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miércoles, 9 de abril de 2025

Bruno Schulz: Madurar hacia la infancia

Idioma original de los textos: Polaco
Año de publicación de este volumen: 2025
Traducción: Elzbieta Bortkiewicz
Valoración: Muy recomendable

Madurar hacia la infancia es un volumen editado por Siruela. Compila varios textos de Bruno Schulz, así como un buen puñado de su obra gráfica. 

Entre los textos tenemos dos novelas autobiográficas (aunque en el prólogo de este volumen se las tilda de «libros de relatos», yo las consideraría novelas o, como mucho, ciclos cuentísticos): "Las tiendas de color canela" y "Sanatorio bajo la clepsidra". Ambas se cuentan entre lo mejor que tiene por ofrecernos Schulz. Las sigue "El cometa", un relato bellísimo, y material variado que incluye desde reseñas, entrevistas y posfacios hasta artículos sobre política.

Puesto que resulta difícil reseñar un libro tan ecléctico en su conjunto, diré para empezar que demuestra la versatibilidad, imaginación e inteligencia de Schulz, que evidencia por qué se considera al autor un máximo exponente de la prosa poética y que permite al lector adentrarse en un universo (no sólo literario, también gráfico; no sólo narrativo, también de corte ensayístico) único y personal.

Aunque todos los textos compilados en Madurar hacia la infancia me han parecido de una calidad indiscutible en cualquiera de sus apartados, admito que mi predilección estética me ha hecho disfrutar sobre todo aquéllos que se adscriben en la narrativa, pues permiten que el apabullante manejo del lenguaje de Schulz, así como su maravillosa imaginación, brillen con inusitada fuerza. También me han atraído sobremanera los temas barajados en ellos por el autor, que van desde las relaciones familiares (tema en el que predomina la figura entre patética y siniestra del padre, y que a su manera incluye al servicio doméstico) hasta el erotismo o el trazado de una ciudad cambiante y onírica.

No hay más que mirar cualquiera de los pasajes que componen, por ejemplo, "Las tiendas de color canela", para convencerse de ello de la calidad y lirismo de la prosa de Schulz. En el primer capítulo ya nos recibe una descripción de una plasticidad y sensibilidad inigualables que dice así: «Tras hacer la limpieza, Adela hizo aparecer la sombra sobre las habitaciones cerrando las cortinas de hilo. Entonces, los colores bajaban una octava y el cuarto se oscurecía sumido en la claridad del abismo marítimo, reflejado opacamente en los espejos verdes, y todo el color del día respiraba entre las cortinas, que ondeaban ligeramente en los sueños del mediodía.» (pg. 46)

En otro párrafo magistral engarzado en esta misma obra, localizado abriendo una página al azar, hallamos lo siguiente: «El cielo barrido por los vientos, amplio y argénteo, estaba labrado por líneas de fuerzas, tan tensadas que parecían romperse, por surcos severos, como venas petrificadas de estaño y plomo.» (pg. 131-132)

No puedo dejar de mencionar el posfacio que Schulz dedica a El proceso de Franz Kafka, donde alaba la abstracción con que la novela aborda «la intromisión de la ley en la vida del hombre»: «Kafka encontró en el idioma humano una especie de corporeidad adecuada, una clase de material sustituto para esos asuntos inalcanzables e inexpresables en el cual construye y teje hasta los detalles más menudos la estructura del asunto.» (pg. 458)

A este posfacio de Schulz le debemos otra exquisita reflexión sobre la literatura de Kafka: «Los libros de Kafka no constituyen ninguna imagen alegórica, clase o exégesis de la doctrina, son una realidad poética autónoma, redonda, cerrada por todos los lados, justificada en sí y en reposo. (...) la obra vive una vida poética propia, polivalente, insondable y no agotada por ningunas interpretaciones.» (pg. 459)
 
Los dibujos de Schulz que cierran Madurar hacia la infancia me parecen tan prodigiosos como sus textos. Hay cierta reminiscencia de mi admirado Alfred Kubin en su factura; también ecos al erotismo prohibido presente en las niñas de Balthus, o a la sexualidad sadomasoquista de ciertos bosquejos de George Grosz.

martes, 28 de noviembre de 2023

Reseña + Entrevista: El sheriff Goodman contra Pinhead y otras espeluznantes aventuras en el lejano oeste, de Takeshi García-Ashirogi

Idioma original: Japonés (guiño)
Título original: Sherifu Gudmandu VS Pinheado, o algo así (guiño, guiño)
Traducción: Colectivo Juan de Madre (guiño, guiño, guiño)
Año de publicación: 2023
Valoración: A mí es que este tipo de cosas me gustan

Estoy eufórico. Porque encontrar un libro que parezca escrito especialmente para uno no sucede con frecuencia; y menos habitual todavía es que ese libro dé lo que se esperaba de él al tiempo que supera con creces dichas expectativas. Hoy vengo a hablaros de El sheriff  Goodman contra Pinhead y otras espeluznantes aventuras en el lejano oeste (en adelante El sheriff  Goodman...). 

