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domingo, 19 de septiembre de 2021

Volverán las oscuras golondrinas

 

Vuelven las golondrinas a un patio ubriqueño

 


Por Esperanza Cabello

Desde hace unos días el patio interior de nuestra casa luce de una forma más dulce y tierna, acaban de llegar, al final del verano y de la mano de mi querida madrina, mi tía María Remedios, unas preciosas golondrinas que han jalonado los recuerdos de toda una vida.

Ahora se quedarán conmigo para siempre, este regalo me ha conmovido muchísimo, y es que estas golondrinas tienen mucha historia, ya conté, cuando Marta Canto me regaló las golondrinas de Manises (en este enlace) que recordaba perfectamente las golondrinas del patio de mi abuela Julia.

 

Con mis padrinos y mis padres, en el patio de mis abuelos



Yo tuve la suerte de ser la primera niña entre todas las nietas, cuando nací ya habían nacido, en la familia paterna, mis primos Paco, Prudencio, José Manuel, Manuel Ángel y mis hermanos Francisco y Manolo, así que el nieto número siete (entonces no se sabía si el bebé sería niño o niña hasta el momento de nacer) era muy esperado y todos querían que fuera una niña.

Nací un domingo de marzo, justo a la hora de la misa matinal, y como mi padre era tan expresivo, tan extremoso y tan impaciente, fue a la iglesia a contarle a mi abuela Julia que había nacido una niña, todos los asistentes a la misa se enteraron en el mismo momento y todos lo felicitaron.

Y mi abuela Julia, al igual que mi abuela Natalia y mis tías, estaban muy contentas con la niña, tanto que de vez en cuando me "rifaban" para llevarme a casa de unas o de otras. A veces tita Ana María me recogía y me llevaba a la tienda, me recuerdo a mí misma sentada en el mostrador y a ellas dándome todos los mimos, como siempre tan zalameras.

 Yo siempre fui muy de mis abuelas, a las dos las admiré y las quise con locura, con una viví toda mi infancia, pero a casa de abuela Julia iba a diario.

Me encantaba su patio con tantas macetas, con tantos adornos, con aquellas pilistras tan hermosas, con los platos adornando la pared y los cacharros de metal sobre maceteros de madera, con las columnas de hierro y las tinajas de barro, así es como yo entiendo los patios. Y en aquel patio siempre hubo tres golondrinas.

 

En el patio de los abuelos en 1964, las golondrinas al fondo


Después, trás la muerte de abuela Julia en 1971, nuestro abuelo vendió aquella casa, y nunca supe dónde fueron a parar todos los objetos que la decoraban, poco a poco fui descubriendo, en casa de las tías, algunos de ellos: las pilistras y los juguetes de madera en lo de tita Julia, los cuadros de los bisabuelos argentinos en lo de tita Joaquina, los adornos de hierro y algunos cuadros en la casa de mis padres y en la de tito Pepe.

Pero aquellas golondrinas que tanto llamaban mi atención, se perdieron de mi vista durante un tiempo, hasta que volví a verlas cuando mis padrinos tuvieron un piso en Cádiz.



2004, Esperanza e Isabelita en la terraza de mi madrina, y las golondrinas acompañándolas


Del mismo modo que siempre fui mucho de mis abuelas, también me he sentido siempre muy cerca de mis tías, ellas han sido siempre muy especiales para mí, y por supuesto de mi madrina, la recuerdo desde siempre muy cerquita, ella era la chica, la más querida y protegida en a casa, y yo heredé ese cariño que todos le han tenido siempre y que ella derrocha a raudales para todos los que estamos cerca.

Cuando Marta Canto me regaló las golondrinas de Manises yo estaba muy contenta, y le conté a mi madrina que después de tantos años por fin había conseguido tener yo también en mi casa unas golondrinas.

 


2019 las golondrinas de Marta Canto

 

Y al contarle la historia de las golondrinas mi madrina me dijo que las golondrinas de abuela Julia también serían para mí, y que así volverían a estar en un patio ubriqueño, lleno de pilistras y coleos, con maceteros de madera, tinajas de barro y cacharros de metal.

Lo mejor de una herencia, es que la recibas cuando quien te la lega está vivito y coleando, y por eso estoy tan contenta de haber heredado estas golondrinas de la mano de mi madrina, porque sé que ella disfruta dándomelas tanto como yo recibiéndolas y colocándolas, con la ayuda de Eduardo, en el patio.

