Pensar que es un fenómeno nuevo el que haya series derivadas de películas es un síntoma clásico de la posmodernidad.
O sea, vivir sólo el presente sin que importe el pasado principalmente porque no hay tiempo para conocerlo.
Todo tiene que ser instantáneo, todo es el ahora, el ya mismo, y no importa el ayer.
El caudal de estímulos que recibimos es tan grande, o sea hay tantos y con tanta velocidad, que ni siquiera tenemos tiempo de procesarlos y pensar un segundo en lo que acaba de pasar (porque ese segundo que acaba de irse también es parte del pasado).