Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna
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jueves, 18 de diciembre de 2014

Lecturas de la quincena



Si me despisto un poco más, hago un mes sin subir una sola entrada sobre libros. Todavía tengo alguno por terminar, y más ahora que he vuelto a pillarle la afición a los comics, pero estos son los más recientes. Como pasa muchas veces, cualquier elemento común entre ellos es pura coincidencia.



 Hitchcock. Hablemos con el diablo. Lo de poner a Hitchcock en la portada se debe más bien a que prestaba su nombre, y un prólogo, a una serie de libros formada por distintas antologías de relatos de carácter policiaco, de suspense, y con ciertas cantidades de humor negro. Más o menos, como en aquel programa de Alfred Hitchcock presenta, y que al igual que estos libros, se emitía sobre los años sesenta. En España tuvieron una edición a finales de los noventa, en las que practicamente no se debieron saltar ni uno de los libros, pero que tenían unas portadas condenadamente feas.

Es difícil escribir algo en conjunto sobre unos veinte relatos, cuando todos son bastante variados exceptuando su temática policial. Pero puede decirse que casi todos se caracterizan por ser muy breves, incluso para lo que sería un cuento escrito a día de hoy, y que todos ellos juegan con temas comunes como la resolución de crímenes, intentos de asesinatos variados, y cómo estos terminan de la forma más inesperada posible. La calidad varía mucho de unos a otros, y lo cierto es que es un tipo de lectura que hoy no ha envejecido muy bien. En demasiados de ellos hay esposas hastiadas, maridos infieles, asesinatos con motivos justos y mafiosos que se llevan su merecido de forma inesperada. Son este tipo de clichés que en su momento llegaron a ser muy utilizados, pero que hoy se han quedado anacrónicos, como le pasó a lo de “el asesino es el mayordomo”.
En general, es una lectura entretenida para muy de vez en cuando, sobre todo cuando se quieren leer piezas muy breves y que solamente se queden en la cabeza aquellas que parezcan un poco más interesantes, o que tengan el final más sonado de todas. 


Daniel Pennac. Monsieur Malaussène. Tras cuatro libros donde Benjamin Malaussène vive todo tipo de peripecias extrañas, llega el momento en el que pasa de ser un hermano de familia responsable, como suele definirse, a un futuro padre. Pero el barrio de Belleville, donde vive con su familia, siguen pasando cosas extrañas: las prostitutas han empezado a desaparecer sin dejar rastro, el último cine puede salvarse convirtiéndose en filmoteca, y la pareja de Benjamin, Julie, es precisamente la heredera de esta labor y la encargada de hacer que se proyecte, una única vez, una película a la que sus autores, un matrimonio que dedicó toda su vida a esta filmación, la llaman “Película Única”.
Al igual que los otros tres, el libro está muy marcado por una trama de carácter policiaco que se mezcla con las situaciones más absurdas. Después de haber leído sobre atentados en un centro comercial, asesinatos de policías o de directores de prisión en los tres anteriores, ahora le toca el turno a unos asesinatos en serie bastante grotescos, que poco a poco acabarán entrelazándose con la trama sobre la Película Única, el hijo de Malaussène y…una monja embarazada sin saber cómo (sí, así tal cual sale).
Además de ser el más extenso de la serie, también resulta ser uno de los más flojos. Los anteriores conseguían mantener, en mayor o menor medida, ese equilibrio entre lo policiaco y el absurdo más evidente. Aquí es como si al autor se le fuera la mano y no fuera capaz de parar en ningún momento: no para de presentar situaciones a cada cual más absurdas, personajes raros, y de contar la vida de todos los personajes que se le ponen a tiro. Vamos, que llega un punto en el que planta en las páginas la biografía de no una, sino tres generaciones de una misma familia. Lo que en otros casos se convertía en una forma muy curiosa de digresión, y que rompía el ritmo para bien, aquí se vuelve más un lastre, y en cualquier momento temía que el capítulo siguiente consistiera en la vida de cualquier secundario que hubiera salido por ahí. En cuanto a las situaciones extrañas, que son algo habitual en la saga, poco debe quedar en su imaginación que no hubiera salido ya en este tomo, hasta el punto de saturar muchos capítulos con giros extraños.
A su favor cuenta con incluir un par de referencias sobre el mismo universo de los personajes, planteándose si todo lo que se ha leído anteriormente no es una ficción escrita por uno de ellos, que resulta bastante efectiva y hace que toda esa acumulación de acontecimientos imposibles se hagan un poco más llevaderos.
Lo cierto es que tras este tomo quedé un poco aturullada de la familia Malaussène, y que Pennac se ha excedido un poco en su estilo de narración…y que uno de los motivos por el que no voy a quedarme sin terminar la saga es porque los dos siguientes son muchísimo más breves. 