Entre las dos hemos cerrado un círculo, un círculo de tradiciones, de cariño y de recuerdos. Seguro que cuando mi familia lea esta entrada y vea las fotografías los recuerdos felices brotarán en cascada.

Ojalá alguien recordara también de dónde vinieron estas golondrinas a casa de abuela Julia, eran tres, y una se quedó en el camino.

Desde ahora las golondrinas de tita Reme, que han vuelto al final del verano a mi patio, se quedarán en Ubrique muchos años, y darán la bienvenida año tras año a las otras golondrinas, a las que de verdad vuelan y son tan importantes para nuestro mundo, y por eso escribo esta historia de recuerdos en femenino singular, por amor a mi abuela y a mi madrina, dos mujeres extraordinariamente hermosas a las que siempre tengo en mi corazón.💜💜💜

 


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Nota del día 21 de septiembre: Comentario de mi querido tío Pepe💜💜💜 (José María Cabello)

Qué maravilloso artículo, Esperanza. Las dos fuisteis privilegiadas, madrina y sobrina. Yo te recuerdo como la muñeca rubia de ojos de nácar, juguereando en la casa de Málaga o con tu infantil curiosidad repasando los libros de mi microbiblooteca en Algeciras. Tambien allí volteaban golondrinas haciendo curvas imposibles hasta posar en el balcón de Villa Palma. Siempre de paso. Símbolo de mi peregrinaje personal, como su invierno africano. Feliz en los años sesenta, en el hermoso patio de la casa, de familia. E igualmente feliz en los años setenta que conseguí mi libertad. Bss.



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jueves, 3 de septiembre de 2020

Recuerdos de aquellos días de novena. Su aniversario

Julia Janeiro Rubiales
"La mejor rama del árbol familiar
Se nos fue al cielo  en plena novena"



Por José María Cabello Janeiro


Estoy siguiendo los cultos, en esta novena a nuestra Patrona, gracias a la generosidad de la parroquia y la ayuda técnica de Radio Ubrique. Gracias a ellos, nos sentimos unidos virtualmente a tantos paisanos y paisanas que asisten -por turnos- a postrarse a los pies de la Virgen de los Remedios. Y por esas extrañas conexiones que la memoria hace con el subconsciente me trasladó a fechas antiguas, con pleno dominio sobre el tiempo y las circunstancias.

Y así, hoy día 3 de Setiembre, día quinto de la novena, me retrotrae a los años de mi adolescencia y al inolvidable ritual que se realizaba en mi familia, fiel devota de nuestra Titular. Una diferencia esencial. En aquellos años lejanos había una clara distancia entre la celebración de la eucaristía y el ejercicio de la novena. Durante la mañana, desde las siete a las once, una serie de misas cantadas se celebraban en honor de la Patrona, sufragados por familias devotas. Nosotros la teníamos reservada para el día once, por ser aniversario del matrimonio de mis padres.

Hoy la misa es el acto central de la novena, como señaló el concilio. Antes, se leía el texto del Beato José de Cádiz. Y el acto más importante de la tarde era el sermón, que se confiaba a destacados predicadores, a los que pomposamente se les llamaba "oradores sagrados”. Y finalizaba el acto con la salida por la sacristía un grupo de miembros de la Hermandad con hachones de madera y una pequeña vela en lo alto. Presidía el Hermano Mayor don Serafín Bohórquez, con su hachón blanco y todos rodeaban la imagen de la Señora para entonar la salve popular que cantaba el coro -ya existía la coral- y todo el pueblo.

A las siete de la tarde, explotaban algunos cohetes y había repique de general de campanas. Era la llamada. Al segundo toque, mi madre mandaba a Mariquita Calleja, su fiel asistenta, a la iglesia para que le guardase el sitio. Tercera fila a la derecha, primer asiento. Padecía una fuerte flebitis y desde allí veía mejor a su Virgen. Y ahora, me pican los ojos con el recuerdo. Son muchos los años transcurridos. Pero este mismo día y en plena novena se nos fue al cielo mi madre, a la que tanto quise. Se nos rompió la mejor rama del árbol familiar. Poco antes le tocó a su asistenta María, que recibió su gran premio por lo mucho que sufrió en este mundo, únicamente por ser esposa de Bernabé, el capitán de los maquis...

