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01 noviembre 2012

Queridos Tao y Ellen (otra lectura de Hikikomori).





Queridos Tao y Ellen, queridos Ellen y Tao. 
He recibido Hikikomori traducido al español -o mejor dicho, traducido al argentino, esto es, publicado por la genial editorial de Buenos Aires, Triana- y he podido reencontrarme con vuestro pez feo. Me gusta vuestro pez feo. Me gusta esa sensación de angustia que provoca vuestra correspondencia.

Queridos Tao y Ellen,
se me hace extraño leeros un "vos", aquí no decimos "vos". Os leo en mi idioma y sin embargo no es mi idioma. 

Queridos Ellen y Tao,
dónde están ahora esos trescientos y pico hamsters que él dibujó para ti, pero que nunca nos enseñó: sólo trazó y contó, sólo trazó y contó. Dónde están ahora los animales que envolvieron vuestra tristeza. En qué rendijas se encuentran ahora que parece que todo vuelve a cantar.

Querido Tao y querida Ellen,
también miro la pared y me estremezco. Demasiadas grietas. Demasiada -y necesaria- sinceridad. 

18 agosto 2011

14 agosto 2011

Sometimes my heart pushes my ribs too.





Esta semana, aún no sé qué día: me voy, me voy. Al diablo voy. Pendientes: Pombo, Kennedy, Ajmátova. Dentro: mi columpio asesinándote. Fuera: las gafas redondas. Las ojeras. Aquí se duerme bien porque no hay coches, solo hay flores: recordad que estoy en el parque de los yonkis. Otra vez. Aquí nací: otra vez. Esta semana me voy a Barcelona. Me acuerdo de Almería y de Niza. Me acuerdo de la Puerta de Toledo Crew. No estoy sufriendo. No soy tan triste. Últimamente la poesía y la blogosfera me recuerda a algún tipo de competición: a ver quién está más triste. A ver a quién le duele más la menstruación. A ver quién da más pena. A ver quién se parece más a Plath o a Pizarnik. No me quejo. Yo me incluyo. Hace unos días terminé de escribir Sailor's Grave, mi cuarto poemario, sobre el cáncer y las drogas, sobre la independencia y el adiós a los padres. Sobre la familia enferma: fatuum y genética están aquí. Y luego leo Sometimes my heart pushes my ribs de Ellen Kennedy y sé que todo es una tontería. Porque la literatura, en general, se convierte en un A ver quién es más... En la estantería todos mis autores sufren. Desde Foster Wallace a Paul Celan. ¿Sabéis una cosa? Que os den. No pienso llevarme más de dos o tres libros a mi nueva casa. No pienso llevarme nada a mi nueva casa. Pienso llegar desnuda. Enseñaros el culo. Mi abuela me ha comprado un poncho para cuando haga frío. Pero pienso pasar frío. Enseñaros el vientre. Enseñaros los mocos. Vosotros: libros pesados. Vosotros: poemas sobre el maldito dolor. Que os den. Me voy, me voy, diablearé. Un santo soy.

14 abril 2011

Contando las costuras (o bien, otro poema de Ellen Kennedy).

Me gusta mucho Ellen Kennedy, es una pena que no pueda participar en VOMIT. Según me dijo ya casi no escribe poesía. Me identifico mucho con algunas de las cosas que escribe. Lo aparentemente simple de sus sentimientos. Su malafelicidad. Aquí os traduzco:


no quiero odiar al presidente
no quiero ir a harvard
no quiero ganar el premio pulitzer
sólo quiero sentarme en mi bañera
y pensar en las relaciones que nunca tendré
con gente a la que nunca conoceré
y después tirarme en la cama
con una lupa
y contar todas las costuras de mis sábanas
hasta quedarme dormida
y despertar
para volver a repetirlo
Ellen Kennedy, 
(traducción de Luna Miguel)

la chica guapa
de la foto
es Marina

22 febrero 2011

New wave vomit, segunda parte.

