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miércoles, 28 de mayo de 2014

Hogar, dulce hogar

Tras varios días de viaje, uno regresa a su minúsculo país (ese pacífico estado gobernado por los ritos ancestrales de cada día) y se encuentra con algunos imperceptibles atisbos de cambio: una ¿novela? de Luis García Montero sobre la mesa del escritorio, la luz novedosa que se filtra suavemente por las persianas cerradas o la presencia amenazadora de una nevera desnuda, casi vacía.
Más allá de donde / aún se esconde la vida, continúan las mentiras tenaces de un televisor mal apagado. Hoy ensalzan la crueldad del éxito en un estadio de Lisboa y la anémica rebelión de los votantes europeos. Pero no encuentro un solo momento para el análisis, porque cada vez se me hace más cuesta arriba desertar de los versos de Panero, confiar en que la música amansará a las fieras, abrir la puerta del garaje para abandonar de nuevo las cuatro paredes de mi patria.
Pie de foto: Hogar, dulce hogar. Martínez Clares, 2014.

viernes, 7 de marzo de 2014

Panero

Se me muere Panero sin que yo le haya leído una sola línea. Se me muere inédito, como tantos otros a los que tuve que leer póstumamente. Se me muere y ya caen en mis manos estos versos suyos que certifican mi irresponsable inercia de lector inhábil, mi tardío y calamitoso acercamiento al genio: “Aun cuando el musgo concluye mi pecho, / el terror remueve las cuencas vacías”.
Panero se me muere como no quisiera vivir ningún poeta: prisionero incesante en un atroz mundo de versos.
Pie de foto: Leopoldo M. Panero. Sara del Castillo para Jot Down Magazine.