jueves, 16 de octubre de 2014

Lecturas de la semana. De vuelta a Francia


Como indica el título, volvemos a mi segundo país favorito a la hora de sacar lecturas. Aunque últimamente me había dedicado más a los clásicos para todos los públicos, como el pequeño Nicolás o incluso alguno de Bob Morane, echaba de menos un par de autores un poco dispares, tanto en calidad como a la hora de reflejar su sentido del humor.


Daniel Pennac. La petite marchande de prose. En la tercera entrega de la saga Malaussène, donde Benjamín sigue sacando adelante a sus hermanos gracias a su trabajo como chivo expiatorio (vamos, echarse la culpa de todos los fallos con cara de pena, y evitar que presenten demandas), ha habido algunos cambios en su vida: un policía retirado se ha convertido en el abuelo no oficial de la familia y niñera de Verdún, la hermana más joven. También se encuentra cada vez más harto de su trabajo en las ediciones Talión, pero sobre todo, no es muy feliz con la boda de su hermana menor, Clara. Su futuro cuñado triplica la edad de su prometida, y además, es director de prisión. De prisión modelo, pero prisión al fin y al cabo, cosa que tanto a Benjamín como a sus amigos de Belleville no les termina de convencer. Además, su jefa pretende que se haga pasar por un conocido autor de best sellers. Y cuando su hermana Therèse le asegura que él no morirá hasta los noventa años, su esperanza de vida empieza a parecerle demasiado larga.

La serie de Pennac siempre se caracterizó por el humor y por una subtrama de carácter policiaco, muy llevada al extremo: o bien una serie de atentados, o bien de asesinatos, y en este último caso, el del director  de la prisión. En cambio, esta vez se plantea como algo muy segundario, donde el protagonista ya no es sospechoso habitual (más que nada, porque los policías saben que tiene más madera de víctima que de culpable) y acaba siendo arrastrado por todo tipo de circunstancias adversas…hasta el punto de acabar la mitad de la novela comatoso.  Sirve más como una excusa para poner en marcha las aventuras de los Malaussène, y como elemento para retorcer al máximo todas las situaciones absurdas posibles. Si la coincidencia y el realismo fantástico tenían una presencia importante en las dos anteriores novelas, aquí se convierten en lo principal, formando parte una de la otra. También es cierto que esta sensación de absurdo perjudica un poco el conjunto: se pierde capacidad de sorpresa, al saber que tarde o temprano, todo va a encontrar su solución y que su personaje principal va a salir sano y salvo, muy a su pesar. Aún así, uno de los aspectos más divertidos es su retrato del mundo editorial con todo lo que ello conlleva: a los autores espectáculo, el plagio y las campañas de publicidad mayoritaria les sienta muy bien ese retrato un tanto grotesco con el que aparecen. 


San-Antonio. Les anges se font plumer. El comisario San Antonio es, como SAS, uno de esos personajes de literatura de kiosco: con un número de aventuras casi interminable, avanzando a lo largo de las décadas sin envejecer, se convierten en parte de la cultura popular. En el caso del personaje de Frédéric Dard, todavía sigue en activo, gracias al trabajo de su hijo Patrice (el de Dard. No el de San-Antonio, que es un personaje de ficción. por suerte).
A San-Antonio se les puede considerar un James Bond francés. Es agente del servicio secreto, participa en todo tipo de misiones peligrosas y las mujeres lo encuentran irresistible…y ahí acaba la comparación, porque el tipo visto hoy, podría verse como un Torrente en toda regla: es machista, homófobo y reúne el solito casi todos los defectos del francés medio en los años cincuenta y sesenta. Pero también cuenta con un sentido del humor libre de prejuicios, es un agente competente y que adora a su madre Felicie, hasta el punto de llevársela (o más bien, por orden de su jefe, como coartada), a un hotel de playa en Italia donde, en Les anges se font plumer, debe detener a una banda de traficantes de armas.

