Es muy difícil que en el negocio de las editoriales mainstream de comics la historia de un personaje tenga un principio y un final, salvo que a la revista le vaya mal en ventas y entonces ese final es uno abrupto. Y quizás es simplemente por la palabra “negocio” en la larga oración anterior.
Será por eso que Ben Grimm, también conocido como The Thing de los Fantastic Four, originalmente fue un piloto en la Segunda Guerra Mundial, pero al día de hoy sigue teniendo más o menos la misma edad (se va actualizando el origen según pasan los años para que no quede viejo) o que Bruce Wayne, más conocido como Batman, no envejezca nunca, pero sí lo hacen sus compañeros Dick Grayson, Jason Todd, Tim Drake y el resto de los que llevaron el manto de Robin.
Acá me pueden decir “Sandman es una serie de un personaje que empieza y termina” y yo les contestaría que Sandman comenzó en el universo oficial de DC Comics, pero luego terminó siendo publicada en Vertigo (subsello de DC, pero con condiciones artísticas totalmente diferentes, incluidas las de poder hacer con tu personaje lo que quieras).
Otros me podrían decir “Animal Man de Grant Morrison empieza y termina” y yo les contestaría que las aventuras de Buddy Baker empezaron mucho tiempo antes y siguieron por mucho tiempo, después de que se encontró con su guionista.