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sábado, 6 de abril de 2024

El Hospital Varsovia de Toulouse. 80 aniversario.

 

Mural conmemorativo 80º aniversario




Hôpital Joseph Ducuing. Toulouse
La Depêche du Midi en su edición del 30/03/24 da la noticia de que un muralista ha reproducido una obra de Banksy en la fachada del Hospital Joseph Ducuing de la ciudad con motivo de su 80 aniversario . Lo que no cuenta el periódico es que el establecimiento sanitario nacido en 1944 originalmente se llamaba Hospital Varsovia y estaba ubicado en el número 15 de la calle del mismo nombre, en un palacete abandonado por los nazis en el barrio de Saint Cyprien. Tampoco recuerda que el hospital fue fundado por los republicanos españoles exiliados en Francia para atender a los cerca de 150.000 exiliados concentrados en el Midi francés, además de a los guerrilleros heridos en el valle de Arán tras la fracasada Operación Reconquista. La primera hospitalización se realizó el 20 de octubre de 1944 y en 1945 acogió a los supervivientes españoles de los campos de concentración nazis. El primer director del hospital fue el doctor José Miguel Momeñe González, militante del PSUC y el hospital continuó bajo dirección de médicos españoles hasta 1950. Durante esa primera época, muchas personalidades mundiales contribuyeron con donaciones y campañas de solidaridad a la financiación de la institución, entres ellas los premios Nobel Irène JoliotCurie, Ernest Hemingway, demás de otras como Albert Einstein, Jean Renoir, Pablo Picasso…


Antiguo Hospital Varsovia, 15 rue Varsovie.

Grupo de médicos y republicanos españoles en la entrada del Hospital

Panel explicativo de la historia del H. Ducuing
En
1950, en plena guerra fría, los EEUU, interesados en crear bases militares en España, ya mantenían relaciones con el régimen de Franco y el dictador español, en colaboración con el gobierno francés, organizó la operación Bolero Paprika contra el PCE. Muchos sanitarios del Hospital, militantes comunistas, fueron arrestados y el estado francés retiró la ayuda económica a la institución. Fue entonces cuando el doctor Ducuing (junto con otros médicos franceses) puso su patrimonio personal para la creación de la Societé Nouvelle Hôpital Varsovia que permitió la continuidad del trabajo social del centro y la asistencia a los refugiados españoles. En 1952, la nueva sociedad, con la ayuda del PCF pudo comprar el palacete a sus propietarios y el hospital continuó con el mismo nombre hasta 1970, en el que se levantó el actual edificio (delante del viejo que todavía se mantiene) que fue renombrado como reconocimiento al médico francés benefactor de la institución.

Placa  homenaje a las FFI y los Resistentes Españoles

Actualmente, junto a la entrada se puede observar la placa que recuerda la Amical des Anciens FFI et Resistants Espagnols, creada el 30 de mayo de 1945 al amparo de la Ley Billoux que, permitió el reconocimiento oficial de los refugiados y la habilitación de los médicos españoles a quienes hasta entonces no se les permitía ejercer su profesión. También con motivo del 80 aniversario de la Retirada (la entrada en territorio francés de aproximadamente medio millón de españoles) se colocaron varios paneles explicativos de la Historia del Hospital.

Le Pont Neuf, l'Hôpital de Dieu y a continuación le quartier Saint Cyprien




Marché Saint Cyprien



domingo, 2 de diciembre de 2018

Campo de Gurs, dolor y honor




Si estremecedora resultó la visita a los lugares de Memoria en Zaragoza realizada con la UPZ en el mes de junio pasado, no menos estremecedor ha sido conocer el Campo de "Refugiados" de Gurs, próximo a la ciudad de Oloron-Sainte-Marie, en lo que hoy es la Región de Occitania. El pasado viernes 23 de noviembre la Universidad Popular organizó la visita a este lugar por donde llegaron a pasar y sufrir un trato inhumano 60.559 personas, entre hombres, mujeres y niños. Gurs fue un campo muy grande, ocupaba 80 hectáreas y llegó a albergar hasta 18.000 personas recluidas al mismo tiempo, cifra que lo convertía en la tercera localidad más poblada de los Bajos Pirineos, solo por detrás de Pau y Bayonne. El 4 de abril de 1939, el alcalde M. Mendiondou recibió en la estación de tren a los primeros refugiados y les estrechó la mano. En la primera semana llegaron más de 4.000 vascos, todos hombres jóvenes, todos soldados, militantes del PNV, del PSOE, del PC, de Izquierda Republicana: perdedores de la guerra. Los enviaron al pueblo de Gurs, donde habían despejado un inmenso campo cenagoso, habían construido 328 barracones y habían rodeado todo con alambradas y garitas de vigilancia. Su construcción se realizó en un tiempo récord de veinte días, y con materiales de batalla pues se trataba de “un alojamiento provisional”. A finales de la primavera de 1939, Gurs ya albergaba a 18.000 personas: además de los vascos, había republicanos de diversas partes de España y brigadistas internacionales. Al principio eran todos hombres pero después llegarían  también mujeres y niños españoles. Con el estallido de la II Guerra Mundial y la ocupación nazi de Francia, el régimen colaboracionista de Vichy encerró también en el campo a los franceses “indeseables” y, después, los alemanes desplazarían al campo a 26641 judíos, para posteriormente volverlos a deportar a los campos de exterminio de Auschwitz y Mauthaussen.

