Mostrando entradas con la etiqueta Dostoievski. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Dostoievski. Mostrar todas las entradas

08 julio 2013

5 libros sobre la enfermedad que deberías tener en tu biblioteca.



Últimamente bastantes lectores me habéis escrito por privado preguntándome por el tema de la literatura y la enfermedad (a raíz de las lecturas de La tumba del marinero y también de aquel post sobre Isla Correyero y su enorme poemario Diario de una enfermera), de modo que he decidido elaborar esta mini lista con los 5 títulos que considero esenciales en mi biblioteca a propósito de este tema. Sé que faltan los libros de cabecera (que si Mann, que si Sontag, que si Galeno, que si Broyard...), pero esos ya los conocemos todos y son títulos que saltan a la vista no sólo en las mesas de novedades sino también en toda buena bibliografía. Los que aquí selecciono son mis tesoros personales. Algunos de ellos marcaron un antes y un después no sólo en mis lecturas, sino también en mi escritura (o en mi enfermedad). Aquí os los dejo. Si hacéis click en cada uno veréis la razón:

1. Estar enfermo, de Virginia Woolf
2. El libro de Monelle, de Marcel Schwob
3. El emperador de todos los males, de Siddharta Mukherjee
4. Aprender a rezar en la era de la técnica, de Gonçalo M. Tavares
5. No sé de ningún mundo mejor, de Ingeborg Bachmann


Buenas noches.

17 febrero 2012

La Biblia de Monelle.




one day you see a strange little girl look at you

one day you see a strange little girl feeling blue

The Stranglers


Si me preguntaran por los nombres más grandes de la Literatura no dudaría en responder. Diría tres. Sólo tres. Dos de ellos serían reconocidos por todos, y el tercero (a mi juicio el más importante) les sonaría un tanto anónimo, quizá, por la ausencia de apellido, quizá, porque quien lo porta se denomina a sí misma “la que no tiene nombre”. No me refiero a tres grandes autores ni a tres grandes libros, sino a tres grandes protagonistas, heroínas, prostitutas y nínfulas: Dolores Haze, Alicia Liddell y Monelle. Hay en sus tres nombres una sobredosis de eles que provoca entre repulsión y ternura, una sobredosis de azúcar y éxtasis: Lolita-Liddell-Monelle. Hay en sus tres cuerpecitos el rastro de otros tres cuerpos oscuros y enormes: Nabokov, Carroll, Schwob.

De estas tres nínfulas, decía, Monelle podría ser a primera vista la más desconocida. Sin embargo Monelle también es la más amada, las más deseada, la más parecida a una bruja capaz de conceder todos los deseos del lector y de los hombres; o a una princesita de cuento de los hermanos Grimm, pues como en Las doce princesas bailarinas Monelle tiene once hermanas que la acompañan a lo largo de las siguientes páginas, hermanas tontas y sangrientas, princesas ingenuas y decepcionadas, amigas silenciosas y crueles... o bien, la ramera mágica del primer amor: ella es el desengaño y la pasión que nunca perece, como una huella de sangre de un beso infiel, como una voz bíblica, pesada, y el triste recuerdo de su decepción. Si según Borges los lectores y seguidores de Marcel Schwob constituyen pequeñas comunidades secretas (sin ir más lejos, él era devoto de su toda obra), los amantes de Monelle podrían ser los sacerdotes de esas extrañas sectas en las que la prosa oscura y la poesía macabra del autor sustituyen el Pan y el Vino, y en donde los iniciados deben recitar cada mañana los versículos de la primera sección, Palabras de Monelle, como si de Hombres-libro en Fahrenheit 451 se trataran.

