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    13 abril 2011

    El instituto más innovador de Andalucía no tiene aulas

    Ni tampoco tiene patios ni pizarras, cafetería o biblioteca.
    Sus estudiantes no tiene sillas ni tampoco mesas. No llevan maletas ni mochilas. No cargan con libros y probablemente no usen ni lápices ni bolígrafos.
    El instituto más innovador de Andalucía no tiene nada de esto.

    Por no tener, el instituto más innovador de Andalucía no tiene ni director ni directora aunque no le falte cabeza al asunto.

    El instituto más innovador de Andalucía se llama IEDA y, aunque está en San Juan de Aznalfarache, se cuela en tu casa si quieres estudiar Educación Secundaria Obligatoria o Bachillerato o si necesitas ayuda para el acceso a FP de Grado Superior. Casi dos mil estudiantes dejan entrar en sus casas (¡sin llamar al timbre!) al que probablemente sea el mejor equipo docente de Andalucía a través de la conexión a Internet de sus ordenadores y yo quisiera advertirles de algo importante: ¡tened cuidado! En el IEDA se han propuesto cambiar vuestras vidas ofreciendo educación de calidad y son testarudos. ¡No cejarán en el empeño!

    Quisiera contaros solo un detalle para que comprendáis cómo piensa esta gente: el pasado mes de enero me ofrecieron la oportunidad de ir a trabajar con ellos en una sesión de mañana. Querían que habláramos de un reto imposible: la confección de un currículo a base de
    1. tareas
    2. grupales
    3. colaborativas
    4. interdisciplinares.
    No conozco ni un solo centro que tenga esta ambición: organizar su currículo en torno a tareas colaborativas de aprendizaje elaboradas y consensuadas por equipos de docentes y con un claro predominio de la interdisciplinariedad frente a la especificidad de los departamentos.

    Mi primera sesión con ellos fue un fracaso, aunque nadie me lo dijo ni quizás ellos lo notaron. Cometí el error de subestimarlos a pesar de que tenía información sobre el IEDA, sus materiales y su claustro: mi error fue hablar demasiado.
    Cuando estás con gente así tienes que cambiar la estrategia y ser un catalizador, un provocador, un moderador: hay que dejarles hablar. Salí muy tocado de aquella sesión.

    Por eso el pasado lunes, que volví a tener una oportunidad de estar en el IEDA, no quería cometer el mismo error por segunda vez. Asumí que la estrella no era yo, sino los profesionales del IEDA: no debían escucharme a mí, lo justo era oírles hablar a ellos. Apagué el cañón y guardé silencio (¡incluso repartí fotocopias en el Santuario del Bit!). Era su turno de palabra y era el momento de convertirme en un hombre de gris.


    Y disfruté.

    Me contaron sus tareas. Me hablaron de buscar viñetas en los medios de comunicación para analizar críticamente la Economía (¡con la falta que nos hace!); me describieron una campaña de difusión del software libre preparada por los estudiantes de la asignatura de Informática; narraron cómo describir y analizar un país francófono en la "clase" de Francés; me propusieron hacer una güija para entrevistar a un investigador o una investigadora del siglo XIX en Física y Química; me emocionaron en Historia preparando un cuento infantil para explicar qué es el Imperialismo; nos animaron a analizar la calidad de vida en nuestros pueblos usando las Matemáticas o a ser reporteros gráficos en nuestras empresas como práctica de Seguridad y Salud Laboral. Por diseñar, diseñaron incluso una tarea en la cual los estudiantes tenían que diseñar una tarea: ¡una meta-tarea!

    Hablamos de tareas, de sus productos y sus procesos. Hablamos de gestión de grupos y de roles, de cooperación y de trabajo individual. Hablamos del tiempo: plazos, calendario, sincronía, asincronía. Hablamos de la relación entre las tareas y el currículo. Hablamos de socialización rica en enseñanza a distancia.

    Hablamos de la enseñanza de calidad del futuro que hoy es, ya, presente en el IEDA.

    Gracias a todas las profesoras y todos los profesores del IEDA por enseñarme tanto sobre mis dos profesiones, la de maestro y la de formador.

    Hasta siempre.

