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3 de diciembre de 2015

Abróchame un botón

Uno de los recuerdos más antiguos que tengo de ella es de una mañana en la sala de redacción electrónica de la Facultad. La clase era de 9 a 11. Llevaban casi dos horas escribiendo con el horizonte del final de la clase, en que tenían que entregar los reportajes. A las 11 menos cuarto, cataclás, se fue la luz en todo el edificio: El escándalo fue monumental, porque el conjunto del grupo se lo tomó por la tremenda.
Diana, al despedirse, se acercó a mí, y me dijo: "Te lo entrego mañana". Su tono de serenidad era un oasis en aquel ambiente de nervios. Me sorprendieron su aplomo y su calma. Tuve oportunidad de disfrutar de esa característica suya muchas más veces. Diana nunca levantaba la voz, aunque estuviera en su momento de mayor asertividad.
Después, hizo el doctorado y se incorporó a nuestro departamento universitario. Hace dos años fue víctima de una de esas puñaladas que las personas mediocres y viles asestan cuando tienen una nanoparcela de decisión en una corporación. Pero no es momento de hablar de miserables, sino de su estatura humana.
Empezamos a frecuentarnos, a organizar cosas juntas, a reírnos. Aprendimos a querernos. Me traía pequeñas cosas de sus viajes: un paquetito de té del Himalaya, un ojo azul de Turquía...
De Diana me fascinaba su belleza. Cuando tras muchas dosis de quimio perdió el pelo, usaba pañuelos y turbantes, y seguía tan guapa y coqueta. Durante el segundo cuatrimestre del curso 2013/14, dábamos una asignatura a medias. Como ya tenía diagnóstico y turbante, antes de comenzar las clases, pactamos acudir al aula del grupo de la tarde con el profesor que la sustituiría cuando la intervinieran. Comencé yo. Me presenté, les hablé del programa. Cuando le tocó el turno a Diana, dio un paso adelante, y con voz dulce, pero firme, les dijo que estaba enferma y que entre los tres profesores íbamos a intentar que su formación no se resintiera por ello. Se los ganó. Entre unos y otras, todas las semanas había alguien en ese grupo que me preguntaba por ella.
Por su cumpleaños, el 21 de octubre, fuimos a verla a casa de sus padres. Salimos a pasear. Ella aferrada al brazo de S. Casi debía pegarme carreritas para alcanzar su paso. Todo el mundo la conocía, la saludaba, la paraba. Nos dijo que, cuando se pusiera buena, crearía una fundación. Quería ayudar a las personas con cáncer que no dispusieran de medios para curarse. Ya tenía elegido el nombre: 'Abróchame un botón'. Había perdido sensibilidad en las manos por el tratamiento y si el frío la sorprendía en la calle y sola, tenía que pedir ayuda a alguna vecina: "Abróchame un botón".
Ese finde, dediqué un rato a crear una comunidad en Facebook para la fundación de Diana. Esta. También reservé el espacio en Twitter. Este.
Diana nunca tiró la toalla. Hace dos semanas, todavía me decía que cuando estuviera mejor iríamos a comer a un elegante restaurante de Sopuerta, que tenía una gran bodega. Iré.
Diana ha muerto hoy en Madrid. Cada 3 de diciembre la recordaré mientras celebro mi cumpleaños.

En la foto, Elvira Altés, Diana Rivero, Rosa María Calaf, yo, Pilar Kaltzada y Begoña Hormaetxe, concejala del Ayuntamiento de Galdakao. La foto es de Ignacio Pérez.

15 de octubre de 2011

Chitón, que somos varones, europeos, heterosexuales y puteros

El precedente estaba sentado de antes. Lo conté aquí y aquí. La prostitución practicada en la calle es un grave problema en Barcelona. Y en esta información publicada por El Periódico el martes 4 de octubre pueden leerse los detalles.
Aquí, como lo has visto en pequeñito, la cosa no parece tanto, pero en la edición de papel las fotos son casi como carteles. Atiende:
Es innecesario describir aquello que se ve, de modo que no lo haré. Pero quiero dejar una reflexión en tu cabeza: ¿Crees que carece de importancia su nacionalidad y que sean mujeres? ¿Crees que se afea la procedencia, raza y sexo de los clientes?
Si tienes dudas en un sentido o en otro, lee los pies de foto y pregúntate si en ellos se habla de que son varones, europeos, heterosexuales y puteros.

15 de enero de 2010

Cómo librarse del suplicio

Éste es uno de los duelos más intensos que he vivido en el cine. Son Dennis Hopper y Christopher Walken en 'Amor a quemarropa'.