Mientras tanto, el público asistente, cantaba a una voz: "Patrona excelsa, Madre de Dios, Ubrique entero reza ante vos, Virgen de los Remedios..."



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viernes, 20 de diciembre de 2019

El adiós de abuelo Paco en el recuerdo de tito Pepe

Julia Janeiro y Francisco Cabello




Por José María Cabello



Otra vez, un año más, la rueda del tiempo señala la misma fecha. Amanece el día veinte de diciembre, casi inmediato a las alegrías navideñas. Se nos marchó -hace ya muchos años- en vuelo que rompió las nubes nuestro padre, el abuelo Paco. Ya había fallecido la abuela Julia. 
La doble pérdida fue un tremendo hachazo a nuestro árbol familiar, y su vinculación a las fiestas navideñas nos hizo más dolorosa la pérdida y más permanente su recuerdo. Especialmente ahora para sus tres hijos sobrevivientes: María Remedios, Ana María y Pepe. 
Abuelo Paco volvía -días antes- de Sevilla cargado de juguetes y regalos para la tienda. Así hacía soñar a los pequeños y compartir ilusiones con la venida de los Reyes Magos. Abuela Julia también gozaba a tope en estas fiestas. 
Recuerdo con nostalgia aquel hermoso balcón que se extendía por toda la fachada que daba a la Plaza de la casa natal. Ahora, que este año renace la original tradición de los canastos para la Noche de Reyes, se me agudiza la memoria. Y veo la policromía de tantos y tan diversos canastos sacados al exterior con las macetas de flores y aquella guirnalda de capullos azules que se entrelazan en la balconada. Allí están los preparados para los seis hermanos y para todos y todas las petaqueras. Así era de generosa aquella maga de excepcion, la abuela Julia. Con la inestimable ayuda de la mejor artista de la familia, la prima Isabelita Álvarez Janeiro.
Estos son mis sentimientos, que me gusta encuadrar en este grupo familiar. El primero, de un piadoso recuerdo no solo de los abuelos, sino de tantos familiares directos que nos antecedieron en el Reino. Seguro que se unirán al coro angelical de Belén que pregonan la Paz y el Bien.
 Y enseguida la de alegría. La vida sigue. Y las sillas que ellos dejaron vacías para la cena familiar ya estan ocupadas. Nada menos que cuatro generaciones se enorgullecen de ser sus descendientes. El árbol familiar sigue frondoso y las seis ramas distinta que lo configuramos siguen muy vivas y siguen sus retoños. El último incorporado es una preciosa niña, biznieta de nuestro hermano Prudencio y nieta de su hijo Prudencio Cabezas Cabello. 
"Fuera las penas...Venga la alegría... Que en un humilde establo, ha parido María.. y en esas circunstancias nos nació el Mesías". 
Besos "a pelón" y mis mejores deseos a todos y todas para el Nuevo Año.

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miércoles, 6 de junio de 2018

Los hinojos







Por Esperanza Cabello

Tenemos la suerte de poder regresar a casa cada mediodía dando un paseíto por la antigua Calzada de Las Cumbres, y en esta época del año es un verdadero lujo, pues nos encontramos de verdad en un perfecto paraíso natural. 
A pesar de que la calzada fue completamente asfaltada en los ochenta ("Subo la calzá, toda encementá" así comenzaba la canción de una agrupación carnavalesca de la época - en este enlace-), en primavera siempre las plantas se van haciendo camino por entre las piedras, y mires donde mires ahí hay flores de todo tipo, margaritas, campanillas, amapolas, panecillos, vincas, perritos y, sobre todo, hinojos.
Cada vez que vemos una planta de hinojo nos acordamos de nuestra abuela Julia. Cuando íbamos al campo familiar, a La Cerca (donde ahora está Mirasierra), nos sentábamos en una sillita baja a su lado y ella, que se movía con dificultad porque tenía problemas en las piernas, pedía a nuestros hermanos que le trajeran hinojos, explicándoles antes cómo tenían que cortar la parte de arriba.
Con las matas de hinojo en la falda, iba cogiendo tallo a tallo y nos explicaba cómo había que pelarlos, después pelaba unos cuantos y nos los íbamos comiendo: uno para ella, otro para su nieta. También nos ayudaba a enlazar las vincas para hacer guirnaldas y collares, o nos explicaba cómo con los "candilitos" podíamos jugar a las casitas. A veces, dando un paseíto por La Cerca nos iba contando historia de la familia, como que aquellas dos palmeras tan grandes que tantos dátiles daban las había plantado nuestra bisabuela.
Debía de ser en los años 66 o 67, la recordamos respondiendo con paciencia a nuestras preguntas y satisfecha de que nos gustaran los hinojos como a ella.
Hoy día, cincuenta años más tarde, no podemos evitar coger un tallo de hinojo en cada uno de nuestros paseos que, al probarlos, nos hacen  recordar, como aquella magdalena de Proust, tantos  momentos enternecedores de nuestra infancia.