Lo llamaremos La Biblia de Monelle, o como apuntó Ariel Dilon en el prólogo de la edición argentina: El evangelio de la inocencia y la piedad. Versículos, aforismos, nihilismo y anarquía en un texto apócrifo que se encuentra entre la voz de Zaratustra y la del Principito (aunque sólo si éste hubiera leído a Baudelaire, Rimbaud o Dostoievsky antes de salir de su asteroide B-612). Aquí cada cuento de la segunda sección, Las hermanas de Monelle, es comparable a los librillos contenidos en la Biblia cuyos personajes son casi siempre castigados para demostrar una moraleja divina, siendo en este caso la propia Monelle su máximo Dios, pues, en la tercera sección del libro es ella la que guía a los niños vestidos de blanco, con sus túnicas y sus pies negruzcos y descalzos: ¿quién no se dejaría llevar por esta diminuta paladina? ¿Eh? ¿Quién? Si como Diosa también nos miente, también nos seduce con inverosímiles historias y esperanzas: ella es la vendedora de lamparitas de aceite, y al igual que La pequeña cerillera de Christian Andersen, cada luz que enciende para nosotros no es más que un destello de ficción que poco a poco nos conduce hasta la muerte.

Un reino blanco. Un reino que no entiende de reyes porque sólo entiende de Monelle. Esta es la tierra baldía pero luminosa hasta donde “La Que No Tiene Nombre” nos ha empujado. Esta, la comunidad secreta a la que algunos de nuestros contemporáneos también han jurado (con sangre) pertenecer:

De entre el sudor, la oscuridad, el miedo,
el temblor sordo de la vida,
su dura confusión, su almacenar sombrío
surgió aquella niña, aquel rostro que busco
aquel recuerdo triste y esta luz que rescata
una tarde de 1850
aquella niña
y en la habitación vacía
(y ya era tarde)
yo cojo el azul
para ti
aguja que excava la carne que ya no siente
y ya era tarde
pero bajo la noche practicaron su arte.
Leopoldo María Panero


Se llama Louise. Es frágil, menuda y enfermiza,
silenciosa y abyecta. Casi no se la ve.
Sólo hay terror y angustia en los inmensos ojos
que le invaden la cara, dignos de Lillian Gish.
Luis Alberto de Cuenca


Un árbol te observa hacerte mujer desde el centro del universo. Y todo lo que tú quieres es su savia. Apoyarás los labios, como una profecía, en su corteza sangrienta y vieja. Renunciarás al cuerpo que amasaste con arcilla en tu ceguera.

Esa que veo en el mar, se va a transformar en atardecer.

Pero un día llegó por fin; tú, cara desfigurada, me dijiste: «olvídame, y te seré devuelta.»
Ruth Llana

Si me preguntaran por el nombre más importante de la Literatura, lo sé, dudaría en responder, porque habría olvidado su tormentoso apodo. Su difícil disciplina. Su destrucción o su amor. Su enseñanza y su Evangelio desaparecido.

Si me preguntaran por Ella... no lo pensaría dos veces...

Pero olvidadla.

Y volverá a ser nuestra.



***
Mi prólogo para El libro de Monelle, Demipage, 2012 ...la semana próxima en librerías.

04 agosto 2011

(3x1) Quinta entrega: entrevista a Constantino Molina, Judit del Río y Cristina Fernández Recasens.

Donde algunos necesitan párrafos extensos otros dicen: no sé. Donde otros escriben: no creo, otros recuerdan, comparten cada palabra... Por eso hoy traigo a otros tres autores: Constantino Molina (Albacete), Judit del Río (Segovia) y Cristina Fernández Recasens (Blanes). Constantino no ha publicado aún su obra pero ha ganado varios premios en su comunidad. Su libro inédito Están ustedes algo equivocados respecto a los poetas está plagado de ironía y brillantez y de este poemario hemos seleccionado los poemas para Tenían veinte años y estaban locos. Judit es otra autora inédita y muy joven, bloguera y fanzinera, estudia Historia del Arte en Madrid y es punk. Cristina es autora de Aprender a dibujar el viento, publicado hace año y pico gracias a un premio en cataluña. Su libro es uno de los mejores que he leído de poesía contemporánea en mucho tiempo, todo un descubrimiento. Es un placer contar con ellos, en el libro, y con sus respuestas: aquí.

*Para algunos de vosotros Tenían veinte años y estaban locos será vuestra primera publicación en papel. ¿Qué supone este hecho en vuestros planes como creadores?