Aunque ya os he hablado más de una vez de todos estos temas y autores, del New spleen y de la reciente generación New wave vomit, me apetece profundizar en mis pensamientos y adelantaros alguna noticia y curiosidad. El vómito de la nueva ola, como os conté, es esa página coloridamente punk que la poeta norteamericana Ana C. dirige desde hace un tiempo. En ella se encarga de recopilar a modo de revista o antología una serie de textos de autores contemporáneos, jóvenes y no tan jóvenes, poetas o narradores, que aún están comenzando en esto de la literatura. El vómito de la nueva ola también es una especie nombre de guerra o grito generacional al que pertenecen muchos de los escritores a los que últimamente he leído en exclusividad y que poco a poco van llegando hasta nuestros ordenadores, listas de blogs o incluso estanterías (señores de Iberlibro y de Amazon, cuánto os debemos nosotros, los del otro lado del charco). Esta generación de nuevos creadores norteamericanos viene encabezada por Tao Lin, sin duda el más popular e internacional de todos, y a día de hoy el único con dos libros traducidos y publicados en nuestro país; así como por Dorothea Lasky, Zachary German, Ellen Kennedy o Chelsea Martin.

Más allá de la calidad y el estilo literarios, uno de los aspectos más interesantes de todos ellos es esa voluntad de grupo, esa actitud desenfadada y al mismo tiempo tan comprometida con la literatura. Antologías, recitales, blogs colectivos, plaquettes, autoediciones. Un no parar. Un mundo en el que cada día hay una noticia, un tema, un análisis o recuperación de los clásicos, un poema que reivindicar. Espacios como HTML Giant, Popserial, Throught Cataloge o incluso la red social Goodreads se actualizan diariamente y sirven como plataforma para tanto para la autopromoción como para la crítica, opinión o revisión de la creación literaria a nivel particular y mundial. Se trata pues, de una serie de autores que han sabido mejor que nadie adaptar su dinámica, su pasión y en definitiva, su trabajo a Internet y a las nuevas tecnologías, sin dejar de lado el amadísimo papel que a todos nos une. Un ejemplo de que ni la poesía ni el libro en papel están muertos nos lo da Steve Roggenbuck (Chicago, 1987) autor del libro autoeditado i am like octoberwhen i am dead, sólo con una impresora, unas tijeras y una grapadora, su librito vendió más ejemplares de los que cualquier autor español, primerizo o reputado, pudiera imaginar. A veces a una le entran ganas de ponerle pegas a todo esto. Podríamos pensar que todos se parecen mucho. Que todos se han subido a la (nueva) ola de Tao Lin. Que se aprovechan de las redes sociales para promocionar algo sin sentido. Que lo que hacen no es poesía. Etc etc etc. Pero no me sería difícil explicar por qué todos estos autores merecen la pena, por qué creo que están cambiando la forma de concebir la poesía y por qué no son todos unos “imitadores” del fenómeno de Tao Lin.

Conocí a Tao Lin en 2006 después de curiosear el blog de un tal Ryan Manning, quien hacía una entrevista al autor de Eee eeeee eeee. Ryan Manning dejó una especie de spam en los comentarios de mi blog. Primero tuve miedo de que se tratara de algún virus y luego descubrí alegremente que sólo era otro blog de literatura escrito en un idioma que yo detestaba (por aquel entonces, además, vivía en Francia y el inglés era purita merde). El blog de Tao me moló. Recuerdo dejarle un “Love” en una de sus entradas. Él me contestó con una carita sonriente. Pasó el tiempo y seguí entrando a su blog, incluso le propuse a mis padres que le echaran un vistazo y que lo publicaran en España (ay, padre y madre, si os hubierais adelantado a Ana S. Pareja ahora seríamos ricos, muajaja muajaja). En 2008 conocí a Ibrahím Berlín. Una de nuestras primeras conversaciones fue sobre este tío. En 2009 Ibrah hizo prácticas en Público y preparó un reportaje sobre Ellen Kennedy, Tao Lin y Zachary German que nunca vio la luz. Gracias a ese reportaje muerto descubrió que Tao sería traducido en España y publicado por una editorial pequeñita en la que su libro pasó completamente desapercibido. Me lo compré en La Central. Me hizo gracia encontrarlo en la sección de literatura oriental. El libro, creo, era bueno. A mí me hizo mucha gracia, pero a Ibrah no le gustó tanto, de hecho a él este autor no le moló nada, hasta que leyó con atención el ejemplar de Richard Yates que encargué por Iberlibro y que nuestro amigo Julio Fuertes terminó de traducir para Alpha Decay hace unas dos semanas. De Richard Yates ya hablará en extenso Ibrahím Berlín en el próximo número de Quimera que en pocos días estará en la calle. En este número aparecerá también un poema traducido de Tao Lin, otro de Dorothea Lasky y otro de Kendra Grant Malone, como adelanto de una antología de poesía de jóvenes norteamericanos que se publicará en 2012 en El Gaviero Ediciones. Demasiada información. Esperad. Me va a estallar la cabeza. Ay. Ay. Ay.

