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4 de febrero de 2014

antes de acostarnos / Xoán Abeleira




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La saciedad del deseo es el deseo mismo.

La propiedad, es surco.

La sabiduría resguarda la generosidad.

*

El hambre y el espasmo también comparte con el sueño

avivar la mente

tactar la matriz

tu ojo en mi ojo, ese es el sueño

una mente entre otra mente

exposición, sensibilidad, diafragma.

*

Dormimos entre superficies que se frotan hasta hallarnos

tectónicos; en forma de golpe. Como renglones inacabados

Procurar un sueño es procurar un libro y pasar páginas

-¿Qué haces tú aquí?

-He tomado el fuerte.

Duérmete y sáciate.

*

Aquí os dejo ahora “antes de deitármonos” del magnífico poemario “animáis, animáis” del poeta y traductor Xoán Abeleira…

 

ANTES DE DEITÁRMONOS

 

Antes de deitarme

Deixo na cadeira todo o que perturba

O meu amor no seu camiño

 

Antes de deixarme

Corpo e alma porque a alma só existe

Cando existo dentro dela

Luz e sombra porque a sombra

Pide a berros destebrarse

Nas maos do meu amor

 

Deixo a cadeira

Humilde do seu cuarto

A manchea de refugos coa que me aceda o mundo

 

Porque meu amor non gusta

De artificios nin disfraces

E ninguén odia tanto o simulacro

Como a verdade diste amor

 

Meu amor meu bo salvaxe

Coma calquera outro animal

Arrebólase á paixón

No seu estado máis puro

 

Aínda que ás veces para compracerme

Ela se poña un río unas medias

Da cor do entresoño

Unha gasa flor de cicuta

Abrollándolle entre as pernas

 


___(animáis, animáis) ___ANIMALES ANIMALES
__________________xoán Abeleira
edición bilingüe Bartleby Editores

 

 
 

Antes de acostarnos

 

Antes de acostarme

Dejo en la silla todo lo que perturba

A mi amor en su camino

 

Antes de dejarme

Cuerpo y alma porque el alma sólo existe

Cuando existo dentro de ella

Luz y sombra porque la sombra

Pide a gritos desentrañarse

En las manos de mi amor

 

Dejo en la silla

Humilde en su cuarto

La infinidad de desechos con la que me aceda el mundo

 

Porque mi amor no gasta

De artificios ni disfraces

Y nadie odia tanto el simulacro

Como la verdad de este amor

 

Mi amor mi buen salvaje

Como cualquier otro animal

Se arroja a la pasión

En su estado más puro

 

Aunque a veces para complacerme

Se ponga un río unas medias

Del color de la duermevela

Una gasa flor de cicuta

Espigando entre sus piernas

 
Jacinta Besa

 


La importancia de vivir

Lin Yutang (1895-1976)

[ED. pocket edhasa]

 

Capítulo IX [El Goce de la Vida]

1. de tenderse en la cama

 

Parece que estoy en camino de ser un filósofo de mercado, pero no lo puedo remediar. La filosofía, en general, me parece la ciencia de hacer que las cosas sencillas sean difíciles de comprender, pero puedo concebir una filosofía que sea la ciencia de hacer sencillas las cosas difíciles. A pesar de nombres como “materialismo”, “humanismo”, “trascendentalismo”, “pluralismo” y todos los otros “ismos” muy largos, sostengo que estos sistemas no son más profundos que mi propia filosofía. La vida, después de todo, está hecha para comer y dormir, de encontrar y decir adiós a los amigos, de reuniones y fiestas de despedida, de lágrimas y risas, de hacerse cortar el cabello una vez cada dos semanas, de regar la flor en una maceta y ver cómo cae desde el techo del vecino; y vestir nuestras nociones relativas a estos simples fenómenos de la vida con una jerga académica no es más que una treta para ocultar una extrema escasez o una extrema vaguedad de ideas por parte de los profesores universitarios. La filosofía, por lo tanto, ha pasado a ser una ciencia por cuyo medio empezamos cada vez más a comprender menos lo que somos. Lo que han conseguido los filósofos es esto: cuanto más hablan, más confusos quedamos.