jueves, 27 de julio de 2017

27 de julio, Santa Julia

Abuela Julia Janeiro Rubiales
De anfitriona en su casa, 1965


Por Esperanza Cabello  

Hoy es un día muy especial para nosotros: Santa Julia. Un nombre familiar que llevan muchos familiares (tenemos Julios y Julias) en honor a nuestra abuela Julia.
Y como ayer fue el día de los abuelos, nos parece fantástico tener un recuerdo para esta abuela entrañable que, desgraciadamente, se nos fue demasiado pronto. Éramos muy pequeños, pero su recuerdo, el recuerdo de aquellos días felices, se mantiene muy vivo y muy sonriente.
Es así, como la vemos en esta fotografía, rodeada de los suyos, atendiendo a sus hijos y nietos, como la recordamos. Muy feliz cada vez que venía su hija chica, María Remedios, y atenta y cariñosa con todos. Nuestra madre siempre decía que abuela Julia siempre fue una señora, muy valiente y muy fuerte, capaz de hacer frente a lo que fuera necesario por su familia. También destacaba su lado cariñoso, pues siempre lo fue con todos nosotros; y por supesto su faceta cultural y espiritual, ambas muy pronunciadas.

Y de esta abuela increíble, matriarca de una gran familia, tenemos una decena de Julio y Julia, como muestra, esta fotografía de hace unos años en una reunión familiar:


Julio y sus "Julias", herederos del nombre de nuestra abuela


Lo mejor es que son de varias generaciones, y los que van naciendo van heredando también este bonito nombre. A todos ellos, y a todos los Julio y Julia que celebren hoy su onomástica, les deseamos muchas felicidades.


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jueves, 3 de noviembre de 2016

Cuando los Nueve Caños eran algo más que nueve

Julia Janeiro Rubiales  en la fuente de los Nueve Caños
Fotografía de Pedro Rubiales, 1921


Por Esperanza Cabello

A veces nos sorprendemos a nosotros mismos descubriendo, en fotos que ya habíamos visto, otros matices, otros puntos de vista.
Muchas veces hemos hablado del "tío Pedro", Pedro Rubiales, que era muy aficionado a la fotografía y se encargó de fotografiar el Ubrique de finales del siglo XVIII y principios del XIX. La mayor parte de su obra está hoy día desaparecida. Nuestra tía Isabel, que guardaba muchas de sus fotografías, nos contó que un día don Francisco García Parra y el padre Fray Sebastián vinieron a la casa a pedirle a su madre unas fotografías "para un libro que estaban escribiendo", y que se llevaron un buen montón de fotografías que nunca volvieron a sus manos.
Pedro hizo fotografías para la prensa, para publicidad y para muchas familias ubriqueñas; también, por supuesto, para su propia familia, y gracias a él tenemos muchos testimonios fotográficos de principios de siglo.
La fotografía que traemos hoy, en la que está un señor que nos recuerda al propio Pedro (suponemos que forma parte de una serie de fotografías durante un paseo por el pueblo que hemos ido publicando), nos parecía un simple ejercicio de fotógrafo. Si ponemos atención vemos que la cara de la amiga de nuestra abuela está partica por la mitad, y superpuesto un trozo de otra fotografía.
Pero hoy, al fijarnos bien en la foto, nos hemos dado cuenta de que, a pesar de que no se aprecian bien los nueve caños, se trata, sin lugar a dudas, de la fuente de los Nueve Caños.
Solo quedan tres o cuatro embocaduras de las antiguas y se ven perfectamente los dos pilones de caliza tallados que había en origen.
Las lavanderas están a la izquierda, en el mismo lugar en el que las hemos visto en otras postales de principios del siglo pasado. Hasta 1927, con el alcalde don Claudio Reguera León, no se construiría el primer lavadero que hubo en la zona (en este enlace).
La fuente, que había sido construida a principios del siglo XVIII, se remodelaría completamente en 1937, durante las obras de la traída de aguas al pueblo. Entonces se sustituyeron los dos pilones y también se cambiaron las embocaduras de los nueve caños, quedando la fuente como la conocemos actualmente.


