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jueves, 11 de enero de 2024

Ordenación de Cándido Corrales

 


En casa de las hermanas Sánchez de Medina Benavides

Fotografía gentileza de Elena Lobatón Sánchez de Medina


Conversación mantenida en Ubrique en el Recuerdo el 13 de junio de 2021 por José María Cabello, Elena Lobatón, Paquita Pecino y Juan Ramírez:

José María Cabello:

  • Esta foto tiene un valor histórico y sentimental muy destacados. Parece corresponder a la celebración familiar de la ordenación sacerdotal de Cándido Corrales, viudo, el hermano mayor de los Corrales García. El lugar de la celebración es la casa de las hermanas Sánchez Medina, dada la buenísima relación que existía entre las dos familias. Aparecen en la foto los dos hermanos curas ( Miguel Ángel y Cándido) en ambos extremos del grupo, identificados por el alzacuello clerical. Asimismo se ve a la hermana Rosario que apenas puede sobresalir entre las incondicionales Consuelo Bohórquez y Clara Rojas.
     También distingo a otro gran amigo de la familia participando alegre en la fiesta. Se trata de Bartolomé Ramírez, otro buen ubriqueño digno de mi recuerdo porque ha sido uno de tantos selfmen que de sochantre en la Parroquia llego a ser Administrador de Correos con su esfuerzo personal y su afán de superación. Claro que contó con la inestimable ayuda de Don José Corrales- otra figura ubriqueña de adopción- que dedicó muchas horas para prepararle técnicamente una vez que se inició en su trabajo como ayudante en Correos. Y por supuesto forman parte del grupo las hermanas Sánchez Medina tan eficaces y tan piadosas como buenas anfitrionas. Sin embargo no soy capaz de identificar al caballero que figura en el centro de la foto y que parece presidir la reunión.
     
  • Elena Lobatón
    Gracias José María
    Esta reunión, como tú muy bien dices, fue en casa de mis queridas tías

  • Paquita Pecino Romero
    Creo es el hermano de Cándido que era veterinario?
     
    José María Cabello Janeiro
    Siento no haber identificado a Rafael Corrales a pesar de que ocupa el lugar central de la foto y - sobre todo- por la gran amistad que me une a esta familia por vecindad y profesión.Pero el tiempo no perdona y hace tantos años que no lo veo, que se me desdibujó su imagen.
     
     

  • ¿Has visto la fotografía de Elena, Juan?

 

    Bebio Dencio
    Sí Esperanza, la vi cuando la puso Elena. Es muy, muy entrañable para mí. Aprovecho la ocasión para agradecer a tu tío José María las cariñosas palabras que dedica a mi padre.


domingo, 30 de mayo de 2021

Encarna Sánchez de Medina

 


 

 

 

Nuestra amiga Elena Lobatón Sánchez de Medina ha compartido en el grupo "Ubrique en el recuerdo" una fotografía de su tía Encarna Sánchez de Medina Benavides cuidando a un enfermo, y a raíz de los muchos comentarios que ha suscitado esta publicación en el grupo, hemos pensado que era conveniente rescatar la memoria de esta ubriqueña dedicada al cuidado y al servicio de los demás con cariño y con carácter.

Estas son las palabras de nuestro tío Pepe Cabello y la respuesta de Elena.

  • Las hermanas Sánchez Medina forman, sin duda, parte del patrimonio inmaterial de Ubrique La dedicación profesional de ellas, la farmacia, ejercitada en los años más duros produjo la curiosa sinécdoque de que el contenido superase al continente.
    Aunque la calle tuviese un rótulo distinto, para el pueblo siempre fue la calle Botica. Y aunque la titular de la Farmacia era Elena, las tres hermanas eran las boticarias. De justicia es mencionar hoy a Encarna por su sencillez, su popularidad y su fuerte carácter en servicio a los demás. Yo la vi llorar en una ocasión por no conseguir medios suficientes para una enferma de tisis que azotó al pueblo en los años cuarenta del pasado siglo. 
    Allá, en lo más alto, siempre unidas, gozan de la vida eterna.