Con una serie que abarca cinco décadas, la evolución del personaje y del estilo de narración es bastante evidente. En el caso de Les anges se font plumer, es más cercano al policiaco o a las novelas de espías tradicionales, con elementos propios como el tráfico de armas o los secuestros. Pero el sentido del humor del personaje empezaba a hacerse patente, de modo que sus apreciaciones y su manera de narrar. Especialmente, sus apreciaciones sin eso que hoy llaman corrección política.


Para saber más sobre San- Antonio, Béru y Frédéric Dard, aquí mismo

jueves, 3 de julio de 2014

Lecturas de julio


Después de una pausa leyendo historias de detectives y del oeste, volvemos a lo de siempre: horrores varios…y novela francesa.

 

 
 Daniel Pennac. La fée carabine. Aún no tengo claro como tomarme el segundo tomo de la Saga Malaussène ¿Es una narración satírica? ¿Es un policiaco? ¿Es surrealismo? ¿O como decía mi abuela, todo revuelto?

Lo cierto es que esta salta de una situación a otra con total facilidad. Esta continúa con la vida diaria de Benjamín Malaussène, el hijo mayor de una familia desestructurada, que debe ocuparse de sus hermanastros cada vez que su madre decide ir tras un nuevo amorío (y volver con el correspondiente bombo). Y con su trabajo de chivo expiatorio, que ahora desempeña para una editorial. Mientras, su relación con Julie, o Tía Julie como él le llama, continúa tan atropellada como siempre: esta ha desaparecido, y el asesinato de un policía en el barrio de Belleville por parte de una ancianita hace que Benjamin vuelva a ser objeto de vigilancia.

Los elementos que usa, parecen venir de corrientes completamente distintas: desde el drama social, hasta el humor absurdo, pasando por el género policiaco, incluyendo con este último una trama sorprendente que podría pasar por cualquier polar, si no resultara tan atropellada. Pero el que prima es el absurdo y el humor, al narrarse todo en primera persona. Se mantiene el surrealismo de las situaciones y la resignación con la que su protagonista parece tomarse todo lo que le va sucediendo. En algunos casos, al hacer que el personaje principal se pierda en el hilo de sus opiniones, la narración resulta un tanto caótica, y da la impresión de que el autor se acuerda de ponerla en marcha matando al segundario que tenga más a mano
 
Lo más sorprendente es ese humor con una completa falta de prejuicios: a lo largo de toda la novela, no duda en hacer todo tipo de bromas y comentarios sarcásticos, con un humor bastante negro a veces, sobre los estereotipos de los prejuicios raciales, las familias monoparentales e incluso el consumo de estupefacientes…Todo, con la resignación con la que el protagonista narra sus desventuras, por lo que es imposible no acabar tomarse a broma cualquier burrada que le venga a la cabeza. Pero se nota que esto no es plato de gusto para todos, porque en su versión al cine del 2013, donde se adaptaba el primer tomo, no solo simplificaban algunos detalles, como el número de hermanos y modernizaban la trama policíaca, sino que cuenta con un humor mucho más blanco y suavizado que la que existe en el original de Pennac. 


Clive Barker. Libros de sangre IV. Después de tres novelas de Barker y cuatro antologías de relatos, puedo decir que sus primeros cuentos fueron de lejos, lo mejor que llegó a escribir. Hoy estos relatos de 1985 quedan muy lejos, y más teniendo en cuenta que parte de sus últimas novelas tienden más a la fantasía que al terror (aunque por lo que dicen de ellas, debería darles una oportunidad), y también lo está el shock de los primeros tres tomos, con unos relatos más llamativos por lo sangrientos y retorcidos. De hecho, los de esta selección son mucho más sutiles, y en ellos aparecen temas como partes del cuerpo con vida propia, las maldiciones y la magia negra, los fantasmas o los megalómanos que buscan la inmortalidad. Cosas que se vieron previamente en muchas otras películas y libros, pero que él trata de una forma mucho más novedosa y retorcida, planteando escenarios un tanto grises que en algunos casos, se adelantaron un par de décadas a la fantasía urbana.