Iniciamos la visita recorriendo l’Allée des Internées, un apacible paseo de prácticamente dos kilómetros que atraviesa de lado a lado un bosque que lucía todo el esplendor del otoño pero, ante la columnata de memoriales del inicio del paseo, Emilio Vallés, nuestro guía, ya nos había recordado el infierno en el que se adentraban los internados cuando hacían el mismo recorrido que nosotros estábamos realizando. Para empezar, hay que saber que el bosque no es natural: lo plantaron en 1950 para ocultar la vergüenza. En el año 1939 era un terreno arcilloso que se convirtió en una ciénaga de barro por las abundantes lluvias, el barro lo inundaba todo, también los barracones donde se instalaban los internados (resulta difícil utilizar la palabra refugiados en una construcción que no cumple las mínimas condiciones de refugio). Los tejados, de cartón alquitranado, no podían contener el agua de lluvia y esta se colaba en los habitáculos, un metro escaso para dormir (en el suelo) y dejar las pertenencias.
Espacio para "vivir"



Todos los barracones originales se derribaron con el mismo ánimo de la plantación de los árboles, borrar todo rastro de este lugar del que el Estado francés se avergonzaba. El único barracón existente es una reproducción levantada por la Amicale deCamps de Gurs, asociación que junto con la de Terres de Memoire et Lutte, son quienes se han esforzado en mantener viva la Memoria de este lugar.





La pequeña cabaña que sirvió de consultorio médico es prácticamente la única edificación original. La  enfermera suiza Elsbeth Kasser se ofreció voluntaria, para asistir a los internados cuando tuvo conocimiento de la existencia de este campo. Su labor sería siempre recordada por los refugiados, basta comprobar la colección de lápidas en la entrada que, en varios idiomas, muestran el agradecimiento a L’ange de Gurs.






El cementerio es otro lugar para la constatación de la ignominia. La disposición alineada del más de un millar de tumbas, la coincidencia en las fechas de fallecimiento de personas de orígenes tan diversos y lejanos, dan pistas de los horrores vividos. Muchos de quienes allí yacen fallecieron a causa del hambre, el hacinamiento y las enfermedades infecciosas. Entre ellas, unos 30 republicanos españoles. De algunas lápidas cuelgan pequeñas tiras con los colores de la bandera republicana, señalan el lugar donde hay un español o, si los nombres suenan a otro idioma, seguramente se tratará de un brigadista que vino a luchar contra el fascismo y terminó allí sus días.  A la derecha, encontramos un monolito en su recuerdo. En el recinto hay otro monumento dedicado también a los judíos que allí descansan. Lo más sorprendente y revelador de cómo se tratan estos temas en los países verdaderamente democráticos es que este cementerio tan bien cuidado, lo está a costa del Estado alemán. Nos contó nuestro guía que, cuando el cónsul de este país en la zona visitó el lugar en los años sesenta del siglo pasado, y comprobó el estado de abandono y olvido en el que se encontraba, realizó las gestiones necesarias en Berlín para que se cuidara de mantener en buen estado el recinto. Y así hasta hoy, lecciones de cómo se repara la memoria histórica que están pendientes de aprenderse en España.