  • Gracias amigo José María. Tus comentarios y escritos para mí son muy importantes. Tu ternura y lo bonito que escribes me llenan de mucha paz y alegría. Mucha salud y un abrazo.

 

domingo, 17 de mayo de 2020

Actividades en el Convento de Capuchinos de Ubrique

Recordatoria compartida por Elena Lobatón
En Ubrique en el recuerdo





La semana pasada nuestra amiga Elena Lobatón compartió varias recordatorias muy interesantes en Ubrique en el Recuerdo, y entre ellas esta de noviembre de 1945, recuerdo de unos ejercicios espirituales celebrados en el convento, y este fue el comentario de nuestro tío José María Cabello

Esta foto documenta que el convento tuvo muchos servicios de carácter público, antes de su dedicación actual. Sufrió daños importantes con la quema anterior a la insurrección del 36. El incendio afectó esencialmente a la Iglesia, la biblioteca, las imágenes, excepto la de nuestra Patrona, y enseres. Pero el edificio se mantuvo incólume. 
Y se marcharon  los Capuchinos, que solo disfrutaban del uso, pero no de la propiedad de huerta y monasterio. Pienso que está fue la verdadera causa de no volver los Capuchinos. 
Cierto es que nuestro paisano Padre Sebastián sufrió mucho con la decisión del Capítulo Provincial de su Congregación, que siempre alegaron falta de vocaciones. 
 Pero en aquellos años, la falta de centros de estudios medios hacía que se llenaran de aspirantes noviciado y seminarios. Ubrique, por entonces era una verdadera cantera por el número de seminaristas que había. 
En mi opinion el motivo de no volver los frailes fue por la inseguridad jurídica que se produjo al cesar ellos en la posesión y volver todo el bloque a sus auténticos propietarios. Suerte que se trataba de una familia piadosa que cedió su propiedad, como Santuario a nuestra Patrona la Virgen de los Remedios. 
Posteriores negociaciones, las desconozco. 
Pero el convento llegó a ser Casa para Ejercicios Espirituales de internos, Escuelas Parroquiales y hasta Seminario de Verano para la diócesis de Málaga. 
En concreto, la tanda de ejercicios del año 45 estaba en su culmen como párroco don Rafael Jiménez Cárdenas , que había tomado posesión como cura propio. 
Seguro, Elena, que la presidenta de las jóvenes de A.C. era o tu tía María de los Ángeles o Juanita Yuste o Carmen Herrero. Y posiblemente quien los dirigió fue un jesuita de Málaga, el padre Martínez que frecuentaba mucho Ubrique, amigo de don Rafael.
¡O tempora, o mores!
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viernes, 17 de enero de 2020

Francisco Bohórquez Salcedo en Los Callejones de Ubrique

Rufina Ayala y Francisco Bohórquez Salcedo en Los Callejones
Fotografía gentileza de Juan Luis Solano Lobatón



Por Esperanza Cabello

Muchas veces nos damos cuenta de lo realmente pequeño que es el mundo y del montón de vueltas que pueden dar las fotografías hasta llegar a nuestras manos y darnos cuenta de una gran coincidencia.
Hace siete u ocho años, nuestro amigo Juan Luis Solano Lobatón nos envió mucha documentación y fotografías de su familia, con sus datos hizo José María una entrada que también está en este blog (en este enlace).
Entre las fotografías había una preciosa de su abuela  Rufina Ayala cuando era niña, preciosa, montada a caballo con su primo Francisco Bohórquez Salcedo.

En aquella época hicimos la entrada y más tarde nos "olvidamos de las fotos".

