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domingo, 12 de abril de 2020

Yo, Julia. Una mujer en la HIstoria


Termino la lectura de esta apasionante novela en el décimo día del mes de abril de 2020 d.C. Vivimos en la 27º jornada de confinamiento en tierras de Hispania a causa de la pandemia del covid19. Mientras iba avanzando por sus páginas, he tenido que asegurarme de que la primera edición data de noviembre de 2018, porque pareciera que muchos de sus párrafos hubieran sido escritos durante estos últimos días. Y más concretamente, muchas de las afirmaciones que se ponen en boca de uno de los científicos de la época, Galeno, el padre de todos los sanitarios que están partiéndose el brazo en estos mismos momentos para contener la pandemia:

Galeno de Pérgamo, 129 d.C- 201/216? d. C


“Los avances en la ciencia médica nunca se valoran hasta que los poderosos los necesitan”. p.331 Galeno (…) “Luego, cuando el poderoso cae preso de una infección, busca en los médicos una solución: consulta entonces a los mismos sabios a los que durante años les puso todo tipo de impedimentos para investigar, para aprender, para avanzar. Solo entonces los poderosos entienden, pero siempre llegan tarde. Tarde para ellos, tarde para todos”. p.400

Pero el carácter profético también aparece en la otra voz narradora de la historia:


“Juliano, pese a todo su dinero, solo resistió como augusto de Roma poco más de dos meses. Dirigir un imperio se manifestaba como algo más complejo que acumular una fortuna: ser el gobernante más poderoso era algo que iba más allá de ser el hombre más rico. Por otro lado, el mundo estaba cambiando velozmente y muy pocos intuían hacia qué dirección se encaminaba todo” p. 329 Donde pone Juliano, póngase Trump, Bolsonaro, Johnson… y cambiéseme Roma por sus respectivos territorios y sirve para hoy mismo.


Otros párrafos que aciertan con la misma clarividencia:

“¿Cuándo llegará el día en el que senadores y gobernadores pensarán más en el buen gobierno del Imperio que en sí mismos, en sus pequeñas estrategias, en sus rencillas y envidias en esa maldita lucha por el poder que a todos debilitaba, rodeados como estaban de problemas dentro y fuera de los límites del Imperio? -Cuando cambie la naturaleza humana, amigo mío. Si es que cambia alguna vez. Si no, te garantizo que en dos mil años, todo seguirá igual”. p.296 Desde luego, en este país, un territorio que se situaba dentro de los límites de ese Imperio, a falta de poco más de cien años para que se cumpla el plazo, evidenciamos cada día que la naturaleza humana no ha cambiado en absoluto. Menos, la de los senadores y gobernadores de hoy mismo. 


“Opelio ya había oído en más de una ocasión el rumor de que el tráfico ilegal de esclavos lo dirigía desde la lejana Roma el mismísimo senador Didio Juliano, pero no había pruebas ni, a lo que se veía, interés en terminar con aquel negocio. Por un lado, había escasez de esclavos, por otro, los gobernadores de frontera estaban en otras cosas más importantes como, por ejemplo, dilucidar si Pértinax sería un emperador a quien apoyar o no. Esos pulsos de poder dejaban a aquellos desdichados colonos sin nadie que se ocupara de sus derechos.” p. 161


Y sobre, la protagonista del libro, JULIA DOMNA AUGUSTA

Además de todo lo anterior y mucho más,  el libro se ocupa de recuperar una figura histórica que ha quedado sepultada por el paso de los siglos, como a tantas otras que compartían con ella género. Y es que el propio Santiago Posteguillo lo explica en los Apéndices:


“La igualdad de género ha de construirse en el presente y pnsando mucho en el futuro, aunque la igualdad también se hace no ya reescribiendo la historia o la historia de la literatura, pero sí completando la que tenemos elaborada con el añadido de todas aquellas mujeres importantes que existieron y que tantas veces hemos pasado por alto, para perjuicio de todos.” p.650

“La historia de Julia Domna es dramática  y poderosa, incluso trágica. Sorprendentemente, no ha sido contada en novela alguna ni llevada a la televisión o al cine, y todo esto pese a las escenas de batallas, el salvaje telón de fondo de los pantanos de Yorkshire y la cordillera del Tauro (Turquía) y el esplendor del norte de África y Egipto”. Bárbara Levick (biógrafa de Julia). p.649

“La inacción en política es, en ocasiones, una falta tan imperdonable que puede equipararse a la del político que quebranta la ley a sabiendas de lo que está haciendo (…) Nadie estaba a la altura de la esposa de Septimio Severo a la hora de discernir el futuro en todo lo referente al control del poder, y no la entendieron. Esto es, nadie entre los suyos. Juliano que si la habría entendido perfectamente, estaba en el bando opuesto…” Galeno, p. 129

“Y así, digna y magnífica, caminó entre todos aquellos hombres que en apenas unas horas estarían combatiendo por su esposo, por Roma, y por un proyecto que, curiosamente, ninguno era capaz de comprender por completo. Pero para eso estaba ella…” p.373

“Muchos la han criticado por ambiciosa. Es posible que lo fuera…¿no es esa misma ambición la que ha movido a tantos hombres que tenemos en tan alta estima, como Alejandro, Julio César o Augusto? Sí, lo acepto. Julia era muy ambiciosa. Como muchos de los que la rodeaban. Solo había una diferencia sustancial entre ellos y ella. Bueno, dos. En primer lugar, ella era mujer y ellos hombres. En segundo lugar, ella era más inteligente.” p. 463 

Este último párrafo que en la novela se atribuye igualmente al diario de Galeno,  resulta ejemplificador de cómo la sociedad patriarcal ha aplicado desde la Antigüedad distintas tablas de medir para los dos géneros. La ambición, un valor positivo para  los hombres, ha sido siempre un plus, un motivo de admiración entre los gobernantes y los ganadores en general. Sin embargo, en las mujeres, una actitud impropia de su naturaleza y motivo de  descalificación y desprecio. El mayor de todos, el olvido. 



domingo, 28 de febrero de 2010

Mujeres para el desarrollo


"Poner el conocimiento en acción" es uno de los lemas de Pilar Mateo, una mujer sabia, valiente y comprometida. No siempre es fácil reunir estos tres requisitos pero cuando confluyen en una misma persona, debemos congratularnos. Especialmente aquellos que tienen pocos motivos para hacerlo, los olvidados, los más pobres. Y es que “a nadie le importa el Chagas porque es la enfermedad de los pobres, ningún laboratorio va a fabricar fármacos o productos para quien no puede pagarlos”. Pero a Pilar Mateo Herrero, sí que le importan. Hasta el punto de dejar en 1998 su posición acomodada en este primer mundo y marcharse a Bolivia cuando supo del mal del chinche y de que su pintura insecticida podía ser la solución. Y desde entonces ha estado investigando y poniendo en práctica sus descubrimientos porque, como ella misma dice, "los científicos tenemos la obligación de denunciar lo que vemos, aunque ofenda a los poderosos".


Entrevista en ElMundo 28/01/10.

Recientemente ha publicado su historia en un libro El vampiro de los pobres cuyos beneficios se destinan íntegramente al pueblo guaraní boliviano.