La editorial Pathosformel inscribe acertadamente este ciclo cuentístico de Takeshi García-Ashirogi en el "weird" y el "western". No me extraña: en él se mezclan ambos géneros con pasmosa eficacia. Y es que en estas páginas encontramos pueblos de frontera con sus tabernas, burdeles y minas, además de duros cowboys ataviados con sombrero y armados con pistolas. Pero también hay elementos mágicos (una zahorí, un hechicero apache o un espiritista), viajes en el tiempo, referencias a la cultura popular y épicos "cross-overs".

Personalmente, me hubiera conformado con que El sheriff Goodman... fuera simplemente un entretenido y bizarro pastiche salpimentado con sexo, escatología, gore y humor absurdo. Sin embargo, Takeshi-senpai nos ofrece más, mucho más, que eso.

En primer lugar, su prosa es superior a la de esos escritores "pulp" que emula, ya que imprime un ritmo frenético a la acción sin por ello descuidar las descripciones o abusar de los diálogos. Por otro lado, sus premisas son más originales y sus argumentos más solventes de lo que hubiera sido estrictamente necesario, así que gracias por tanto, Takeshi-senpai, y perdón por tan poco.

Aunque no penséis que el autor intenta distanciarse de esa literatura a la que homenajea. Al contrario: la alude constantemente, de forma más o menos explícita, y se recrea en sus humildes pretensiones, su desparpajo narrativo o sus simpáticas ocurrencias. 

Por ejemplo, ya desde el título, en la obra de Takeshi-senpai se rinde homenaje a esa tradición de los autores de bolsilibros que enfrentaban a un valeroso cowboy contra cualquier monstruo gótico (vampiros, momias, hombres lobo...). Tradición que nos ha regalado joyas como la serie de Monstruos en el oeste del prolífico Curtis Garland, o los más recientes Cara de muerto: Frankenstein está de vuelta, en el salvaje oeste!, de Luis Guallar y El infierno y Texas, de  Xavier B. Fernández.

Pero dejad que os cuente un poco de qué trata El sheriff Goodman... (al menos lo intentaré, aunque advierto que, si no leéis el libro, jamás lograréis haceros una idea certera de su contenido). A lo largo de siete relatos, en cierto modo autoconclusivos, Philip Goodman debe enfrentar distintas amenazas: el increíble Hulk, el paso de unas sufragistas por Goldville, un Death Note primigenio, la modernización del viejo oeste (encarnada en Hollywood), Pinhead y su séquito de cenobitas o un Karl Marx y un Friedrich Nietzsche reanimados. Asimismo, su leal ayudante, Mary Austen, detiene a una secta religiosa que venera a (y folla con) los dinosaurios.

Las formas que Goodman y Austen tienen de combatir semejantes amenazas son bastante ingeniosas. A veces los agracia alguna conveniencia argumental, pero en general sus victorias se sienten merecidas, y la supervivencia de los personajes implicados satisfactoria, al contrario de lo que sucede en esas fantasías de poder donde un tipo apuesto y musculoso rescata a la damisela de turno a base de hostias.

Ah, nuestro sheriff se aleja bastante de la sencillez del protagonista arquetípico de la literatura popular. Para empezar porque es una especie de hombre trans, o al menos el equivalente de uno para la época en la que se ambientan sus relatos. A eso hay que añadir que ostenta una caracterización compleja que evoluciona a lo largo de los relatos.

Como podréis imaginar, hay muchas virtudes que resaltar en El sheriff Goodman... Ya hemos hablado de su disparatada mezcla de géneros, de las descabelladas ideas que alberga y de su agradecido formato (que entrega por un lado historias autoconclusivas la mar de entretenidas y, por el otro, va desarrollando paulatinamente un mundo y unos personajes). Pero a título personal querría reivindicar también su descacharrante sentido del humor, sus abundantes dosis de sangre, determinadas escenas de muertes pintorescas y sexo extravagante o su diseño de tres cenobitas completamente nuevos.