Hace un par de años, nuestro amigo Antonio Bohórquez Jiménez compartió en el grupo "Ubrique en el recuerdo" la siguiente fotografía:






Francisco Bohórquez Salcedo en Los Callejones, 1932-33
Fotografía gentileza de Antonio Bohórquez Jiménez.



Esta semana hemos estado revisando las fotos de Juan Luis porque recordábamos que había una fotografía muy parecida a la postal de sus abuelos y en los pie de fotos hemos leído "Rufina Ayala con su primo Francisco Bohórquez Salcedo",  ya habíamos oído ese apellido antes,y recordábamos la fotografía de nuestro amigo Antonio en Los Callejones.
Así que hemos buscado las dos fotos  y aquí están. Un niño ubriqueño de principios de siglo montado a caballo con su prima y con un gran sombrero de Ubrique y el mismo niño, convertido ya en muchacho  andando con su bicicleta en la misma calle del pueblo, en Los Callejones.
Imaginamos que sus padres o él mismo sí que habrían visto estas fotografías, pero ¿cuántas posibilidades había de que ambas fotografías terminaran juntas en el blog de una Ubriqueña casi un siglo más tarde, después de haber estado, sin saberlo, más de dos años en el mismo ordenador?
Y lo más curioso, Juan Luis y Antonio, los actuales propietarios de las fotografías, pertenecen, muy lejanamente, a la misma familia (por sus tatarabuelos, pensamos) y sin conocerse nos han enviado fotografías de la misma persona en el mismo lugar en años diferentes y con "medios de locomoción" también diferentes.

Lo que decíamos: "El mundo es un pañuelo..."














sábado, 22 de noviembre de 2014

San Sebastián de Ubrique, obra, sin lugar a dudas, de Ramón Mateu Montesinos

 Ramón Mateu Montesinos
Escultor valenciano que talló la imagen de San Sebastián



Por Esperanza Cabello

Llevábamos muchos días trabajando con la imagen de San Sebastián, desafortunadamente para nuestra investigación, la parroquia ha estado en obras y no hemos podido acercarnos a mirar de cerca la imagen. Cuando conseguimos acceder a ella no podíamos ver ninguna firma a simple vista, por lo que pensamos que quizás en la parroquia existiera algún documento que confirmara la compra, la cesión o la autoría  de la imagen.



San Sebastián,  fotografía de 1968
En ella se vislumbra la firma el autor
Gentileza de la Parroquia de Ubrique



Cuando fuimos a la iglesia, el párroco, don Roberto Romero, nos atendió amablemente y nos mostró unas fotografías de 1968 que pertenecen al inventario de la parroquia. En estas fotografías se aprecia una firma en el pedestal (no había entonces ninguna flor que la cubriera)  y el propio párroco nos confirmó que él podía leer, cada vez que descendía del altar, el nombre del escultor: Mateu. También el sacrisán lo corroboró.


 Firma de Mateu en el pedestal de San Sebastián

Por fin podíamos asegurar que el escultor de la talla era Mateu (con una sola "t"), y para corroborar sin ninguna duda que era el mismo Mateu que llevábamos investigando tantas semanas, acudimos a uno de sus últimos trabajos: el busto de Juan Carlos I que Ramón Mateu había tallado en 1976, cinco años antes de su muerte, y que se encontraba en el CSIC de Madrid.
Escribimos a la institución pidiendo imágenes de este busto y de la firma del escultor, y doña Amalia Bautista, del Departamento de Comunicación del CSIC, tuvo la gentileza de fotografiar para nosotros el busto y la firma.



                                                           Busto de SM Juan Carlos I
Obra de Ramón Mateu
Gentileza del CSIC


 Firma de Ramón Mateu en el busto de Juan Carlos I


 Ya solo nos quedaba comparar las firmas. teníamos una tercera firma, de los años veinte, del Monumento a la Gruz Roja en La Habana, así que la firma del busto nos parecía más adecuada.