Después de esta emocionante visita, reparamos el cuerpo y el ánimo con una exquisita comida francesa que, con amabilidad y paciencia, nos sirvieron en horario español en Chez Germaine, un encantador restaurante de la localidad de Geüs d’Oloron. Era muy necesaria esta pausa  porque por la tarde nos esperaba otra sesión plena de emociones. Como nos recordó Raymond Villalba, otro de nuestros maravillosos guías, es necesario remarcar que el Sur de Francia no fue liberada por las tropas aliadas, quienes lo hicieron fueron los guerrilleros de la Resistencia y con ellos, numerosos republicanos.  Entre estos se contaban los padres de otra de nuestras acompañantes, Carmen Flachat, hija de una aragonesa y un extremeño que emigraron a Francia en busca de trabajo en la década de los años 30. Ella fue quien nos guió en nuestro recorrido por  Buziet, una pequeña localidad    en la que el 17 de julio de 1944 sucedió un trágico episodio que costó la vida a varios guerrilleros españoles, que cayeron en una emboscada cuando se encontraban reunidos en la “maison jaune”, una casa del pueblo donde su propietaria les daba infraestructura y cobertura para sus misiones guerrilleras. La jornada es inolvidable para todos los vecinos y en el cementerio anexo a la iglesia se encuentran numerosos recuerdos a los héroes de aquella jornada. Carmen conserva con gran devoción un ejemplar La lucha del Guerrillero (boletín oficial de la UNE, Unión Nacional Española), del 1 de octubre de ese mismo año en el que se relatan los hechos.






La parada final fue ante el monumento escultórico que se levantó en el lugar en 1999. Se trata de una escultura de Luis Guerra (escultor descendiente también de republicanos españoles exiliados), está realizada en acero inoxidable, porque el autor consideró que era el material más resistente al paso del tiempo, simbolizando su voluntad de que el recuerdo permanezca permanentemente. La parte más gruesa, el cubo, representa a Francia, la parte de atrás, en vertical, representa a España (los guerrilleros españoles), se incluye una silueta triangular (le Pic du Midi) y una luna que encierra un doble significado: por un lado, la noche, porque la mayor parte de las acciones guerrilleras se realizaban en la nocturnidad; y, por otro, la Luna como un lugar desde donde no se aprecian las fronteras.  El escultor ha grabado cuatro nombres de fuerte sonoridad española, Paco, Diego, Angel y Carmen, que para él representan los ecos de su infancia de hijo de republicanos. Al dorso se ha grabado igualmente la fecha y la hora de la tragedia, así como la referencia al valor y heroísmo de los republicanos españoles de la Xª Brigada que combatió con la Resistencia francesa. La obra se completa con unos versos de las coplas de Juan Panadero de Rafael Alberti

“Esperanza del que espera,
Fe del que sufre destierro,
                                                                          Luchando en tierra extranjera”



Pero si la visita es necesaria para conocer nuestra historia y rendir el homenaje merecido a aquellos hombres y mujeres que sufrieron y entregaron su vida a la lucha contra el fascismo, primero en España y después en la Francia ocupada, es inenarrable la emoción de hacerlo en la compañía de Emilio, Raymond y Carmen, hijos de aquellos héroes y que viven el recuerdo y la ilusión con la misma intensidad que les transmitieron en aquellos difíciles tiempos de su infancia. A ellos todo nuestro agradecimiento, es encomiable su trabajo de recuperación de la Memoria Histórica y el esfuerzo por divulgarla entre las generaciones más jóvenes. Además están especialmente esperanzados en que este trabajo voluntario y apasionado se complemente con las aportaciones que el Estado francés les ha prometido recientemente.



Una última reflexión que nos inspira la visita es la alegría de comprobar que, aunque haya costado muchos años, cada vez más el reconocimiento a la lucha y entrega de los republicanos españoles es visible en Francia, incluso el Estado español ha participado en alguno de ellos. Emilio nos llamaba la atención sobre el hecho de que la columna destinada al memorial de los republicanos internados en Gurs, lleve el reconocimiento del “Reino” de España, para él era muy significativo que aparezca ese término. Sin embargo, todo ello se confunde con la profunda tristeza de constatar que este tipo de homenajes sean tan difíciles y escasos en España.


viernes, 23 de noviembre de 2018

Gurriones en el cementerio






El viernes ocho de junio de 2018 tuve la oportunidad de realizar una interesante y estremecedora visita por algunos lugares de nuestra memoria recuperada. Con la magnífica guía de Pilar Amador, profesora de Historia jubilada, y organizado por la Universidad Popular de Zaragoza el recorrido se desarrolló entre la cárcel de Torrero  y el cementerio del mismo nombre. El relato de  las múltiples vilezas que se sucedieron en estos escenarios desde aquel lejano viernes del 17 de julio de 1936  es tan necesario  como “voluntariamente” ignorado por las familias de las víctimas y perversamente ocultado por los verdugos, afirmaciones que dan para un tratado extenso pero en este artículo lo que quiero destacar es un detalle minúsculo de todo lo aprendido en la jornada. Se trata del grupo de pequeños pajaritos (gorriones) que se asoman al lugar donde concluyó la visita,  las aberturas en el cubo central del Memorial a las víctimas de la violencia franquista que el Ayuntamiento de Zaragoza erigió en su día en el antiguo aparcamiento del cementerio de Torrero, frente a las instalaciones del tanatorio.

