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18 de octubre de 2016

Manuscrito (REC 1/2)

Cuando se prendieron las cortinas de la cocina puse su corazón sobre la tabla de olivo y lo atravesé con un cuchillo. Me alegré de sentir todo aquello que a ella le gustaba escribir. Era como ser el protagonista de una novela suya. Imaginé las llamas subiendo rápidamente por las escaleras y devorando su cuerpo desnudo maniatado. Abrí la nevera; saqué una cerveza bien fría; destapé un bote de banderillas picantes, pero no picaban. Pasé la hoja del manuscrito con los dedos todavía manchados de sangre. Allí no había nada, nadie, ni siquiera mi arrepentimiento de no saber nunca como acabaría todo esto.

20 de septiembre de 2016

Muñeco de trapo (REC)

El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba, había amanecido astillado. Aún así le volvió a dibujar su pequeño corazón. rojo

19 de abril de 2016

Rendición (REC)

-Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar cuando deje de existir. A mil metros de la desembocadura del Danubio, en el ocaso, cuando la luna creciente empiece a vislumbrarse por el horizonte.
-No digas garambainas hijo. Tu seguirás existiendo eternamente. El tratamiento llegará a buen término.
-Sabes que no está funcionando madre, la fototerapia está provocando que el cáncer que invade mis entrañas llegue pronto al corazón y lo reactive; la sangre, acumulada en todos estos siglos, circulará de nuevo por mis venas y no lo podré soportar.

9 de diciembre de 2015

Muñecas (REC 2/2)

Las besa con suma conciencia para no equivocarse. La que le regaló su madre, la de trapo, en las trenzas rojas; la de porcelana que le compró su abuela para la comunión, en sus frías y sonrosadas mejillas; la sirenita que le trajo su hermano mayor cuando regresó de la guerra , en la dorada cola escamada; la que no tiene ojos y está llena de mugre, que le dio su padre un día que lo vio escondido tras los contenedores de basura, en su corazón. Aún conserva el recuerdo  del último día que su padre estuvo en casa, el día que murió de un infarto.

24 de marzo de 2015

Una bonita historia de amor (REC)


Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón. Los pétalos rojos que le dejaba en el pupitre; las palomas que asustaba en el parque para que formasen un corazón en el cielo; las miradas que se cruzaban en los pasillos; las palabras que le susurraba cuando no estaba; sus pecas; los besos que aún no le había dado; sus sueños; el despertador a las 8:15; los cada 28 días; las alianzas; el bisturí con el que abriría su corazón; la vitrina donde lo custodiaría... Estaba dispuesto a todo para llegar a la última hoja de la libreta y escribir así una bonita historia de amor.

11 de marzo de 2015

La última prisión (REC 2/2)

Seguía atrapado allí dentro, lo noté nada más despertar. Todo estaba oscuro y silencioso, tan solo la luz del monitor iluminaba la habitación y su pitido, que marcaba mis constantes vitales, rompía el silencio. Noté que no tenía corazón y que una bomba llenaba mis  pulmones con aire rancio. El reloj de la pared parecía no avanzar al ritmo con el que lo solía hacer antes de que intentara suicidarme, marcaba siempre una media sonrisa. Ahora la prisión había aumentado y mucho me temía que no sería la última. La enfermera sin brazos que estaba sentada en la penumbra no paraba de recordármelo.

10 de febrero de 2015

Un minuto de gloria (REC)


-Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio.
-Justo lo que mide las dos falanges que le has cortado a cambio de su minuto estelar.
-Es lo que quería ella. Yo le pedí a cambio su corazón. Pero me dijo que le pertenece a un joven que está sentado abajo, en primera fila.
-Espero que ese joven haya comprado la entrada a cambio de sus vísceras, porque no las necesitará cuando la vea esclafarse contra el suelo.
-¿Hoy vas tú a comprar pan? Pues que no te arranquen el pelo, que lo tienes muy mono hoy.

23 de septiembre de 2013

La libélula azul. Página 15.(ENTC)



Mi madre me dijo que desde el momento en el que fui concebida, una libélula azul apareció en el jardín de casa. Esa libélula, en cierto modo, me protegió de todo peligro durante el embarazo. Se posaba sobre su barriga y batía sus alas al ritmo de mi corazón. Ahora tú me dices que ya no eres un príncipe azul; que eres una libélula azul y que perdiste las alas en un extraño accidente; que ahora solo me quieres proteger; y que si me quedo embarazada me cuidarás para siempre. Pero tu aliento huele a sapo. Y no me creo que con aquel beso que te di te convirtieras en lo que me dices que eres ahora. Lo siento, pero te has equivocado de cuento. El tuyo comienza en la página 213, en donde están aquellos molestos moscones, y nada de azules… verdes, muy verdes.

2 de mayo de 2013

Estallidos (REC IV)

Disfrazado de vendedora de manzanas me instalé en el zoco esperando a que, como cada primer miércoles de cada mes, el general apareciera por aquellas estrechas calles. El olor a canela, vainilla y pimienta, del puesto de al lado, penetró por la rejilla del burka y supe en ese momento que él pasaría por delante. Se detuvo frente a mi puesto; agarró una manzana; la mordió y me sonrió. Mi corazón estuvo a punto de estallar. Tan solo pude dedicarle una tímida sonrisa mientras él seguía su camino. Algún día, cuando no quiera... no pueda vivir... le ofreceré una manzana en el cuartel.

19 de octubre de 2012

Monstruos


De corazón y científicamente le digo la verdad, usted no puede gestar retoños con ese engendro. Entiéndame, aunque no crea en la ciencia, su compañero sólo posee tres de los seis sexos para ser compatible con la procreación. Además, si quisiera tener descendencia con otro, tendría que ser de manera tradicional, algo muy primitivo para un monstruo de nivel seis. Sin más rodeos, si tanto desea tener una criatura, con tres medallas que me pague, y con diez más para que le desciendan al nivel cuatro, podría conseguirle un bebé de esos humanos. Tenemos línea directa con la  morgue del hospital Sagrado Corazón.

27 de agosto de 2012

Siempre a tu lado

Desplacé su larga melena para dejar al descubierto su cuello. Lo besé, estaba en su punto; siempre me gustaba calentar los cuerpos antes de trabajar con ellos. Introduje el bisturí sobre su pecho, guiándome de la cicatriz de su anterior operación de trasplante de corazón. Introduje las tenazas en su tórax para separar las costillas. Sin más miramientos arranqué el corazón de cuajo. No aguantaba verlo más en el cuerpo de otra persona. Lo metí en una bolsa transparente y lo guardé en el congelador, junto con sus riñones. Ya sólo me faltaba recuperar sus pulmones y su hígado.

26 de junio de 2012

A veces (Finalista Triple-C)

Imagen del  ilustrador Pablo Pavezka.

A veces me gustaría cortarte la lengua para que vieses lo que siento cuando quiero hablar y no me dejas. A veces te cortaría los párpados para que pudieras ver, siempre, lo que sufro a tu lado. A veces cortaría tus manos para que aprendieras que se puede hablar sin usarlas. A veces desearía arrancarte vivo el corazón para que comprobases que también duele, y así apreciarías cada latido, podría ser el último. A veces te amputaría las piernas para que te dieras cuenta de lo que se sufre sin poder ir a ningún sitio. A veces me dan ganas de rajar, y ampliar, tu boca para que sonrías alguna vez por algún motivo, y no sólo para burlarte de mí. A veces te abriría en canal para sacarte las tripas y poder meterlas en tu boca para que te tragases toda la mierda que he tenido que aguantar yo. A veces… a veces… todo se hace realidad.