Firmas de Ramón Mateu Montesinos en tres de sus obras
A la derecha, en el pedestal de San Sebastián


Una vez cotejadas las firmas y analizados todos los datos de que disponemos, podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que el autor de la talla policromada de San Sebastián que se venera en la parroquia de Ubrique fue Ramón Mateos Montesinos. También sabemos que dicha talla fue costeada en 1939 o 1940 por doña Francisca Herrera Revidiego, viuda de Francisco Lobatón.
Nos queda aún pendiente saber en qué año se hizo el encargo, y nos encantaría saber cuándo valía la escultura y cómo doña Francisca supo de la existencia de Ramón Mateu, pero esos interrogantes los dejaremos para una mejor ocasión.


Queremos agradecer de corazón a Rosario Berraquero, a Carlos Pizano, a Roberto Romero, a Juan Rodríguez y a Amalia Bautista la ayuda que nos han prestado con nuestro pequeño proyecto de investigación.


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sábado, 11 de octubre de 2014

La familia Lobatón en Ubrique

 La familia Lobatón Herrera en el balcón de su casa
Ubrique, principios del siglo XX


Por Esperanza Cabello

Ya hace unos meses que publicamos la historia de una parte de la familia Lobatón escrita por uno de sus descendientes, Juan Solano Lobatón (en este enlace). Y sigue siendo para nosotros una familia de referencia, quizás porque nacimos en la que fuera su casa familiar, quizás porque fueron un ejemplo de familia venida de otros pueblos (los padres venían de Algar) y asentada en Ubrique hasta que las circunstancias los hicieron volver a irse.
En cualquier caso hoy hemos vuelto a ver las fotografías que Juan Solano Lobatón nos había enviado y nos hemos dado cuenta de que tenemos una magnífica fotografía de la familia, seguramente de 1922, que fue el año en el que se construyó la casa.


 Hoja del padrón de 15 de diciembre de 1910
Familia Lobatón


 En ese balcón deben de estar todos los componentes de la familia, en 1910 aún no habían nacido los tres hijos pequeños: Pedro, Alfonso y Antonio, que si encontramos en el censo de 1930.
La familia estaba compuesta por Francisco Lobatón y Francisca Herrera, los padres; con ellos vivía María, la hermana de Francisco; y el matrimonio tenía diez hijos:  Isabel, María Antonia, Francisco, Francisca, Manuel, José, Juan, Pedro, Alfonso y Antonio.

Censo de 1930. Familia Lobatón
Gentileza de Manuel Zaldívar


Como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, la casa de la familia Lobatón la compró nuestro abuelo Leandro después de la Guerra Civil, y fue propiedad de la familia hasta la muerte de nuestros abuelos. 
Ahora, al ver la fotografía de la familia Lobatón hemos recordado la cantidad de detalles  arquitectónicos que tenía el edificio, molduras de escayola, rejas de filigrana, azulejos, cornisas, barandas...
Es una pena que sus propietarios actuales estén permitiendo que se derrumbe.





De todos estos detalles, aún podemos ver a diario el escalón de entrada, en el que se ve el sello de Francisco Lobatón y debajo la fecha de 1922.
Está tallado en caliza rosa de Ubrique




Actualmente los descendientes de la familia Lobatón, los hijos, nietos y bisnietos de esos jóvenes del balcón, están esparcidos por todos los puntos de la geografía española. Hemos tenido la suerte de conocer a algunos de ellos, que siguen recordando sus lazos con Ubrique.


