True Detective ha sido de las mayores revelaciones de la temporada. Las críticas alaban su trama policial y el trabajo de sus actores principales, nada menos que Woody Harrelson y un escuchimizado Matthew McConaughey. Pero a mí no se me había pasado por la cabeza el verla hasta que un artículo de Vayatele se planteaba la siguiente pregunta: ¿Qué tiene que ver True Detective con H. P. Lovecraft? Ya me imaginaba que la cosa no iría por los engendros extradimensionales y los libros prohibidos, pero la clave no está en el envoltorio (en este caso, los Mitos de Cthulhu), sino en el trasfondo. Y especialmente, en las influencias que este tuvo y las que él provocaría años después.
Todo empieza cuando los detectives Cohle y Hart trabajan en un caso con tintes rituales: una prostituta aparece atada, coronada con la cornamenta de un ciervo, y un extraño signo pintado en su espalda. Varios niños han desaparecido también en los alrededores, y el elemento común es tanto los principales sospechosos como las referencias a un lugar llamado Carcosa y a una figura a la que llaman El Rey Amarillo. Ambos detectives tienen una forma de pensar opuesta: Hart es un padre de familia, con unos cuantos secretos, y Cohle es un personaje solitario, que no duda en plantear sus filosofías nihilistas para disgusto de su compañero. Además sospecha que tras el Rey Amarillo puede haber un grupo de personas lo bastante influyentes como para que les interese culpar de las desapariciones a un par de camellos desquiciados.
Más que H. P. Lovecraft, la referencia más directa de True Detective es Robert W. Chambers. Las comunidades aisladas, y un pelín repulsivas tan típicas de H. P. L. están ahí, pero es a Chambers a quien se le debe la figura del Rey Amarillo y Carcosa (esta última, es de Ambrose Bierce, pero Chambers la utilizó de forma más extensa). Esta es tan enigmática como en el libro de Relatos, aunque exceptuando la mención, no es ningúna adapción directa. En cambio, las dos coinciden en emplear a la figura del Rey Amarillo como una parte más del escenario donde se desarrolla la trama. De forma más indirecta, el estilo de Thomas Ligotti también está presente: todos los escenarios tienen un aspecto bastante desvencijado y de pesadilla, algo que es marca de la casa de cualquiera de sus relatos (solo hay que ver los créditos del principio). Pero su contribución más importantes es en la figura del detective Cohle. Su personaje, completamente nihilista y sincero, es la contrapartida del interpretado por Woody Harrelson, como pasa en muchas series de policías. Pero sus monólogos sobre la religión y el antinatalismo recuerdan un montón a las ideas que se filtran en los relatos de Ligotti y que expone en las pocas entrevistas que da. Aunque una opción bastante astuta por parte del guión, es aprovechar estas exposiciones para verlas un poco desde el lado cómico, o por lo menos, con más humor negro, por lo tremendistas que resultan.
Pese a contar con influencias de la literatura de terror, la serie ha optado en todo momento por mantenerse en un enfoque realista: las referencias a los cultos y lugares prohibidos son solo la forma, y no el fondo. Pero sí puede considerarse, además de policiaca, una historia de terror. En este caso, más enfocada a los miedos adultos y no a lo sobrenatural: durante toda la temporada los protagonistas se mueven por entornos donde se ve lo peor del ser humano, cosa que corroboran muchos de los casos a los que hacen referencia. Y uno de los elementos principales son los niños y la posibilidad de que estos sufran algún daño de la peor manera posible: ambos protagonistas son, o han sido padres, y la investigación a la que se acaban enfrentando saca a la luz sus peores miedos. Y a lo largo del caso principal estos van apareciendo: el miedo a sobrevivir a los hijos, a perder a la familia, al encubrimiento de los crímenes más atroces terminan siendo un trasfondo mucho más real y sorprendentemente bien combinado con las referencias más fantásticas de los escritores anteriores.
Poco hay que decir a estas alturas de las interpretaciones y de la química entre los personajes principales. Harrelson es tan bueno como podía esperarse, pero lo más sorprendente es ver a McConaughey en un papel muy alejado al que recordaba a finales de los noventa, cuando básicamente era ese actor que se parecía tanto a Paul Newman (lo cierto es que después le perdí la pista). El reconocimiento que le ha valido, y el Oscar que ganó la semana pasada, quizá tenga que ver con que no aparezca en la siguiente temporada.
No podía terminar sin mencionar los créditos iniciales de la serie, no solo porque entre la música, y el montaje, han sido los que más me gustaron desde Juego de Tronos. Sino porque tienen una nueva versión. Con gatos. Y tras un argumento tan crudo como el de esta serie le viene bien una tanda de gaticos.