Anna Ventura nació en 1936 en Roma y reside en L’Aquila.
Entre otros libros, ha publicado: Le case di terra, La diligenza dei santi y Brillanti di bottiglia.
LAS ESPIGAS CRUZADAS
Lejos, en las estancias de la cebada,
pasan las almas muertas.
El polvo recubre
las espigas de trigo cruzadas,
signo de una fertilidad improbable,
inútil conjuro.
Sobre las camas de hierro el sueño es avaro, difícil la vigilia
‒duras vírgenes miran desde lo alto‒.
Fuera la noche transcurre, triturando el hielo de los viejos tejados.
También mañana será breve el día, ahora que es invierno
y los viejos se sientan junto al fuego con sus grandes manos,
la nieve cubre las casas,
pasa el tiempo sin razón.
LE SPIGHE INCROCIATE
Lontane, nelle stanze dell'orzo,
passano le anime morte.
La polvere ricopre
le spighe di grano incrociate,
segno di una fertilità improbabile,
inutile scongiuro.
Sopra ai letti di ferro il sogno è avaro, difficile la veglia
‒dure madonne guardano dall'altro‒.
Fuori la notte scorre stritolando il gelo i coppi dei vecchi tetti.
Anche domani sarà breve il giorno, ora che è inverno
e i vecchi siedono al fuoco con le mani grandi,
la neve copre le case,
passa il tempo senza ragione.
Entre otros libros, ha publicado: Le case di terra, La diligenza dei santi y Brillanti di bottiglia.
LAS ESPIGAS CRUZADAS
Lejos, en las estancias de la cebada,
pasan las almas muertas.
El polvo recubre
las espigas de trigo cruzadas,
signo de una fertilidad improbable,
inútil conjuro.
Sobre las camas de hierro el sueño es avaro, difícil la vigilia
‒duras vírgenes miran desde lo alto‒.
Fuera la noche transcurre, triturando el hielo de los viejos tejados.
También mañana será breve el día, ahora que es invierno
y los viejos se sientan junto al fuego con sus grandes manos,
la nieve cubre las casas,
pasa el tiempo sin razón.
LE SPIGHE INCROCIATE
Lontane, nelle stanze dell'orzo,
passano le anime morte.
La polvere ricopre
le spighe di grano incrociate,
segno di una fertilità improbabile,
inutile scongiuro.
Sopra ai letti di ferro il sogno è avaro, difficile la veglia
‒dure madonne guardano dall'altro‒.
Fuori la notte scorre stritolando il gelo i coppi dei vecchi tetti.
Anche domani sarà breve il giorno, ora che è inverno
e i vecchi siedono al fuoco con le mani grandi,
la neve copre le case,
passa il tempo senza ragione.