Constantino Molina: Para mí ha sido una sorpresa. Lo cierto es que los cuatro poemas que entran en la antología pertenecen a un libro escrito hace unos cinco años, un pequeño pecado de juventud sin editar, titulado Están ustedes algo equivocados respecto a los poetas, que empecé a mover este año por curiosidad y que me está sorprendiendo por la reacción, bastante positiva, de quienes lo han leído. Para nada entraba en mis planes que se publicaran estos poemas ya que desde que empecé a escribir de nuevo, hace un par de años, ando por otro camino en lo que a estilo se refiere. No quiero decir que me arrepienta del libro, de hecho lo sigo alimentado de vez en cuando con nuevos poemas, pero he leído mucho más desde entonces y han pasado unos cuantos años. Es mi cajón de sastre particular, algo paralelo a lo que realmente estoy trabajando y a lo que dedico más tiempo y atención. Me parece que los poemas han encontrado su espacio en esta antología, aunque -quizás- no su tiempo. Estoy expectante.

Judit del Río: Quizá una cierta presión. Es como si ya no pudiera dejar de escribir, aunque tenga un secarral en la cabeza y ninguna gana. Se pasa rápido, a dios gracias.

Cristina Fernández Recasens: Esta antología no será mi primera publicación en papel. Pero bueno, igualmente me hace ilusión. Aunque no altera para nada mis planes. Ellos dependen de otros factores. Incluyendo incluso el metereológico.

Judit del Río

*¿Publicar en papel -en antologías, revistas, plaquettes o libros propios- es una obsesión o un fin en esta época reinada por lo digital? ¿Tenéis proyectos de publicación entre manos? ¿Os presentáis a premios? ¿Rechazáis la idea de publicar un libro pronto?

Constantino Molina: No suelo leer en digital. No es lo mismo sentarse a leer frente a la pantalla del ordenador que hacerlo frente a un libro en la terraza de casa e ir pasando las hojas y marcar la esquina de esa página donde hay algo que quieres recordar. También es cierto que el e-book, actualmente, tiene muy buenas prestaciones, incluso algunas ventajas a la hora de subrayar y tal, pero está claro que todo lector tiene esa parte fetichista con los libros que le hace gastarse una pasta cada mes.
La gran ventaja de lo digital respecto al papel es la difusión. Internet hace posible que se pueda difundir la obra de un autor de una manera impensable cuando nosotros nacimos, lo malo es que en tal torrente de información hay que tamizar mucho, en la red entra de todo. La edición en papel es más selectiva, aunque concretamente en poseía creo que la parte de enchufe y amiguismo también es muy importante a la hora de publicar y premiar…
Ahora trabajo en un libro recién empezado y con el que estoy disfrutando y aprendiendo mucho. Cuando esté terminado ya se verá, porque va para largo, no escribo, ni me marco un ritmo con vistas a la publicación.
Respecto a los premios, me he presentado en dos ocasiones. En el último año y medio me he presentado dos veces al Certamen Jóvenes Artistas de Castilla-La Mancha, en la primera de 2010 quedé seleccionado y, en la segunda de 2011, me dieron el primer premio. Siempre son un incentivo, si no eres conocido es la única forma de publicar y para ser sinceros: la remuneración económica y el reconocimiento nunca vienen mal.

Judit del Río: Claro que el papel es obsesión: valoro mucho la estética del libro, el formato cuidado y bien pensado; en este sentido me interesa mucho la labor editorial. Tenerlos es un coleccionismo funcional: me gusta comprarlos, acumularlos, trasladarlos adonde voy. Tengo algo con relativa cohesión en proceso, pero no creo que vea la luz. Quiero retrasar lo más posible el error de publicar algo absolutamente prescindible y tópico. Nunca me he presentado a un premio, pero podría planteármelo: dan pasta. No me creo esa historia de ganar renombre por ganar uno. No me creo esa historia de ganar renombre.

Cristina Fernández Recasens: Yo en ese sentido no me he integrado mucho en el reino de lo digital. Mayoritariamente sigo leyendo en papel. Ahora no tengo ningún proyecto de publicación entre manos. Después de Aprender a dibujar el viento he escrito Radical, un libro de poemas en catalán, lo he mandado a concursos pero no ha ganado ningún premio ni tampoco nadie se ha animado a publicarlo. Y no, no rechazo la idea de publicar.