En cuanto a los relatos, diría que todos mantienen un nivel de calidad sorprendentemente homogéneo. Aun así, creo que mis preferidos son, por funcionar al mismo tiempo como gamberradas lúdicas y viajes metafóricos, el de los dinosaurios y el de los filósofos resucitados. También me gustó bastante el de Hollywood, por su fondo psicológico.


PD: Si todavía dudáis sobre si El sheriff Goodman... puede ser de vuestro agrado, dadle un tiento a "El rostro circuncidado", relato que se puede descargar gratuitamente y que anticipa todo lo que encontraréis en este ciclo cuentístico.


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A continuación adjuntamos un pequeño cuestionario que Takeshi-senpai ha respondido con suma amabilidad:

ULAD: Le he leído ya en múltiples registros, y debo decir que es usted un escritor muy versátil. Sin embargo, siempre acaba recalando en el terror o la ciencia ficción pulperos, el "splatter", el humor absurdo o el bizarro. ¿Qué es lo que le atrae de estos géneros? 

T.G.A.: Lo popular. Lo popular que hay en ellos. Sabe, yo me crié entre las butacas de un cine de L.A, en el que mi madre era la encargada de la limpieza. Por eso, pese a mi sangre oriental y mexicana, el cine popular de los EEUU fue el cuento de mi infancia. En realidad, y puede que suene esto extraño, para mí la cultura popular es la verdadera cultura de vanguardia.

ULAD: ¿Tenía decidido desde un inicio que El sheriff Goodman contra Pinhead y otras espeluznantes aventuras en el lejano oeste fuera un ciclo cuentístico compuesto por relatos con cierta continuidad, u originalmente imaginaba un conjunto que, aunque ordenado cronológicamente, fuera de corte episódico?

T.G.A.: En principio ni una cosa ni otra, sino que se trataba de un solo cuento en plan "splatter-western", justo el que da título al libro. Pero el personaje me conquistó de tal manera que no pude dejar de regresar a él, contando sus andanzas en el pueblo de Goldville a lo largo de su vida. 

ULAD: ¿Retomará las aventuras del sheriff Goodman algún día? Yo me leería cualquier secuela, "spin-off", adaptación gráfica o versión audiovisual que tuviera a bien regalarnos.

T.G.A.: Jajaja. Pues la verdad es que me sigue atrayendo la idea de continuar las andanzas de Goodman y su gente. Justo puede que haya un "spin-off" por ahí, para cierto proyecto que se está fraguando en la misma editorial que ha publicado la antología. Así que, tal vez, algún día regrese Goodman con el equipo completo. De momento, estoy enfrascado en la escritura de un "slasher" que se desarrolla en un viaje de jubilados; de hecho, últimamente el género "slasher" me tiene entregado.

ULAD: ¿Considera al sheriff Goodman un personaje trans? Nunca aclara si simplemente se hace pasar por hombre o si verdaderamente siente que su sexo no coincide con su género.

T.G.A.: Eso me ha comentado alguna lectora, que Goodman es trans, o rey drag o algo así. La verdad es que este es uno de esos casos en el que el personaje cobra su propia voluntad, y el escritor es un simple amanuense al servicio de aquél. Cierto que yo noté algo particular en el personaje, como su nombre auténtico o los sofocos en la cincuentena, pero si te soy sincero no llegué a concretar de dónde venían o a dónde iban esas particularidades.

ULAD: Además de enfrentar al bueno de Goodman contra Hulk, las sufragistas, un cuaderno Death Note, una secta que rinde culto a los dinosaurios, Hollywood, los cenobitas y dos filósofos de la sospecha resucitados, se menciona en un par de relatos que también combatió a una banda de atracadores que utilizaban muñecos vudú de banqueros para robar, o a ninjas llegados del Japón. ¿Cómo selecciona a tan variopintos villanos y antagonistas para él? ¿Puede revelarnos, de haberlos, otros que le quedaran en el tintero?

T.G.A.: Jajaja. Es verdad que dicho así de corrido queda una colección bien graciosa de contrincantes. La selección me llega de forma muy natural, normalmente porque estoy releyendo cómics o libros cuyos villanos me apasionan, o porque acabo de ver alguna película o serie que me inspiran el "cross-over". Quedan muchos en el tintero, de ahí que puedan llegar nuevas espeluznantes aventuras en el lejano oeste. Para un relato promocional aparecía la familia de La matanza de Texas; por ahí tengo apuntes del villano de la serie española Estoy Vivo, que vi por recomendación de mis anteriores editores españoles; un buen amigo de la infancia me dijo que sí o sí debía darle a la compañía del halcón del manga Berserk.