[ … ]

Lo que realmente ocurre en la cama es esto: cuando uno está en cama los músculos descansan, la circulación se hace más suave y regular, la respiración cobra tranquilidad, y todos los nervios ópticos, auditivos y vasomotores se encuentran más o menos en descanso completo, produciendo una quietud física más o menos total, y con ello se hace más absoluta la concentración mental, sea sobre las ideas o sobre las sensaciones. Aun con respecto a las sensaciones, las olfativas o auditivas por ejemplo, nuestros sentidos están más agudizados en ese momento. Toda buena música debe ser escuchada tendido en cama. Li Liweng dice en su ensayo sobre “Sauces” que se debe aprender a escuchar tendido en la cama el canto de los pájaros al amanecer. ¡Qué mundo de belleza nos espera si aprendemos a despertarnos al alba y escuchar el celestial concierto de los pájaros! En verdad, hay una profusión de música de los pájaros en casi todas las ciudades, aunque estoy seguro de que muchos residentes no lo notan. Por ejemplo, esto es lo que he escrito sobre los sonidos que escuché una mañana en Shangai:

Esta mañana desperté a las cinco después de dormir muy bien y escuché un glorioso festín de sonidos. Lo que me despertó fue el sonido de las sirenas de las fábricas en una gran variedad de tonos y de fuerza. Al rato oí un distante repiqueteo de cascos de caballos: debía ser una fuerza de caballería que pasaba por la calle de Yuyuen; y en ese tranquilo amanecer me causó más deleite estético que una sinfonía de Brahms. Hubo luego algunos gorjeos tempranos de cierta especie de pájaros. lamento no conocer la ciencia de los pájaros, pero gocé lo mismo de los gorjeos.

Hubo otros sonidos, es claro: el “boy” de algún extranjero, seguramente al cabo de una noche de juerga, apareció a eso de las cinco y media y comenzó a golpear una puerta. Se oyó después a un basurero que corría una calleja vecina con el bisbiseo de su escoba de bambú. De pronto, un pato salvaje, supongo, surcó el cielo, dejando ecos de su kung-tung en el aire. A las seis y veinticinco escuché el distante trueno de la máquina del tren de Shangai-Hang-chow que llegaba a la Estación Jessfield. Hubo uno o dos sonidos de los niños que dormían en el cuarto vecino. Empezó a agitarse entonces la vida y un distante murmullo de actividades humanas en la vecindad cercana y lejana aumentó gradualmente en volumen e intensidad. En la planta baja de la casa se habían levantado ya los sirvientes. Se abrían las ventanas. Se colocaba un gancho en una puerta. Una tosecilla. Un suave ruido de pisadas. Un golpeteo de tazas y platillos. Y de pronto el bebé gritó: “¡Mamá!”. Éste fue el concierto natural que escuché aquella mañana en Shangai.

 

 
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De La noche agitada (1935)

Henri Michaux

EN LA CAMA

 

La enfermedad que tengo me condena a la inmovilidad absoluta en la cama. Cuando mi aburrimiento alcanza proporciones excesivas y que van a desequilíbrame si no se interviene, esto es lo que hago:

Aplasto mi cráneo y lo extiendo delante de mí tan lejos como sea posible y cuando está bien chato, saco mi caballería. Los cascos golpean nítidamente sobre ese suelo firme y amarillento. Los escuadrones de inmediato se ponen a trotar, y se piafa y se lanzan coces. Y ese ruido, ese ritmo claro y múltiple, ese ardor que respira el combate y la Victoria, encantan el alma de quien está clavado a la cama y no puede hacer un movimiento.

Antología poética [1927-1986]
Adriana Hidalgo editora
 
 
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