*Unos tenéis blog y otros sois más activos en Facebook, Twitter y Tumblr. ¿Qué os han dado las estas plataformas en lo que a vuestra trayectoria y aprendizaje se refiere?

Constantino Molina: Sólo tengo Facebook, del resto no practico. Lo que me ha dado es estar en contacto con gente que de otro modo no me hubiera sido posible. Lo que me ha quitado son demasiadas horas que podría haber dedicado a otra cosa como la lectura, buscar níscalos o esfarajar las viñas (para contento de mis progenitores).

Judit del Río: Tuve blog antes que memoria. Ha sido el soporte perfecto para la evolución: pasé de escribir crítica y opinión personal a lo de ahora, que no sé ni qué coño es. También ha supuesto conocer otra gente, otros estilos, otros autores: todo eso es influencia. Facebook es una pollada que te permite postear en el muro de alguien que tienes al lado en el sofá, pero también, y fundamentalmente, me sirve para no perder contacto con gente que está lejos. Viva Gmail. A Twitter acabo de volver: es mi noticiero 24/7.

Cristina Fernández Recasens: Sólo tengo un blog y lo utilizo casi como un cuaderno más, un cuaderno distinto a los otros en el sentido de que está pensado para estar expuesto a la mirada de los otros. Es un cajón desastre: cuelgo cosas que se me ocurren, canciones, fotos, un poco de todo. Creo que conserva esa cualidad casi íntima de ser un poco un cuaderno porque tampoco recibe muchas visitas. Y las demás plataformas ni las utilizo ni las conozco demasiado.


*¿Y qué relación tenéis con vuestros contemporáneos -no sólo con los jóvenes o compañeros de antología, también con otros creadores coetáneos-? ¿Cómo han influido en vuestra obra o en vuestras ambiciones?

Constantino Molina: No soy muy de parnasos y exquisiteces. De la antología no conozco a nadie personalmente. A raíz de ella he empezado a hablar escasamente con alguno de mis compañeros a través de la red social y, por lo que veo, muchos están muy preparados. Lo poco que he podido leer de algunos de ellos me está gustando.
Con otros contemporáneos de nuestro país -de diferentes edades y generaciones- desde hace poco estoy empezando a tener relación, principalmente a través de mail y móvil. De mi ciudad, Albacete, si que comparto alguna conversación literaria, extraliteraria y otras cosas con algunos de ellos.

Judit del Río: Soy mucho de clásicos: tengo una deformación profesional muy grande que me hace acercarme a la literatura en orden cronológico. De cualquier forma, ver a gente joven que publica, y que publica cosas buenas, es una maravilla. Significa que eso es posible: anima.

Cristina Fernández Recasens: Tengo muy poca relación con ellos. No creo que me hayan influenciado mucho.

Constantino Molina

*Todos procedéis de distintas ciudades en las que imagino más o menos “movimientos literarios”. ¿Hacéis recitales, performances, actuaciones? ¿Participáis en la vida “literaria” de estos lugares?

Constantino Molina: La verdad es que Albacete en los últimos años está creciendo mucho en cuanto a movimiento literario y especialmente en poesía. Hay una buena nómina de autores reconocidos que, supongo, en parte son los culpables de que esto esté ocurriendo. Poetas como Javier Lorenzo, Andrés García Cerdán, Rubén Martín, Arturo Tendero y Luís Martínez Falero están haciendo que la gente tenga el gusanillo curiosear en este mundo, a parte de que están cosechando un buen número de premios nacionales (Adonais, Ciudad de Jaén, Barcarola, Juan Ramón Jiménez, Ciudad de Pamplona, Fray Luis de León, Emilio Alarcos…) lo que le da cierto nombre a la ciudad en este aspecto. ¡Si tenemos hasta un novísimo! -Antonio Martínez Sarrión- Qué más se puede pedir. Personalmente todavía no he participado en un recital, si que he asistido como público, aunque lo de recitar tengo que practicarlo porque me temo que no tengo ni idea, y me encantaría hacerlo bien. No hay que olvidar que ese es el origen de la poesía. Ahora estoy trabajando, para aportar mi parte en este movimiento, con una revista de creación literaria que ese llamará Abril, prevista para ser publicada a principios de 2012 y que contará -además de los poetas locales- con poetas de todo el país (Mestre, Marzal, Ramón Irigoyen, Manuel Vilas, Karmelo C. Iribarren) y espero que algunos de mis compañeros de antología. También estoy trabajando en un video-poema con Luís Sánchez para un festival de poesía que se celebrará próximamente.