En este video podemos ver los detalles de la fuente

Ya solo nos queda que nuestro tío José María o nuestras tías ´Remedios o Ana María nos confirmen la identidad de la "amiga" de nuestra abuela y de las dos pequeñas, y así tendremos el marco de este paseo por Ubrique completo.


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Nota del día seis: Este es el comentario de nuestro tío José María Cabello:

La foto es un encanto y ver a la abuela Julia en su espléndida juventud, una gozada.Por la fecha en que se realiza, todavía está vestida de aquellos intrrminables lutos, algo aliviado seguramente en recuerdo de su padre.
 Su acompañante- aunque la visión del rostro no es completa- es su inseparable Maria Luque, destinataria de muchos de los cuadros realizados por abuela y sus hermanos, rescatados por tus padres después de repetidas visitas a Fuente de Andalucia, donde vivía su hermana Lola.
 La pequeña que aparece debe de ser una de las hijas de tía Isabel, Belén o Isabelita (lástima que nuestra desaparecida cronista familiar no pueda identificarlo) y ciertamente el señor ensombrerado que figura a la derecha no es Pedro Rubiales, al que yo conocí ya mayor pero siempre barbilampiño y con boina.
Si es el autor de la foto, aunque de aquellos años existen fotos familiares que realizaba A. Horrillo, un fotógrafo que vivía en Villaluenga.
En cuanto al marco....otro bello rincón de mi pueblo, con la pátina antigua del lavadero y de los caños rotos.

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sábado, 3 de septiembre de 2016

Una abuela excepcional

Abuela Julia con algunos de sus nietos en La Cerca, 1970


Por Esperanza Cabello

Esta fotografía familiar nos encanta, es una foto simple, y, lamentablemente, muy deteriorada por el tiempo, pero le tenemos un cariño muy especial.
Es nuestra abuela Julia rodeada de algunos de sus nietos: Manolo, Leandro, Sergio, Irene, Natalia, Espranza... ¿Y quién será el chiquitín o la chiquitina? 
Quizás fuera Ana María o Julia, no acertamos a decidirnos.
En cualquier caso es una foto extraordinaria, de hace ya cuarenta y cinco años, y hoy es un día muy especial para recordar a nuestra abuela con una gran sonrisa y con todo el cariño del mundo, mandándonos a coger hinojos, pendiente de todos nootros, sabiendo lo que quería cada uno... Hoy es el aniversario de su muerte, pero su recuerdo perdura, siempre con una sonrisa.
Julia Janeiro Rubiales, toda una señora y una gran abuela.


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jueves, 3 de septiembre de 2015

Un recuerdo para abuela Julia

 Julia Janeiro Rubiales el día de su boda


Por Esperanza Cabello

Siempre que llega septiembre es tiempo de nostalgias y faltas. Se termina el verano, los días se acortan, hay que volver a las clases y tenemos ocasión de dar un repaso a lo que ha sido el verano.
También es el momento, como en enero, de hacer nuevos proyectos, de emprender nuevas aventuras, de acostumbrarnos a nuevas personas.
Pero para nosotros, en este tiempo agridulce, siempre hay un recuerdo especial, cuando nuestro padre fue, en el año 1971, a unos cursos de verano en una universidad del norte. Eran unos cursos muy importantes para él, que era maestro, y todos estábamos impresionados.
Durante aquellos cursos sucedió una de las mayores desgracias que puede suceder en una familia: su madre, nuestra abuela Julia, murió.
No había pena más grande en el mundo que la de aquel hijo, volvió lo más deprisa que pudo, pero era inconsolable.
Nosotros éramos entonces pequeños, pero la falta de nuestra abuela la sentimos con una gran fuerza. Abuela Julia era una mujer muy especial, con una fuerza impresionante, con una personalidad arrolladora y tan amante de su familia, tan cariñosa, que para todos nosotros era un gran lazo de unión.


