20 de diciembre de 2016

Susurros del silencio (REC)

-Te quiere, mamá -dijo la pequeña susurrándole al oído mientras él se acercaba y arrodillaba tímidamente a su lado para ofrecerle un pañuelo y así secar sus lágrimas. El párroco rezó una última oración antes de cerrar el pequeño ataúd.

6 de diciembre de 2016

Acuarelas del Edén (REC)

De un certero bocado, le arrebató el pincel que sujetaba con sus finos dedos. La “vaca comepinceles”, como a ella le gustaba llamar, se escondió tras unas rocas para rumiar en paz. Los pájaros, que se habían escapado del lienzo, posaban plácidamente sobre las manecillas del reloj de pared; miraban absortos a la pequeña que volvía a sacar otro pincel de detrás de su oreja. Pintó otra vez unas nubes azules y un sol dorado que las mariposas habían borrado antes. La serpiente, que estaba enroscada en la rama del árbol, le ofreció una manzana a la niña. Pero Evita ya tenía la lección bien aprendida.

22 de noviembre de 2016

Coleccionista (REC)

No era el mar pero se le parecía tanto que incluso varias sirenas nadaban plácidamente en sus ojos aterciopelados. Liberé a la criatura en un hábitat, que aunque no era el suyo, podría sobrevivir decentemente unos cuantos lustros. Desconecté la gravedad artificial y ajusté la iluminación a la de un amanecer de su planeta natal para poder contemplarla en su máximo esplendor. Al poco tiempo de estar observandola me percaté que una sirena se había escurrido de uno de sus ojos. Volví a mirar el catálogo; aquella criatura parecía haber evolucionado demasiado. Dudé entre devolverla o en intentar revenderla a algún coleccionista de rarezas.

15 de noviembre de 2016

Pequeñas bibliotecas (REC)

Espero que puedas perdonarme, le dijo Garbancito al niño que estaba leyendo su cuento mientras se comía un trocito de galleta que Alicia, la del otro cuento prestado, le había dado para que pudiera crecer mucho y así poder liberar a la princesa que estaba encerrada en lo alto del castillo. Pero al niño no le parecía bien del todo. Le gustaba la idea de que Garbancito pudiera crecer, pero no para liberar a la princesa, sino para poder librarlo a él de la máquina infernal que lo mantenía con vida.

9 de noviembre de 2016

Puzles (REC)

Sigo observando mi trocito de cielo que encontró el niño de gafas verdes cuando cayó al suelo del parque junto a las hojas de mi árbol preferido. Lo tiene envuelto en su roída bufanda azul. Por las noches lo pone bajo su almohada y sueña que es Superman. Yo es cuando intento recuperarlo, pero el pánico se apodera de él al ver mis largas y escuálidas manos acercándose a su rostro. Creo que un día de estos optaré por arrancar un pedacito del niño para rellenar el hueco que tanto añoro y volver a soñar con un mundo puro.

8 de noviembre de 2016

Modas horrorosas

Guardaba tantos secretos bajo su tupida y larga barba que una noche, cenando sopa, se le escurrió un beso de la vecina del quinto.

Se quitó las hombreas junto con los hombros. También se arrancó los brackets y su cabeza. Entonces así, me atreví a besarla

29 de octubre de 2016

La siega (ENTC)


En el campo, a mitad de la siega, empecé a buscar sus pechos. Los fui acariciando poco a poco. Los besé con ternura. Mordí sus pezones y empecé a chuparlos, a tomar de su leche. Me los bebí enteros y, allí, a pleno sol, me quedé dormida mientras ella me acunaba entre sus rudos brazos.

25 de octubre de 2016

Reflejos (REC)


Al otro lado de la ventana vive un tipo bien arreglado, con la mirada puesta en mí y con una inquietante sonrisa en su rostro. La única diferencia entre nosotros es que él irá a trabajar y yo a por el quinto ciclo de quimioterapia. Añoro aquel día en el lago en el que era yo el reflejo en el agua. Desde entonces busco cualquier reflejo mio en cualquier sitio que se atreva a intercambiarse, sobre todo el del espejo del baño, que siempre se limita a decir que tengo buena cara. Los días pasan y, mientras yo me apago, mi reflejo no deja de brillar.

19 de octubre de 2016

Diagnóstico (REC 2/2)

Cuando se prendieron las cortinas de la cocina supe que su cáncer pronto acabaría extinguiéndose. Todos los gritos de dolor pronto se condesarían en un minuto. Mis lágrimas apenas pudieron sofocar un par de letras de la carta donde aparecía su diagnóstico.

18 de octubre de 2016

Manuscrito (REC 1/2)

Cuando se prendieron las cortinas de la cocina puse su corazón sobre la tabla de olivo y lo atravesé con un cuchillo. Me alegré de sentir todo aquello que a ella le gustaba escribir. Era como ser el protagonista de una novela suya. Imaginé las llamas subiendo rápidamente por las escaleras y devorando su cuerpo desnudo maniatado. Abrí la nevera; saqué una cerveza bien fría; destapé un bote de banderillas picantes, pero no picaban. Pasé la hoja del manuscrito con los dedos todavía manchados de sangre. Allí no había nada, nadie, ni siquiera mi arrepentimiento de no saber nunca como acabaría todo esto.