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viernes, 12 de abril de 2013

Mi tatarabuela, Mariana Bohórquez Clavijo





(El presente artículo está literalmente extraído de la Revista Digital "Mediodía" , Juan Solano Lobatón, que lleva muchos años estudiando a su familia, se ha puesto en contacto con nosotros en varias ocasiones, y hoy queremos hacer un homenaje a su familia, de que siempre hemos oido hablar con cariño y respeto a nuestros mayores. E. Cabello)


Por Juan Solano Lobatón


Soy tataranieto de Mariana Bohórquez Clavijo, ubriqueña del siglo XIX. En un comentario a un artículo publicado en Mediodía se ha mencionado a la familia de Mariana. Me gustaría dar algunos detalles más.
Fueron sus padres Pedro José Evaristo Bohórquez Piñero-Romero (que siendo alcalde de Ubrique construyó el puente de Barrida y era primo de Pedro Bohórquez El Chico) y de Jerónima Clavijo Carrasco. Él fue bautizado en Ubrique el 27 de octubre de 1813; ella, el 8 de abril de 1817. Este matrimonio tuvo cuatro hijos: Modesto, Francisco, Miguel Tomás y Mariana.
Modesto fue bautizado en Ubrique el 10 de mayo de 1851 e ingresó en la Real Compañía de Guardias Marinas. De Francisco no sé nada.
Miguel se casó con Elisa Vecina Rodríguez y tuvieron cinco hijos: Serafín, médico científico en Ubrique; Miguel; Francisco, que se casó con Serafina Salcedo (de Madrid) y que tuvieron dos hijos (Francisco y Ángel) y Beatriz, que murió soltera sin descendencia.

Don Juan Antonio Ayala Pomar






Mariana Bohórquez se casó con el Ilustrísimo Señor Juan Antonio Ayala Pomar, que era juez de Ubrique y procedía de Grazalema. Solo tuvieron un hijo porque Juan Antonio murió con treinta y pocos años de pulmonía, después de beber agua en el Juncal (sierra de la Silla), una finca de Pedro Bohórquez que aún conservamos. Un día, montando a caballo, Juan Antonio se paró a beber agua de un manantial de esta finca, que se llama la “Buen fría” y debido al contraste de temperatura, enfermó y murió al poco tiempo.
El hijo entre ambos fue póstumo, el ilustrísimo señor don José Ayala Bohórquez. Este era abogado y también fue juez de Ubrique. Estudió Derecho en la Universidad de Sevilla y Granada al igual que su padre. Se casó con Francisca Pomar Atienza (prima segunda) y tuvieron dos hijas, Mariana y Rufina Ayala Pomar. La primera murió soltera sin descendencia y las segunda se casó con Juan Lobatón Herrera, éstos son mis abuelos.




Mi tatarabuela Mariana

Mariana Bohórquez fue una mujer honrada y responsable, muy preocupada y pendiente siempre de su hijo José. A pesar de ser conservadora, era una persona emprendedora, justa y muy religiosa. Le gustaba la cocina y escribió un pequeño manual de cocina; también cosía y sé que era muy culta. Le gustaba leer y llevar sus negocios del campo de primera mano, algo que no era muy acorde con la mentalidad de la época.







A su hijo José, le llamaba “jamoncito dulce”, y así la gente del pueblo lo llamaba cariñosamente. Visitaba a José y aprovechaba para hacer compras en Sevilla. Cuando estaba en Ubrique le escribía a diario y le mandaba las cosas que necesitase así como enseres personales. Murió en Ubrique a los cincuenta y seis años, el veintiocho de noviembre de 1908.
Tanto Pedro Bohórquez como Mariana y el resto de la familia vivían en la calle del Perdón números 48- 52. Era una antigua casa que cogía tres calles; la calle del Perdón, actual Auditor Bohórquez en conmemoración a Francisco Bohórquez Vecina (sobrino de Mariana), que vivía en la misma calle unas casas más arriba. A ésta casa le llamaban la “casa blanca” porque era entera de mármol.