El monumento se levanta muy cerca de la tapia donde fueron ejecutadas la mayoría de las 3.543 víctimas de la represión política entre 1936 y 1946, un listado que incluye personas de edades que van desde 13 a 78 años, la mayoría de la capital aragonesa, aunque las hay de otros 348 municipios. Es importante reseñar que su elevación contó con el  acuerdo unánime de todos los grupos políticos en sesión municipal de fecha 25 de septiembre de 2009 y que el Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova, y sus colaboradoras Angela Cenarro, Julita Cifuentes, Mª Pilar Maluenda y Mª Pilar Salomón  se encargaron de realizar un exhaustivo estudio para establecer la identidad y circunstancias de los represaliados. La obra se compone de 3.543 placas de acero galvanizado, una por cada una de las víctimas recuperadas con indicación de su nombre  (aunque 607 no han sido identificadas) que se ordenan alfabéticamente según el día, mes y año de fusilamiento, formando una espiral de 500 metros. La información procede de los libros de defunciones del registro civil, del propio registro del cementerio, de los expedientes de inscripción del Juzgado y de los archivos militares. Las anotaciones del fraile Gumersindo de Estella, capellán de la prisión y testigo de las ejecuciones, fueron de extraordinaria ayuda para el recuento elaborado. Pilar Amador, nuestra guía para la ocasión, destacó el importante testimonio de este sacerdote, encargado de confesar a los reos de muerte y que, horrorizado por los horrores  que tuvo que presenciar (valga más que nunca la redundancia), optó por llevar un diario con los detalles de las macabras madrugadas hasta que no pudo resistir más y pidió traslado. En opinión de esta historiadora, su papel es comparable al de Goya en  los Desastres de la Guerra, ambos fueron testigos presenciales nos recuerdan que “eso fue así, yo lo vi, no me lo han contado”. (Los diarios de Gumersindo de Estella así como el estudio de la Universidad están publicados por Mira Editores y se pueden conseguir fácilmente en el mercado).
El diseño del motivo ornamental del Memorial fue obra del equipo de arquitectos de Fernando Bayo y del escultor Miguel Angel Arrudi, que construyeron en el centro una estructura cúbica de chapa, de 4 metros y medio de alto . Este cubo supone el punto de partida de la espiral formada por las chapas metálicas que recuerdan a las víctimas y en él se puede leer la inscripción: "Recuérdalo tú y recuérdalo a otros", versos de un poema de Luis Cernuda. Según el escultor, el cubo "está pintado de color rojo porque simboliza la sangre, el sufrimiento y la pasión de todos los que representa este singular memorial".


La escultura, a su vez, aloja en diversos huecos y planos ( las ventanas a la libertad) una serie de gorriones de bronce a tamaño natural. Es precisamente este motivo el que me ha llevado a invitar a todos los lectores de El Gurrióna este doloroso paseo por nuestra memoria histórica. Los gorriones que se posan en los huecos del monumento fueron elegidos  como símbolo de la pequeñez y fragilidad de aquellas pobres víctimas que se vieron aplastadas por las botas militares y el fuego  de los fusiles. A su vez y, según el propio Arrudi, el conjunto crea una “sensación plástica y paisajista de gran impacto, la espiral transmite la violencia y la brutalidad de los hechos que se conmemoran”.
Entre los pasillos de la espiral que forman las interminables chapas crecen arbustos aromáticos: aliaga, enebro, romero, tomillo, lavanda, salvia, orégano, menta,... que en el momento de nuestra visita necesitaban urgentemente una poda y limpieza pues a causa de las abundantes aguas de la reciente primavera se habían extendido salvajemente. El monumento se consideró único  pues  “en él  las víctimas republicanas aparecen identificadas de forma individual por primera vez" según manifestó el Consejero de Urbanismo e Infraestructuras de la corporación municipal el día de su inauguración, el 27 de octubre de 2010. Añadió también que "no hay ningún ánimo revanchista en el Memorial y se realizó tras el acuerdo unánime de todos los grupos pues se trataba de reconocer la deuda moral que tenía la ciudad con las víctimas". Ese día fue una fecha de inmensa emoción para todos los asistentes, entre los que se contaba el entonces alcalde de Zaragoza, Juan Antonio Belloch, el presidente de Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, el de la Diputación Provincial, Javier Lambán, los alcaldes de algunas de las localidades de procedencia de las víctimas así como innumerables vecinos y familiares de los fallecidos. También asistió al acto Joan Manuel Serrat cuya madre,  como todos sabréis, procedía de Belchite.  La familia fue masacrada y ella, que era una niña,  la única superviviente que consiguió huir a pie, siguiendo las vías del tren y pudo llegar  a Barcelona donde se instaló.
Joan Manuel Serrat en la inauguración del Memorial

