Cuando se prendieron las cortinas de la
cocina puse su corazón sobre la tabla de olivo y lo atravesé con un
cuchillo. Me alegré de sentir todo aquello que a ella le gustaba
escribir. Era como ser el protagonista de una novela suya. Imaginé
las llamas subiendo rápidamente por las escaleras y devorando su
cuerpo desnudo maniatado. Abrí la nevera; saqué una cerveza bien
fría; destapé un bote de banderillas picantes, pero no picaban.
Pasé la hoja del manuscrito con los dedos todavía manchados de
sangre. Allí no había nada, nadie, ni siquiera mi arrepentimiento
de no saber nunca como acabaría todo esto.
Garbancito es un ser pequeñito, el cual un día se escondió en una lechuga para poder así devorar, poco a poco por dentro, a la vaca que se lo tragara. En su última hazaña perdió su pequeña libreta. Por lo poco que he podido leer y entender, entre sus múltiples aficiones está la de escribir microrrelatos.
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18 de octubre de 2016
Manuscrito (REC 1/2)
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10 de septiembre de 2014
Tortilla de patatas con cebolla (REC 2/2)
13 de junio de 2014
Limpieza doméstica (REC 2/2)
Se ovilla sobre las baldosas frías y comienza a temblar.
-¿Qué te pasa? No llores mi vida.
-Sale sangre por la puerta –gimotea la niña.
-¿Qué sangre? –dice mientras la intenta limpiar con una toalla. –Aquí no hay sangre.
-Ahora la sangre está en tus manos –reprocha su hija.
-Yo no veo sangre por ningún sitio –insiste la madre mientras se lava las manos. –Y si hay sangre ¿de quién es? Porque no es ni mía, ni tuya.
-Es de papá.
-¡Cariño! Papá ya hace tiempo que no está entre nosotros.
-No. Es la del nuevo papá.
La madre la arropa y le quita con cuidado el cuchillo que empuña.
-¿Qué te pasa? No llores mi vida.
-Sale sangre por la puerta –gimotea la niña.
-¿Qué sangre? –dice mientras la intenta limpiar con una toalla. –Aquí no hay sangre.
-Ahora la sangre está en tus manos –reprocha su hija.
-Yo no veo sangre por ningún sitio –insiste la madre mientras se lava las manos. –Y si hay sangre ¿de quién es? Porque no es ni mía, ni tuya.
-Es de papá.
-¡Cariño! Papá ya hace tiempo que no está entre nosotros.
-No. Es la del nuevo papá.
La madre la arropa y le quita con cuidado el cuchillo que empuña.
3 de mayo de 2013
Vendedores de almas (REC III)
Disfrazado de vendedora de manzanas papá fue recibiendo a los invitados. Mamá, que estaba disfrazada de vendedora de cebollas los miraba a todos de arriba a abajo, en especial a las mujeres. El jefe de papá vino disfrazado de vendedor de cuchillos. Un señor, que tenía que ser muy amigo de mamá porque le cogió del brazo nada más llegar, venía de vendedor de ilusiones. Mi tío vino de vendedor de sonrisas, con la botella medio llena. Yo me quedé callado en aquella cama estrecha que me habían instalado en medio del salón; observándolo todo; viendo como todos vendían y nadie compraba.
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