11 de octubre de 2016

Dulce voz (REC)

Poco antes de que los domingos fueran amargos escuchaba por teléfono su dulce voz todas las semanas a la misma hora: “Hola papá. Te quiero mucho. Adiós papá” Ahora el silencio que no lo rompe ni la cucharilla removiendo el azúcar de una taza de gélido café, invade toda la sala que rodea al teléfono. Miro su fotografía y me pregunto si realmente mereció la pena irme a trabajar fuera durante un año. Descuelgo el teléfono y vuelvo a escuchar su último mensaje: “Hola papá. Te quiero mucho. Adiós papá”

20 de septiembre de 2016

Muñeco de trapo (REC)

El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba, había amanecido astillado. Aún así le volvió a dibujar su pequeño corazón. rojo

21 de junio de 2016

Sueños perfumados de princesa (REC)

Cuelgan de las cuerdas de la del quinto, como cada día entre semana, bonitas historias de amor envueltas en inmaculadas sábanas perfumadas con jazmín; dos o tres, quizás cuatro si ha habido suerte. Los sábados toca colada familiar; tristes ropajes perfumados con lágrimas de una madre que soñó con ser princesa.

17 de mayo de 2016

Rozando el final del mundo (REC)

Desde el otro lado del planeta no se ven las estrellas ni las lunas, ni siquiera con los telescopios más potentes. Cuenta una leyenda que desde lo alto del monte Saritnem uno puede alzar las manos y tocar la nada. Mi jardín está justo en el lado opuesto de ese monte. A veces, cuando me tumbo en el césped para contemplar pasar las nubes, siento que unas manos invisibles acarician mi espalda.

3 de mayo de 2016

Trocitos de amor (REC)

Es como sale mejor, tamizando primero la harina sobre las claras montadas a temperatura ambiente. Así lo hacía la abuela y así lo haremos nosotras. También hay que poner ralladura de un limón del limonero donde está enterrado el abuelo. Y, como no, una pizca de amor. Lástima que de eso ya no nos quede tanto. Mira a la abuela, sin dientes, sin pelo, con la mirada de su único ojo perdida en el horizonte. Quizás podríamos empezar con sus dedos, el índice de la mano derecha, así dejará de hurgarse tanto la nariz.

19 de abril de 2016

Rendición (REC)

-Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar cuando deje de existir. A mil metros de la desembocadura del Danubio, en el ocaso, cuando la luna creciente empiece a vislumbrarse por el horizonte.
-No digas garambainas hijo. Tu seguirás existiendo eternamente. El tratamiento llegará a buen término.
-Sabes que no está funcionando madre, la fototerapia está provocando que el cáncer que invade mis entrañas llegue pronto al corazón y lo reactive; la sangre, acumulada en todos estos siglos, circulará de nuevo por mis venas y no lo podré soportar.

12 de abril de 2016

Entelequia (REC)


El día que una ola salte más de lo convenido se llevará, de lo alto del armario, las figurillas envueltas en plástico de burbujas. Las arrastrará por el rellano de la escalera y las llevará mar adentro, hasta que un niño explote sus burbujas y se hundan en el fondo del océano. Las criaturas del abismo las encontrarán y se pondrán a jugar con ellas eternamente, rompiendo así el sutil equilibrio que tanto nos ha costado establecer. Nosotras dejaremos de ser necesarias y nos desintegraremos sobre algún algodón de azúcar de alguna feria de algún universo.

6 de abril de 2016

Sonrisas y nada más (REC 2/2)


-Deja unos puntos suspensivos al final -insiste la hoja.
-Creo que debo dejar la historia más cerrada, introduciré un nuevo personaje -contesta la pluma.
-¿Más personajes? -espeta la tinta. -¡Estoy agotada!
-¡Sí, más! -gritan los folios en blanco que descansan bajo el flexo.
-¡Basta! -grita el escritor que estaba observando todo ese alboroto. -Aquí el que decide soy yo, el que piensa soy yo, el que escribe soy yo...


Ante toda esta tiranía, la tinta se secó, la pluma se torció, los folios escritos se arrugaron y arrojaron a la papelera. Quedó una solitaria hoja en blanco que solo se atrevió a sonreír.

5 de abril de 2016

Atrapado bajo las sábanas (REC 1/2)

Deja unos puntos suspensivos colgados de unos hilos del techo de su dormitorio. Unas moscas revolotean entre ellos mientras una maraña de algodones empapados de sangre se arremolinan bajo la cama. La suave brisa que se escapa por la ventana despierta a unos gorriones que espantados huyen hacia el prado. Aún no ha amanecido y el teléfono no para de sonar. Acaricia su cuerpo desnudo infectado de ojos abiertos que no dudan en parpadear al contacto de sus huesudas manos. El búho que lo mira indiferente, desde los dedos de sus pies, salta sobre su húmeda boca y le deja suavemente una nueva jeringuilla.

22 de marzo de 2016

Mil recuerdos (REC)

 Las palabras que ha aprendido por la noche las pintará durante el día sobre lienzos de algodón junto a la orilla del mar. Por la tarde se borrarán con sus lágrimas al comprobar que no entiende nada y que sus recuerdos se los llevan las olas hacia el abismo. Luego regresará ella, como una suave brisa en mitad de la noche, y aunque cansada de trabajar, le volverá a envolver de palabras salpicadas de mil besos.

2 de febrero de 2016

Castigo (REC)


Subir de nuevo a la habitación y hacer los deberes o salir fuera y tirar piedras al jardín del vecino o bajar al sótano y mutilar al canario o... Lo tengo claro. Dicen que soy una chica mala, y, sinceramente, me encanta serlo. El señor con capa y sombrero de copa con sonrisa eterna que aparece por las noches al pie de mi cama no deja de repetírmelo. Las rosas con espinas que me deja entre los muslos, son mi castigo.