Judit del Río: No soporto el rollo performático. He ido a algunos recitales y siempre te llevas sorpresas, claro, pero soy más de follar. O qué.

Cristina Fernández Recasens: No demasiado.


*Algunos os conocéis, sois amigos, otros ni siquiera habíais escuchado vuestros nombres antes de saber que compartíais espacio, de hecho, hasta la publicación en octubre de Tenían veinte años y estaban locos apenas os podréis leer en la red y en el Tumblr de origen. ¿Habéis hecho algún descubrimiento cotilleando la obra de vuestro compañero de al lado?¿A quién echáis de menos en un libro de estas características?

Constantino Molina: Como ya he dicho antes no conocía a ninguno de ellos y ahora estoy empezando a hacerlo. De todos ellos sólo he podido leer Introducción a todo de Berta García Faet, que recomiendo a todos, y tengo pendiente de leer El último verano de Alberto Acerete. Tengo que ponerme al día. Echar de menos, creo que a nadie, porque entre las edades que comprende la antología sólo conozco a Elena Medel, que por razones evidentes no está en ella.

Judit del Río: Hay gente que conozco, gente que leo en la distancia y gente de la que no había oído hablar hasta el Tumblr. Me gusta el buen rollo que ha generado conocer la lista. Ya me gustaba de antes David Leo García, aunque ha sido un descubrimiento relativamente reciente. Han sido una gran sorpresa Ruth Llana y Unai velasco. Me apetece leer con calma el libro. Gente ausente: Anna Lisa Marí me encanta, pero quiero (debo) conocerla más. Y echo de menos a Julio Fuertes, claro, por el compadreo que supondría compartir página.

Cristina Fernández Recasens: La verdad es que no he cotilleado. Tendré que esperar a que se publique el libro.


*¿Cómo pensáis que será recibida vuestra voz?

Constantino Molina: La voz de los poemas que aparecerán en la antología supongo que no dejará indiferente a nadie, por razones que el lector descubrirá en los primeros versos. Sólo espero que no sean malinterpretados y se interpreten como una invitación a la reflexión metapoética sin reparos.

Judit del Río: Una más entre la barahúnda. Hay superávit literario, es normal.

Cristina Fernández Recasens: Es una incógnita.

Cristina Fernández Recasens (retratada por Aitor Roger)

*¿Os da miedo la repercusión, la crítica, el comentario?

Constantino Molina: Tengo curiosidad. Desearía que, por ejemplo, Carlos Bousoño pudiera leerlos y me diera su opinión.

Judit del Río: No, por dios, que venga: crítica sincera, hiriente, anónima si fuere necesario.

Cristina Fernández Recasens: No, para nada. No tengo miedo a eso. No veo porqué debería tenerlo. Si se producen repercusiones, críticas o comentarios mejor que mejor. Para mi es una muy buena señal.


*Los lectores y vosotros mismos veréis la diversidad que hay en el libro, pero también apreciaréis que muchos tocáis temas comunes o tenéis influencias parecidas. Ya sé que es difícil... pero ¿cómo definiríais la poesía que hacéis? ¿Y cuáles son vuestras influencias, no sólo literarias, sino en general?