    19 abril 2010

    Finlandia está en Aragón: CEIP San Juan de la Peña


    Hace poco la jefa de estudios del colegio de mis hijos me contaba su viaje de estudios a Finlandia y todo lo que allí había aprendido. Como ella, muchos docentes, equipos directivos y especialistas en Educación han peregrinado a la nueva Meca de la OCDE buscando inspiración para posibles reformas del sistema educativo, posibles cambios en sus centros o posibles mejoras en sus prácticas docentes.

    El caso finlandés está bien estudiado y tenemos muchas referencias en publicaciones científicas. Así, por ejemplo, en el año 2006 la Revista de Educación publicó un número extraordinario dedicado a PISA en el cual encontramos dos artículos interesantes sobre competencia lectora y formación del profesorado que explican, desde una perspectiva multifactorial, el "éxito" de Finlandia en esta prueba de evaluación internacional. Ambos vienen a decir, simplificando, que si al "sistema educativo" lo llamamos "sistema" es porque todos los elementos implicados están dinámicamente interrelacionados y el éxito colectivo depende del buen funcionamiento de cada uno de esos elementos; las soluciones parciales no valen. Y esta misma idea se aplica a no sólo a todo el sistema sino también a cada centro: necesitamos una visión global del funcionamiento de los centros que nos muestre cuáles deben ser los aspectos a potenciar, mejorar o modificar.

    La pasada semana tuve la oportunidad de estar en Finlandia. Perdón, ¿he escrito Finlandia? No, quería decir Aragón y, más concretamente, Jaca. Invitado por la Consejería de Educación del Gobierno de Aragón pude reunirme con los centros que están participando en la Experiencia Piloto para la Mejora de la Competencia en Comunicación Lingüística (escribiré sobre esta interesante reunión en una segunda entrada) y conocer el centro que ejerció de anfitrión, el CEIP San Juan de la Peña.

    Aragón ofrece unos resultados en PISA por encima de la media nacional, similares a países como Alemania o Reino Unido y a otras comunidades como Navarra, al tiempo que están también luchando por mejorar los datos relativos al fracaso escolar (como podemos ver en el estudio del Injuve (2007), Juventud y Fracaso Escolar). En este contexto el CEIP San Juan de la Peña supone un ejemplo de educación de alta calidad al que podemos mirar para sacar conclusiones.

    Centro bilingüe y centro TIC, en sus aulas podemos ver algunas prácticas dignas de atención: entre otras actuaciones, aprendizaje cooperativo desde Educación Infantil, atención especial a la competencia comunicativa a lo largo del currículo, utilización intensiva de los pasillos y otros rincones del colegio como espacios de aprendizaje, trabajo por parejas del profesorado, presencia de madres y padres del alumnado en el centro y, especialmente, en una bilioteca magníficamente organizada y gestionada como lugar de encuentro y de contacto con el libro.

    Las claves de este centro están en una dirección activa y comprometida, un claustro muy profesional en el cual se combinan experiencia con juventud, una metodología de trabajo compartida por todo el personal del centro, una voluntad clara de mejorar y de asumir retos, una asociación de padres y madres dispuesta a colaborar y, como consecuencia del trabajo realizado en el centro, una buena consideración  por parte de la administración. Es decir, como en el caso finlandés, todo el centro funciona como un "sistema" que comparte fines y objetivos, un marco pedagógico y una forma de trabajar; en suma, un estilo educador.

    Hoy que tanto se habla en los pasillos del falso debate sobre la pedagogía o la anti-pedagogía, hay que visitar centros como el CEIP San Juan de la Peña para comprender que enseñar no es simplemente ponerse delante de unos menores a repetir lecciones ajadas por el mal uso y el paso del tiempo, sino dar luz a unas ideas para que los estudiantes las hagan suyas y las apliquen en su vida cotidiana y que para conseguirlo son necesarias la reflexión sobre cómo enseñar y la voluntad de enseñar de manera profesional.

    Por todo ello, la próxima vez que me encuentre con alguien que me diga que va a hacer una visita de estudios a  Finlandia ya sé lo que le voy a decir: "¿Para qué quieres ir a Finlandia, si puedes aprender más en Jaca, en Pamplona, en la Cala de Mijas, en Albacete o en Hospitalet? No busques en la Laponia lo que tienes junto a ti: mira a tu alrededor y visita los centros que están haciendo una buena labor, aprende de ellos y aplícalos en tu propio centro. Así puedes hacer de tu escuela una nueva Finlandia".

    Salud