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4 de marzo de 2020

No frivolices con mi dolor


Estamos discutiendo en España la Ley de Libertad sexual. Por fin. El proyecto ha sufrido lo suyo porque, además de las resistencias habituales a cualquier norma que limite los desatinos de los hombres y proteja a las mujeres, se gesta en un gobierno de coalición PSOE-Podemos y la iniciativa es de un, de el, Ministerio de Igualdad.

 Adónde vamos a llegar. Behar genuena, que diríamos en euskera.

Hoy, en la sección de Opinión de El Correo, Antón publica una viñeta al respecto del consentimiento.
Ajammm. Mira arriba.

Es inapropiado frivolizar con la violación. Y esa viñeta lo hace.

Además, exhibe como nunca la bandera de un machismo recalcitrante.

Hala, quédate con él, Antón, que no es ni la segunda vez.

Por cierto, el diálogo está invertido. Quien, en todo caso, podría preguntar por el señor de en medio es ella. Porque quienes violan son los hombres y quienes, ante una acusación de violación, suelen argüir que "Ella quería" son ellos. Siempre ellos. Vale, algunos de ellos.
Pero en esta viñeta, a Antón y a sus jefes de El Correo se les ha ido la pinza. Una mujer no lleva a un notario para acreditar que quiere, porque si quiere, quiere. No obstante, como me dice mi amiga Izaskun Porres, quien debe acreditar el 'No' es ella, la víctima, que en el proceso penal "no tiene cabida".
Ese patinazo de la viñeta es importante porque, en realidad, es el mismo mecanismo que sostiene la insistencia en las denuncias falsas. ¿Lo ves?