Desplacé su larga melena para dejar al descubierto su cuello. Lo besé, estaba en su punto; siempre me gustaba calentar los cuerpos antes de trabajar con ellos. Introduje el bisturí sobre su pecho, guiándome de la cicatriz de su anterior operación de trasplante de corazón. Introduje las tenazas en su tórax para separar las costillas. Sin más miramientos arranqué el corazón de cuajo. No aguantaba verlo más en el cuerpo de otra persona. Lo metí en una bolsa transparente y lo guardé en el congelador, junto con sus riñones. Ya sólo me faltaba recuperar sus pulmones y su hígado.
Me hizo reir...
ResponderEliminarUn cirujano de manicomio o jack el destripador?
Una fantástica ocurrencia, muy buen relato señor.
Saludos
Gracias genessis. En el fondo es una persona muy romántica.
EliminarBesos
Espero que este particular destripador-amador, llevara a mano bolsas de congelado.
ResponderEliminarBuen micro amigo ¡un poco salvaje!, la verdad.
Besos desde mis palabras.
Pues no veas cuando recupere el higado... :D
EliminarBesos
Ufffff qué gore Henry!!! jajaja pero me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Gracias Rosa, es de mi estilo el micro :D
EliminarBesos
Si algo he echado de menos este verano Henry son tus textos con sorpresa. Biquiños!
ResponderEliminarGracias Mandarica. Ahora estoy en la fase de retorno, sin ideas en la cabeza, aunque seguro que con la rutina se me ocurren mil.
EliminarBesos
Qué bueno, Henry. Y al final la tendrá como al Gualdisney ese, congeladita, pero la tendrá.
ResponderEliminarAbrazos.
Ahí está... empeñado en recuperarla enterita.
EliminarSaludos