Marco Cazzato |
Hace
algún tiempo que tenía ganas de traeros algún fragmento del libro de María del Pardo
Esteban y Félix Rodrigo Mora “Feminicidio o auto-construcción de la mujer”
y ahora, tras leer (¿quién me manda?) una
carta publicada en la revista pikara de Alexander Ceciliasson, a raíz del
discurso de una tal Emma Watson ante las naciones unidas. Pues me
parece el momento idóneo y además, trataré de ver mi postura, si existe, sobre
el tema. Mi primera apreciación es la siguiente; el entorno nos da forma y aísla
convirtiéndonos en fantasmagorías dignas de vigilancia y control. De tal modo
que si reparo en “La carta abierta a todos los hombres (feministas)” de Alexander,
para cambiar el entorno solo tengo que sacar mi estrella de sheriff de la Buena
Voluntad y listo. Es sencillo, remarcar unas cátedras de género y apoyar el
poder establecido victimizando a la mujer por parte del patriarcado, ese linaje
de Lord Voldemort (hombres blancos) que manejan el péndulo de las
civilizaciones. Además para llevar a cabo una labor de buen feminista scout en el caso de
aventurarme en un academicismo reivindicativo, he de protestar por mi
sinfín de privilegios obtenidos desde la cuna, admito, para después, sentarme y callarme.
A continuación dejo el final de la carta. Y al final de
mi entrada, dejaré el enlace a dicha carta.
“Todavía no parece muy claro lo que la
campaña #HeForShe pretende hacer. Pero si llega a proponer algún tipo de
estrategia para los hombres del mundo que quieren ayudar con el progreso del
feminismo, espero que sea ésta: sentaos y callaos. Admitid vuestros privilegios
y renunciad a ellos. No intentéis dar más poder a las mujeres (¡es precisamente
eso lo que están haciendo ellas!). Reducid vuestro propio poder e intentad
convencer a otros hombres de que hagan lo mismo.
Admitir privilegios, renunciar a ellos y
convencer a otros hombres de que hagan lo mismo tienen que ser los pilares del
feminismo de los hombres. Si no hacemos eso, no estamos ayudando al movimiento,
lo estamos revirtiendo. Y al final, si no quieres ser feminista por si te
obliga a sentarte y callar la boca, está bien. El feminismo no te necesita a
ti.”
-
Tras
leer el Kit de Acción de #HeForShe me
temo que algo está cambiando. Tal vez la saga de Harry Potter llega a su fin y
vuelva “El segundo sexo”.
María del Pardo Esteban y Félix Rodrigo Mora
“Feminicidio
o
auto-construcción de la mujer”
Ed.
Aldarull
SIMONE DE BEAUVOIR,
MISOGINIA Y MENTIRAS
PARA CONSTRUIR
LA MUJER NUEVA
Merece
especial atención la obra cumbre del feminismo, “El segundo sexo”, de Simone de
Beauvoir, publicada en 1949, fecha a retener para comprender su
propósito y significación. Lo primero que resalta en ella es su intención
totalizante, al ofrecer una interpretación completa y definitiva del asunto
considerado, y su pretensión de omnisciencia, principios comunes a todo
pensamiento religioso. Examina la condición femenina desde la biología, el
psicoanálisis, el materialismo histórico, la historia, los mitos, la política,
la economía y algunas disciplinas, o pseudo-disciplinas, más. Es una lástima
que ese ejercicio se realice con materiales intelectuales de segunda y tercera
categoría, por lo general tomados de obras de divulgación, pues la autora lo
ignora todo de los asuntos que trata (eso es obvio especialmente en la parte
que dedica al análisis histórico, un rudimentario texto escolar elaborado con
lugres comunes), aferrándose además a modas intelectuales de su tiempo ajenas
al saber cierto, hoy justamente olvidadas, como son el freudismo y el
materialismo histórico. En realidad, lo que hace es literaturizar de forma
fácil, simple y ramplona los asuntos tratados, sin voluntad de verdad y, por
ello, sin alcanzar ninguna consecuencia apreciable que, en tanto que
certidumbre imparcial y objetiva, pueda ser considerada con respeto.
A
pesar de la simpleza argumentativa del texto, las instituciones académicas y
políticas lo han convertido en un dogma teórico, esto es, un sistema de
creencias obligatorias, una religión política en suma, que se impone por
aleccionamiento a la multitud (a los hombres tanto como a las mujeres) para que
en las mentes de las clases populares prevalezca lo que interesa al poder
constituido…
[…]
Lo
primero se manifiesta en el desprecio y rencor con el que concibe el cuerpo
femenino, negativo en sí, por ejemplo, cuando dice que “todo el organismo de la
hembra está adoptado a la servidumbre de la maternidad”, pues ésta, por sí
misma, entendida al margen de sus determinantes o condicionamientos políticos,
económicos y culturales, no es tal, sólo una experiencia humana magnífica, y
envidiable, reservada a una parte de la especie, la mujer. Desde luego,
considerar la maternidad como una “servidumbre”
es situarse en el terreno del machismo más bronco y cuartelero presentando las
particularidades de la biología de la mujer como causa de su supuesta
inferioridad…
[…]
…su
compañero intelectual, el pseudo-filósofo J.P. Sartre, haciendo gala de una
misoginia aún más repulsiva que la e la autora examinada, lo denomina “infortunada anatomía”: tales son los
averiados fundamentos doctrinales del Estado feminista, que tiene en De
Beauvoir su santa patrona.
