda la comida es tan picante. Le veo recitar con resaca. Le veo feliz porque todo esto es una locura y al final ha conseguido reunir a toda esta gente.
Y luego Racher Allen, Natalie Chin, Alex McDonald, Livia Franchini, Katrice Dustin, Tom Dinsdale, Joe Mac, Dan Hogan, Stacey Teague, Kate Shaw... Todos absolutamente simpáticos conmigo, muy lectores, muy creativos, muy divertidos. Alucinantes.
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En casa de Natalie Chin |
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Gabby, Natalie, Stacey y Johnny leyendo poemas en el baño |
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Kate y Katrice |
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Lucy, Gabby, Stacey, Natalie, Joe y yo |
No volveré a hablar del proyecto 89plus porque ya lo hice hace poco en SModa y en este mismo blog. Resumiré el evento diciendo que es increíble cómo curadores tan importantes se han interesado en una generación tan incipiente y aparentemente loca como esta. Mirando a los artistas seleccionados (no sólo los escritores), uno advierte una cantidad de selfies, de yoes y de autoparodias infinitas. Eso me gusta. Me gusta porque "con el yo de nuestra generación, todos podemos reconocernos, el yo es universal", dicen en una de las micro-conferencias. El maratón se sucede y escucho a artistas vestidos de punk, a informáticos, fotógrafos, cantantes... Me dicen que Nicolas Jaar está por ahí y creo verle al fondo, pero no estoy segura. Lamento haberme perdido tu concierto, Nicolas. Aquí tienes a una mala fan. A quien sí veo es a Douglas Coupland. Todo está muy bien organizado y entonces le toca el turno a los poetas. Yo leo Museo de cánceres en español, aunque piense que nadie va a entenderlo, creo al final lo comprenden, porque declamo y noto cómo me miran fijamente. Sam Riviere lee la versión en inglés que tradujo Kevin Cole hace unos meses y me dan escalofríos porque lo lee despacio y casi puedo reconocerme. Hay personas que ríen y otras que aplauden. Más tarde algunos compañeros me felicitan y Hans Ulrich Obrist me dice que se ha reído mucho con el "cáncer de Enrique Vila-Matas", y que es muy amigo suyo, y que le salude cuando lo vea en Barcelona (pero yo nunca veo a EVM). Escucho a mis compañeros. Todos son geniales. Rachel Allen me sorprende especialmente. Se me olvidó decírselo, pero estoy deseando leer sus poemas potentes. Recita con una voz dura. Con un acento del sur que hace que cada palabra explote. Ella, Sam, Sophie y Harry se van a otro recital. No volveré a verles. Ahora lamento no haber podido hablar más con ellos. Yo también me marcho, esta vez a dormir. En los últimos días habré dormido 4 horas en total. Tengo hambre y necesito una siesta. Me despido de todos hasta la noche. Me tomo una foto con ojeras con el jardín de fondo. Ducha. Ducha Ducha. Cansancio. Ducha.
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Gabby, Harry, Rachel y Crispin en Serpentine Gallery |
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Selfie campestre |
El primer día, decía, me comí un bocata vegetal, después una galleta de chocolate, por la noche fideos chinos, berenjenas y tofu (en un restaurante de un barrio alejado del centro, todo lleno de extranjeros, hipsters vagabundos y bares raros), después desayuné tostadas, tomé un poco de arroz, algo de sushi vegetal de un fast-food japonés que había al lado del hotel, y a las tantas de la mañana la ensalada de calabaza de Natalie y una manzana del manzano de su jardín, luego desayuné un capuccino, comí una hamburguesa en pan de pita vegetal y cené en el Pret a Manger del aeropuerto un wrap vegetariano envuelto en algas y un "vasito de proteína" hecho de huevo y espinacas. Es curioso, pero todos los poetas que conocí en Londres eran vegetarianos o veganos. ¿Será esta dieta, acaso, lo que realmente daesentido a la generación de la Alt Lit? ¿Nuevos escritores con estómagos verdes?
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Bebida molona |
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Crispin y Sam en el restaurante chino |
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En una cafetería bonita cerca de la casa de Plath |
Me gasté mucho dinero en la ciudad cara, comiendo, bebiendo, comprando, buscando Internet... Me gasté mucho dinero pero mereció la pena la experiencia porque como ya pasó hace un mes en Rumanía, vuelvo con un montón de nuevos amigos, de lecturas pendientes y de imágenes inolvidables en mi memoria. Las casas preciosas, la lluvia finísima, los partidos de fútbol en el parque, la música de Demarco mientras todos hablaban drogados, las autofotos que nos enviábamos por las mañana para saber dónde estábamos, las lágrimas con la comida picante, la música de la fiesta en casa de una desconocida, las medias de colores de las niñas modernas, la mezcla de acentos, el olor a comida por la calle, los cafés enormes, el vino dulcísimo, el poco tiempo del que disponíamos para conocernos, el cruce de caminos, el no saber si algún día volveremos a encontrarnos... Seguro que sí.
Suburb that friends come and leave
Suburb that friends come and leave
but that
that is enough.
No matter, suburb.
[Suburb fierceness at interviewer]
Suburb, happiness isn't based in properties.
Suburb I'm alone.
Suburb I'm bleak.
Sophie Collins
![]() |
Screaming |
15 octubre 2013
Elogio de la destrucción: post críptico a propósito de algo emocionante que aún no puedo contaros.
Sylvia y Ted vuelven a mirarme desde la pared: ¿vas a salir así?, me dicen, ¿con esa cara?, me dicen, ¿de verdad que vas a salir de aquí?, me dicen, ¡si tu sitio está con los gatos!, me dicen, ¡si tu sitio está con la escoba!, me dicen, ¡si tu sitio está con el hambre!, me dicen, y yo me sostengo el estómago y encuentro a dos voces que vienen de lejos y me recuerdan que algún día escribí un poema sobre cigarrillos y ajo, o que el Raval sigue siendo un lugar propicio para las historias de amor, o que no hace falta preocuparse de los egoístas. Me miran desde la pared: ¿con esa cara? sí con esa cara y junto a él y mira cuántos libros... Pero bueno. Ejem. Espero que no entendáis lo que digo.
Con eso me basta.
Con eso me basta.
02 octubre 2013
¿Mi generación no quiere ser mamá?
Aleksandra Waliszewska
La semana pasada PlayGround editó un "especial maternidad" en donde César Rendueles nos deslumbró a todos con su entrañable columna "Cinco razones por las que la paternidad se parece a una resaca memorable", y la periodista Sara Brito entrevistó a Carolina del Olmo, con motivo de la publicación de su ensayo ¿Dónde está mi tribu? Por mi parte, colaboré con un texto doble en el que abordo la problemática (o la negativa) de ser mamá a los veinte años, y elaboro una pequeña lista de cinco títulos que me parecen esenciales para la biblioteca de toda mamá o aspirante.
Así que si os apetece leerlo, podéis hacerlo aquí:
Seguimos.
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