ULAD: ¿No le dan miedo las represalias legales que pueda ocasionar el empleao de personajes y objetos con derechos de autor (algunos superhéroes de los cómics de Marvel, el Death Note o los cenobitas y su Configuración del lamento)? Y, más arriesgado que desafiar la posesividad y avaricia de las grandes corporaciones me parece moldear a su antojo ciertos elementos de diversas franquicias. ¿Acaso no teme que los fans le linchen por ello?

T.G.A.: ¡Espero que no! Jajajaja. A los fans les diría que todo lo que ocurre en el libro no es "MCU" ni nada parecido; todo mentirijilla, y hecha desde el máximo respeto y admiración por los personajes tratados. A las corporaciones, en cambio, les recordaría que mi familia materna padeció un bombardeo atómico, y que, como estirpe,  de una experiencia así sales con muy poco que perder y muchísimo que ganar.

lunes, 9 de agosto de 2021

Lorel Manzano: Los quebrantahuesos

Idioma original: Español
Año de publicación: 2014
Valoración: Recomendable (o algo más)

Los quebrantahuesos, de la mejicana Lorel Manzano, es una propuesta sumamente interesante que derrocha calidad literaria, originalidad y autenticidad. En 2014, año de su publicación, ganó merecidamente el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí Amparo Dávila.

Empecemos destacando que la obra podría calificarse de ciclo cuentístico. A semejante formato añádele otro rasgo atípico: ocho cuentos de cierta extensión son argamasados gracias a siete microrrelatos. Huelga decir que todas estas ficciones se encuentran interconectadas.

La prosa de Manzano es tan áspera como los personajes y escenarios que retrata, y los temas que la autora maneja gravitan siempre en torno a la pobreza, la crueldad, la violencia y la muerte.

Para ir terminando, quiero insistir en que todos los textos compilados en Los quebrantahuesos me han parecido extraordinarios. Si le pongo alguna pega a un par de ellos (el que abre el volumen y el que le da título al mismo) es porque, o bien palidecen en comparación con el resto, o bien porque yo no he logrado apreciarlos del todo en mi primera lectura.

viernes, 1 de enero de 2021

Giovanni Papini: Gog

Idioma original: Italiano
Título original: Gog
Traducción: Mario Verdaguer
Año de publicación: 1931
Valoración: Irregular, aunque decididamente recomendable


No se puede hablar de la inclasificable Gog de Giovanni Papini sin mencionar a su protagonista, un multimillonario cruel y cínico que se dedica a viajar por el mundo, observar agudamente su entorno y entrevistarse con famosos de la talla de Ford, Gandhi, Einstein o Lenin. El libro en sí es una colección de sus apuntes, coloquios, anécdotas y pensamientos. 

Súmale al memorable protagonista de Gog elementos de sátira, desmitificación de personajes históricos y reflexiones de calado filosófico, y lo que obtienes es literatura de alto voltaje. Debo remarcar, no obstante, que a esta novela fragmentaria (o ciclo cuentístico) la lastran algunos defectillos menores.

A mi juicio, son los siguientes:

  • Su irregularidad. Gog oscila todo el tiempo entre la brillantez comedida y la genialidad indiscutible. Balance que está más que bien. Además, ¿cómo no van a palidecer unas cuantas páginas, si otras son excelsas? Pero bueno, esto no evita que uno experimente altibajos durante la lectura. 
  • Su formato, estructura y tono se antojan algo reiterativos.
  • En su recorrido cultural e histórico hay un claro sesgo occidental. 
  • Su acusada falta de mujeres (especialmente, de mujeres con cierta participación en el relato) chirría sobremanera. 
  • En determinados pasajes obliga a suspender la incredulidad hasta niveles exagerados. Por ejemplo: es inverosímil que se sinceren con el protagonista tanto Freud como Lenin como Edison. O que ciertos personajes (uno de los gigantes de su colección, el verdugo llamado Tiapa...) hablen con una retórica impecable. 
  • Su decepcionante final. Después de conocer a un tío sin apenas aspectos redimibles, y atravesar unos últimos capítulos en los que éste se muestra particularmente misántropo, tenemos que tragarnos que sólo quería ser pobre otra vez y disfrutar de los pequeños placeres. ¡Venga ya! Espero que en El libro negro, la continuación de esta obra, Papini arregle semejante despropósito. 