Constantino Molina: Creo que la mejor forma de definir un tipo de poesía es leyéndola, todo lo que se pueda decir de un poema está en el poema mismo. No soy muy de definiciones y poéticas porque al final siempre te quedas con la sensación de que no se corresponde del todo. Prefiero que lo hagan otros. Pero si tengo que definir el tipo de poesía que compone el libro del que provienen esos poemas, (y por hacer una aproximación a los lectores, ya que todavía no los pueden leer) diría que son una mezcla de metapoesía descarada, culturalista, divertida y llana -sin dejar de lado la hondura y la honestidad- con ruralismo. Los temas supongo que serán comunes en principio, pero el tratamiento será diferente en cada uno de nosotros. En mi caso, creo que la originalidad está en abordar los temas comunes desde una visión rural y sin complejos. Puede parecer una barbaridad mezclar en un mismo libro a personajes como Carlos V, Lorca, Dylan Thomas, Malcom Lowry, Roman Jakobson, San Juan de la Cruz, C. M de la Condamine, Nietzsche o Lucrecio con pastores, guardias civiles, el borracho del pueblo, una verbena o el joven agricultor con su coche tunning, pero esa fue la idea del libro y, cuanto menos, resulta interesante y divertida.
La naturaleza tiene un papel importante en mi poesía, entiendo que la poesía siempre ha tenido algo de subversión. Hoy día con tanto pensamiento atomizado que no lleva a nada, volver la vista a la naturaleza me parece de lo más subversivo.
En cuanto a influencias prefiero hablar de preferencias. En general la poesía que me gusta es la que se basa en la idea y la que a su vez es idea gracias a la palabra y la metáfora. La simple sinergia entre palabra e idea. Lo que viene siendo la poesía de toda la vida, vamos. Hace poco vi en una entrevista a Pere Gimferrer decir “La poesía es ante todo palabra e imagen, no idea” y claro, tratándose de un ilustre académico ya no sé qué pensar… pero la poesía puramente surrealista, dadá, de ismos y sin idea no es mi preferida. Está claro que las tonterías más gordas en literatura se han escrito en el género de poesía y alucino con los manifiestos de cincuenta páginas para justificar un poema. Si tengo que dar nombres sobre mis preferencias diré, en lo nacional: Eloy Sánchez Rosillo, Juan Antonio González Iglesias, Miguel Ángel Velasco, Andrés García Cerdán, (su último libro, titulado Carmina, es el que más me he disfrutado y más me ha emocionado de los que he leído en este último año y que saldrá próximamente publicado) Ramón Irigoyen, Guillermo Carnero a partir de El verano inglés, Julio Martínez Mesanza, Francisco Brines, Claudio Rodríguez, Ángel González, Cernuda, Juan Ramón y de los ya clásicos me quedo con Villamediana, Ausias March y Quevedo. De poesía internacional y clásicos: Trakl, Borges, Vallejo, Girondo, los poetas ingleses del siglo XVII (J.Donne, G.Herbert, A. Marvell), Leopardi, Auden, Henri Cole, Seamus Heaney, Baudelaire, Catulo, Horacio, Marcial, Juan de la Cruz… En novela estoy enganchado a Vila-Matas. Celine, Houellebecq, Dostoievsky y Proust han sido mis novelistas preferidos para lecturas de invierno y Melville o Jan Potocki de verano. En mi adolescencia me leí todo H. Hesse.
En cine disfruto especialmente con Buñuel. En cuanto a música soy bastante ecléctico, me pueden emocionar de diferente manera aunque al mismo nivel Camarón, Charles Mingus, Edith Piaf o Radiohead, aunque reconozco que mi preferencia es el rock independiente y en ese estilo he escuchado cosas buenísimas como StandStill (Viva la guerra me parece uno de los mejores discos de rock en castellano), PJ Harvey, Surfin´Bichos, Radiohead o Ratolines.

Judit del Río: Yo escribo de la enfermedad, del dolor, de la muerte, de la familia, del asco, de sexo. Un exorcismo feo y seco de lo que me preocupa ahora. Eso es el origen. No sé escribir de cosas que no me pasan. Mi imaginación es nula.

Cristina Fernández Recasens: Sí que es difícil. No sabría definir la poesía que hago ni cuales son mis influencias. Supongo que eso lo ven mejor los demás.


*¿A qué poeta os parecéis? ¿A qué poeta os gustaría pareceros? ¿A qué poeta dirán que os parecéis?

Constantino Molina: No sabe, no contesta.

Judit del Río: Hay Pizarnik y su eterna frustración por querer hacer y no verse capaz. Hay Lorca y la opinión sobre la sangre española: soez, necia y vertida. Miguel Hernández y su honradez son mi religión.
Me han dicho muchas veces que me escribo como Bukowski. Hombre: lean más a Bukowski. Se lo merece.