 

 Esquela de abuela Julia publicada en ABC el tres de septiembre de 1971

Nuestro padre guardaba su esquela en sus cajones, junto a muchas fotografías. Su madre siempre había sido muy especial para él, enérgica y decidida, había planeado meticulosamente cómo sería su vida y la de sus hijos.
Siempre contó con la gran ayuda de su hermana Ana, que la apoyó en todo y fue su compañera en el cuidado de la casa y de los hijos, y era, como todas las Janeiro, familiera y amante del café. Una mujer culta, la recordamos escribiendo largas cartas con aquella letra menuda y cuidada, o abriendo su correspondencia,  y guardando sobres y cuartillas bajo el hule de la mesa.



El Rodezno de Ubrique, pintado por Julia Janeiro Rubiales

Y aunque parece que hace mucho tiempo, las personas especiales siempre dejan una gran huella, no hay nada más que ver el profundo sentimiento que todos en la familia, hijos y nietos, sentimos cuando hablamos de ella, cuando la recordamos, cuando vemos algo que ella hizo...
Porque abuela Julia era una mujer activa, artista y culta. Este cuadrito de El Rodezno, que nuestro padre guardaba como oro en paño, había sido pintado por ella.
  Julia pintó otros muchos cuadros, pues fue aficionada a la pintura, como su padre o su hermano Rogelio, nos encantaría poder fotografiarlos todos.

Así que cada año, al llegar el tres de septiembre, con el ánimo lleno de nostalgia por el verano que se fue y con la alegría de emprender nuevos proyectos, nos detenemos un ratito para disfrutar recordando a nuestra abuela Julia, a la que seguimos queriendo como si nunca se hubiera ido.


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lunes, 27 de julio de 2015

27 de julio: Santa Julia

Julia, María y Esperanza en plena naturaleza
Dignas nietas de su abuelo


Por Esperanza Cabello 

Cada año por estas fechas se nos vienen a la memoria miles de días, miles de momentos y miles de historias. Historias que ya hemos contado en repetidas ocasiones y que no vamos a volver a contar. 
Que si es el nombre familiar desde el siglo XIX;que si nuestra abuela cambió la festividad; que si hay muchas Julia y muchos Julio en la familia; que nosotros estamos muy contentos de seguir la tradición familiar; que hemos reunido a casi todas las que tienen este nombre en una ocasión...
Pero hoy solo va a ser día de felicitaciones, en primer lugar para nuestra prima Juli y nuestro primo Julio, después a todas las sobrinas y sobrinos que también tienen este nombre. Pero muy especialmente a nuestra querida Julia. 
No solo porque es nuestra hija, que ya sería más que suficiente, sino porque a medida que van pasando los años vamos descubriendo en ella a una persona cada vez mejor, más lista, más preparada, más valiente, más cariñosa y más especial.
Y podemos ver en ella miles de detalles de los que nos han precedido en nuestra familia, a veces nos recuerda a su abuela María Jesús, con su valentía y siempre pensando en los demás; a veces a su abuela Esperanza, lista, concienzuda y buena persona. De vez en cuando es su abuelo Serafín, con su capacidad de trabajo y su maestría con sus tareas; o su abuelo Manolo, con su tenacidad  y su capacidad de adaptarse a las circunstancias. Otras veces vemos en ella rasgos de nuestra tía Ana María, y la alegría de las hermanas Cabello, o la capacidad de organización de nuestro abuelo Leandro. De vez en cuando nos recuerda a nosotros mismos, pero siempre superando los moldes.

Eso sí, ha salido familiera, viajera y activa, y lo mismo la encontramos en una garganta en el sur que en un castillo en Bretaña o en un zoco en Turquía.
Es una Julia de la que estar muy orgullosos, y lo estamos.

¡Muchísimas felicidades, preciosa!
 

miércoles, 28 de julio de 2010

27 de Julio: Santa Julia

¡Felicidades, Julia!