Poco más que añadir. Ojalá algún escritor competente tome a Gog como referencia y analice de modo análogo al perpetrado por Papini las primeras décadas del siglo XXI. Nuestra época, sin lugar a dudas, se presta a ello. Varias personalidades famosas aguardan su deconstrucción. La retorcida lógica de muchos individuos anónimos también merece un buen rapapolvo (conspiranoicos y magufos de todos los colores; economistas que creen a pies juntillas en la mano invisible del mercado; autoproclamados republicanos que, piruetas mentales mediante, alaban el nepotismo monárquico; "incels" que justifican los cadáveres sexuales; supuestos progresistas que critican Matar a un ruiseñor o Hijo nativo por emplear "the N-word"; etc...). Aunque no tengo claro si se puede hacer sátira de un escenario que es una caricatura de sí mismo. 


También de Giovanni Papini en ULAD: El libro negro

jueves, 4 de junio de 2020

Bruce Jay Friedman: Towns

Idioma original: Inglés
Título original: About Harry Towns
Año de publicación: 1974
Traducción: Manuel Moreno
Valoración: Entre recomendable y está bien

Towns, de Bruce Jay Friedman, versa sobre la vida de Harry Towns, un guionista de cine que se ha separado de su esposa, hace cómicos esfuerzos por ganarse el cariño de su hijo, vive por encima de sus posibilidades en un apartamento de lujo de Manhattan, se acuesta con múltiples mujeres, ha perdido a sus padres y, amén de ludópata, es adicto a la cocaína. Los defectos del bueno de Harry son considerables; sin embargo, él es consciente de ellos e incluso los señala de forma explícita o implícita, por lo que se gana la simpatía del lector.

Como afirma Rodrigo Fresán en el prólogo de este volumen, Towns es una «novela-en-cuentos» (género híbrido también conocido como ciclo cuentístico). La conforman cinco capítulos: "Volver de la costa", "Socios", "Alto, fuerte y guapo", "Nieve", "Uno tras otro" y "Otro intento". Aunque dichos capítulos-relatos se pueden leer de forma autónoma, en su conjunto desprenden una cierta continuidad y gravitan alrededor de cuestiones recurrentes.

A mi juicio, los tres primeros superan con creces a los que les siguen. Friedman tiende a la dispersión, pero en estas narraciones iniciales hay un empaque la mar de satisfactorio, además de una exploración temática francamente lograda. De modo que son muy interesantes. Por el contrario, ninguno de los textos que siguen a "Alto, fuerte y guapo" me ha llegado a impactar en demasía, salvo en pasajes puntuales.

Quizás le pondría una pega a la prosa de Friedman, y es que tengo la impresión de que el autor no sabe cuándo terminar un párrafo. En lo que respecta a la traducción de Manuel Moreno, decir que siente un apego excesivo por expresiones propias del argot norteamericano que en nuestro idioma suenan poco naturales, como «el tipo» o «el chico» (ésta última hace referencia al hijo de Towns). También criticaría de la traducción de Moreno la reiteración de ciertas palabras sin intencionalidad estilística mediante.

En resumen, Towns es una lectura irregular que gustará especialmente a aquéllos familiarizados con las inquietudes de la ficción americana de segunda mitad del siglo XX, a aquéllos que encuentren entrañables a sus escenarios y personajes, a aquéllos que disfruten del humor amable cuyo origen es la amargura. Porque si algo hay en estas páginas es este tipo de humor.  

lunes, 9 de septiembre de 2019

Charles Bukowski: Cartero

Idioma original: Inglés
Título original: Post Office
Traducción: Jorge García Berlanga
Año de publicación: 1971
Valoración: Está bien

Releo ahora, con veinticuatro años, esta novela de Charles Bukowski que a los diecinueve me encantó. Y debo reconocer que, aunque sigo apreciando sus hallazgos, la termino con un sabor agridulce.

En primer lugar, porque es más irregular de lo que recordaba. Su estructura y su argumento son un desastre, y su prosa tiene altibajos brutales. A esto súmale que el realismo sucio, género en el que se inscribe, ya no despierta en mí la admiración de antaño.

Pero bueno, especifiquemos a qué me refiero con que la estructura de este libro es un desastre. Antes he dicho que Cartero es una novela, pero realmente se puede considerar un ciclo cuentístico, ya que los relatos que la conforman tienen cierta unidad. No obstante, esta unidad se limita al protagonista compartido y a algún elemento recurrente puntual. De modo que las partes se sienten a menudo desconectadas del todo.

Asimismo, el argumento no acaba de funcionar. Cartero nos cuenta doce años de la vida de Henry Chinaski, álter ego de Bukowski. Esta es, pues, una historia semi-biográfica. Una historia que parece hablar de sueños frustrados y conformismo, pero que tiene demasiadas digresiones para focalizarse en nada. A la postre, uno no sabe si se encuentra frente a una novela con un mensaje aguado o ante un deslavazado estudio de personaje.