La poesía de Tao Lin (a esto quería llegar) es el máximo exponente de lo que significa hoy poesía under 30 en Estados Unidos: el sweet ego, lo anecdótico por encima de todo, el monólogo interior, la velocidad, lo depresivo, la soledad, lo teen, lo pop, las nuevas tecnologías... hay una relación muy fuerte con la narrativa. De hecho casi todos los poetas jóvenes norteamericanos saltan del relato a la poesía, de la poesía al relato sin darse cuenta. Su poesía, la de la mayoría de ellos, será algo difícil de introducir en nuestro mercado, si bien parece que hay una generación dispuesta a aceptarlos, otros críticos preferirán tacharlos de modernacos o de generación ni-ni de las letras. A mí me molan. Me inspiran. Me hacen creer que el mundillo de la poesía no está viciado. Me hacen dudar, otra vez, ¿qué es la pureza? La pureza es hacer lo que a uno le gusta, y hacerlo bien, trabajando, disfrutando, descubriendo y compartiendo cosas alucinantes. Ana C., Stephen Tully Dierks, Richard Chiem, Poncho Peligroso (el poeta laureado de 2011) o Brittany Wallace son algunos de los últimos autores que he leído y que más me han gustado. Además son buenos colegas, y sus muros de Facebook o Tumbrls me parecen realmente divertidos.

Es bonito estar viviendo esto. Es bonito, pienso, empaparse de este vómito celeste y radiactivo. 

26 diciembre 2010

New wave vomit.

El vómito de la nueva ola, o esa página de Ana C. (poeta norteamericana de orígenes, creo, hispanos) en la que la voluntad de reunir literatura contemporánea desconocida y fresca me ha ayudado a conocer a muchos autores más de diferentes rincones del mundo. Estas iniciativas, a lo 3AM Magazine, me parecen preciosas. Ojalá el blog Tenían veinte años y estaban locos pueda llegar a representar algo así. Todo esto lo digo por varias cosas, a) Ana C. ha sacado dos poemas míos en su vómito eléctrico y delicioso, y b) En ...estaban locos hay un poema de Laura Casielles, poeta española con la que coincidí en Cosmopoética en 2009. Es un poema perfecto. Un poema de pájaros. Sabéis cómo me gustan los pájaros. Sabréis cómo me gusta su poema.

Letra B
Pues bien. Continuemos con la letra b. Hablemos de poesía española. De las novedades en la poesía española. De los últimos libros que he leído. Esto es: Los idiomas comunes (Hiperión, 2010), de Laura Casielles; Ventanas a ninguna parte, de Javier Vicedo Alós (Pre-Textos, 2010); Gritos verticales, de Gracia Iglesias (El Cangrejo Pistolero, 2010) y Apuntes de espera, de Alba González Sanz (Torremozas, 2010). Laura Casielles, decía, ya me parecía bastante buena y ahora me lo parece más. Es cierto que de su hermoso libro algunos poemas están más logrados que otros, y con esto quiero decir que algunos me emocionan tantísimo que no puedo prestar atención al resto. Me refiero a poemas como Vecindario, como Google, como Economía sostenible (este es especialmente bonito), como Credo, como La levedad del pájaro (este lo publiqué en la antología Tumbrl y me parece exquisito), o como La certeza del agua. Me recuerda en algunos momentos a Verónica Aranda (por lo cosmopolita), a Javier Rodríguez Marcos (por los juegos de palabras) o incluso a Amalia Bautista (por la voz femenina dolida). Laura Casielles nació en 1986. Creo que tiene 24 años. No sé si ayer u hoy  el poeta José María Cumbreño ha subido un texto muy positivo sobre la poeta. En su texto, Cumbreño, insinúa que últimamente los premios y la prensa sólo se centran en los poetas jóvenes, y "cuanto más jóvenes mejor". Su comentario es desafortunado, pienso, pues salvando las excepciones de María Salvador,  David Leo García o Elena Medel, no conozco a ningún autor nacido después de 1985 que haya publicado su primer poemario antes de 2010... con los 20 y los 30 ya cumplidos... (sí, los ha habido, pero sin demasiada repercusión hasta el momento).

