En una antigua carnicería de Columbia Road, un enclave de estilo victoriano del este de Londres, la artista Rebecca Louise Law lleva años preservando, a través del secado, toda clase de flores: jacintos, peonías, tulipanes..., con las que compone preciosas obras de arte, que ahora van a formar parte de una exposición colectiva, que lleva por nombre el evidente título "Drying".

Rebecca cuenta que le encanta mostrar a la gente la belleza que puede llegar a tener una flor más allá de su vida "fresca". De la lozanía que muestran las flores cuando están vivas se pasa a una belleza más pausada, más elegante, con colores sugerentes, sofisticados, cuando están secas.

En el estudio podemos ver las diversas obras de arte que realiza: cuadros, fanales antiguos, cajas de cristal, todas ellas en su interior con preciosas composiciones florales, que nos transportan a épocas pasadas y que resultan plenamente actuales.

¡Me encantan!

Aunque el dicho (modificación personal de otro bien conocido por todos) que sirve de título al post no estoy del todo convencido de que sea cierto al 100% como premisa universal, sí que lo es en el caso (la casa) que nos ocupa, y es que basta ver la fotografía de sus propietarios (la que encabeza el post) para darse cuenta de ello.

El artista australiano Daimon Downey y su esposa nos reciben en su casa de Sydney ataviados con unas ropas que reviven los colores presentes en ella. Y es que Daimon, después de una carrera exitosa en el mundo de la música, decidió dedicarse a su verdadera pasión, la pintura, estableciendo en la vivienda su atelier. 

Una vivienda llena de colores vivos, como los que pueblan las obras de Daimon (y también sus ropas), cuya decoración es un compendio de diferentes estilos, con predominio de las piezas de sabor retro. En cualquier caso, un buen ejemplo de eclecticismo decorativo, con buenas dosis de color. 

Y vosotros, ¿os sentís definidos por el dicho del título?

Procedencia de las imágenes: Milk Decoration

Alquian, la ya por todos conocida tienda online de objetos viejos con alma, cumple su segundo aniversario. Hace dos años que Joan y David, concienzudos rastreadores de piezas vintage por todo el mundo, echaron a andar su estupendo proyecto, y desde entonces no han dejado de sorprendernos con una completísima colección de objetos bellísimos con los que hacer de nuestras casas auténticos hogares llenos del encanto imperecedero de los tesoros que encuentran.

Pues bien, para celebrar la ocasión de su segundo cumpleaños se aventuran en otra iniciativa magnífica con el lanzamiento de su Colección Particular, una serie de piezas exclusivas, en series muy limitadas, que "serán el vintage del futuro", señalan, de los artistas contemporáneos que más les gustan, y con la flora y la fauna (verdaderas marcas de la casa) como hilo conductor.

Obras de arte (no de otra manera pueden ser consideradas), en distintos formatos (cerámica, textil, grabado, collage, bordado, esparto, caligrafía, etc.) de Abe the Ape, Javier Sánchez Medina, Chichinabo, Mari Quiñonero, Juan Oficio, Ocott, Operatum, Raúl del Sol, Yolanda Andrés, Ramón Tormes, Rubenimichi y Yokiko Kitahara, unidos todos ellos bajo la preciosa caligrafía de José María Passalacqua.

¿Ya tenéis vuestros favoritos?  A mí me encantan todos, pero tengo especial debilidad por la carpa de Yukiko Kitahara, la alcachofa bordada de Yolanda Andrés, las cabezas de esparto de Javier Sánchez Medina y el plato de Abe the Ape.

Daos prisa en elegir vuestras piezas de esta sugerente colección particular, el auténtico vintage del futuro, porque son piezas exclusivas y limitadas.

Más información: Alquian

Procedencia de las imágenes: Alquian y AD España

Au es el símbolo químico del oro y Au Prints es una colección de láminas, en gran formato, con delicados toques de pintura de oro, aplicada manualmente, sobre un magnífico papel artesano, de la firma italiana Fabriano Rosaspina, de 220g. Son ediciones limitadas de 100 copias y cada una de ellas está firmada, numerada y sellada. 

Todos los prints son reproducciones, en impresión digital, de dibujos originales de la artista portuguesa Teresa Esgaio que representan momentos que realmente sucedieron en el pasado. Me encanta el resultado del contraste entre los negros trazos del carboncillo y los destellos de los toques dorados.

A mí me gustan todos, cada uno por diferente motivo, pero especialmente el primero y el último. ¿Cuál es vuestro preferido?