Por otro lado, digo que la prosa de Bukowski presenta altibajos considerables porque pasa de reflexiones geniales a metáforas manidas en menos que canta un gallo. También compagina interesantes recursos estilísticos (la técnica del "patchwork") con otros menos afortunados (enfatizar conceptos obvios mediante mayúsculas o cursivas). Y no hablemos de esos pasajes tediosos que se le cuelan al escritor de tanto en tanto; pasajes que hablan largo y tendido de temas tan fascinantes como el código de ética de la oficina de correos, las carreras de caballos o la morfología urbana de Los Ángeles.  

En cuanto a aspectos positivos, diría que esta auto-ficción se siente muy honesta. Además, hay que admitir que la voz de Bukowski, guste o no, es bastante personal. Su humor, negrísimo, es absolutamente hilarante. A destacar también el ejercicio de intertextualidad que hay en el final de la obra. Chinaski (y, por ende, Bukowski) abandona la miserable seguridad de su empleo con cuarenta y nueve años para dedicarse exclusivamente a escribir. Y escribe, precisamente, Cartero.

Lo dicho: una novela (o ciclo cuentístico, si lo preferís) muy irregular, con ideas la mar de sugestivas eclipsadas por otras que son decididamente mediocres. Bukowski fue un descubrimiento en mi adolescencia, pero mucho me temo que mi gusto lector le ha dejado atrás.


También de Charles Bukowski en ULAD: El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Pulp, La máquina de follar, La senda del perdedor Hollywood

lunes, 27 de agosto de 2018

Mercedes Abad: La niña gorda

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2014
Valoración: Está bien



Mercedes Abad suele escribir relato y la editorial Páginas de Espuma está especializada en libros de relato. Pero cuando un conjunto de relatos comparte protagonista, temática, conflicto y una clara relación causa-efecto, ¿eso no es una novela? La única salvedad es que cada uno de los relatos podría leerse de manera independiente. Pero no voy a entrar en una disertación solo apta para mentes más sabias y eruditas, solo me siento obligada a deciros que no tengo nada claro que La niña gorda no pueda considerarse una novela. VER ACTUALIZACIÓN

Resumen resumido: Susana Mur tiene trece años y va con su madre camino del endocrino para poner solución a un grave —según su progenitora– problema de sobrepeso. Conoceremos a Susana a través de algunas vivencias anteriores a ese momento y la seguiremos después en situaciones puntuales de su adolescencia y vida adulta. El conflicto de Susana con el mundo y consigo misma la acompañará en todos esos momentos adoptando en cada caso la forma pertinente. 

