Ahora, cuando acaba de morir, e intento ordenar lo que
sabía de ella, me doy cuenta de que ni siquiera conocía su fecha de nacimiento.
Vivía en Madrid, creo que desde 1953, pero había nacido en Galicia y solía
pasar las vacaciones en su casa de El Puerto de Santa María. Así, su España era
toda, del centro a la periferia. Se doctoró en la Complutense,
en la especialidad de Filología Románica, con una tesis que luego publicaría
con el título de El primer lenguaje constitucional
español (Las Cortes de Cádiz) (1968). Durante la década de los sesenta fue
becaria del Seminario de Estudios de Humanidades que dirigía Julián Marías, dedicado
al análisis del XVIII y el Romanticismo español, en el que tuvo como compañeros
a Carmen Martín Gaite, Gonzalo Anes o Miguel Martínez Cuadrado. Poco a poco sus
trabajos fueron decantándose hacia la historia del periodismo español,
convirtiéndose en una de sus mayores expertas, con varias obras de referencia en
su haber: Oratoria y periodismo en la
España del siglo XIX (1977); los tres volúmenes que componen la Historia del periodismo en España (1983-1998),
el último en colaboración con María Dolores Saiz; Una historia de El País y del grupo Prisa. De una aventura incierta a
una gran industria cultural (2004), escrito con su hija, Susana Sueiro; y Cuatro siglos de periodismo en España. De
los avisos a los periódicos digitales (2007), también con M. D. Saiz.
Además de ser autora de diversos capítulos dedicados a la prensa en la monumental
Historia de España, de Menéndez Pidal,
y otros muchos artículos sobre la materia. Podría decirse, por tanto, que en el
caso de la historia del periodismo español el genérico tendría que ser el
femenino. Hasta su jubilación fue profesora en la Universidad Carlos III, de
Madrid.
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No quiero concluir sin referirme a otra faceta fundamental
en su existencia: el matrimonio, en 1957, con el
escritor Daniel Sueiro, con quien tuvo tres hijos. Falleció pronto, en 1986,
pero desde entonces su empeño principal consistió en facilitar la difusión de la obra de su marido, de lo que resulta buena
prueba varias reediciones recientes. Me consta que conocía bien la historia
literaria, que reivindicó la figura del poeta hispanomexicano Luis Rius, y en
especial la del artículo literario, sintiendo predilección por las
piezas de Manuel Alcántara y Eduardo Mendoza, y de los históricos Julio Camba,
Gómez de la Serna, González Ruano y el primer Umbral, pues sabían dotar a sus
columnas de un toque humorístico; pero además fue una lectora de ficción constante
y exigente, hasta el punto de que todavía la semana pasada estaba leyendo Una manada de ñus, libro de cuentos de Juan Bonilla.
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* Este artículo ha aparecido publicado en el diario El País, el 26 de junio del 2013. María Cruz Seoane nació en La Coruña en 1935.
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