En estos relatos el principal defecto de los anteriores se ha reducido: crear personajes para ellos nunca fue su fuerte, y en muchos casos llegaba a caer en estereotipos bastante lamentables, y que no habían envejecido nada bien. Aquí tampoco es que pueda lucirse caracterizándolos, pero procura ser mucho más breve y sin llegar al tópico: en el fondo, lo importante de sus cuentos es su atmósfera y lo que sucede, no a quien.

De todas formas, y aunque su fama de ser historias con mucha sangre está lejos de otros escritores peores (y más garbanceros), sigue siendo una lectura que se queda para muy de vez en cuando, y que para relatos extraños me quedo de lejos con Thomas Ligotti, capaz de inquietar a cualquier sin describir una sola tripa. 

lunes, 30 de julio de 2012

Lecturas de la (última) semana


Esta semana no me he prodigado mucho con los libros, pero entre las películas de serie B, el calor y la gata demandándome latas de mousse de la nevera en lugar de sus croquetas, no he podido ponerme más al día.

Thomas Ligotti. Songs of a Dead Dreamer. Primera antología de relatos de este señor que escribe poco y sale menos, que, en su día, debió ser bastante sorprendente: aunque sus cuentos son algo más lineales que mucho de lo que escribirá después, se nota ya su particular forma de enfocar el terror, lleno de adjetivos y de situaciones que, ni mantienen lógica, ni la necesitan. Lo que más me ha sorprendido precisamente es la forma que tiene en esta antología de empezar con situaciones que intentan ser “normales”, como una fiesta de navidad, o un tipo despechado que intenta vengarse, para desarrollarse de forma que ya es habitual en su autor. Incluso llegan a aparecer personajes femeninos o tramas relacionadas con matrimonio o parejas, toda una rareza en un tipo que evita estos argumentos como la peste, o incluso piezas de encargo, realmente raras, como un relato de espada y brujería que escribió para una recopilación de fantasía que es todavía más raro de lo que me hubiera imaginado. Pero tampoco podía esperarme que un tipo como este escribiera una historieta tipo Dragonlance.

Daniel Pennac. Au bonheur des ogres. Además de parodiar en el título al Au Bonheur des Dames, de Zola, esta novela, bastante irónica y sobre todo, con un humor muy negro y marciano, no se corta un pelo. Porque la vida y familia de Benjamín Malaussène es de todo menos normal: trabaja como chivo expiatorio de unos grandes almacenes, que consiste en poner cara de pena ante los clientes que quieren reclamar por un producto defectuoso, hasta que estos retiran la protesta por pura compasión. Su compañero de trabajo es un gay bastante camp pero con mucha más mala leche de los que podrían aparecer hoy en cualquier telecomedia, que tiene a un batallón de ancianitos trabajando para él. Su familia le da mil vueltas al concepto de “disfuncional”, “monoparental” y “desestructurada”, no solo cuenta con varios hermanos de distintos matrimonios, desde una pitonisa hasta un niño aficionado a dibujar ogros, y su madre todavía es lo suficiente cabra como para añadir algún novio más a la colección. Por si fuera poco, una serie de bombas empiezan a estallar en los grandes almacenes donde trabajan, y si bien sobrevivir a la primera pudo ser cuestión de suerte, cuando la tercera vuelve a estallar a su lado, la policía empieza a considerarlo un sospechoso.

El estilo de narración es muy rápido y de capítulos cortos, usando un lenguaje muy familiar e incluso, alguna palabrilla que no se ha vuelto a utilizar desde los ochenta, que es la fecha en que se escribió el libro. Pero lo que más me llamó la atención sobre todo fue el no cortarse un pelo a la hora de narrar las aventuras de la familia Malaussène: la cantidad de marcianadas que acumulan es superior a todos los libros de Wilt de Tom Sharpe, llegan a aparecer referencias tan inesperadas como Aleister Crowley u otras mucho más cercanas a la época como las primeras compras masivas durante la campaña navideña o el miedo a los atentados. Además, la serie continúa hasta el año 99 con cinco libros más y mientras buscaba la cubierta para poner en la entrada, descubrí que se está rodando ahora una película basada en el primer libro, con Berenice Beijo.

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