[…]
Cuando
se publicó “El segundo sexo”, en el año 1949, Simone de Beauvoir poseía una
biografía bien curiosa. Junto a J.P. Sartre, el guía por excelencia de la
conciencia francesa de posguerra, que se creía profunda y exquisita pero era
sólo trivial y adocenada, se presentaba como miembro de la Resistencia contra
la ocupación nazi y el fascismo autóctono, condición necesaria para ser, en ese
tiempo, respetada y considerada, aunque los estudios de la Resistencia no
tenían pruebas de ello y excluyeron a ambos de las listas de resistentes y luchadores…
[…]
…la
autora enuncia sin rubor en “El segundo sexo”: “En cada esquina puede empezar una pelea, para el hombre es suficiente
sentir en sus puños la voluntad de afirmación de sí para que se sienta
confirmado en su soberanía… la violencia es la prueba auténtica de la adhesión
de cada cual a sí mismo, a sus pasiones, a su propia voluntad”. Se duele
asimismo de que las niñas “las peleas, las riñas les están prohibidas”.
Hay
que entender esta devoción hacia la violencia camorrista y pendenciera de
cuarteles y tabernas, poniéndola al lado de la actitud que la autora tuvo
cuando se presentó la ocasión de luchar, de emplear la violencia y de arriesgar
la vida por una causa justa, entonces se evadió de tal carga en la que, por
contra, sí participaron muchas mujeres que tal vez no eran aficionadas a riñas
y conductas dañinas gratuitas, pero estaban dispuestas a luchar y dar la vida
en muchos casos por una causa justa.
La
meta práctica de tal construcción teórica era crear mujeres capaces de ascender
en el bárbaro mundo de la política a las altas esferas del Estado y empresarias
agresivas y amorales dispuestas a todo con tal de medrar y enriquecerse, lo que
debía reforzar el poder del estado francés y su empresariado como clase en el
mercado mundial, acelerando la acumulación y concentración del capital…
[
… ]
Un
dato que permite aquilatar mejor la naturaleza verdadera de “El segundo sexo”
como obra admirada por la reacción más extrema, es que María Laffitte, condesa
de Campo Alegre, en la segunda edición, 1950, de “La secreta guerra de los
sexos” (publicado bajo el franquismo y con su beneplácito por primera vez en
1948), cita con aprobación y admiración aquel libro del que ofrece un resumen.
Es asombrosa la coincidencia de ideas entre la obra de Campo Alange y la de
Beauvoir, siendo anterior en el tiempo de la primera. Especialmente cercano es
su punto de vista sobre la maternidad que expresa así Laffitte, “siente latir dentro de sí algo que ignora o
que entrevé solamente, y deja obrar en ella los mandatos de la especie en
actitud de pasividad”, concluyendo
que “En general, nunca se concedió a la mujer la facultad de liberar su
energía materna para emplearla en alguna actuación extramaterna… hasta hace
poco, y aún todavía, solo parecía legítimo que la mujer satisficiera sus
ambiciones dentro de la maternidad. Jamás se permitió poner otra meta a su
instinto”. Estos ideales no sólo no son
perseguidos por el franquismo, sino que el texto fue un éxito editorial
que llevó a realizar una segunda edición a los dos años de su publicación, lo
que, en las condiciones políticas del país era imposible sin el apoyo del
régimen.
Situemos
tal acontecimiento en su contexto histórico. Esa aristócrata publicó el libro
en 1948, esto es, cuando la guerra abierta entre la guerrilla rural y el
régimen fascista estaba en un momento culminante, con un crecido número de
detenidos, torturados, asesinados sobre el terreno y ejecutados por mandato
judicial. En tal marco aquella señora no tuvo ningún problema en publicar su
libro, que ofrece una versión levemente retocada de las formulaciones de la
Sección Femenina falangista, con la que tuvo una relación cercana. La loa que
hace de “El Segundo Sexo” en la segunda edición de 1950 no produce reacción negativa
alguna en la censura franquista. En un momento en que la acción contra el
maquis era ya una operación de exterminio, nada encuentran de malo los censores
en la filosofía feminista de la autora. Esto es una muestra más de los
numerosos lazos que unen al feminismo con la extrema derecha, ayer y hoy, dado
que ambos coinciden en lo sustantivo, la férrea voluntad de someter a las
mujeres a la estrategia y biopolítica del ente estatal. Mientras muchos y
muchas (el apoyo de la mujer rural a la resistencia armada fue enorme, y hoy ya
es una leyenda) padecían y morían, en Francia y en España, Simone de Beauvoir
triunfaba en los salones de la aristocracia, en los despachos de los políticos,
en las dependencias de la gran empresa y en los locales de la Falange y de la
Sección Femenina.
