Al principio de la campaña electoral, una amiga feminista me comentó las dudas -favorables- que le planteaba el hecho de que las listas de EH Bildu estuvieran encabezadas por mujeres y que en ellas hubiera, además, conocidas activistas del feminismo. Pocos días después, me crucé en Bilbao con Idoia Mendia, cabeza de lista del PSE por Bizkaia. Le hablé de esas dudas y de que una parte del feminismo militante hace tiempo que se había sentido abandonado por el socialismo. Mendia me hizo una enumeración de las leyes referidas a la igualdad que se habían aprobado por iniciativa del Partido Socialista: la de igualdad, la del aborto, la de lucha contra la violencia machista...
Había olvidado todo esto cuando esta semana me llegó al buzón la propaganda de EH Bildu. Es un folleto de cuatro páginas con muchos colorines y una imagen de Arnaldo Otegi sonriente. Sin embargo, como es sabido, a Otegi lo han despachado de las listas. No ha podido ser candidato. Cuando la vía de recursos estuvo agotada, salió a los medios reivindicándose y asegurando que, de todos modos, haría la campaña que había previsto.
Al abrir el folleto, en la página 3, están las cabezas de lista de las tres provincias de la Comunidad Autónoma y, de nuevo, Otegi por delante de ellas. En concreto, tapa en parte a Maddalen Iriarte, que quedó primera por Gipuzkoa cuando a Otegi se le agotaron los recursos. Una clara imagen del patriarcado en un partido que sí prioriza la igualdad en sus programas electorales.
En los anteriores comicios autonómicos, la primera, o sea, la candidata a lehendakari, fue Laura Mintegi, que unos meses después dejó su escaño sin grandes explicaciones. En estas elecciones, Mintegi va la última por Bizkaia, que es como decir "Voy, pero poquito, lo menos posible".
Otegi está haciendo campaña como si fuera el presidenciable, aunque durante la próxima legislatura, si pisa el Parlamento de Vitoria, lo hará en lo alto de la tribuna de invitados, desde donde quienes ocupan los escaños parece pequeñas figurillas.
Mintegi, en apariencia, no tenía a ningún hombre tapándola ni dando mítines por ella y dejó su escaño.
Y entonces ha sido cuando se me ha venido a la cabeza el capítulo XXVI de la segunda parte de Don Quijote. Esa en la que el caballero y Sancho Panza está donde Maese Pedro viendo una representación de títeres, 'El retablo de la libertad'. Y cuando Gaiferos rescata a Melisendra, Don Quijote se pone en pie, dice aquello de "No consentiré yo...", desenvaina la espada y de un brinco y con "nunca vista furia" comenzó a llover cuchilladas, "derribando a unos, descabezando a otros, estropeando a éste, destrozando a aquel"... Vamos, que la escena sirvió para que ahora digamos eso de 'no dejar títere con cabeza'.
Hace 7 años