En la casa de Francisco vivieron Elisa Vecina (su madre); su hermano Serafín, que era médico y que, según mi abuela Rufina, tenía el sótano lleno de jaulas con ratones blancos con los que hacía sus experimentos, y su hermana Beatriz, que murió soltera como he dicho antes.
La casa de Mariana, por otro lado, daba con el callejón de San Pedro y por detrás con la antigua calle Nueva, actual Serafín Bohórquez en conmemoración de este médico cuya casa también daba a esta calle.
Nuestra casa fue construida en 1804 por un Bartolomé Romero y fue la primera casa de Ubrique que contó con agua corriente. Tenía dos patios con un limonero y un naranjo, bodega, cuadra, palomar,  y destacaba por la galería de arcos de cristaleras que rodeaba el jardín. En el jardín se encontraba la pequeña fuente de agua continua que venía desde la sierra . No hubo mejor casa en la época.
Para la familia, la casa se llamaba “la cuna de los Bohórquez” porque allí todos nacieron y crecieron y se la pasaron de generación en generación hasta mi abuela, que la vendió por su mal estado y por no frecuentarla.




Los Ayala Pomar

El Ilustrísimo señor José Ayala Bohórquez, hijo de mi
tatarabuela Mariana Bohórquez Clavijo, murió en plena Guerra de un derrame cerebral, a primeros de diciembre de 1939 a los cincuenta y cuatro años.
Debido a esto y a la mala situación que estos antepasados míos vivían en Ubrique (determinadas personas intentaron robarles), una madrugada, gracias a Francisco Bohórquez (el ya mencionado auditor de guerra) y a la enorme colaboración de Don José García Barroso, abogado, amigo de la familia, mi abuela Rufina y su hermana Mariana pudieron huir a Jerez, donde tenían parientes, ya que supieron que iban a entrar en su casa exigiendo unos elevados impuestos que no les correspondía pagar. Por esta razón la familia Ayala Pomar no volvió a Ubrique.
En la esquina de la había otra pequeña en la que vivía una señora que se llamaba Consuelo Martín que se encargó de mandar los muebles casa a Jerez. El nuevo bloque de pisos que construyeron en su lugar, conserva una de las rejas de la antigua casa.






Mariana (de uniforme) y Rufina en el parque de María Luisa de Sevilla. Ambas estudiaron en el Colegio del Sagrado Corazón del Valle.



La familia Ayala Pomar, formada por José Ayala, Francisca Pomar, Mariana y Rufina






Mi abuelo Juan Lobatón Herrera en la galería de cristaleras de la casa de la calle del Perdón de Ubrique.



Mis abuelos, Juan Lobatón y Rufina Ayala, con Ubrique de fondo



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sábado, 23 de marzo de 2013

Calle Presbítero Francisco Guerrero, 1930

Padrón de Ubrique, 1930
Gentileza de Manuel Zaldívar
(Archivo Municipal en la Biblioteca de Ubrique) 


Por Esperanza Cabello

Cada día recibimos una nueva y gran sorpresa. Nuestro amigo Manuel Zaldívar sigue enviándonos trocitos de historia de nuestro pueblo y de nuestra familia. Nos encanta encontrarnos tan cerca de las historias que siempre hemos oido y que siempre hemos conocido.
La sorpresa de hoy es del padrón de 1930, en la calle Presbítero Francisco Guerrero. (Esta calle se llamaba Progreso en 1920).
En el número 16 viven Antonio Benítez Vegazo (uno de los primero fabricantes de Ubrique) y María Arenas Guerrero (hermana del último alcalde republicano de Ubrique), bisabuelos de nuestros sobrinos Laura y Leandro Cabello Benítez.
En el número 18 viven Serafín Ruiz Menacho y Patrocinio Carrasco Medinilla, bisabuelos de Serafín y Julia Ruiz Cabello, con sus tres hijos Antonio, Serafín (abuelo de Serafín y Julia, que entonces tenía 14 años y ya era de profesión petaquero) y José Ruiz Carrasco. Tuvimos la suerte de conocer a Patrocinio, que era una señora encantadora, amable y educada.
Y en el número 22 vivía la familia de Francisco Lobatón Gómez (entonces Lovatón) y Francisca Herrera Medinilla. Siempre hemos oido que nuestro abuelo Leandro compró a la familia de "Los Lobatones" la gran casa familiar en la que nacimos y nos criamos.
 Era una casa de 1922 que don Francisco Lobatón Gómez había construido para su familia numerosa (en el padrón constan los padres, la hermana de Francisco, nueve hijos y dos mujeres más, seguramente "las muchachas", como se llamaban entonces las asistentas). 
Como el buen hombre era propietario de campos y tenía fincas, pidió a un amigo, que era el dueño del pinsapar, permiso para cortar unos árboles y hacer las puertas y ventanas de "una casita" que se estaba construyendo en Ubrique: ¡¡¡Más de cien!!!
Nuestro abuelo contaba que había comprado la casa a una familia que había venido de Algar y que después de la guerra había vuelto a Jerez de la Frontera (pinchar aquí para leer la historia).
 Se empeñó en esa casa y don Francisco Lobatón Herrera (el hijo mayor de la familia, pues el padre había fallecido antes de la guerra) se la vendió a él, aunque había otro ubriqueño (don José Arenas) que también quería comprarla.