Cristina Fernández Recasens: Así de entrada yo creo que no me parezco a nadie. Quizás es que yo no soy capaz de verlo. Y no me gustaría parecerme a ningún otro poeta. No porque tenga nada en contra de ellos, al contrario.


*¿Por qué, después de todo esto, consideráis que estáis locos?

Constantino Molina: Lo de que estamos locos puede quedar muy bien, pero no pienso en la poesía como un lugar de excentricidades, por suerte los poetas de sombrero y bastón pasaron a mejor época -aunque quede algún despistado. Creo que la poesía exige serenidad, trabajo y aprendizaje continuo. Lo de ser un poeta loco realmente debe ser una putada, no creo que Leopoldo M. Panero sea muy feliz.

Judit del Río: Quién dijo qué. Los locos son ellos.

Cristina Fernández Recasens: Yo no creo estar loca. Como mucho diría que quizás lo estuve en algún momento. Pero ahora mismo no, definitivamente no. De hecho es Luna quien nos ha llamado locos a todos nosotros. Creo que nos debe una explicación.

17 mayo 2011

Susan Sontag renacida: viva, hermosa, ¿más?

Estoy leyendo Renacida, el primer volumen de los diarios de Susan Sontag editados por su hijo David Rieff y publicados en España por Literatura Mondadori. He seleccionado algunos fragmentos de las primeras páginas que me han "enamorado" especialmente quizá porque me siento identificada con algunos de los momentos que describe de su adolescencia, de sus primeras lecturas, su admiración a Dostoievsky y a los poetas europeos o su pequeño asco hacia Demian, -ese libro que yo odio y amo y ella odia y ama al mismo tiempo-. Aunque este año estoy bien servida de autobiografías y memorias, ayer lo dije en la presentación de Alma de Javier Moreno en Tipos Infames (Alvy Singer y sus Padres ausentes. Lolita Boch y su Ahora escribo. Julio Fuertes y La legendaria rebelión de los fumadores. Carlos Pardo y Vida de Pablo. Mercedes Cebrián y La nueva taxidermia. Patricio Pron y su El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia. O el propio Javier Moreno y Alma. 2011: escritores taxidermistas de su alma, felicidad y el Yo a ultranza). Decía: aunque este año haya leído demasiadas autobiografías y memorias, hacía mucho que no leía un diario de un escritor. En los ejemplos anteriores es el propio autor el que se aventura a contarnos su vida o sus secretos, en el caso de Sontag es su hijo el que recopila fragmentos de su vida con el riesgo y con la pregunta de ¿estaría ella de acuerdo en editarlos? En cualquier caso, leer la adolescencia de una mujer a la que admiro como es Susan Sontag me ha servido para recordar ciertas cosas y ciertos sentimientos que en los últimos meses había olvidado (el trabajo, la Universidad, la precariedad, el dolor). Parece que cuando uno es "adulto" siente el dolor de manera distinta a cuando es más joven. Sontag me ayuda a Renacer: a clasificar y ordenar mis males, mis deseos, mis lecturas, mis ganas de devorar sexos, páginas y tardes apacibles de música y calor. Feliz verano. Feliz renacimiento. Feliz palabra. Continuamos:

Y ¿qué es ser joven en años y de repente ser despertada a la angustia, al apremio de la vida?

...

¿Cómo puedo ayudarme, volverme cruel?

...

Después de escribir esta última frase, la leo de nuevo y pienso en borrarla. Sin embargo, debo dejarla tal cual. Es inútil para mí consignar solo las partes de mi existencia que me satisfacen. (¡Son tan pocas de todos modos!)

...

¿Qué, me pregunto, me conduce al desorden? ¿Cómo puedo diagnosticarme a mí misma?

...

He leído la mayor parte de Los hermanos Karamazov y de pronto me siento sumamente impura.

...

¿Y qué soy ahora mientras escribo esto? Nada menos que una persona distinta.

...

Sé lo que quiero hacer con mi vida, todo esto es muy sencillo, pero en el pasado me era muy difícil saberlo. Quiero acostarme con muchas personas. Quiero vivir, aborrezco la muerte.

...

Estoy viva... Soy hermosa... ¿hay algo más?

...

Lema: "Wolle die Wandlug"- Rilke. (Desea todo cambio).

...