Pero «explicar la vida de Susana» no es el objetivo de esta obra ni vamos a presenciar el ya manoseado proceso de conversión de patito feo a cisne, lo que es muy de agradecer por otra parte. Y es que Mercedes Abad es una autora muy hábil y juguetona que utiliza en este caso el hecho de «explicar la vida de Susana» como excusa para abordar otras cuestiones, ¿qué cuestiones?, en mi opinión, los conflictos del paso de la niñez a la vida adulta, que no deja de ser un tema universal, pero visto bajo la óptica particular de una niña/mujer en continuo conflicto con su cuerpo. Hay que aclarar que esta historia no va de trastornos alimenticios si no de algo mucho más sutil, complejo y generalizado —y por ello, más difícil de detectar—, y ahí se encuentra, desde mi punto de vista, una de las grandes apuestas de La niña gorda. La otra gran apuesta es el estilo; una prosa trabajadísima, mimada al máximo, que esgrime un lenguaje vivaz de frases largas y elocuentes: 
«Le fastidiaría mucho pensar que su madre la llevó al endocrino contagiada por alguna amiga, aunque llamar amistad a las relaciones cultivadas por su madre en el mercado, la tienda de ultramarinos, el Salón del Reino de los Testigos de Jehová o la puerta del colegio, cuando los iba a buscar a ella y a sus hermanos, suponga conferir un honor inmerecido a aquellos roces efímeros y triviales, ajenos al verdadero afecto tal y como lo entiende la hija» 
La ironía impregna toda la narración a pesar de que el tono evoluciona de lo luminoso de la etapa infantil e ingenua a lo escéptico/amargo más propio de la vida adulta, y la voz cambia en función de la fase vital de Susana en la que nos encontremos: 
  • Los primeros cuatro relatos se centran en la infancia y tienen ese tono que decía más ingenuo y luminoso. Susanita es inocente pero muy observadora y tiene plena conciencia de poseer un físico que no se adapta al canon estético. El personaje cae bien y genera empatía y uno quisiera que fuera siempre así pero, como ya sabemos, los niños crecen. 
  • El quinto relato «Las hermanas Bruch» es bastante particular por su extensión —podría ser el germen de una novela independiente del resto— y porque funciona como punto de inflexión en la pérdida de esa inocencia infantil de Susana que nos ha seducido anteriormente. 
  • Del sexto al octavo, entramos de lleno en la adolescencia de Susana y la adorable Susanita desaparece ya por completo. En su lugar, una adolescente que se enfrenta como puede a la antesala de la vida adulta con sus descubrimientos y desengaños, aventuras más o menos mundanas y, sobretodo, el lastre de una auto percepción marcada por su físico: 
«Sí percibí, en éxtasis, (…) las manos recorriendo con cierta avidez mi cuerpo. ¡Mi cuerpo! Una parte de mí seguía sin creerse nada, aunque la mayor parte de mí estaba totalmente entregada y habría hecho una detrás de otra todas las cosas que Cors me hubiera pedido. Quizá por eso tienen las gordas —y las ex gordas— fama de chicas fáciles: el deseo ajeno nos pilla siempre tan desprevenidas que accedemos a todo» 
  • Los dos últimos capítulos se centran en la vida adulta. El último, en concreto, aporta un momento climático que trata de dar un cierre al conjunto de relatos/capítulos/whatever
A veces, uno es capaz de valorar el acierto de la temática de una obra, su buena factura, su estilo y, sin embargo, ser incapaz de disfrutarla a ese nivel, de entrar realmente al juego que propone. Creo que en mi caso, la Susanita de los primeros capítulos me gustó tanto que imaginaba para ella otra deriva (no sé cuál) y la evolución que finalmente sigue me decepcionó. También he dicho anteriormente que una de las grandes apuestas del libro es el conflicto con el cuerpo desde una óptica compleja y, o bien es tan compleja que se me escapa o la concatenación de acontecimientos que se relatan son más casuales de lo que deberían —¿o quizá le estoy pidiendo a un conjunto de relatos lo que se le pide a una novela?—. Y de ahí que califique esta obra con un discreto Está bien.

Lo que no me despierta dudas es el acierto del título; nada mejor que algo corto, directo y con enjundia, y La niña gorda pone en marcha los engranajes de hasta el más empanado. También me ha gustado mucho la portada, tan arriesgada, esos colores saturados y contrastados, y ese aire grotesco. Porque una niña que está gorda es algo feo, malo y grotesco. Sí, así están las cosas.

ACTUALIZACIÓN: (para aprender no hay nada como reconocer la propia ignorancia y afortunadamente contamos con la fiel guarda de algunos ex colaboradores de ULAD que velan por la integridad del blog y echan un cabo cuando es necesario). Así que enigma resuelto: La niña gorda, que como he dicho se encuentra a caballo entre la novela y el conjunto de relatos pertenece al todavía poco reconocido género del ciclo cuentístico. No obstante, el efecto de superposición y contribución a un todo que se le presupone y que sí me funcionaba en esta otra obra, sigo sin acabar de verlo en La niña gorda que, por otra parte, cuenta con otras virtudes que ya he expuesto.

lunes, 21 de agosto de 2017

Colaboración. Berta Vias Mahou: La mirada de los Mahuad

Idioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: muy recomendable

Siempre que abordo las primeras páginas de un autor que no conozco necesito descubrir cuál es su «rollito». Y Berta Vias, en «La Mirada de los Mahuad», despliega un «rollito» muy suyo que resulta difícil de explicar sin hacer uso de la metáfora. 

A menudo se compara una obra literaria con una prenda de confección, (se mide su complejidad como si fuera el patrón de un vestido, en función del número de costuras y su grado de enrevesamiento). Pero Berta Vias no juega en esa liga; no ha confeccionado una prenda de patrón complejo; su apuesta es más sofisticada: «La mirada de los Mahuad» es una pieza de tela circular, un tubo, como esos pañuelos que se meten por la cabeza, donde lo particular no es la forma que adquiere si no el tejido que la compone: miles de finísimos hilos de diferente tono y textura que conforman un velo envolvente que filtra la luz (y la realidad) matizándola en cada tramo para hacer referencia a la misma idea subyacente. Y esa complejidad, esa manera de transmitir, se traslada a la estrategia narrativa de la obra: seis relatos que podrían funcionar de manera independiente pero que leídos como un todo alcanzan un nivel superior de subtexto. VER ACTUALIZACIÓN

Resumen resumido: seis momentos en la infancia y juventud de Elba, como seis fotogramas imprescindibles para captar la maraña de su personalidad, sus circunstancias, sus miedos, sus anhelos y el gran amor de su niñez (Jan) que perdura en ella con el paso de los años. Una protagonista que rebosa idiosincrasia, recovecos y contradicciones. 

