En agradecimiento a Ang
Lee
“Y aunque nosotros, al
mirar uno de esos cuadros, nos pongamos del lado del hombre -qué remedio- poco
a poco empezamos a mirarlo con la misma sensación de tener delante a un ser
incomprensible que tal vez inquieta al animal”.
A. MUÑOZ MOLINA. El atrevimiento de mirar.
No
recuerdo dónde perdí a mi tigre de Bengala.
Debió
de caerse del bote cuando me olvidé de soñar despierto y acepté que la realidad
debe ajustarse a un guión establecido.
El
caso es que anoche volví a sentir su instinto luchando contra la nimiedad del
océano y, entonces, entendí que nuestros destinos no siempre tienen que fondear
en la derrota.
Dejen
que les cuente: yo estaba, una vez más, yaciendo en la rutina. Por eso, para
verlo como es debido, tuve que cerrar bien los ojos. Pasó muy despacio junto a
mí antes de adentrarse en un mundo tan real como inexplicable. Juraría que me
miró como deben mirar los espejismos a quienes más los necesitan. Me pareció exhausto
en su grandeza. Lógico. Dicen que venía de vencer al mar.