Así, en otra reflexión me descubro extranjera.
Ich bin allein. Estoy sola.
Susan Sontag

13 diciembre 2009

Memorias del subsuelo.


Soy un hombre enfermo… Soy un hombre rabioso.
Dostoievski
Tengo los pechos hinchados y me duele la tripa, y no estoy embarazada, y también escupo flemas tricolores y como manzanas podridas, y no soy asquerosa. Tengo libros en ruso, tengo a Nabokov en ruso, tengo un resfriado ruso que me consume el cerebro, tengo hambre y como pasta sosa con fruta sosa y una chocolatina de regalo para alargar el sueño. Hace un año pensaba que la vida era una mierda y hoy no dejo de decir lo contrario. Hace un año me mataban. Hace un año leía a Tsvetaieva sin saber que hoy conocería a sus discípulas. No querer poesía es como no querer vivir. O eso pensaba, tonta de mí, que no quiero poesía y sin embargo vivo. Tengo el vientre suave y duermes a su lado. Tengo el pubis blanco y duermes a su lado. Tengo sueños leves y duermo sola y a mi lado sólo. Tengo diecinueve años y no les interesa mi opinión. Tengo novio. Tengo sífilis creativa. Tengo suerte, tengo mucha suerte.

25 septiembre 2008

Primeras horas de cansancio.

He aquí la situación, señoras y señores, en que encontramos ahora al héroe de nuestra verídica historia, aunque sería arduo explicar lo que precisamente le ocurría.
Dostoyevski

10 septiembre 2008

Sostiene Luna.


Ayer no cené mucho y esta mañana he tenido que levantarme a tomar un zumo. Es lo que ocurre cuando eres diabético y no cenas mucho. O al menos es lo que me ocurre a mí. Al acostarme sé que el azúcar comenzará a desaparecer de mi cuerpo y deberé ir hasta la cocina para inflarme de azúcares rápidos. Ayer. No cené mucho. Fui al cine con Pablo a las seis de la tarde. Vimos dos películas por segunda vez. Hellboy y Batman. Quizá porque necesitábamos ver a esos héroes-antihéroes que nunca vendrán a salvarnos. Hay que ser valiente, me dice Pablo. Hay que serlo. Y ayer no cené mucho. No. Cené palomitas dulces pegajosas que se quedaban pegadas al fondo del cartón. Salimos del cine a las doce. Me acompañó a casa. Buenas noches, dije.
Esta mañana, como era previsible, me he tenido que tomar un zumo de piña. Cuando no tienes azúcar el cuerpo te tiembla, e incluso a veces te encuentras muy mal y te dan dolores de cabeza. Es curioso ver cómo un minúsculo zumo de fruta amarillenta te devuelve la vida conforme va bajando por tu garganta. Era previsible que me levantaría. Sin embargo mis padres, que ya estaban despiertos porque ellos sí han empezado a trabajar, se han pegado un susto enorme al escuchar mi puerta abrirse y al verme aparecer como un zombie, arrastrándome por el pasillo hacia la cocina. Como dentro de quince días tu puerta se abra y aparezca un zombie, entonces sí que nos vamos a asustar, dijo riendo mi padre. No entendí la broma. Tomé el zumo y me acosté de nuevo.
Son las doce y media. Me gusta aprovechar las vacaciones al máximo y dormir todo lo que pueda. Son las doce y tengo vagos recuerdos de lo sucedido esta mañana. Tomo café. Hago la cama. Miro a mi alrededor, hay un palo de cortina, hay una maleta, hay libros amontonados y posters y un habitación que me cuida y que, pese a estar en ella, ya echo de menos. Claro, a eso se refería mi padre. Muy pronto esta zombie que escribe y que no acierta aún a ponerse las lentillas, se irá de esta casa. Muy pronto. Y ya es la una. Pienso en las palomitas y en Pablo. Hago fotos de lo que hace seis años era mi nuevo cuarto. Remuevo la maleta para tener que volver a hacerla y miro por la ventana, para ver los restos invisibles de la tormenta. Quiero irme ya. No quiero irme. Sí. No. Mi querida habitación. Qué héroe vendrá a custodiarte. Tienes que ser valiente, dice siempre Pablo.