La casa construida por don Francisco Lobatón en 1922
Hogar de la familia Izquierdo Fernández entre 1940 y 1986
Fotografía de Manuel Cabello Janeiro 1992
 

Lo que no nos cuadra mucho de la historia que conocemos y del documento del padrón es que la casa de la familia Lobatón existía desde 1922, y está en la calle San Pedro, número 22, no en la calle Presbítero Francisco Guerrero. También sabemos que la familia Ruiz Carrasco vivía en la calle Horno, que es una calle paralela.  Quizás no sepamos nunca si hay algún error o si circunstancialmente las tres familias vivían en esa calle en 1930.
Seguramente sea debido a que la vivienda familiar (gigantesca) daba a cuatro calles: San Pedro, Progreso, Horno y Rojas.
En cualquier caso agradecemos de corazón a Manuel Zaldívar que nos siga regalando estos trocitos de historia de nuestra familia y de nuestro pueblo.


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lunes, 18 de enero de 2010

Nuevas fotografías: el cementerio de Ubrique

Ubrique, vista general, año 1934/1935
(pinchar sobre la imagen para ampliar)



Hemos encontrado un nuevo "tesoro", se trata de una fotografía general de Ubrique a mediados del siglo pasado (nuestra madre dice que será de 1934 o 1935), pero desde una perspectiva inimaginable, hasta ahora.

Nunca habíamos visto el "nuevo" cementerio de Ubrique de esta manera. La fotografía está tomada desde el actual mirador de Las Cumbres, y podemos ver que el pueblo está al otro lado del río y que Los Callejones no existen aún.
Decimos "nuevo" cementerio porque en Ubrique han existido varios: en principio el cementerio estaba en el actual casco antiguo, entre la Parroquia y la calle de Las Ánimas, porque la población residía fundamentalmente en la zona de La Torre. También había enterramientos dentro de la Ermita de San Juan de Letrán.

Más tarde lo pasaron a espaldas de la ermita del Jesús, sacándolo del centro de la cuidad, más o menos donde está la cancha. Ese cementerio estuvo allí hasta hace un par de siglos.
Por otra parte, los monjes del convento tenían otro cementerio junto al edificio, al lado de las huertas, pero ése era solamente para religiosos.

