Desde que James Watt inventó la máquina de vapor, el duelo debe entenderse de otra manera. Al menos así lo creen en la CEOE y por eso les indigna tanto que los trabajadores dispongan de cuatro días de permiso cuando fallece un familiar de primer grado.
¿Es admisible que un profesional pase la noche velando a un hijo, a un padre o a una esposa mientras las tareas se siguen acumulando sobre la mesa de su oficina?
¿Qué se puede esperar de un país que llora a sus muertos?
Desconozco por qué estos señores relacionan directamente la trascendencia del dolor con la evolución de los medios de transporte, como también desconozco si tienen familia, pero de ser así sus hijos ya saben lo que pueden esperar de ellos.
Pie de foto: Travesía. Martínez Clares, 2008.