LOL con este tomo. No por las dos historias que contiene (que son muy buenas y ahora comentaré), sino por cómo avanza la historia principal en este tomo. Justo hacia la mitad del tomo, en el ecuador justo de la serie, hay una conversación clave que deja entrever muchas cosas y abre diversas posibilidades muy interesantes sobre uno de los personajes principales, compañero del protagonista.
Uff, ufff... Según voy leyendo, me estoy dando cuenta de la grandeza de este manga y os aviso, puede ser uno de los mejores seinens a la venta en España. Yo no digo nada más.
Y sobre las dos historias que componen este tomo he de decir que ambas son buenas, aunque la primera es infinitamente mejor que la segunda.
La primera historia trata sobre un grafitero que realiza su arte por imposición familiar (suena raro pero todo tiene su razón de ser) y acaba revelándose en su último grafiti contra la Ley de Prosperidad Estatal. Una historia muy impactante.
La segunda historia trata sobre un auténtico friki de la Ley de Prosperidad, que recibe el Ikigami con orgullo... ¡Y toda su familia se alegra! Esta historia relata lo enfermizo de la sociedad ideada en este manga.
GRANDÍSIMO, vamos.