Nótese
asimismo que la expresión “la secreta guerra de los sexos”, que da título al
libro, acuñada en realidad por O. Spengler, la cual sintetiza el sistema de
ideas del feminismo, pudo circular sin problemas bajo el franquismo. Esto se
explica porque éste, como todo poder estatal, está vitalmente interesado en
expandir y azuzar al máximo el enfrentamiento entre mujeres y varones, pues de
ello depende una parte sustantiva de su supervivencia.
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Simone
de Beauvoir es el paradigma de la intelectual y del intelectual del feminismo:
lo que de ella se expone puede ser aplicado a casi todas y todos los que han
ejercido y ejercen tan liberticida y feminicida función, hoy premiados con
cantidades colosales de dinero tanto como con carreras profesionales exitosas,
siempre que cumplan a la perfección el doble objetivo de destruir a las mujeres
y enfrentarlas con los varones. Un ejemplo son las Cátedras de Género con su
correlato e cursos, titulaciones, premios y productos de todo tipo que están
proliferando en las universidades. Quienes pertenecen a ese sistema no pueden
representar a las mujeres pues son, y solo pueden ser, la voz del régimen al
que sirven y del que se sirven.
Frente
a la nadificación de la verdad y al culto por el Estado es necesario defender
la necesidad de eliminar por vía revolucionaria el poder como disvalor,
precisamente para que se expanda la verdad como valor y bien, en tanto que
medio, ciertamente, pero sobre todo como fin en sí y por sí.
María del Pardo Esteban y Félix Rodrigo Mora
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Un
kit de acción. Desviar la atención del poder mediante el embuste y el adoctrinamiento
masivo. Un conjunto de piezas que se mueven unas a otras, las víctimas, y los
culpables. Hace poco vi en un medio de desinformación un estudio de la World
Econimic Forum indicando en un mapa cómo se distribuye el tema de la igualdad a
favor de las mujeres en los países democráticamente desarrollados, los
ganadores claro eran los países nórdicos. En el mismo medio y sobre uno de esos
países nórdicos reseñaban que en ciertos geriátricos tras valientes estudios (películas pornográficas)
decidieron contratar el servicio de prostitutas para alargar/alegrar la vida en
dicho geriátrico. ¿Se produce un sistema de neutralidad? Estabilizar un
Sistema-Estado consiste en acercar el poder a dicha estabilidad por medio de la
necesidad. Primeramente se crea la diferencia, la desigualdad, se moldea a los hombres para
determinadas tareas, y a las mujeres para otras tareas, luego mediante una
“política” se busca el consenso. Es decir; el simulacro, fantasmagorías que
politizan el ser hasta exculpar al Capital.
Yo
hace mucho que perdí la esperanza por encontrar algún vestigio de inteligencia en el ser
humano incluyendo todos los géneros posibles, pensables y deseables. Aquí también la
soberanía de igualdad en cuanto a estupidez, hoy, es instituida desde la cómoda
pedantocracia que defiende a las clases propietarias guiando a los desfavorecidos,
y desfavorecidas, hacia la tierra prometida.
“La carta abierta a los hombres…”
aquí...
http://www.pikaramagazine.com/2014/10/una-carta-abierta-a-los-hombres-feministas/
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POST
SCRIPTUM _
Para
que nadie haga una conclusión equivocada a mi postura diré que mi postura no
existe, no soy feminista ni masculinista. Existe demasiada fe en la justicia
como para determinarme, una fe tal vez forjada desde la infancia convirtiéndonos en
seres dependientes de leyes e instrumentalización de penas, mera
pedagogía. ¿Se erradica el homicidio con el endurecimiento de las penas o es al
revés? Tal vez en algo tenga razón el autor de la carta, lo mejor para un
feminista es dejar en manos de las mujeres su emancipación con toda la
dificultad y peso que conlleva pues carecen de la ausencia del deber del
sacrificio. Cuántas enfermedades del “yo” todavía por diagnosticar, por
reprimir, no mucho más ha de crecer el progreso para cerrar las puertas y
consolidar el callejón sin salida de la burguesía. La brecha entre hombres y
mujeres no será/es nada en comparación con la brecha entre el poder, y la mayoría
que no lo detenta debido al darwinismo social. Se nos aviene a convertirnos en
una masa incapaz de ver el rosto del Otro, vislumbrar sí, un líder político
ante el funesto “desamparo organizado”
H. Arendt. Se nos empuja a sentirnos culpables, víctimas, no cesar en consumir
una razón, un estado y una historia, sacrificar así la individualidad.
“El poder está en la facultad de hacer
pedazos los espíritus y volverlos a construir dándoles nuevas formas” G.
Orwell.
Antes del mes de Julio del año venidero, la
campaña #HeForShe pretende
movilizar a mil millones de hombres. Supongo que las mujeres en verdad
vinculadas al feminismo tendrán en cuenta tal movilización, de ellas depende
hacer sentar y callar a esos mil millones de hombres “feministas” mediante algo
más que magia organizada.