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viernes, 1 de mayo de 2009

¿Plagió Cela?

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El culebrón del supuesto plagio de Cela tiene visos de no acabarse nunca. Ahora, la jueza del caso, según se comenta en El País, en crónica de Pere Ríos, ha apreciado plagio en La cruz de San Andrés, novela con la que el narrador gallego obtuvo el Premio Planeta de 1994. La denunciante es Carmen Fermosel, autora de Carmen, Carmela, Carmiña (Fluorescencia), novela que estaba depositada en la citada editorial.

Cuando empezó el caso, el abogado e hijo de la autora denunciante, Jesús Díaz Formoso, me llamó por teléfono a la Universidad para pedirme que hiciera un informe. Le contesté que no, pero que con mucho gusto leería la novela de su madre y le daría mi opinión. Y así quedamos, pero nunca me la mandó. Unos meses después, el juez le pidió un informe pericial a Sergio Beser, catedrático de literatura española en mi mismo Departamento, quien no advirtió plagio alguno. Sí recuerdo que comentó entonces que la novela de la señora Fermosel tenía escasa entidad literaria. El caso es que el abogado consiguió que este informe no fuera tenido en cuenta, amparándose en que Beser había sido colaborador de Planeta. Lo sorprendente del caso es que esas colaboraciones fueron hechas treinta años antes. Y así siguió girando la torpe rueda del mundo... Buscaron a otro perito, Luis Izquierdo, también catedrático, en este caso de la Universidad de Barcelona, aunque ahora ya se haya jubilado. Su opinión ha sido distinta y sí ha apreciado plagio: "se trata de un supuesto de transformación al menos parcial, de la obra original". La jueza, por tanto, ha señalado que la obra de Cela "presenta tantas coincidencias y similitudes [con la obra de Fermoso] que para realizar tal transformación la novela de la querrellante hubo de ser necesariamente facilitada [a Cela] para que, tomándola como referencia o base, hiciera lo que el perito denomina aprovechamieno artístico [por Cela], en una obra estéticamente diferente, con el sello propio de su autor, que presetada al mismo certamen literario resultaría premiada". Raquel Amado, fiscal del caso, por su parte, tampoco ha apreciado plagio, por lo que reclamó a la jueza que lo archivara.

Lo más curioso de este triste caso es que enfanga, una vez más, el nombre de Cela, quien en los últimos años de su vida anduvo con las peores compañías posibles, de la misma forma que su Fundación, dados los resultados, tampoco parece estar regida ahora por las personas más adecuadas. Por no hablar ya de esa gran broma que ha acabado convirtiendo La cruz de San Andrés, novela medianeja, en pasto para jueces y abogados, todos ellos con afición, visto lo visto, a la crítica literaria.
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