En la antigüedad cuando un bardo o narrador popular contaba una historia y quería que fuese un éxito, buscaba que ésta tuviera aspectos conocidos por el público. Detalles que hicieran que quien lo escuchara se sintiera parte de lo que estaba oyendo y aceptara todo lo otro que era nuevo para él de una manera más natural.
El mismo recurso se utiliza hasta el día de hoy en cualquiera de las producciones culturales de consumo masivo para lograr esa cercanía que asegurará un suceso comercial.