Por Esperanza Cabello

 

Ayer fue Santa Julia, un día muy importante para la familia Cabello Janeiro. Las circunstancias eran las peores, porque toda la familia estaba reunida en el cementerio de Ubrique para despedir a nuestra tía Joaquina, y la tristeza de la despedida no nos dejó sentir la alegría de encontrarnos con nuestros tíos y primos. Porque somos una familia muy extensa, tenemos ya la primera sobrina-nieta (la preciosísima hija de Abel, uno de los bisnietos mayores). Además tuvimos la ocasión de conocer a nuestra sobrina Celia (increíble el parecido que tiene nuestra Celia con Celia la de Cuba) y hacer recuento de todas las generaciones. La casualidad quiso que fuera el día del santo de nuestra abuela Julia. Ya casi no festejamos el día del santo, poco a poco los cumpleaños han ido desplazando a esa celebración, pero tuvimos ocasión de saber por qué nuestra abuela celebrara su onomástica precisamente el 27 de julio. Corría el año de 1936, y desde hacía unos días nuestro abuelo Paco estaba en la cárcel, en el calabozo de Ubrique, el que está en los sótanos del Ayuntamiento. Nuestra tía Julia contaba que ella era una niña de ocho años e iba a visitarlo y llevarle algo de comer. Llevaba allí casi diez días y la incertidumbre en la familia no hacía más que aumentar. Precisamente el 27 de julio llegaron a Ubrique las tropas sublevadas (el día anterior se habían lanzado las octavillas desde un avión sobre el pueblo) y sacaron del calabozo a los que estaban allí encerrados. La alegría de todos, al ver llegar a abuelo Paco a la casa, es imaginable. Por eso nuestra abuela Julia decidió celebrar su santo, a partir de entonces, el día de santa Natalia Julia, el 27 de julio. Desde aquel día mucho ha llovido para todos nosotros, y poco a poco esta historia familiar se había ido perdiendo hasta que ayer la recuperamos entre unos y otros. Entre las generaciones siguientes hemos ido poniendo el nombre de abuela a muchas Julias (y también a algunos Julios), y, aunque la costumbre de celebrar el santo se está perdiendo, no queremos perder la oportunidad de felicitar a todas las Julias y a todos los Julios de la familia, en especial a esa rubilla chica de la primera foto, que ya se ha hecho una mujer y que, aunque físicamente no tenga mucho que ver con su bisabuela, es tan fantástica como ella. 
 
 
 
¡FELICIDADES!
 
Julia Janeiro, 1922

jueves, 9 de julio de 2009

Verano en la playita de Cádiz

Foto: Julia Janeiro y Natalia Fernández con sus nietos
Cádiz 1963




Las vacaciones siempre fueron un acontecimiento que aglutinaba a toda la familia paterna y materna. Nos reuníamos todos, los abuelos alquilaban un chalet para todos en Cádiz y pasaban los dos meses de verano sin sentir.
Ahora seguimos más o menos ese ritmo, y nos vamos reuniendo todos aún en Cádiz en el piso de los abuelos. Cada año hacemos fotos en la playa con los bañadores y los cubitos y cada año pequeños y mayores guardan recuerdos inolvidables.
También pasamos temporadas en el campo, en este paraíso natural entre el Parque de Grazalema y el Parque de Los Alcornocales, en el que afortunadamente no hay aún avances técnicos, ni internet ni teléfono ni nada. Así que... ¡Bendito verano! tendremos que dejar descansar estos recuerdos familiares y esperar a septiembre.

Foto: Natalia Fernández con sus nietas
Cádiz 1962

lunes, 25 de mayo de 2009

La boda de nuestros abuelos

Foto: Pedro Janeiro Abuela Julia con su familia y sus amigas pasando un día de campo cerquita del Rancho Janeiro.1919
 
 
 
Nuestra abuela Julia había nacido en Ubrique el dos de diciembre de 1898 . Pero a ella le gustaba decir que era del año 1900, y siempre se quitaba un par de años, porque su marido, nuestro abuelo Paco,había nacido el diez de enero de 1900, y no le parecía bien ser dos años mayor que su marido. Paco había llegado a Ubrique en 1907, con siete añitos, procedente de Argentina, donde acababa de morir su padre. Por lo visto fue todo un acontecimiento cuando la familia llegó a Ubrique, Doña Joaquina Orellana, la cuñada del párroco Don José Cabello, que llegaba con sus diez hijos desde el otro lado del mundo. Dicen que fue mucha gente a recibirlos, y que Rojillas, el pregonero, llevó al pequeño Francisco en hombros. Francisco empezó pronto a trabajar en la petaquería, y pronto también empezó el noviazgo de Francisco y Julia. Duró poco tiempo, y su hermana Ana fue la que ayudó a Julia con los preparativos, porque su madre ya había muerto. Lamentablemente su padre, Manuel Janeiro, también murió poco antes de la boda, por lo que la ceremonia tuvo lugar, pero sin celebraciones. Se casaron el once de septiembre de 1926, de madrugada . La novia llevaba un velo largo y negro que la cubría hasta los pies, porque estaba de luto. Y para celebrarlo sólo prepararon muchos dulces y los comieron en la casa familiar. 
 
