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22 de septiembre de 2016

El retablo de la libertad en el Parlamento de Vitoria

Al principio de la campaña electoral, una amiga feminista me comentó las dudas -favorables- que le planteaba el hecho de que las listas de EH Bildu estuvieran encabezadas por mujeres y que en ellas hubiera, además, conocidas activistas del feminismo. Pocos días después, me crucé en Bilbao con Idoia Mendia, cabeza de lista del PSE por Bizkaia. Le hablé de esas dudas y de que una parte del feminismo militante hace tiempo que se había sentido abandonado por el socialismo. Mendia me hizo una enumeración de las leyes referidas a la igualdad que se habían aprobado por iniciativa del Partido Socialista: la de igualdad, la del aborto, la de lucha contra la violencia machista...
Había olvidado todo esto cuando esta semana me llegó al buzón la propaganda de EH Bildu. Es un folleto de cuatro páginas con muchos colorines y una imagen de Arnaldo Otegi sonriente. Sin embargo, como es sabido, a Otegi lo han despachado de las listas. No ha podido ser candidato. Cuando la vía de recursos estuvo agotada, salió a los medios reivindicándose y asegurando que, de todos modos, haría la campaña que había previsto.
Al abrir el folleto, en la página 3, están las cabezas de lista de las tres provincias de la Comunidad Autónoma y, de nuevo, Otegi por delante de ellas. En concreto, tapa en parte a Maddalen Iriarte, que quedó primera por Gipuzkoa cuando a Otegi se le agotaron los recursos. Una clara imagen del patriarcado en un partido que sí prioriza la igualdad en sus programas electorales.
En los anteriores comicios autonómicos, la primera, o sea, la candidata a lehendakari, fue Laura Mintegi, que unos meses después dejó su escaño sin grandes explicaciones. En estas elecciones, Mintegi va la última por Bizkaia, que es como decir "Voy, pero poquito, lo menos posible".
Otegi está haciendo campaña como si fuera el presidenciable, aunque durante la próxima legislatura, si pisa el Parlamento de Vitoria, lo hará en lo alto de la tribuna de invitados, desde donde quienes ocupan los escaños parece pequeñas figurillas.
Mintegi, en apariencia, no tenía a ningún hombre tapándola ni dando mítines por ella y dejó su escaño.
Y entonces ha sido cuando se me ha venido a la cabeza el capítulo XXVI de la segunda parte de Don Quijote. Esa en la que el caballero y Sancho Panza está donde Maese Pedro viendo una representación de títeres, 'El retablo de la libertad'. Y cuando Gaiferos rescata a Melisendra, Don Quijote se pone en pie, dice aquello de "No consentiré yo...", desenvaina la espada y de un brinco y con "nunca vista furia" comenzó a llover cuchilladas, "derribando a unos, descabezando a otros, estropeando a éste, destrozando a aquel"... Vamos, que la escena sirvió para que ahora digamos eso de 'no dejar títere con cabeza'.

27 de diciembre de 2013

Pérez-Reverte comparte argumentos con Gallardón

Hace años, en una entrevista, Txaro Arteaga, la primera directora de Emakunde, me decía que lo que no entienden algunas personas es que la exclusión de la mujer de los alardes de Irún y Fuenterrabía tiene en su origen las mismas razones que la violencia contra las mujeres: "Es el mismo problema".
Me he acordado de esto al leer un artículo de Arturo Pérez-Reverte en XLSemanal. Me suelo asomar a lo que escribe. En este texto, del 22 de diciembre, está hablando de grafiteros, o como quiera que ellos se llamen a sí mismos. Y en un momento, escribe:
"Siempre bromeamos sobre los macarras de pastel y chulitos de discoteca; que no tienen media hostia, pero con los que las nenas se licuefactan, o se licuan, o como se diga. Qué sabrán ellas, le comento. Para leer biografías en la cara hay que tener unos años y ser lista, y ni todas tienen los años suficientes ni todas lo son".
Lo que me llama la atención no es  que diga que no todas las mujeres son listas ni tienen los años suficientes como para entender biografías. Son dos ideas tan triviales y ramplonas que se le pueden ocurrir hasta a un herri norte.
Lo que me sorprende es que sea capaz de escribir "Qué sabrán ellas". Es decir, que sabrán esas mujeres, a las que él llama nenas, sobre los hombres que les provocan emociones tan intensas que se licuan.
Sabemos muchas cosas de Pérez-Reverte, pero no sabíamos que además era él el expendedor del título 'Hombre merecedor de que una nena se licue".  Esto no es posmachismo, esto es machismo del de siempre. Esa idea de que las mujeres no saben lo que les conviene y eligen mal a los hombres es la misma que lleva a Gallardón a redactar una ley sobre en qué condiciones puede una mujer decidir que aborta.
Siempre que escribo sobre cosas que escribe este hombre llego a la misma idea: El potencial que tiene ese medio, que llega a miles y miles de personas, y hay que ver para qué mierdas lo utiliza.

Por cierto, académico, se dice licuar. Licuefactar no está registrado en el diccionario de su academia.