Termino esta breve mirada al pasado con unos tristes versos extraídos del"Díptico español", de LuisCernuda


La vida siempre obtiene
revancha contra quienes la negaron:
la historia de mi tierra fue actuada
por enemigos enconados de la vida.
El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
sino de siempre. Por eso es hoy
la existencia española, llegada al paroxismo,
estúpida y cruel como su fiesta de los toros.

Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual se grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.

Si yo soy español, lo soy
a la manera de aquellos que no pueden
ser otra cosa: y entre todas las cargas
que, al nacer yo, el destino pusiera
sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
porque no es posible a quien su lengua une,
hasta la muerte, al menester de poesía.



Fuentes:

- FRANCO, Marta: "Cientos de personas homenajean a las víctimas del franquismo", El Periódico de Aragón, 28 de octubre de 2010


(Artículo  publicado en la revista El Gurrión, nº 153 (noviembre 2018)

                                                    La revista El Gurrión puede descargarse digitalmente en este enlace

miércoles, 12 de abril de 2017

Memoria de la desmemoria


La cárcel de Porlier, oficialmente Prisión Provincial de Hombres número 1, fue una prisión que funcionó en Madrid durante la Guerra Civil y la posguerra. Estaba situada en la calle del General Díaz Porlier, 54 (de ahí su nombre), en la manzana que forman la ya citada calle, y las de Padilla, Torrijos (hoy Conde de Peñalver) y Lista (hoy José Ortega y Gasset), ocupando las instalaciones del colegio Calasancio. El edificio existe hoy en día y sigue siendo colegio de los escolapios. Había sido incautado por el Gobierno y el Consejo Superior de Protección de Menores del Ministerio de Justicia  lo usó como albergue para niños abandonados, siendo transformado en prisión en agosto de 1936, tras el golpe contra el Estado republicano. Desde esta cárcel salieron, durante noviembre y diciembre de 1936 (nótese la fecha, primeros meses de la contienda), diversas sacas de presos cuyos integrantes fueron asesinados en Paracuellos del Jarama  donde, por cierto, existe un cementerio en el que se honra con nombres y apellidos a todos los que allí yacen.  Finalizada la contienda, el edificio siguió siendo una cárcel, ahora albergando presos del bando perdedor, entrar en ella era garantía de condena a muerte ya que todos los días había fusilamientos. Permaneció abierta hasta 1944, cuando fue devuelta a los escolapios, los cuales reanudaron la labor docente.
Tras la devolución, un grupo de antiguos presos del bando vencedor y alumnos crearon la Cofradía del Divino Cautivo, como recuerda actualmente una placa en la fachada de la calle Porlier. Rodeando el edificio se encuentran otras placas y mosaicos informativos y/o conmemorativos pero ni una pequeña alusión a los miles de presos que albergaron esas mismas paredes en condiciones de hacinamiento y miseria inimaginables y de las que da cuenta Almudena Grandes en Las tres bodas de Manolita.



Justo enfrente hay otro edificio de ladrillo, residencia de ancianos de la Fundación Fausta Elorz, que también sirvió como prisión (en los años de posguerra llegó a haber una veintena en Madrid capital). Era  la cárcel de Torrijos  que  también se llamaba así por la calle en la que se ubica que posteriormente fue renombrada como Conde de Peñalver. Carece igualmente de cualquier elemento referente a la triste historia vivida tras sus paredes de oscuro ladrillo, salvo una leyenda que cuenta que Miguel Hernández escribió allí sus Nanas de la cebolla,  aunque  el paseante que desconozca la Historia puede llegar a pensar que hubo alguna vez un poeta que residió plácidamente en aquel caserón donde escribió una poesía en la que frivolizaba con las cosas del comer, pues la inscripción obvia totalmente las circunstancias en las que aquello ocurrió.








Por cierto, no deja de inquietarme haber encontrado varios casos en las que instituciones penitenciarias y escolares han compartido a lo largo de los años y los siglos, un mismo edificio. Pero ése es otro tema …