La jeunesse, one more time
El otro día, cuando fui a Hiperión a comprar Los idiomas comunes de Casielles, hablé con la célebre librera Susana Rodríguez (quizá una de las mejores libreras que conozco). Hablamos del premio de David Leo, de mi Poetry y de Casielles. Hablamos de Laura Rosal, de Alba González y de algún autor más. Me dijo Susana: ya era hora. Me dijo también que el panorama necesitaba regenerarse un poco, que tenían que venir autores nuevos. Le hablé de las polémicas. Me dijo: siempre hay polémicas. Me referí a las envidias. Me dijo: siempre hay envidias. Mencioné los veinte años. Me dijo: por fin volvéis a tener veinte años.Con este último comentario Susana se refería a los primeros libros de algunos de los autores que ahora leemos y respetamos: Carlos Pardo, Josep María Rodríguez, Miriam Reyes,  Carmen Jodra, Antonio Portela. La juventud no es un valor. No. La juventud no es un valor: es una necesidad y un inicio. La juventud no es un tatuaje. La juventud no es una minifalda o un calimocho. La juventud en la literatura, o mejor, en la poesía, es una ley. ¿Cuántos poetas jóvenes hay en este país frente a los narradores de su misma edad? Aquí lo que importa, entonces, no es la edad sino la voz nueva. Y la voz de Laura Casielles (Soldado que huye nos lo advertía) es de esas que aunque nuevas ya te acarician, familiares, fuertes, bonitas... La voz de Laura Casielles es de esas que perdurarán: y eso me pone. Pero también me ponen otras cosas. Me pone que Gritos verticales, de Gracia Iglesias sea un libro cojonudo. Me pone que Ventanas a ninguna parte sea una carta de presentación (aunque ya hubiera publicado alguna cosa más) de mi casi vecino en Madrid, Javier Vicedo Alós. Una carta de presentación sensible, escueta, concisa... Todas esas cosas me ponen. Mucho. Como el primer poema de Apuntes de espera de Alba González Sanz, que me hizo temblar. Y alguno más. Ahora os cuento, sí.