Tiene momentos geniales. Los señalo tras el vídeo. Deberás verlo dos veces. Mínimo. (He tenido que sustituir el vídeo porque el anterior estaba desactivado. A ver si consigues aprovechar algo de lo que sigue). En el 3:14 dice: "Lo que me importa es que yo le crea a usted".
4:45: "¿Sabe? Los sicilianos son grandes embusteros. Los mejores del mundo. Yo soy siciliano. Mi padre era el campeón del mundo de los embusteros sicilianos. [...] Hay 17 cosas distintas que uno puede hacer cuando miente. [...] La mujer tiene 20, el hombre 17".
5:29: "Sé que usted sabe dónde están, así que dígamelo antes de que le haga sufrir, porque de morir no se libra".
Y en ese momento, Walken ha perdido, porque ha desvelado su estrategia, y Hopper se dispone a ganar.
5:40: "¿Podría fumarme uno de esos cigarrillos?". El último. Entra la música.
6:08: "¿Usted es siciliano?". Buena forma de entrar, con una información que ya le había dado Walken. Transición: digo lo que eres y digo lo que dices que eres.
6:20: "Yo leo mucho". Walken se recuesta.
8:25: "Y su tataratatarabuela se folló a un negro".
8:36: "Dígame: ¿cree que miento?".
9:35: "No había matado a nadie desde 1984".

3 de enero de 2010

"Que el cadáver no sea el de su niño"


«Poco después se publicó la foto del cadáver de un niño sin dueño que no habían podido identificar en el anfiteatro de Medicina Legal y me pareció igual a la de otro niño desaparecido que se había publicado días antes. Se la mostré al jefe de la sección judicial, Felipe González Toledo, y él llamó a la madre del primer niño que aún no había sido encontrado. Fue una lección para siempre. La madre del niño desparecido nos esperaba a Felipe y a mí en el vestíbulo del anfiteatro. Me pareció tan pobre y disminuida que hice un esfuerzo supremo del corazón para que el cadáver no fuera el de su niño. En el largo sótano glacial, bajo una iluminación intensa, había unas veinte mesas dispuestas en batería con cadáveres como túmulos de piedra bajo sábanas percudidas. Los tres seguimos al guardián parsimonioso hasta la penúltima mesa del fondo. Bajo el extremo de la sábana sobresalían las suelas de unas botitas tristes, con las herraduras de los tacones muy gastadas por el uso. La mujer las reconoció, se puso lívida, pero se sobrepuso con su último aliento hasta que el guardián quitó la sábana con una revolera de torero. El cuerpo de unos nueve años, con los ojos abiertos y atónitos, tenía la misma ropa arrastrada con que lo encontraron muerto de varios días en una zanja del camino. La madre lanzó un aullido y se derrumbó dando gritos por el suelo. Felipe la levantó, la dominó con murmullos de consuelo, mientras yo me preguntaba si todo aquello merecía ser el oficio con que yo soñaba. Eduardo Zalamea me confirmó que no. También él pensaba que la crónica roja, con tanto arraigo en los lectores, era una especialidad difícil que requería una índole propia y un corazón a toda prueba. Nunca más la intenté».

García Márquez, Gabriel. Vivir para contarla. Madrid, Círculo de Lectores, 2002, p. 521-522