En esta obra no es tanto el qué como el cómo. Aunque sí hay un qué común apuntado en los seis textos, la idea subyacente que mencionaba: la (maravillosa) complejidad y contradicción del ser humano en su relación con los demás y consigo mismo y la fragilidad de la línea que separa la realidad pura y dura (¿existe realmente?) del producto de nuestros devaneos, de nuestras ensoñaciones y de la subjetividad de nuestros recuerdos. Es una obra de factura delicada, de estrategia medida al milímetro con el objetivo de sumergirnos en una atmósfera híper-sensitiva, casi de ensoñación. Si fuera una película, en la mayoría de los relatos apenas habría diálogo, tan solo sonidos; los colores tendrían un sutil punto de sobresaturación y la cámara alternaría continuamente los planos generales a los primerísimos planos de detalle. Ese es el «rollito» de Berta Vias, al menos en esta obra en la que arriesga sabiendo muy bien a lo que juega.

La voz del narrador en tercera persona omnisciente no muestra fisuras y transmite convicción a pesar de que a menudo conduce al lector sobre las arenas movedizas de la mente y los recuerdos. Sin embargo, cuando el narrador focaliza en Elba se impregna de los vaivenes de sus pensamientos.

La estructura temporal es clara, los seis relatos siguen un orden cronológico y siempre sale al paso algún dato que ayuda al lector a situarse.

En cuanto a los personajes, la obra gira alrededor de Elba por lo que recibimos mucha más información de ella que del resto. No obstante, la autora no analiza psicológicamente a los personajes, si no que se limita a mostrar sus acciones para que sea el lector el que construya su propia percepción, como si se tratara de un cuadro impresionista. El amor de infancia de Elba (Jan) está más definido que el resto y cuenta, incluso, con un relato propio. La relación entre ambos es un elemento transversal en los seis textos; la figura de Jan, de carácter también particular, se integra muy bien en el mundo de Elba, su aparición en los recuerdos de ella obra como un acicate para su mente. Los demás personajes, apenas esbozados, albergan mucho más de lo que la autora se limita a mostrar y podemos, en algunos casos, ir más allá en su percepción.

Se trata de una novela de digestión lenta que alcanza su mayor intensidad una vez finalizada (y tal vez pasadas unas horas o unos días) para poder observar el poso de sensaciones. Independientemente de eso, su lectura ofrece grandes momentos evocadores, sobre todo cuando habla de la infancia y, como mencionaba antes, todo ese mundo sensorial en el que vive envuelta la protagonista y sus recuerdos.

Por otra parte, se recurre a la omisión de la puntuación del estilo directo para conseguir una mayor sensación de indefinición. Ni guiones, ni comillas, ni cursivas: lo que dice uno se mezcla con la descripción del cielo y los pensamientos del que está más allá. Es cierto que así se integra mucho más el mundo interior con el mundo exterior y que no es un recurso nuevo y que no es una decisión tomada a la ligera. Pero resulta muy poco amable, sobre todo en las primeras páginas en las que el lector se sumerge con confiada ignorancia. Luego uno se acostumbra, acepta la convención y se deja llevar. Sin embargo, suele decirse que las primeras páginas de una novela tienen que transmitir su esencia (y en este caso se cumple), pero también se dice que es en las primeras páginas en las que el autor se juega que el lector persista o abandone. Y en el caso de «La mirada de los Mahuad» parece que la reafirmación de la esencia de la obra está muy por encima de querer seducir al lector. Yo persistí pero me amargó un poco el arranque. (Es mi caso y no deja de ser una subjetividad).

Por tanto. Muy recomendable porque apuesta fuerte, porque es original en su estrategia, porque tiene excelente factura y una gran capacidad para apelar a la mente y los sentidos. Eso sí, no apta para los que gusten de lecturas ligeras.
                                                                                                                             Firmado: Beatriz Garza

También de Berta Vias Mahou en ULAD: Yo soy el otro

ACTUALIZACIÓN: La mirada de los Mahuad, que como he dicho se encuentra a caballo entre la novela y el conjunto de relatos pertenece al todavía poco reconocido género del ciclo cuentístico.