Foto: Marín, Ronda, 1927
Julia Janeiro y Francisco Cabello unos meses después de su boda
Para el viaje de novios, Ana y Julia prepararon lo necesario: los recién casados se iban al Rancho Janeiro, que había sido adquirido por Manuel Janeiro cuando le tocó la lotería, y sólo necesitaban comida para unos días. Después de la boda Julia y Paco cogieron su burro y se fueron al rancho. Allí Julia preparó una cena, y de postre dulces. Como habían comido ya muchos dulces Paco quería fruta, pero no llevaban, así que la aventura de recién casados fue la siguiente: comer uvas en los campos vecinos para el postre de la noche de bodas. De todas formas, y por encima de las aventuras y las curiosidades, la familia se consolidó con muchos hijos y nietos. Nuestra abuela, mujer piadosa y devota de la patrona de Ubrique, encargó todos los años una misa en el mes de septiembre para celebrar su aniversario de bodas. Hemos pasado muchísimas veces con nuestro padre cerca del Rancho Janeiro, y hemos estado en la casa en alguna ocasión, y cada vez que pasábamos por la carretera de El Bosque y dejábamos atrás la cueva del Arenal, él nos decía: "Ese es el Rancho Janeiro, allí fué el viaje de novios de mis padres. Un buen sitio, cerquita del pueblo y con buenas uvas en los campos vecinos." 
 
 
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domingo, 19 de abril de 2009

Julia Janeiro Rubiales: una señora abuela

Julia Janeiro y Francisco Cabello el día de la boda de María Remedios

 

Por Esperanza Cabello

 
Nuestra abuela Julia era sobre todo eso: una señora. La recordamos con admiración y cariño: inteligente, culta, piadosa, segura de sí misma, cariñosa, dicharachera, tranquila y fiel a sus creencias, atenta con todos y pendiente de todos.  Como buena "Janeira", era una artista, en su juventud se dedicó, con mucho acierto y pasión, a la pintura, experimentando con materiales y temas diversos. Conservamos algunos de sus cuadros, unos de temática religiosa, otros costumbristas, otros de flores. Uno de sus orgullos fue que sus manos habían sido pintadas por Julio Moisés. Fue modelo de manos para el artista, quizás porque ella misma pintaba, como su padre, Manuel Janeiro Córdoba, y sus hermanos Manuel y Rogelio, la primera saga de pintores ubriqueños.
En su vida tuvo muchos buenos momentos y también algunos muy amargos, pero el halo de dulzura con el que la recordamos no la abandonó nunca.
Se casó muy joven con Francisco Cabello y pronto llegaron los hijos. Tuvieron la desgracia de perder a Francisco, pero Julia, Joaquina, Manolo, Ana María, José María y María Remedios fueron la alegría de sus vidas. Trabajadora incansable, cristiana piadosa y madre dedicada, dejó su huella en todos nosotros, incluso en los que la conocimos muy poco.
Recordamos de ella su cuidada escritura, su expresión diferente, su decisión y su empeño, a pesar de la enfermedad que la persiguió los últimos años de su vida. Tenía una pena, que ninguna de sus descendientes se llamaba Julia cuando murió, pero su última nieta se llama Julia, y su primera bisnieta, nacida el día de la Patrona de Ubrique, se llama Julia también. Después de ellas han venido muchas Julia, y cada una de ellas ha sido un homenaje a esta "señora" tan cercana y tan querida.
Si pudiera vernos hoy estaría orgullosa y feliz de toda su familia, casi tan orgullosa y feliz como el día de la boda de su hija pequeña, de su María Remedios, con la que la vemos en esta fotografía en el patio de la casa familiar, donde estaba también la fábrica y de la que tan buenos recuerdos tenemos.


Esperanza Cabello Izquierdo, abril 2009