3 de noviembre de 2009

30 hombres están pensando en matar

En este momento, hay 30 hombres que están pensando matar a sus parejas, o ex parejas, antes de que acabe el año. Algunos de ellos, la mayoría afortunadamente, descartarán la idea, pero 10, ó 12, lograrán su propósito. Según el Ministerio de Igualdad -único organismo capacitado para proporcionar cifras oficiales al respecto-, en lo que va de año, 47 hombres han asesinado a sus parejas o ex parejas. Si el ritmo se mantiene, para finales de año alcanzaremos la cifra de 57, ó 60, dieciséis muertes menos que el año pasado. Es decir, 16 mujeres que podrán seguir viviendo y llevando a cabo sus planes. Sabemos que esas muertes se pueden producir, pero no contamos con los 'precog', aquellos personajes predictores de asesinatos de la película 'Minority report'. ¿O sí?
La de asesinar a sus parejas es una decisión largamente meditada, nunca es consecuencia de un arrebato. Además, siempre es el último acto de una larga serie de malos tratos físicos y psicológicos que, a veces, se han prolongado durante años. De modo que se puede ir cerrando el cerco. Cada año vienen a producirse en torno a 140.000 denuncias por malos tratos, aunque es cierto que muchas veces la muerte es la primera noticia que los juzgados tienen del drama que estaba viviendo esa mujer. A 19 de octubre, día en que se produjo la última muerte, se contabilizaban 47 víctimas mortales en 2009; de ellas, solamente 14 habían denunciado a su pareja. Son cifras terribles, pero son 11 asesinatos menos que a la misma fecha de 2008.
Cuando las vejaciones y los malos tratos se han prolongado durante años, ha de haber una razón para que esos 30 hombres piensen en matar, piensen en cambiar de estrategia. Y la razón no es otra que la falta de eficacia: ya no les da resultado amenazar y golpear. Algo ha cambiado, y ese algo suele ser la actitud de ella. Ella, por ejemplo, ha decidido que se separa y se lo ha dicho, o se ha separado y ya todo el mundo lo sabe. La estrategia de dominación de ese hombre ha fallado. Le empieza a bullir la cabeza. Miguel Lorente, delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, expresa así las ideas que le asaltan a ese hombre: «Esa se quiere quedar con mi casa», «Se quiere quedar con mis hijos», «Me quiere separar de ellos»... Debe diseñar pues la estrategia para evitarlo. Y piensa en matar. Algunos descartan la idea; otros, la perpetran. Y, como decía más arriba, 10, ó 12, lo habrán logrado antes de finales de año. Esto, lamentablemente y con los errores achacables a la confianza depositada en cualquier estadística, puede suceder.
Este año, las cifras pueden llegar a ser las más positivas desde 2003, año anterior a la promulgación de la Ley Integral contra la Violencia de Género, aprobada en diciembre de 2004. Las mejores cifras se dieron en 2005, cuando los asesinatos descendieron a 57, frente a los 72 del año anterior. No se debe pensar que la promulgación de la ley fue tan efectiva como para atribuirle ese descenso fulgurante en el número de muertes. Quienes saben lo atribuyen a la intensidad de los debates sobre la ley y a la presencia continuada del problema en los medios de comunicación de nuestro país. Es decir, informar sobre violencia de género evita muertes.
Entonces, ¿de qué forma podemos disuadir de que lo hagan a esos diez hombres que están tramando y perfeccionando el modo en que darán muerte a sus parejas? La fórmula es relativamente sencilla: se deben convencer de que les saldrá mal, esto es, de que pagarán su culpa. La razón de que muchos ciudadanos, que se tienen a sí mismos por personas muy honradas, no delincan es que saben que está castigado y que les pueden pillar; y los medios de comunicación, en no pocas ocasiones, presentan las noticias de modo que el maltratador parece resultar impune, cuando las estadísticas señalan que son condenados el 84,2% de los enjuiciados. Y quienes han matado son una minoría de los enjuiciados.
Resultaría muy útil que la sociedad pudiera construir y visibilizar la imagen del maltratador detenido, juzgado y condenado. Y para ello, no es necesario esperar a que se produzca la muerte: 140.000 denuncias anuales por maltrato suponen un inventario de casos suficiente como para ser mostrado a la ciudadanía. Bastaría con hacer seguimiento de los dramas que se viven en los juzgados.
Porque si esos diez hombres se imaginaran a sí mismos en ese aplastante porcentaje de quienes acaban encarcelados, si se vieran a sí mismos detenidos, sentados en el banquillo de los acusados y finalmente entrando en la celda, y además lejos de sus hijos y sin poder disfrutar de su vivienda, pensarían que su estrategia está mal planteada, que no es el camino. Que no deben matar y no lo harían.

Publicado en El Correo, 3/11/09.

24 de octubre de 2009

Tres días felices

¿Qué tienen en común el 25 de febrero, el 5 de agosto y el 1 de septiembre de este año?
A quien adivine le regalo una canción.

La foto es de aquí.

12 de octubre de 2009

11 de octubre de 2009

¿Qué pena merecen quienes matan amparados en la pena de muerte?

El País publica hoy una declaración estremecedora de un condenado a muerte en EE UU.

Copio la entradilla:
"Yo, Romell Broom, preso en el corredor de la muerte de Lucasville (Ohio), fui llevado a mi ejecución por inyección letal el pasado 15 de septiembre. Tras sufrir 18 pinchazos fallidos a lo largo de tres horas, la ejecución fue suspendida. Ésta es mi declaración jurada de aquellos hechos".

Aquí el texto completo.

6 de septiembre de 2009

El País baila la yenka

Esta semana contaba aquí que El País había publicado unas fotos vergonzosas.

