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miércoles, 7 de agosto de 2013

Soy yo

Vuelvo a ser yo. El del martes pasado no era yo, aunque el artículo fuera acompañado de mi nombre y mi foto. Cosas que pasan. Pero esta vez soy yo, lo notará enseguida. Escribo en la terraza de casa mientras la vecindad duerme. La luz de la pantalla del ordenador ilumina débilmente el teclado. Una vez más, empiezo a teclear sin tener muy claro adónde quiero llegar. ¿No le dije que lo notaría enseguida? Desde pequeños nos enseñan que en la vida es importante llegar a algún lado. Caminar por caminar es de filósofos y vagabundos. Intuyo que debo tener algo de ambos, como una suerte de predisposición sepultada bajo capas y capas de deudas y pragmatismo adquiridos. En fin, tal vez podría dar mi opinión sobre la comparecencia de Rajoy ante el pleno del Congreso, pero tomé la precaución de pasar el día con mi hija en La Reserva del Puig de Galatzó. Fue agotador, pero mucho más sano. Además, nunca aspiré a la originalidad. Mejor sería hablar del fantástico concierto que se marcaron María Rozalén y Paco Cifuentes en el Vamp Café. O de la cena que compartí con ellos y unos cuantos amigos más en una casa situada en pleno paraíso, con vistas increíbles a la Vía Láctea. No hizo falta cruzar medio mundo, media hora en coche fue suficiente para llegar hasta allí. “Déjate de Caribe y hostias”, me dijo Paco mientras caminábamos por la playa, de noche. “Hoy he visto una de las puestas de sol más espectaculares de mi vida”. ¿Habré llegado a algún lado? Ni lo sé ni me importa. Ya les dije: vuelvo a ser yo.

ULTIMA HORA, 06/08/13

miércoles, 6 de junio de 2012

Tiempo de playa

Y de nuevo ha llegado el tiempo de la playa, un tiempo extraño y sugerente, esplendoroso y chabacano, cercano a la locura –pero qué cosa no roza la locura en estos días de convulsiones y fuego cruzado. Siempre he pensado que la playa, en verano, es una especie de manicomio al aire libre. Será porque todos vamos medio desnudos y nos tumbamos muy cerca los unos de los otros y fingimos no espiarnos pero sí que lo hacemos y vemos, por ejemplo, cómo una mujer que podría ser nuestra jefa o compañera, o la novia de un amigo, o la vecina de los gatos, se unta las tetas de crema protectora como si tal cosa. Por supuesto, ella fingirá no darse cuenta de que fingidamente la espiamos. Se trata de la misma mujer que te fulminaría con la mirada si te pillara mirándole el escote en un autobús, o en la cola del supermercado. Llegado el tiempo de la playa, acostumbro a bajar a la piscina para tumbarme al sol en la zona del césped y escuchar canciones de tipos que se llaman Paco (Cifuentes, Nixon, Sinatra). Pero no, prefiero la playa con su demencia y su paella y su botellita de blanco y su siesta de pueblo a resguardo del sol. Nada más igualitario que el espectáculo playero. En ella somos carne y fluidos, pura esencia o materia prima. El alma viene después. Se tumba conmigo y me ayuda a imaginar historias que suelen terminar en habitaciones de hotel con vistas a otro cuerpo y al mar, que no es el morir, querido Jorge, sino todo lo contrario. Luego, un último chapuzón y el regreso a casa. Nos esperan el lunes, el balance que no cuadra (¿alguna vez lo hizo?), llamar al fontanero, comprar detergente, sacar la basura… y esto sí empieza a parecerse al morir. 

¿Será el autor de este articulillo el que aparece en la foto?


ULTIMA HORA, 05/06/12

martes, 5 de abril de 2011

Es la primavera


La primavera nos tiene alterados. No, no voy a hablarles de Sortu ni de faisanes, ni de espías o expedientes de regulación de empleo pagados con fondos públicos. No pienso perorar sobre lo que pasa en el norte de África o en el Oriente Próximo, ni sobre el emperador Akihito arrodillado frente a una mujer con mascarilla en el rostro, una mujer que ha perdido todo cuanto tuvo. Tampoco del abismo existente en España entre la clase política y el resto de ciudadanos. Quiero hablar de la sangre que nos bulle y nos empuja como una condena que aceptamos gustosamente. Quiero hablar de mis ganas de secuestrarte durante las próximas semanas. Quiero que me mientas y mentirte y ponerme ciego de cervezas y risas y atardeceres. Quiero apurar este minuto, hacer planes imposibles, escribirte un poema que humedezca tu resistencia. Es la primavera. A todos nos afecta de forma diferente. A una amiga le dio por pintar de azul las paredes de su casa y su pasado; a otra, por renovar su fondo de armario y sus ganas de mí. Yo me escabullo porque tengo otros planes. Me he propuesto encontrar aquel unicornio extraviado. Y nada tiene que ver que mi hija lleve meses pidiéndome una mascota. Quiero pasarme por tu casa montado en el unicornio e invitarte a cenar. Con la primera copa, te prometeré amor eterno; con la segunda, ya andaré pensando en otra. Pero no debes enfadarte; no soy yo, sino la primavera. Como decía el poeta, el amor en casa propia pronto pierde la emoción y al rato anda en zapatillas. Por eso te voy a llevar a un telo que, en lugar de por horas, cobra por besos. Nos va a salir por un ojo de la cara, quedas advertida. Pero no debes culparme. Ya te dije: es la primavera.

ULTIMA HORA, 05/04/11



Waiting for Paco Cifuentes.
Todas las mujeres de la isla
y algunos hombres
esperan tu venida…