Finalmente construyeron el cementerio de San Bartolomé, el que hoy conocemos, en unos terrenos cedidos por el diputado Bartolomé Romero, y que fue inaugurado a finales de siglo. Don Pedro Bohórquez Piñero, que fuera Diputado en las Cortes de Cádiz, fue, según nos cuenta nuestra tía María de los Ángeles Janeiro Carrasco,  uno de los primeros ubriqueños que se enterraron en el nuevo cementerio, aunque los restos de algunas personas que habían muerto con anterioridad fueron trasladados allí. Nuestra tía Isabel Álvarez nos cuenta que recuerda cómo su abuelo, Manuel Janeiro, trasladó los restos de su primera esposa, Isabel Rubiales, al nuevo cementerio.
Entonces la mayoría de los enterramientos eran en tierra, pues apenas había mausoleos y aún no había nichos. La familia Reguera hizo construir una ermita.
A nosotros de pequeños nos llamaba terriblemente la atención la separación para enterrar a los no católicos, o a los que no tenían derecho a estar enterrados en el cementerio (parece mentira que en épocas anteriores se les negara el derecho a ser enterrados con los demás a los actores, por ejemplo).

Nuestro padre contaba, como un chiste, que sobre la tumba de uno de sus parientes al que le gustaba mucho el mosto, muerto hacía mucho tiempo, había brotado una parra exuberante. Suponemos que ese chiste se haría de más de uno.


.Ubrique, 18 de enero de 2010



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martes, 25 de agosto de 2009

La casa de la familia Izquierdo: ¡Un poco de madera!

 
La casa de los Izquierdo Foto: Manuel Cabello Janeiro, 1992
¡...más madera! 
 
 

La casa familiar en la que habitó  la familia Izquierdo desde 1944, era un palacete construido veinte años antes por la familia Lobatón en la Calle San Pedro, nº 22. En el escalón de la entrada, fabricado en piedra rosa de Ubrique, podemos ver las iniciales FL entrelazadas (Francisco Lobatón Gómez) y el año de construcción: 1922.

Durante veinte años fue habitada por una magnífica familia numerosa, la formada por don Francisco Lobatón y doña Francisca Herrera y sus diez hijos. La familia Lobatón se trasladó a Jerez después de la guerra y el hijo mayor, Francisco (pues el padre había muerto diez años antes), procedió a su venta.

Era una casa espectacular, con incontables habitaciones, escaleras, alacenas, recovecos, patios, azoteas, cocinas, cuartos de baño, salitas, salones, chimeneas. Por mucho que lo intentemos no podemos ponernos de acuerdo en cuántas dependencias tenía, más de treinta desde luego, repartidas en tres plantas en las que había espacio para la fábrica, los almacenes de pieles, la bodega y el hogar familiar. 

No hubo mejor casa en su momento y estuvo siempre habitada por multitud de personas de la familia y allegados. Nuestra madre cuenta que su padre la adquirió por veintiún mil duros, ofreciendo mil duros más que otra familia interesada (la de José Arenas). Fue una sorpresa para toda la familia, que estaba de vacaciones. Durante todo el verano su padre la estuvo amueblando, hizo que le construyeran los muebles tallados a medida en Ronda e hizo traer alfombras y lámparas de Madrid. Se trasladaron a la casa nueva el 20 de enero de 1944, el día de San Sebastián, justo cuando bautizaron a la más pequeña de la familia.

Un día nos contó nuestro abuelo Leandro que, para su construcción se había utilizado madera de pinsapos. Por lo visto el señor Lobatón habló con el dueño de la finca en la que está el Pinsapar de Grazalema y le pidió permiso para cortar la madera necesaria para las puertas y ventanas de una “casita” que se estaba haciendo en Ubrique. Con el permiso concedido, hizo falta madera para... ¡más de cien pares de hojas de puertas y ventanas!

Y como era una casa tan grande, con cuadras, cochera, almacenes e incluso un lugar para los animales, se había construído sobre toda una manzana, entre el río y la calle San Pedro, en la que anteriormente había más de diez casitas.

Desgraciadamente para nuestra casa familiar, nuestros abuelos se hicieron mayores, y ninguno de nosotros  podía quedarse con ella, así que hubo que venderla, pero ya nadie se ocupa de ella y están dejando que se caiga. ¡Una pena!

Ya que hoy en día parece excesiva una casa tan grande para una familia, sería buena idea que las autoridades la adquirieran como edificio de utilidad pública, por ejemplo.