Al leer el artículo de hoy de Milagros Pérez Oliva, he vuelto a sentir lo de siempre. Pérez Oliva no defiende a los lectores, sino que defiende a su diario de aquellos lectores críticos que lo ponen contra las cuerdas y le recuerdan que es un diario de referencia, no solamente en España, también en Europa. Se mueven los límites, dice, defiende de forma muy favorable las decisiones de su empresa, y tacha de vago e interpretable el 'Libro de estilo' (que es el documento en el que el diario se compromete ante sus lectores y por eso es un libro que no solamente se usa en la redacción sino que lo venden en las librerías. Es decir, el libro de estilo es un contrato con los lectores).
Asegura que el problema es que las fotos salieron en una edición local (la catalana), cuando es incierto porque estaban en el digital. Se olvida (con una amnesia que le es muy favorable) de que el digital las tiene aún hoy a disposición de quien quiera verlas. Justifica los medios por el fin, cuando desde el siglo XVII sabemos que no, que el fin no justifica los medios, y que quienes se aferran a objetivos que pasan por encima de las personas, pisoteándolas, suelen tener intenciones inconfesables, y en este caso bastardas. El País quiere vender, y le da lo mismo que el precio sea la dignidad de las mujeres fotografiadas y de quienes como ellas están abocadas a la prostitución, a veces en condiciones de esclavitud.
A mí no me convence la defensora del diario El País. Es más, me inquieta que ya ni siquiera haya en ese diario una persona que le diga a la dirección del medio que sus lectores le piden que reflexione, que se pare antes de tomar determinadas decisiones, que se acuerde de lo que era. ¿O es que el digital de El País no es El País ni pertenece a la misma empresa ni tienen cuentas comunes?
Me eriza la piel pensar que yo me he construido como persona leyendo El País, que buena parte de lo que soy lo soy porque he formado mi concepción del mundo leyendo ese diario, que me ha mostrado el mundo en grande y sus pequeños mundos, porque ese universo que me mostraban ha moldeado el mío.
Y ahora, como a tantos, nos deja huérfanos, porque hay que vender. A cualquier precio. Se mueven los límites, dice Pérez Oliva. Claro, como en la yenka.
Os dejo ahí el baile.

Y para quienes no tengan paciencia de ver el vídeo, diré que el estribillo de la yenka es "Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, un, dos, tres".

5 de septiembre de 2009

Aranalde, segunda parte


Éstas son las fotos que el diario El Correo ha utilizado para dar una importante exclusiva: Jokin Aranalde, padre de Maite Aranalde, también se fugó de la justicia, como su hija, pero 7 años antes. Lo cuenta O. B. O. aquí. Ambos son etarras. Si fueran presuntos, no se habrían dado el piro.

Cosas que me llaman la atención:
1.- Una compañera de RNE ha dado la noticia en el informativo de las 14 horas como si el hecho se hubiera sabido en una rueda de prensa. Es decir, sin reconocer que la noticia era exclusiva de un diario, y fruto del trabajo de un profesional.

2.-Esa foto de la mesa representa mucho. Lleva este pie de foto: "Ainhoa Ozaeta, Arnaldo Otegi y Jokin Aranalde, en una rueda de prensa celebrada en 2002". ¿Quién es comparsa y quién manda?


3.-El padre se fue en 2002 y de nada ha servido en esa familia el sufrimiento de su pérdida o alejamiento. Ella ha seguido su senda.

4.-Ella tiene cara de persona bondadosa. El padre, en esa foto, parece albergar el secreto de la felicidad.

Acaso haya personas a las que matar, o colaborar con ello, les proporcione felicidad.

2 de septiembre de 2009

Casualidades

Los diarios de hoy recogen la noticia de que un peatón resultó ayer muerto cuando se le cayó encima una mujer que se había tirado de un octavo piso. También murió.
J. A. apunta en Facebook que la noticia le ha recordado este fragmento de 'Magnolia'. Cinco minutos pegados a la pantalla.


Producen pavor los comentarios que algunos lectores han dejado en la edición de otro diario.

30 de agosto de 2009

La había matado, claro


Se cuenta aquí. Laura tenía 19 años, trabajaba en el bar de su familia, dormía cada noche en su casa. Tenía amigas y un novio que la amaba.
Y tenía un ex de 32 años que la maltrató. Había renunciado. Lo denunció y las familias de ambos acordaron que retirara la denuncia. Pobre Laura. Nadie calibró el riesgo.

Una jara para ella.

Y la foto es de aquí.

17 de agosto de 2009

Adiós

Pienso en esa forma de morir -solo, herido, con frío y dolor- y en quienes lo amaban y me aplasta la tristeza. Sus amigos abandonaron ayer las tareas de búsqueda de Óscar Pérez: el rescate podría saldarse con más víctimas.
Ahora me arrepiento de haber creído que podían salvarlo y pienso en los medios, en cómo nos lo han contado. ¿Creéis que debieran haber subrayado que las posibilidades de traerlo a casa con vida eran mucho menores?, ¿debían haber enfriado nuestro optimismo?