Pájaros, ventanas y niñas celosas
Empezaré por Gracia. Gracia Iglesias no me gustaba, es decir, no me hacía demasiada ilusión. Sin embargo hace menos de un mes me compré Gritos verticales en la presentación del libro... y todo cambió. Su poesía es cruda. Su poesía son pájaros, vómitos, sangre, frutas, árboles (todo lo que a mí me gusta). Su poesía es bella. Gracia sabe crear lo bello. Y cuando alguien sabe crear puta belleza el resto me da igual. Cuando alguien sabe hacer lo bello: me retiro, me arranco los pelos, me miro en el espejo de sus páginas, y, ay, Dios. Gracia Iglesias tiene treinta y pico años. Antes hablaba de la edad. ¿Qué importa decir Treinta y pico después de la belleza? ¿Qué importa? Javier Vicedo Alós es La tranquilidad. Sí. Algo así. Una casa luminosa y tranquila: Ventanas a ninguna parte. Ganó el premio RNE de poesía hace meses pero no lo había leído hasta ahora. Conciso, decía. Escueto, decía. Tranquilo, decía. Una suerte de Clepsidra (Ana Gorría, Plurabelle, 2004) o incluso algo cercano a los poemas de Mariano Peyrou que yo conozco. No lo sé. Una apuesta segura que me gusta. No sé. No lo sé. Me gusta. Me deja con hambre: ey, Javier, quiero más. Y nos lo dará... Quizá de todos los poemarios que vengo mencionando el de Alba González Sanz sea el más flojito. Esperábamos mucho su libro. Sus libros. Sé que Apuntes de espera no es el único que tiene entre manos y sé que lo que he podido leer de su autoría en otras ocasiones me ha gustado bastante. Apuntes de espera tiene destellos. Tiene juegos de palabras. Espacios bonitos. No me llegan sin embargo esos poemas crípticos: cuando habla de ciudades, amantes o experiencias en un tono tan íntimo que apenas llego a comprender o descifrar. Creo que Apuntes de espera tiene la fuerza pero no del todo la forma. Hay algunos poemas: Esto no se hace por teléfono..., o No me habéis educado para permanecer..., o bien Tengo celos de las niñas que te miran en el metro..., que sí me gustan. Su simpleza o brevedad, su forma, su trato de lo cotidiano y el lenguaje coloquial consiguen lo que otros poemas a priori más complicados y sesudos no hacen. Sigo esperando, con muchas ganas, desde mi propio apunte de espera, el próximo libro de esta poeta.

Sometimes my heart pushes my ribs
Y eso es lo que he leído. Hasta hoy, en esta última semana. También he leído a Ángel González (cómo me gusta, joder) a Olvido García Valdés (ella es La Poeta), y a algunos jóvenes norteamericanos: Jordan Castro, Richard Chiem, Ellen Kennedy, otra vez. También he traducido sus poemas. Y he visto coser el culo del pavo relleno. También he sentido la maldita navidad en mis pulmones. En mi nariz. En mi economía. También te he visto vomitar. El vómito de la nueva ola, joder, joder, joder. Y Manolo Vázquez. Y Matías. Y Tua Blesa ha escrito sobre Poetry is not dead. Y hoy he comido en un japonés con papá y mamá. Y he vuelto a casa. Y he traducido este poema de Ellen Kennedy. La nueva ola, la nueva ola, el nuevo vómito, la nueva ola (repito), joder

A NADIE LE IMPORTA LA POESÍA

Me preguntas si he estado trabajando en mis viñetas
Digo " ahora estoy intentando centrarme en la poesía"
Dices, "nadie quiere leer poesía"
Digo "lo sé, sólo lo hago por dinero"
Mi amigo dice "la poesía es terrible"
Digo "no quiero pensar en la poesía"
Tu novia dice "¿quieres una galleta Moon Pie?"
Digo "claro, supongo que quiero una Moon Pie"

(Ellen Kennedy, traducido por Luna Miguel)

02 octubre 2010

La resaca o un poema de amor.

I wish my life consisted only of
riding my bike with you
down a giant hill that never stopped
while listening to music
with no one else around
in the middle of nothing,
except a few shiny relaxing ligths above in the sky
like stars but a little brighter
and more orange
Ellen Kennedy

Podría ser domingo. Podría ser sábado. Podría ser un sucio miércoles por la mañana porque la luz se filtra y nos araña. Nos asusta en su delirio. Y tú veías las luces naranjas y entonces me acordé de este poema pertenece a Sometimes my heart pushes my ribs (Muumuu House, 2009) de Ellen Kennedy, au estadounidense nacida en 1989 cuyos poemas breves, cuyos poemas breves narrativos, cuyos poemas breves narrativos y brillantes descansan en mi mesilla. A mí también me gustaría que mi vida fuera así. Un continuo descenso veloz por cualquier colina o duna desértica. Un descenso veloz con la música de estos días: como ayer, sí. Acariciando el vinilo con la risa de Julio, con la risa de Laura. Como ayer, acariciando la nuca de Ibrah mientras las luces intensas y naranjas de nuestro cuarto nos intimaban... podría ser domingo. Me marcho a comprar un pijama. Podría ser domingo. Podría ser un poema de amor o un poema de domingo. Pero qué significa qué. Qué quiere decir hoy domingo.